Función de noche
Sinopsis de la película
La actriz Lola Herrera representa todas las noches el monólogo de Miguel Delibes Cinco horas con Mario . A medida que pasa el tiempo, experimenta un gran cambio en su personalidad, llegando a confundir su vida con la de Carmen Sotillo, el personaje de la función. Encerrados en su camerino, Lola Herrera y Daniel Dicenta, separados tras varios años de matrimonio, hablan y discuten mientras repasan su vida en común.
Detalles de la película
- Titulo Original: Función de noche
- Año: 1981
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
7.4
57 valoraciones en total
Probablemente uno de los mayores desnudos integrales que el cine español ha tenido a lo largo de su historia. Con mucho sexo explícito e implícito. Con gemidos que traspasan la pantalla. Con tetas o mamas y un recorrido por la fisiología y fisonomía femeninas.
Quizás lean la sinopsis y se pregunten…¿Cine X con argumento? Pues sí, aunque aquí el desnudo es emocional. Y emociona. De forma inductiva parte de la vida conyugal, sacando a la luz cuernos, orgasmos fingidos, paternidades no deseadas y demás lindezas, para llegar a lo general: la imagen que ven los demás no es más que un espejo deformado de lo que somos, gestada cual collage con los prejuicios, carencias y taras de toda una vida.
Claro que cada personaje trata de justificarse (que si la posguerra, que si el entorno social, que si la fama,…) pero el espectador intuye por dónde van los tiros. Excusas.
Tono pausado, diálogo a media voz, mezcla de realidad y ficción…y unos actores se representan a sí mismos con una lucidez y entereza sobrenaturales. No me extrañaría que tras la función tuviesen terapia psicoanalítica.
Un ejercicio de honestidad muy recomendable. La película perfecta para una noche de bodas.
Esta película es única en su especie, clase inédita, relata de una forma completamente innovadora, sorprendente, emocional y directa, las cenizas de una relación sentimental. Lola y Daniel (Magistrales al 100%) se enfrentan a la cámara dando rienda suelta a una batalla de reproches, miedos y dudas bañadas de sinceridad. La cenizas de lo que fue su matrimonio quedan al descubierto en uno camerino de teatro.
Hay que verla, engancha su forma… relata en una charla, lo que fueron (una buena representación) las mujeres y hombres adultos de los setenta – ochenta en este país, ellas luchando para salir de un pasado oprimido de una España negra, y ellos progres que luchan para encontrarse a si mismos intentando evitar que los tópicos se lo coman.
No es una película 10, pero merece un 10 por la valentía de experimentar e intentar hacer algo distinto.
ibg
Film realizado por Josefina Molina (Esquilache, 1988). El guión, de José Sámano y Josefina Molina, incorpora varios fragmentos de la obra teatral 5 horas con Mario (1981), de Miguel Delibes, escrita a partir de su novela del mismo título (1966). Se rueda en escenarios reales de calles y de un teatro de Madrid y en estudio con dos escenarios principales: el camerino de la actriz y el espacio escénico en el que se representa la obra de Delibes. Producido por José Sámano para Sabre Films, se estrena el 26-X-1981 (Madrid).
La acción dramática tiene lugar en Madrid en 1981. Se basa en una conversación abierta y sincera de Lola Herrera (Herrera), de 46 años, y Daniel Dicenta (Dicenta), que estuvieron casados durante 5 años hasta su separación de hecho. Añade insertos que explican aspectos de la vida de Lola, sacan la acción del camerino y la airean con la intervención de otros actores, nuevos personajes y temas diferentes que enriquecen la acción. Recientemente Lola ha interpuesto demanda de nulidad matrimonial, por lo que Daniel le hace una visita de cortesía.
El film desarrolla un drama que refleja en gran medida aspectos biográficos de la pareja protagonista. La conversación que mantienen es respetuosa, sincera y descarnada. Las preguntas que plantea Lola, las respuestas que obtiene, la reflexión que establece, la búsqueda de las causas del fracaso de su matrimonio y un cúmulo de aspectos que llenan un debate sin pausa y sin desperdicio, brindan la oportunidad de que se reflejen en pantalla los problemas y las dificultades específicas que han sufrido las mujeres españolas de una generación concreta, las nacidas entre 1930 y 1950.
