Estupor y temblores
Sinopsis de la película
Adaptación de una novela de Amélie Nothomb. Amélie es una joven belga, soñadora y romántica, que regresa al Japón, donde pasó parte de su infancia, para trabajar como traductora en una gran empresa. A pesar de la fascinación que siente por el país, el extraño ambiente y las incomprensibles reacciones de sus jefes la desconciertan hasta tal punto que empieza a cometer errores en el trabajo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Stupeur et tremblements
- Año: 2003
- Duración: 107
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargar una copia la película en formato 4K y HD. Seguidamente te añadimos un listado de posibilidades de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
6.5
63 valoraciones en total
Esta película, dirigida por el ya fallecido cineasta Alain Corneau, y basada en la novela de Amélie Nothomb, tiene, supongo, la fuerza de las historias reales, vividas en primera persona, y contadas como un testimonio personal. Es un largometraje muy interesante, porque no sólo es plenamente válido como una extraña tragicomedia, y como un caso de acoso laboral. sino también como un relato que da pie a otras lecturas. A partir del análisis de las relaciones laborales en una gran empresa japonesa, relaciones marcadas por una estructura jerárquica que resalta por su rígida jerarquía, esta historia estudia la sociedad y la cultura japonesas desde el punto de vista de una mujer occidental fascinada por el Japón, un punto de vista que, seguramente, coincidirá con el de muchos espectadores occidentales.
Da que pensar el hecho de que la protagonista, fascinada por Japón, su país natal, acepte, como parte de esa fascinación, una inmersión en la sociedad japonesa, una inmersión que significa, en su caso, una sumisión total, frente a un cúmulo de órdenes absurdas y jefes despóticos. Integrarse en la sociedad japonesa es, así, integrarse en un mundo de dominación y sumisión. En esta idea, hay, evidentemente, una fuerte crítica social hacia los japoneses, hacia el infierno que hay detrás de la placidez de las tradiciones, o del jardín zen que aparece al principio y al final. Ahi el film enlaza con la crítica a las tradiciones japonesas del cine de Nagisa Ôshima. De ahí que la cita a Feliz Navidad, Mr. Lawrence (Merry Christmas, Mr. Lawrence, 1983), un importante film de Ôshima, sea más que pertinente.
Como punto débil del film, citaría la música, muy bella, pero sin relación con la historia y el ambiente.
La historia aún siendo dramática, se vuelve cómica y hasta agradable, por como transmite sus emociones la protagonista, que en todo momento, y a pesar de unas situaciones degradantes e humillantes hacia su persona, nos presenta una cultura completamente diferente a la nuestra, muy rígida (la japonesa), con humor y respeto. La visión de nuestra joven protagonista belga, está llena de la pasión que siente por Japón, donde nació y vivió los 5 primeros años de su vida, de sorpresa ante los acontecimientos y costumbres de aquél país, y de frescura por su forma de afrontar las situaciones. Una buena película que recomiendo sin reservas.
En el Japón antiguo, había que dirigirse al emperador con estupor y temblores… piensa Amélie cuando encara su última humillación ante su jefa en la empresa japonesa donde finaliza su contrato después de un año lleno de degradaciones laborales. Dicho y hecho: una temblorosa Amélie ofrenda a sus patronos un último alarde de autofustigamiento, como irónico final a su intento de plegarse a los usos y costumbres de la cultura nipona.
En el transcurso, la pobre Amélie, que entra como traductora en la todopoderosa Yamimoto, pasa a desempeñar cualquier tipo de trabajo posible (incluido el de limpiar la tualé ) excepto aquel para el que ha sido contratada. ¿Su pecado? Ser occidental y tener iniciativas propias.
La dramática aventura de Amélie se convierte en un espejo de las diferencias entre Oriente y Occidente y también de sus similitudes: no es privativo de ningún país el desperdicio de recursos humanos, las zancadillas, el arribismo y el abismo de comunicación entre jefes y trabajadores. Que vivamos en un país en el que más de tres cuartas partes de la población trabajadora sienta verdadero asco por su trabajo, es indicativo de hasta qué punto la famosa globalización está sometida a imperativo capitalista. Aquí y en Tokyo.
Reflexiones aparte, Estupor y temblores es una curiosa tragicomedia corporativa que halla en la ironía la mejor de sus armas. Y resulta esperanzador saber que tras la sufriente Amélie de la película se esconde en realidad la Nothomb, una de las escritoras más leídas de Francia y autora de la novela autobiográfica en la que se basa este recomendable historia.
