Extraños en la noche
Sinopsis de la película
Martín y Sol son una joven pareja de músicos que a duras penas consigue pagar el alquiler de su apartamento. Además del amor, ambos comparten la afición de inventar historias sobre sus vecinos interpretando los sonidos que se oyen en el edificio. Cuando llegan a la conclusión de que en el piso de arriba se cometió un asesinato, emprenden una investigación que los meterá en una serie de enredos y equívocos. Homenaje en clave de comedia al cine negro.
Detalles de la película
- Titulo Original: Extraños en la noche
- Año: 2011
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
4.1
34 valoraciones en total
No se puede decir que Extraños en la noche sea un film que intente abarcar demasiado, ya que a pesar de todo lo que le falta para funcionar, igual tiene la acción totalmente concentrada en la pareja protagónica. Y, a diferencia de casi todas las comedias románticas nacionales, los dos personajes protagónicos están bastante equilibrados. Aun cuando Julieta Zylberberg es proporcionalmente menos famosa que Diego Torres, la película no descuida que se trata de una historia de pareja ni se convierte en un show del actor y cantante.
El problema es que el guión no funciona, que el guión es muy imperfecto y eso debilita todo el trabajo de los actores que, a pesar de su carisma, se ven obligados a lidiar con diálogos imposibles y situaciones que de tan forzadas los dejan en más de un momento en problemas. Las buenas intenciones no alcanzan. Incluso la factura técnica impecable –sonido, montaje, fotografía– no logra encontrar el film que se merece.
No es fácil escribir un buen guión, pero si se llega al rodaje sin haber alcanzado un cierto nivel, toda la película se verá afectada. Extraños en la noche es prueba de esto. Una ironía final, casi una paradoja, es que los mejores momentos de la película sean aquellas en las que Diego Torres se parece más a Diego Torres. Cuando se asoma la estrella de la música popular, toda la película se ilumina. Tal vez debería retomarse la tradición de su madre, Lolita Torres, y hacer un film de puro disfrute, con canciones y humor, sin tanta vuelta. Repito, una paradoja, ya que el protagonista desprecia ese estilo musical que, justamente, lo que hace que el actor y cantante lleve gente al cine.
Buenos actores secundarios –en particular Laura Conforte, Alexia Moyano y Fabián Arenillas– y bellas locaciones terminan de armar una película que no funciona porque el guión no funciona y eso empantana todo el proyecto de forma insalvable.
Comedia romántica con un toquecito de policial, fallida en los tres géneros que se mete. Como comedia salvo un par de diálogos, se ve forzada, acartonada, sin nada de naturalidad, clichera, es curioso como solo en algunas escenas casi que por equivocación Sol habla como una persona real, ya que Martín no lo hace en ningún momento, tampoco el resto de los personajes salvo la sobrina de Sol, y para de contar, todos los demás recargados y falsos, le falta naturalidad y frescura para saber llevar el universo irrealista en que nos quieren meter. En el romance también falla, tanto porque los protagonistas no tienen la menor química entre sí, sobre todo como pareja, no hay atracción y se nota, más parecen amigos, y tampoco se empatiza con ellos, sobre todo con Martín, un boludo neurótico de 40 años, al que practicante mantienen los padres, eterno estudiante de música, e intento de compositor fracasado, siemrpe solapado por la madre, encima Diego Torres está pésimo, no sabe encarar al personaje, le da un tono tieso, impostado, desde su voz a sus gestos, igual creo que la culpa es del guión y la dirección, no de él.
Pero lo peor de toda la propuesta es la parte policial primero porque la intriga es muy predecible y ridícula, demasiado cinematográfica en el mal sentido, además de que solo se acuerdan de ella al principio y al final, la usan de relleno nomás.
Un muy mal intento de homenaje al cine de Hitchcock y Stanley Donen.
Esta flamante comedia con destellos musicales, románticos y policiales se conecta -a su manera posmoderna- con esa pretérita edad de oro del cine argentino de teléfono blanco , que producía abundantes títulos de contenido rosa, frívolo y sofisticado.
En el caso de Extraños en la noche podría hablarse de un cine equivalente pero con tacones lujosos y estilizados , en busca de un persistente estilo glamoroso.
Siguiendo la línea de referentes descollantes como Pedro Almodóvar, Woody Allen y Blake Edwards, entre otros, la película de Alejandro Montiel intenta hacer pie en el humor y los enredos típicos del género comedia, logrando algunos apreciables momentos en ese sentido, para abrir posteriormente una subtrama de suspenso que -en su caso- no llega a conectarse totalmente y resulta algo forzada.