El modelo de mujer que inspira la educación del momento pregona un conjunto de virtudes femeninas específicas y de género, como la sumisión, la abnegación, la inferioridad respecto del marido, la obediencia debida al mismo, la diligente atención en exclusiva de las labores de la casa, la misión de tener cuidado de los hijos hasta la extenuación y la subordinación afectiva y sexual al varón, entre otras. Se postula la exclusión de la mujer de la educación, la enseñanza y la cultura, en beneficio de su dedicación preferente a la tarea de la procreación El modelo virtuoso de sumisión, obediencia e ignorancia, acarrea consecuencias que afectan a todas las mujeres de una generación marcada por convenciones absurdas, tópicos opresivos, concepciones éticas extravagantes y concepciones monstruosas. La eclosión de libertades que aporta al país la II República, de modo especialmente intenso en sus dos primeros años de existencia (1931-1933) y que tienen relación principal con la mujer, experimenta en 1936-39 una regresión inverosímil. Las mujeres son las mayores víctimas del proceso de regresión. La cinta no dice, pero el lector puede leer entre líneas, que la estrafalaria educación de la mujer durante la posguerra española no es inocua. Josefina Molina explica con sugerencias sus consecuencias.
Me extraña muchísimo que el típico gafapastorum cinefilis desconozca esta película. Porque original es un rato largo.
Una actriz ensaya una representación teatral. Un día va a verla su ex marido, de la que está separada desde hace quince años. Y lo que empieza como una visita de cortesía acaba en una terapia retrospectiva de su fracasado matrimonio.
Bien, todo esto en principio no es nada del otro mundo. Lo podría hacer un Bergman cualquiera de la vida. Pero ay, es que aquí se mezcla la ficción con la realidad. Porque la actriz, una gran Lola Herrera, efectivamente estaba casada con el visitante, un Daniel Dicenta que no le va a la zaga. Y la cantidad de mierda que sacan a flote es pavorosa. Pero es que no están representando, todo es real.
Por lo visto toda esta parte central de la película se rodó con espejos transparentes de esos. Sí, ahora se hace mucho en la tele-basura. Pero es que aquí el mérito es que no actúan de cara a la galería. Desparraman complejos, heridas del pasado, reproches a troche y moche, y silencios que nunca se habían confesado. Es como mirar por el ojo de la cerradura de un matrimonio echado a perder. Naturalmente también sueltan la típica excusa generacional, pero bueno es mejor abstenerse de juzgarlos porque esa excusa prevalece a lo largo de todos los siglos. Pero el desnudo es integral, a lo bestia vamos. Esto más que una actuación es una terapia.
La columna vertebral de la película es ese diálogo a tumba abierta en el camerino. Pero se van intercalando ensayos de Lola Herrera para la obra, Cinco horas con Mario , algunas pinceladas que dan los hijos verdaderos de los actores, una visita de la actriz a una echadora de cartas, un paseo con su amiga aparentemente moderna y feliz, sus tanteos para operarse las tetas, y su trámite de anulación del matrimonio, en el que si uno oye atentamente se da cuenta que el 99% de los matrimonios son una estafa.
En fin, tal vez todo lo que rodea a la trama central sea innecesario. Porque lo realmente inquietante y atrapante pasa dentro de ese camerino. No creo que jamás unos actores hayan dado tanto a una película. Tremendo.
Sin duda, si hay un personaje que marca la vida y la trayectoria profesional de la actriz Lola Herrera ese no es otro que el de Carmen Sotillo, la protagonista de la famosa Cinco horas con Mario de Miguel Delibes. De hecho, pocos casos habrá en la historia del espectáculo de artista más ligado a un personaje que el de Lola y Carmen – la primera ha estado interpretando en los escenarios a la segunda durante más de veinticinco años.
La propia Herrera lo reconoce al principio de esta magnífica Función de noche: Para mí hacer de Carmen Sotillo era un poco hacer de Lola Herrera dice mientras se ajusta el moño para salir a escena a recitar su monólogo. En esta indefinición, Lola-Carmen, vida-teatro –traducida en una consecuente ambigüedad de géneros- navega constantemente esta singular propuesta de la directora Josefina Molina. Con evidente complicidad, Molina aprovecha esta circunstancia, este juego de espejos para entregar a su protagonista la oportunidad de desquitarse y de ejecutar su particular versión de la obra que está representando. Con muerto delante y todo.
Durante el descanso de una de las representaciones de Cinco horas con Mario, Lola recibe en su camerino la visita de Daniel, el que fuera su marido durante siete años y el padre de sus dos hijos. Ambos repasan su vida en común y analizan las causas de su ruptura. No es un ajuste de cuentas, los dos afirman en más de una ocasión que siguen queriéndose muchísimo, aunque por el camino se van pidiendo explicaciones y surge también más de una confesión. Y en un momento dado, ya no se sabe si Lola es Carmen o Carmen es Lola, si está fingiendo – subráyese la importancia de este verbo- o es ella misma la que está ante nuestros ojos.
Inédita, valiente, arriesgada, Función de noche es una joya aún hoy bastante desconocida de nuestro cine. Hay ecos de la cassavettiana Opening night estrenada unos pocos años antes, pero se hace difícil rastrear muchos más referentes. Con lo que sabemos hoy día, podríamos decir que Josefina Molina preconizó en nuestro país el éxito del reallity sow solo que con Lola Herrera en lugar de con los memos del Gran Hermano soltando estupideces.