Interesante película que nos muestra cómo se desarrolla la cultura japonesa del trabajo, famosa por ser muy cooperativa e intensa, en donde todos se implican y el no trabajar es considerado un pecado o simplemente está mal visto. Vemos como la protagonista va evolucionando en una empresa japonesa en la que trabaja y los sucesos que van transcurriendo a raíz de esta cultura en la que se encuentra inmersa, muy diferente a la cultura occidental a la que ha estado sumergida, además de observar los estereotipos que tienen sobre nosotros.
Además de aprender, nos hace reflexionar sobre los aspectos en que nuestra cultura laboral debería de mejorar y también aquellas que no nos parecen adecuadas de la suya, y crearnos nuestro punto de vista, y en general reflexionar sobre el valor que tiene para nosotros el trabajo: ¿derecho? ¿obligación? ¿qué expectativas tenemos que tener y qué metas? ¿conformismo o superación? Entre los valores, se encuentra la superación, la responsabilidad, el conocimiento, etc. Además, hay algunas escenas muy curiosas y divertidas, y otras que te dejan con una cara muy rara, pero que la realidad era así tal cual (y es, aunque ahora tal vez menos, ya que ha evolucionado esta cultura, sobretodo por culpa de estos tiempos de crisis mundial).
Esta película la vi para la asignatura de Orientación profesional , de la licenciatura de psicopedagogía, para analizarla. Lo curioso es que resulta bastante rebuscada encontrarla en España y en un video-club, a mí me costó, ya que es más popular el libro y la autora. Muy recomendado ambas cosas. La fotografía, actuaciones, planos, adaptación de la novela, …han sido muy adecuadas, siendo fiel al espíritu de la novela, aunque la novela es más completa, pero la esencia viene muy bien recogida.
En total, un 85, puesto que hay momentos en que se hace algo aburrida.
La historia que este filme nos presenta está evidentemente exagerada por su autora original, Amélie Northomb y por el guionista-director que la ha llevado al cine, Alain Corneau. ¿Por qué? Porque cualquier occidental que haya vivido y trabajado en Japón nos puede confirmar que lo que le ocurre a la protagonista es algo inconcebible. Es decir, resulta increíble que en una empresa japonesa radicada en Japón, al menos desde los años ochenta del siglo XX hasta hoy mismo, sometan a un occidental contratado como trabajador a las humillaciones y abusos casi de estilo militarista-degradante a que es sometida Amélie, máxime cuando en Japón son especialmente respetuosos con los occidentales, sobre todo con los europeos.
Amélie Northomb es la autora del libro autobiográfico en el que se basa esta película (Estupor y temblores. Anagrama. Barcelona 2004) el cual fue publicado en Francia, 1999, y galardonado con el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.
Amélie nació en Kobe, Japón, el año 1967. Hija del embajador de Bélgica en ese país oriental, vivió y aprendió el japonés. A la edad de cinco años se estableció con su familia en Europa. Amélie soñaba desde jovencita con volver a su tierra de nacimiento la cual añoraba y tenía idealizada desde su infancia. Con más o menos veintidós primaveras (año 1989-90) y dado su dominio del japonés consiguió ser contratada por un año como traductora en una gran corporación de Tokio. Es justamente es este momento de su vida donde comienza y se centra la película que nos ocupa, donde se nos cuenta las amarguras y desconsideraciones que ha de vivir Amélie en su oficina, debido a la sinrazón de sus jefes, compañeros y al sistema cuadriculado-dictatorial típico de la empresa japonesa, que aquí es presentado como casi militarista cuartelero, con una absolutizada cadena jerárquica de mandos, desde la cual no se tolera ni perdona al empleado que intente saltársela.
Lo llamativo y chirriante es que una mujer occidental, europea, francófona, con noción de saber exigir sus derechos o de rebelarse, soporte todos estos atropellos. Amélie aguanta las continuas cabronadas que le hacen con la clásica o muy parecida mentalidad sumisa de la cultura japonesa. ¿Por qué? Según ella, porque se ha propuesto resistir su año de contrato a pesar de las más groseras humillaciones. Pero también hay otra razón que cualquiera puede contemplar: Amélie es de temperamento temeroso, de esa clase de personas que cuando le faltan el respeto en lugar de contestar o reaccionar indignada, se muestra débil, atemorizada, da pie a que la sigan humillando más y más, o sea, lo suyo no sólo es estupor y temblores, es también la típica personalidad asustadiza, amilanada, cagueta, que hace cierto el dicho «Lo que permitimos es lo que promovemos», aunque a posteori sí tenga redaños para denunciar los hechos escribiendo una polémica y fulgurante novela.