Ese oscuro objeto del deseo
Sinopsis de la película
Durante un viaje en tren, de Sevilla a Madrid, el otoñal caballero Mathieu cuenta a sus compañeros de vagón la historia de sus infortunios amorosos con la bailarina Conchita. A partir de su primer encuentro en París, Conchita juega con la obsesión de Mathieu, haciéndolo pasar del deseo a la frustración y del amor al odio más furibundo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cet obscur objet du désir
- Año: 1977
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
7.4
85 valoraciones en total
Última película de Luis Buñuel (1900-83), que éste escribe en colaboración con Jean-Claude Carrière. Se inspira libremente en la novela La femme et la putain (1898), de Pierre Louys, llevada al cine en tres ocasiones anteriores. Se rueda en exteriores y escenarios reales de Sevilla, Madrid, Lausana y París y en estudio. Obtiene 2 nominaciones a los Oscar (film lengua no inglesa y guión adaptado). Producido por Serge Silberman (El fantasma de la libertad, 1974) para Les Films Galaxie (Paris), Incine (Madrid) y Greenwich Film (Roma), se estrena el 17-VIIII-1977 (Francia).
La acción dramática tiene lugar en Paris, Sevilla, Madrid, Lausana (Suiza) y otras localidades y en el trayecto en tren de Sevilla a Madrid, en 1976/77. Mathieu Faber (Rey), elegante y solitario, de unos 50 años de edad, residente en Paris, se enamora de su nueva y joven ama de llaves, la española Concha/Conchita Pérez (Molina y Bouquet), de menos de 20 años. Ella, que vive con su madre, deja la casa y se pone a trabajar como bailarina. Acepta sus halagos y obsequios, se deja querer y le hace promesas de sexo que aplaza indefinidamente. Le da información suficiente sobre sus intenciones y cambia de domicilio varias veces sin comunicárselo. Sin embargo, cada vez más obsesionado, él concibe vanas esperanzas. Mathieu, viudo desde hace 7 años, vive holgadamente y viaja con frecuencia. Ella combina sensualidad y frialdad, carnalidad y delicadeza, ardor y frigidez, de tal modo que parece tener una doble personalidad: la que encarna Ángela Molina y la que interpreta Carole Bouquet.
El film desarrolla un drama psicológico que permite al realizador explorar la psicología de los personajes, en especial la del protagonista. La evolución de la misma es compleja y rica en componentes dramáticos, que Buñuel aprovecha con su habilidad característica y con la comodidad que siempre ha sentido al tratar este tipo de temas, por los que siente especial preferencia. La adaptación de la novela era una vieja aspiración de Buñuel, que estuvo a punto de realizar la versión de 1959, a la que renunció por diferencias con el productor sobre la actriz protagonista. Buñuel no quería dar a Brigitte Bardot el papel principal del film.
El tema del enamoramiento de un hombre y una mujer de edades muy diferentes es una de las cuestiones que aparecen de modo recurrente en la filmografía del autor. El contraste entre deseo y frialdad, ansias y rechazos, es también una cuestión que le ha preocupado a lo largo de su filmografía. La distancia que separa en un ser humano el deseo y la satisfacción del mismo, con frecuencia es tortuoso, largo, árduo y complicado. Puede serlo, sobre todo, si una de las partes mantiene posiciones ambiguas, contradictorias y dilatorias y la otra no es capaz , a la vez, de entender el significado de la información que recibe, como ocurre en este caso.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
Los cinéfilos documentados descubrirán (metidos por ahí, entre lineas, supongo) los habituales retratos de una burguesía decadente, o símbolos sobre la ceguera que sufren los poderosos al intentar ver más allá de sus propias narices, o presagios sobre los últimos días del sistema capitalista…
Pero los cinefílicos despistados se toparán de morros con una grotesca (y un tanto misógina) caricatura del calientapollismo encarnado en una moza enervante y caprichosa que se enamora (y se desenamora y se vuelve a enamorar y así sucesivamente) de un patán que basa sus técnicas de seducción en el viejo método de ofrecer dinero y bienes materiales.
Resulta gracioso que la actriz protagonista se identificase tanto con su personaje que a medio rodaje se dio cuenta de que la película no le gustaba y abandonó el proyecto.
El cachondo Buñuel, pragmático y gandul como los buenos comunistas, se negó a rodarlo todo otra vez con una nueva actriz y contrartó a una chica nueva sólo para las escenas que faltaban.
De manera que Carole Bouquet y Ángela Molina interpretan el mismo personaje a ratos, alternándose ahora una ahora la otra, deconstruyendo el personaje de Conchita en periodos en apariencia caprichosos, y los enteraos tampoco pueden resistirse a esta provocación del azar y le encuentran simbolismos intencionados sobre las fluctuaciones del IPC o el ciclo menstrual o la violencia contenida o las fases de la luna o qué se yo.
Nota: notable.
Confiesa Buñuel que la última escena de esta película le conmueve: una mujer zurce un desgarrón en un encaje ensangrentado. Y él mismo no sabe la razón. A mí también me conmueve, y tampoco sé la razón. Buñuel ha llegado hasta aquí en su filmografía y yo también he llegado hasta aquí haciendo una pequeña crítica de cada una de sus películas, con una admiración creciente por una obra que me parece, en su conjunto, absolutamente genial.
