Esto no es California
Sinopsis de la película
Reúne a los representantes más importantes de la escena de skaters de la ex RDA y les abre un espacio para que hablen en torno a la fuerza subversiva de este deporte. Jóvenes sobre el asfalto desmoronado de la RDA descubren su amor por el skate y de manera minuciosa registran en Super 8 su vida diaria. Este pasatiempo fue visto por parte del organismo oficial como una amenaza para el desarrollo sano en el sentido socialista. Mientras tanto, las tablas de rodar transitan a toda velocidad por la Alexanderplatz en Berlín: anarquía, sexo y música al lado de manifestaciones oficiales.
Detalles de la película
- Titulo Original: This Aint California
- Año: 2012
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
7.2
90 valoraciones en total
La segunda entrega del ciclo Off the Wall nos reservaba un trepidante cambio en el modo respecto de Aquello que amamos (Jacek Borcuch, 2009): This ain’t California (Marten Persiel, 2012). Y no es tan solo apta para skaters o aficionados.
Marten Persiel descubre al espectador occidental, en este caso, que en la RDA de los años 80 también existía juventud como en la Occidental, y adolescentes díscolos e impertinentes, que no deseaban formar parte del maquinal sistema igualador. Su forma de rebeldía consistía en una regresión permanente y deseada a la infancia, rodar. Rodar sobre una tablilla con ruedas, en la mayoría de los casos, fabricadas por ellos mismos. La inutilidad e insignificancia al poder. Quién sabe si esa falta de objetivos, ese divagar y divertirse porque sí no sean la verdadera esencia humana…
Pero This ain’t California trasciende el mero documento informativo o de alabanza a esa generación y divertimento. Este documental, que veremos si lo es, consigue comunicarle al espectador, a priori no aficionado al skate, como es mi caso, la idea de que este deporte constituyó la identidad de esos jóvenes del bastión comunista. Es curioso, porque en un momento del film, la voz en off comenta que en la Alemania comunista nadie hacía nada sin que la acción tuviera un objetivo determinado, de ahí, que ver a sus adolescentes, el futuro de su nación y comunidad, rebajándose a patinar por las calles, en lugar de formarse en uno de los múltiples tentáculos del sistema, les enervaba, desconcertaba y aterraba. Sin embargo, ¿no era así en el resto del mundo? ¿No es así?
Y a nivel genérico suscita aún más a vislumbrar la intencionalidad. A la audiencia nos fue presentado como un documental, así que ¿por qué no? Debía ser verdad. Un documental muy dinámico, con mezcla de imágenes, y grabaciones de archivo y aficionados de la época, en Super 8, del blanco y negro sepia al color más saturado y primario, banda sonora punk-rock del momento, animación, algo simplona, aunque se comprende su propósito laberíntico y negreante… Nada nuevo. Pero la historia está construida alrededor y en homenaje de Denis Paracek apodado, muy adecuadamente, como Panik (pánico) y se sitúa en la actualidad, cuando sus amigos, antiguos Wessis (alemanes occidentales) y Ossis (alemanes orientales), se reúnen para asistir a su funeral. De ese encuentro surge la analepsis que nos retrotrae a los 80 y comienzan a relatarse los avatares de Panik y sus secuaces.
¿Cuál puede que sea la única verdad acerca de Denis? Su fallecimiento en Afganistán, su participación en certámenes de skateboarding, su infancia de nadador profesional… Nada más que un nombre en unas cartillas. ¿Pero era ese, el talentoso skater? ¿Era el hijo maniatado, incapaz de aceptar el destino que le habían impuesto, un Edipo que opta por controlar su vida incluso contra su propia naturaleza? ¿El líder de la pandilla, escandaloso, punk, vanidoso y competitivo, que necesitaba desfogarse del control férreo del sistema? ¿El Denis que en privado leía y hablaba tranquilamente, amable sin ningún tipo de descontrol? El conocimiento es una falacia. Y además, ¿qué puede ser verdad en la ficción? ¿Acaso Persiel no buscaba transmitir una visión del mundo del skate en la República Democrática Alemana? ¿Y el montaje? Quién tiene el poder de barajar las cartas es un demiurgo. Y no seamos tan ingenuos de creer ni por un segundo que la objetividad se dignó a existir.
Por los mentideros de Internet corren muchos rumores acerca del membrete que corresponde pender de This ain’t California y muchos espectadores se sienten estafados y lo tildan de falso documental, ya que el director mezcla fotogramas de archivo con escenas grabadas por su equipo… En varias entrevistas, Marten Persiel ha confesado que en su opinión es un documental, pero para divertir e implicar emocionalmente al espectador ha recurrido a la grabación de imágenes, por lo tanto, a la invención.
Sinceramente, me parecen entelequias. Aunque a pesar de ser esta grabación del subgénero que quieran prescribirle para conseguir la perfección del sueño, y de aprovecharse el equipo de polémicas ligeras, la obra de Marten Persiel debe verse por sí misma. Para el skater será, indudablemente, divertida y seguramente podrá conectar con el concepto que ofrece la película de esa práctica, y para el aficionado, puede convertirse un modo de introducirse en tal tribu urbana, habitualmente lastrada de prejuicios, junto a los punks, el break-dance y el hip hop. Resulta que en la Alemania Oriental también culebrearon los años 80.
En Relato Enmarcado seguimos el REC 2014!
Reseña completa en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/11/17/la-verdad-de-denis-paracek/