Fuego en el mar
Sinopsis de la película
La isla de Lampedusa es el punto más meridional de Italia, que desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas. En poco más de 20 años, más de 20.000 personas se han ahogado durante la travesía para alcanzar lo que para muchos supone vía de entrada a Europa, y que les debería permitir escapar de la guerra y el hambre. Samuel vive en la isla, tiene 12 años, va a la escuela, le gusta tirar con la honda e ir de caza. Le gustan los juegos de tierra, pese a que todo a su alrededor habla del mar y de los hombres, mujeres y niños que intentan cruzarlo para llegar allí.
Detalles de la película
- Titulo Original: Fuocoammare aka
- Año: 2016
- Duración: 108
Opciones de descarga disponibles
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Opinión de la crítica
6.3
82 valoraciones en total
Un largometraje documental que llegar a los Oscar – es la primera vez que un Documental se incluye en estos codiciados galardones- que merece la pena ver. Ve y comparte esta película, es uno de los mejores homenajes que podemos hacer a la isla de LAMPEDUSA y a sus REFUGIADOS. Quiero hacer especial mención al doctor Pietro Bartolo, su breve intervención vale más que miles de titulares arrojados en la prensa. Es el ÚNICO médico de la isla presente en cada desembarco de inmigrantes rescatados en los últimos 30 años.
Esta dura producción documental italiana deja sin aliento las conciencias poniendo en nuestro corazón lo que el telediario no tiene capacidad de mostrar. El drama extraordinario y al mismo tiempo cotidiano que desde hace demasiados años se da en las aguas del Mediterráneo y que con la crisis Siria se ha incrementado hasta lo imposible de aceptar desde la decencia y que Gianfranco Rossi nos salpica en la cara con sutileza y con pasión al mismo tiempo.
Ha terminado el verano y millones de personas se han bañado en la mortaja de miles de seres humanos que se buscando sobrevivir se han jugado la vida y la han perdido. Ese cementerio líquido que a unos les sirve de descanso estival y a muchos de descanso eterno.
Nuestras vidas se mueven entre el sobresalto del PIB y el IPC mientras las de millones lo hacen entre las balas, él hambre y el mar como arma mortal.
Muy buen documental.
El nuevo (y ya laureado) proyecto del italiano nos traslada hacia uno de los lugares más convulsos y ominosos de la reciente historia europea. Rosi se allega hasta Lampedusa, la isla del archipiélago de las Pelagias, que, dada su singularidad geográfica, se ha convertido en la principal puerta de entrada de navíos provenientes de la cercana costa norteafricana, cargados con hacinados grupos de seres humanos ansiosos de huir de sus respectivos orígenes. No tardamos nada en apercibirnos de que, en principio, vamos a ser testigos de las atroces consecuencias deparadas por este inatajable éxodo que golpea a Europa en la misma médula de su dignidad.
Lampedusa está mucho más cerca de Túnez que de Sicilia, por eso se ha convertido en el objetivo idóneo para las mafias que se aprovechan de las necesidad y la desesperación de quien paga a precio de oro un pasaje en un barco, que, además de someterlo a un trayecto vejatorio, inhumano, atroz, muchas veces concluye en defunción suya, de sus allegados, o de sus compañeros de calvario.
De esta forma, FUOCOAMMARE, como ya ocurría en SACRO GRA, estimula en primer lugar la convocatoria de una serie de personajes sitos en el ámbito geográfico escudriñado. A través del seguimiento que se les va a hacer a éstos, poco a poco, el espectador va a ser emplazado a tomar consciencia de la gravedad de los hechos y situaciones contempladas. En esta ocasión, nos hallamos frente a un médico, a un buceador, a un locutor de radio, a una familia de pescadores y, sobre todo, frente a Samuele, un chaval de unos once o doce años, mucho más empeñado en disponerse de un certero tirachinas que de tiempo para centrarse en sus estudios.
La observación de la cotidianeidad de todos ellos va a irse vertebrando el verdadero objetivo de Rosi: establecer una evidente comparativa entre la sencillez de una vida condicionada por el ámbito pesquero del lugar y la desesperación mortuoria que acecha proveniente del mar en forma de rostros humanos famélicos, exhaustos, temblorosos, perdidos, con la vida en el límite de su energía. Como ya ha quedado dicho, el análisis de la problemática de este éxodo vil y mortal a través de las fauces saladas de un mar siempre dispuesto a engullirlos no estalla mediante una mostración reiterada de esta barbarie sino que se suministra reflexionada, dispuesta para que de la comparativa de existencias el espectador saque sus propias conclusiones. En ese sentido, cabe afirmar que el mejor momento del film, el que se apresta a cuajar la magnitud que debiere haber transitado las entrañas de un film como éste, lo depara la impresionante alocución del médico, con diferencia, el mejor personaje del film.