En Ese oscuro objeto del deseo hay una síntesis de todo lo mejor de sus películas: está el sexo como poder absoluto de la vida, como arma para negociar, como esclavitud permanente mientras duran sus influjos. No recuerdo la frase exacta pero Buñuel vino a decir en sus memorias que cuando dejó de sentir la pulsión sexual se sintió más libre y reconfortado. Al personaje de Fernando Rey le ocurriría lo mismo. Lo suyo era un sinvivir, valga la expresión, detrás de una mujer, o de varias mujeres que, en el fondo, para él son la misma.
El otro tema recurrente: la realidad y el sueño. Los vasos comunicantes que existen entre ambos. Tema que proviene de los comienzos, de su etapa surrealista. Planos diferentes, pero entrecruzados.
Otro: la vulnerabilidad de los seres humanos, expuestos siempre a circunstancias que ellos mismos provocan, y que ellos mismos no controlan. Esos poderes toman diferentes formas: el egoísmo, la ambición depredadora, el llamado terrorismo.
El último: la religión como gran invento, y la iglesia como gran negocio. El pensamiento religioso crea coartadas, proporciona una serenidad ficticia. Los curas y las monjas, los obispos, los monaguillos, el mismísimo Jesucristo, los santos, las vírgenes, todo un ejército de impostores, de charlatanes profesionales.
De eso habla Buñuel en su obra. Con un lenguaje lleno de paradojas. Con una falta de respeto por las convenciones cinematográficas. Con una fidelidad extrema a sus propias preguntas. Con una alarmante ausencia de respuestas. Cine del desasosiego, cine del abismo, cine hecho en la oscuridad y que la ilumina fugazmente, con unos destellos poderosos, pero conscientemente limitados.
Cine de humor, cine posible para explicar lo imposible.
Buñuel termina su larga carrera con la adaptación de una novela así titulada, proyecto que tuvo en mente durante mucho tiempo, y que relata la obsesión de un hombre maduro y burgués por una mujer.
A pesar de tener 77 años de edad aún se aprecia su capacidad narrativa y humor socarrón: la devota madre de la chica acepta de buen grado vender a ésta prácticamente al hombre de buena posición y que más adelante trabaje en un club, o la noche que se acuestan juntos a él le es imposible quitarle su apretada y atada ropa interior.
Los símbolos surrealistas no faltan, pero hay un elemento inusual a lo largo de la trama, consistente en una serie de atentados terroristas que asolan las calles.
Luis Buñuel es uno de mis directores favoritos. Sus películas enmarcadas dentro de los criterios del legendario movimiento surrealista me resultan ejemplares y gratificantes a todo nivel. ¡Cómo olvidar esos alegatos anti-burgueses, anti-clericales y anti-militares como El Perro Andaluz, La Edad de Oro, Viridiana, El Discreto Encanto de la Burguesía, La Vía Láctea, El Fantasma de la Libertad… o esta novedosísima adaptación de la obra de Pierre Louys, Le Femme et le Pelele , a la que vamos a referirnos.
Escribir sobre Buñuel no es nada fácil, sobre todo si se aspira a decir algo que no hayan dicho ya las decenas (o quizás cientos) de escritores que se han ocupado en profundidad de su obra. Por esta razón, y porque un análisis realmente significativo de una película del genio de Calanda, no puede despacharse en limitados caracteres, sólo nos referiremos a dos aspectos relevantes:
El primero, la originalidad de Buñuel al tener la ocurrencia -tras un diálogo con el guionista, Jean-Claude Carriére- de hacer que dos actrices distintas, una española (Ángela Molina) y otra francesa (Carole Bouquet), se hiciesen cargo del rol de Conchita a dos manos, a dos caracteres y a dos ejemplarizantes lecciones de resistencia ante el poder que se pretende obtener con el dinero.
Bien creativa y singular, mágica y hasta divertida, esta manera de recrear a un personaje ambivalente y polar como cualquier otro ser humano. La frialdad y la pasión, el cálculo y la espontaneidad, la discreción y el desparpajo, luz y sombra, se conjugan en esta especial figura femenina dispuesta a sacar de casillas al gato viejo ávido de ratón tierno que conocemos como Mateo.
El otro aspecto que queremos mencionar, es la recreación de una dura realidad: la indiferencia de tantos hombres buenos de que hablaba el inmolado líder Martin Luther King. La Francia que vemos en la película está empañada por el terrorismo. Hay temor e inseguridad por doquier. Pero, mientras esto pasa, un hombre con poder como Mateo, no tiene otra idea en la cabeza que conseguir, a toda costa y a cualquier costo, la supuesta virginidad de la indomable mocita.
El común de la gente tiene la particular idea de que, con ver en la tele o leer en los diarios las infamias que a diario se cometen y comentar luego públicamente sus desgarradoras emociones, ya cumplió. No sienten que puedan, o deban, hacer nada más. Eso no me toca y sigo mi curso normal, parecieran decirse en su plácida incompetencia. Los gobiernos son el cotidiano ejemplo de tan deplorable actitud.
… y quizás, es por cosas como éstas que se muere la gente como Luis Buñuel. Mientras más profundizan en la sociedad que padecen, más sienten que no es ese su lugar.
ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO, es un filme que le arroja un baldado de agua a más de uno.