Estación para dos
Sinopsis de la película
Una noche de invierno helada. En la cárcel se realiza un control rutinario. Tras la verificación de identidad, a Platon Riabinin le informan de una visita de su esposa, que ha alquilado una casa en el pueblo a diez kilómetros de prisión. Le dejan en libertad con la condición de que vuelva antes del control matutino, advirtiendo que el retraso se considera como huida. Mientras Platon realiza su viaje de la cárcel hasta el pueblo, recuerda cómo conoció a Vera.
Detalles de la película
- Titulo Original: Vokzal dlya dvoikh
- Año: 1982
- Duración: 141
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Opinión de la crítica
Película
7
21 valoraciones en total
Esta película fue filmada en 1982 por el director soviético Eldar Ryazanov, según un guión escrito conjuntamente con Emil Braginsky. En 1983, la película participó en la sección oficial del Festival de Cine de Cannes.
El protagonista, Platón Ryabinin, que está en prisión, recuerda cómo una vez fue a visitar a su padre en tren desde Moscú, hasta la ciudad de Griboedov. Durante una pequeña parada de 20 minutos, Platón va a cenar al restaurante de la estación ferroviaria. La comida es tan mala que el hombre ni siquiera la termina y se levanta, decidido a irse. La camarera, Vera, exige el pago y no le permite salir del restaurante.
A partir de aquí se enhebra una trama que entre risas, mala suerte, (también buenas rachas) y situaciones desconcertantes nos regala unas actuaciones magistrales, tanto por parte de los protagonistas como de los actores de reparto, y momentos exquisitos, sublimes.
Pese a ser un melodrama, el balance entre drama y comedia está muy logrado y todo fluye de manera natural, en tono de farsa aunque sin perder para nada lo sutil. Tanto que llega a establecerse una complicidad de la cual el espectador es parte en esta estación que es para tres (el espectador y los dos protagonistas).
Con su mezcla de ternura/crudeza, la cinta está llena de gritos: ese andar por vías y puentes para llegar a casa, ese no tener sitio en el mundo de las escenas de coches y camas, ese trapicheo con los melones más ricos y diferentes… ¡y la música!
Y esos amagos de crítica social: la leve, la que se permite bajo el comunismo (la ineficiencia de los servicios pero nunca la esencia del sistema), ese deseo de libertad sin grandes proclamaciones, tan cotidiano, tan corriente.
Es una película para disfrutar con calma y descubirle todo lo que oculta porque es una cinta de muchas y varias lecturas, de múltiples capas, profundamente humana, conmovedora y íntima. Es inolvidable.