Y decimos que debiere haber recorrido esencialmente a la totalidad del resultado final, porque, por desgracia, el film no lo hace, sucumbiendo a una excesiva voluntad atemperadora. Pese a la validez, a la nobleza, a la integridad de la intentona, FUOCOAMMARE concluye víctima de una coaccionadora falta de riesgo por parte de su autor, puesto que, en ella, no hace otra cosa sino acoplar a la luctuosa, desesperada realidad de Lampedusa el mismo dispositivo escénico que facultó al objetivo a escudriñar en SACRO GRA. Fuocoammare 3Y la diferencia de contenidos de partida, en tan disímil presupuesto temático inicial, si hubiere debido, por lo tanto, alterar el orden de las facultades pergeñadas.
El problema principal de FUOCOAMMARE es que lleva al límite de lo necesario su prudente mesura no exhibitoria. La imposición de no mostrar de forma cruda, desde el principio de su itinerario, la nauseabunda realidad de la muerte amontonada que es su factor generatriz obliga a detenerse más de la cuenta en la observación de los personajes escogidos para tratar de poner en evidencia la cotidianeidad de los vecinos de esa negra defunción arribada cual cargamento de desahucios.
Ocurren dos cosas entonces: una, la excesiva preponderancia dada al arrollador atractivo dado a un hallazgo tan incuestionable como es la desenvoltura frente a la cámara de Samuele, que, quizás escatime profundidad al problema de fondo y tolere una inercia mucho más cordial de lo tolerable, otra, la más severa, que el trato dado a todos los lugareños evita de forma incomprensible (hecha la mencionada excepción del médico) trasladar al espectador el modo en el que estos afrontan ser testigos de esa ominosa lacra. Prima más la comparativa entre civilizaciones (la de quienes llegan y la de quienes disfrutan de los privilegios de la europea –alimentación, trabajo, sanidad, escuela, etc.-), que el estudio sociológico de una situación tan extrema.
No queremos ver a la familia de Samuele comiendo pasta mientras en televisión dan noticia de lo que está ocurriendo cerca de casa, sino que interesa mucho más saber cómo ésta es capaz de sobrellevar su día a día sabiendo de la barbarie que está llamando a su puerta, cómo han cambiado sus habitualidades desde que se han convertido en el certificado de defunción de tanto tormento, cómo asumen saberse paradigma de la inmoralidad de la historia contemporánea europea. Por eso, cuando, finalmente, Rosi ataca de forma categórica la fatalidad apelotonada y asfixiada de uno de estos navíos de la vergüenza, el espectador cae en la cuenta de que se ha desperdiciado una buena ocasión para gestar un documental definitivo que FUOCOAMMARE, aún emotivo, aún perfectamente ejecutado, aún ejercicio de pertinencia irrebatible, sólo es de forma intermintente.
La Berlinale, con su conocida reputación de ser un festival de cine de cariz político y que suele premiar las buenas intenciones, ha galardonado en esta ocasión con el Oso de Oro a Fuocoammare, la nueva película del director italiano Gianfranco Rosi. Fuocoammare combina documental y ficción para plasmar la vida en Lampedusa, el punto más meridional de Italia, que desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas. Por un lado muestra la vida cotidiana de algunas personas de la isla, principalmente desde la perspectiva inocente de Samuel, un chico de doce años muy carismático y de una increíble presencia cinematográfica, y por el otro lado, el de los inmigrantes y refugiados africanos, que huyen de mil horrores para intentar alcanzar la que supone su última esperanza.
Repitiendo el estilo de su anterior documental, Sacro GRA, con el cual Rosi se alzó también en 2013 con el León de Oro en el Festival de Venecia, Fuocoammare plasma con una mirada muy humana la vida en Lampedusa, una pequeña isla mediterránea con alrededor 6.000 habitantes, que ha visto en los últimos 20 años como llegaban a sus costas alrededor de 400.000 inmigrantes africanos, en embarcaciones en muy pésimas condiciones, y contabilizando por desgracia más de 15.000 muertos en dichos intentos.
La idea inicial de Rosi era el de realizar un cortometraje de 10 minutos, pero cuando fue a Lampedusa en persona, y empezó a conocer a las personas y ver la realidad existente allí, y sobre todo tras hablar con el médico de la isla que lleva muchos años ocupándose de todos los inmigrantes que llegan a las costas en malas condiciones, se dio cuenta que tenía que realizar un largometraje.