Torres y Zylberberg conforman una pareja neurótica pero simpática: Martín y Sol, dos enamorados acechados por apremios económicos. Ambos son músicos talentosos pero se ganan la vida presentándose en hoteles de cinco estrellas, actuando para turistas y empresarios no demasiado interesados en su espectáculo. La presentación inicial, con él arrancando tersas melodías al piano y ella cantando sensualmente, apoyada en el instrumento como si fuera un sofá, homenajea la escena más recordada de Los fabulosos Baker Boys , aportando a la larga serie de citas cinematográficas que contiene la película desde su mismo inicio, con una viñeta de animación como la que precede a Un disparo en la oscuridad , la comedia clásica que Edwards realizó a inicios de los sesenta. Asimismo, cuando por vueltas de tuerca del guión, la película se desdobla en una suerte de thriller, la pareja recordará a los detectives amateurs encarnados por Woody Allen y Diane Keaton en Misterioso asesinato en Manhattan .
Además de la ductilidad de la joven para la comedia y los gags histriónicos de Torres, aportan al humor las participaciones de Daniel Rabinovich y Betiana Blum como los padres de Martín.
La música funciona siempre como síntesis y hasta incluye una especie de videoclip en el que Diego Torres estrena una balada pop con su característica energía pum para arriba.
El énfasis está intencionalmente puesto en la forma (el cómo) de una propuesta que hace de la superficialidad y la ligereza todo un culto. Para ello la película recorre ambiciosamente los estereotipos y los clichés pero por momentos le cuesta articular las distintas vertientes.
En brillante papel celofán se presenta una trama liviana a pesar de sus múltiples géneros que circulan sin amalgamarse en una historia que fluye irregular entre polos distintos. Como policial, no busca acentuar el horror ni las miserias sociales, alejándose en ese sentido del filme noire. Se parece, eso sí, a una parodia de las novelas de enigma a lo Agatha Christie, donde los asesinatos transcurren -casi sin sangre- en lugares refinados y suntuosos.
Extraños en la noche compensa con amabilidad y simpatía un flojo guión y demasiadas inverosimilitudes, aún para una comedia romántica clásica. El film toca ciertas temáticas superficialmente y así logra parte de su amabilidad, ahorrándole al público, antes del esperado final feliz, ciertas amarguras típicas del último cine argento.
La simpatía viene dada por una muy buena dupla, acentuadamente dispar, que nos hace reír (de a ratos) con las típicas peleas de la convivencia en pareja, celos e infortunios típicos del género. A esto se le suma un acontecimiento extraño en la noche, que le agrega algo de intriga y comicidad propias del humor negro. Además, hay un aporte valioso de otros personajes muy cómicos como el portero del edificio y su madre, el productor musical interpretado por Fabián Vena, la ex novia de Martín, los padres de Martín, el taxista, etc.
Extraños en la noche es, sobre todo, Diego Torres, más como músico que interpretando a Martín. En principio, y a la luz de una mirada prejuiciosa típica de nuestra sociedad, los tatuajes de su brazo no se condicen con su personaje, y no creo que esto haya sido pasado por alto, sino obviado adrede. Por otro lado, hay al menos un tema que parece ser tratado de manera menos superficial que el resto: los conflictos esencialistas de la profesión del músico.
Es en este último tópico donde el film parece jugar con la oposición entre un pianista, músico superior, instruido en la música clásica y el cantante de baladas románticas o la estrella de rock. El primero no puede ni siquiera pagar el arreglo de su piano, debe depender de ganar una beca y conformarse con tocar en eventos de hoteles, mientras que el segundo, a expensas de un empresario, produce material vendible. Lo interesante es que Diego Torres se ubica claramente en el segundo tipo, mientras que Martín en el primero. De ahí una de las transformaciones principales de esta historia, motivada por el amor, fuente fundamental del género.
Siguiendo con esto, no sólo en este sentido el film juega con diferentes planos de realidad (el superponer a Martín y Diego Torres), sino que es poco común -seguramente porque no hay muchos actores-músicos argentinos que sean exitosos en ambas profesiones al mismo tiempo- ver una especie de videoclip insertado en la cinta. Nuevo Día es el tema de Diego Torres que escuchamos y vemos mediante una serie de imágenes que sintetizan escenas anteriores del film en una suerte de flash backs forzados.
Posiblemente este film no quede en nuestros recuerdos (ni mucho menos), pero se agradece su amabilidad, su simpatía y sus personajes empáticos en lo poco que dura. Ante la pobre oferta cinematográfica de este otoño, Extraños en la noche es una alternativa viable para pasar un rato agradable.