En palabras del director:
Viviendo allí me percaté de que el concepto de emergencia carece de sentido. Cada día allí es una emergencia. Cada día sucede algo. Para comprender el verdadero sentido de la tragedia necesitas estar cerca de ella y tener contacto continuo. Solo de este modo fui capaz de comprender el sentimiento de los isleños, quienes han estado viendo esta constante tragedia de los inmigrantes repetida una y otra vez durante más de veinte años.
Y es que en el fondo, nadie quiere dejar su país de origen y toda su vida atrás. Los valientes que lo hacen, lo hacen básicamente por desesperación y desesperanza, y se juegan sus vidas por alcanzar nuestras costas en busca de una vida mejor que no pueden encontrar en su país. Gianfranco Rosi dijo en la rueda de prensa precisamente en esta dirección, que lo que deberíamos de procurar es encontrar una posible solución en los países de origen de estos inmigrantes, para que no tengan dicha necesidad de huir de allí.
La principal característica de Fuocoammare es que apenas tiene connotación política, con lo que consigue hacer del problema de Lampedusa un problema internacional que requiere de solidaridad global.
Resulta interesante ver lo que significa el mar para unos y otros: para los isleños es, principalmente, su medio de subsistencia, y para los inmigrantes su última esperanza. Para descargar la carga dramática de la tragedia de los inmigrantes, Rosi utiliza como protagonista en una trama paralela a un niño de 12 años, Samuel, que básicamente va a la escuela, le encanta disparar con su tirachinas e ir a cazar. Le gustan los juegos de tierra, a pesar de que todo a su alrededor habla del mar. Sus escenas observando su día a día resultan verdaderamente entrañables.
Pero si Fuocoammare tiene las mejores intenciones, es quizá discutible si sus resultados también lo son, pues uno se queda con la sensación de que se podría haber logrado una obra todavía más redonda. Este atípico documental resulta en cualquier caso una forma original de acercarse a tan delicado tema, del cual se podría haber exigido quizá un poco más de compromiso y claridad, pues parece quedarse incompleta en el enfoque de su temática. Sustentado en poderosas y poéticas imágenes, la película no llega a ninguna conclusión, y deja al espectador tomar las suyas propias. Pero se trata en cualquier caso de un poderoso e interesante film de recomendable visionado, que no deja al espectador indiferente.
https://revista.tviso.com/fuocoammare-oso-de-oro-de-la-berlinale-2016/
Una isla entre dos mundos, Europa y África. Una familia de pescadores de Lampedusa y un reguero de pobre gente huyendo del moridero africano. Es el contraste entre las dos realidades. Si naces en un sitio, por muy humilde que seas, tendrás asegurado lo básico y podrás preocuparte por cuidarte, si naces al otro lado, es probable que penes sin remedio y hasta mueras prematuramente, entre horrores.
El documental es hermoso, delicado, sugerente, terrible por momentos. Muestra, sin aspavientos ni discursos, deja ver, alterna bellas imágenes con hechos abominables. No juzga, condena o denuncia, solo enseña, y ya es bastante. El resto, lo pone el espectador.
No habla del antes (apenas, un poco por encima, a través de un desgarrador canto de los supervivientes en el que relatan su periplo atroz) y tampoco del después (¿qué será de los supervivientes?), no sirve para conocer las causas (ya sabidas, en verdad: injusticia sangrante como motor primero. El primer mundo saquea al resto y los deja con lo justo, ni eso a veces, al albur de sus miserias y necedades, de sus gerifaltes corruptos y de sus guerras, les vende armas, les pone caciques y los abandona a su suerte cuando piden ayuda. A lo sumo se convierten en zona de carroñeros -negocios de toda índole- y destino de buenas, o hipócritas, según se mire, intenciones, ONG y otros animales, que en el mejor de los casos son como tiritas, menos es nada, en heridas monstruosas, y en el peor empresas de colocación o turismo caritativo de algunos pillos o cándidos torcidos) ni las consecuencias (se supone que: o miseria, mejor, en el primer mundo, o vuelta, peor, a su origen. Solo en algunos casos su peligroso recorrido equivale a prosperidad y sueños cumplidos), pero en su apuesta y tono es muy acertado, impecable.
No todo es igual de interesante ni oportuno, pero el resultado final es emocionante, entre triste y sutil, sobrio, seco, suena a verdad, de esa que escasea tanto en el cine más habitual.