Encrucijada de odios
Sinopsis de la película
Un hombre aparece muerto en su apartamento, después de haber recibido una paliza mortal. Una amiga suya le confiesa al policía encargado del caso, que, poco antes de su muerte, había visto a la víctima en compañía de tres soldados, bebiendo en un bar. Precisamente la documentación de uno de ellos había aparecido junto al cadáver. El caso se presenta sumamente denso y turbio.
Detalles de la película
- Titulo Original: Crossfire
- Año: 1947
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
7.1
87 valoraciones en total
Un hombre ha sido hallado en su apartamento, con evidentes signos de haber sido brutalmente apalizado. Una amiga del fallecido le confiesa a Finlay, el policía que lleva la investigación, que poco antes de su fallecimiento había visto a la víctima en compañía de tres soldados, bebiendo en un bar. La documentación de uno de esos soldados, Mitchell, apareció junto al cadáver. Otro de los soldados implicados, el más charlatán, es Montgomery, que en comisaría comienza a declarar ante Finlay.
Encrucijada de odios es una notable producción negra rodada a finales de los años cuarenta tras la segunda guerra mundial. La historia inspirada en una novela de Richard Brooks destaca por un excelente dominio del elemento espacio/tiempo, la acción transcurre en apenas un par de días, la noche en la que tiene lugar el asesinato, la mañana siguiente y la madrugada del día posterior. Este corto periplo será suficiente para inmiscuirnos en un relato de corte detectivesco, típico del cine negro no solo por el mero hecho de desarrollar un caso policial, sino también por abordar temas de carácter social relacionados con la realidad del momento en el que el film se rodó. En este sentido, la película pone de manifiesto el odio racial todavía existente en la sociedad norteamericana de aquellos días, esta denuncia antisemita fue tomada incluso como una alegoría al comunismo, por lo que el director y el productor de la obra fueron despedidos meses después, figurando en la llamada lista negra de Hollywood. La construcción de personajes también se erige como un punto fuerte del guión, presentando así, por un lado la personalidad sobria y madura de Finley o Keeley, en contraste con la bisoñez de Mitchell y Leroy.
Visualmente la cinta se muestra portentosa, gracias al magnífico trabajo de Edward Dmytryk. El fabuloso uso de la iluminación (sombras, luces directas sobre los rostros, contrastes…) consigue crear junto con el sabio manejo de los planos (contrapicados, fotografía turbia, disipaciones, primeros planos, etc.) un ambiente de sordidez e inseguridad, clave para que el relato adquiera sobriedad. Destacan sobre todo las espectaculares secuencias filmadas en la sala de cine, así como, la eficiente combinación de agobiantes planos para narrar el progresivo descenso a los infiernos del personaje de Montgomery, que acabara obsesionado y desquiciado por el remordimiento que le tortura por dentro, el director trampea en este punto, el encuadre de los relojes, característico de Fritz Lang, como un efecto para lograr una sensación de fatalidad, que intenta adelantar el trágico final de la historia. La banda sonora y el reparto cumplen perfectamente con su papel, en especial Robert Mitchum, participe en otras cintas del género, caso de una aventurera en macao o retorno al pasado, ambas de la RKO.
Concluiremos pues que encrucijada de odios es un más que interesante título policiaco, que gustará a todo buen seguidor del cine clásico.
El planteamiento, como cualquier otro elemento en la narración, puede tener un valor muy útil si se sabe de que modo distribuirse, dando pie a que nos introduzcamos en la historia que se nos pretende contar del modo más apropiado y que reconozcamos todos sus personajes sin apenas problemas.
El nudo, en cambio, busca que el espectador logre dar con el hilo de la historia para quedar prendado de las imágenes e hipnotizado ante la pantalla, haciendo así que la ejecución resulte menos complicada y que, a posteriori, resulte más fácil ofrecer un desarrollo idoneo sin que este resulte farragoso o tenga inconvenientes debido a posibles lagunas en la narración.
Sin embargo, cuando planteamiento y nudo van unidos a un mismo patrón, donde los personajes entran y salen de la historia con la misma facilidad que esta va siendo desgranada a los ojos del espectador, la faena resulta más placentera, y así es como consigue Edward Dmytryk que quedemos seducidos por el relato que nos ofrece, sin haber tiempo para el desencanto o el aburrimiento.
Esa hábil maniobra, acompañada de una trama bien detallada y cuyos pasos se siguen con suma sencillez, hacen de Encrucijada de odios una sugestiva cinta del cine noir más clásico que, acompañada de un elenco actorial prácticamente impecable, nos brinda un grato entretenimiento con un final que no desentona.
Muy apta para los aficionados al cine negro.
Película de Edward Dimytryk basada en una novela de Richard Brooks nominada a cinco Oscars. Encrucijada de odios nos habla del antisemitismo a diferencia de la novela donde el asesinado no es judio si no homosexual. La acción empieza con un hombre muerto en su apartamento tras recibir una paliza, todos los indicios conducen a tres militares recién llegados a la ciudad. El film es un ejemplo de cine negro clásico mezclado con xenofobia y las dificultades de muchos militares de reintegrarse a la vida civil. La película merece ser vista sobretodo por Robert Ryan magnífico en el papel de malo, bién Robert Young y Gloria Grahame, no tanto Robert Mitchum que va toda la película con el freno de mano puesto. Muy recomendable ver la película en V.O porque el doblaje en castellano es nefasto.
En resumen película aceptable un poco sobrevalorada.
Curioso año el 47 cinematográficamente hablando. Una de las películas más premiadas (Oscar a la mejor película, al mejor director y a la mejor actriz de reparto) fue La Barrera invisible de Elia Kazan con premio para Celeste Holm, cuyo tema de fondo era el antisemitismo. Bien, su principal rival (optó al Oscar en las mismas categorías y además en guión adaptado y al mejor actor de reparto, Robert Ryan) fue precisamente Encrucijada de Odios con idéntica temática del antisemitismo.
Aunque hay que decir que en la novela original no se plantea un tema racista sino de condiciones sexuales pues el asesinado es homosexual. Complicado lo tenía Dmytryk con estos planteamientos para eludir la caza de brujas macartiana (permítanme la palabrita). Como así fue.
Hechos estos prolegómenos, diré que Crossfire es una película excelente. Que los tres Roberts andan muy finos en sus interpretaciones, Mitchum con su imagen característica de estar un tanto de vuelta de todo, Young como policía cuya responsabilidad vence a su cansancio y Ryan en otro de sus papeles a los que nos tiene acostumbradísimos, de complejidades sicológicas y alteraciones mentales.
Y si a todo ello le sumamos, por una parte a una Gloria Grahame que es un gusto verla (nominada al Oscar) y por otra un combinado de música y fotografía absolutamente magníficas y muy apropiadas a este género de cine negro, pues lo que tenemos es un trabajo interesante y ciertamente convincente.
A falta de dos escasos meses para su declaración ante el Comité de Actividades Antiamericanas, Dmytryk presentó este interesante filme, que bajo las convenciones propias del género negro, apuntaba otras preocupaciones más universales relativas a los prejuicios antisemitas -de plena actualidad tras la Segunda Guerra Mundial- y a la intolerancia en general.
En pleno comienzo de la caza de brujas, esta película, conjuntamente con la anterior del propio realizador, So well remembered (del mismo año que la presente), contribuyó a señalar a su autor como un sospechoso claro de filocomunismo, precipitando así la citación para declarar ante el Comité, al tiempo que era fulminantemente despedido de la RKO, en manos del furibundo anticomunista (y loco en general) Howard Hughes.
Al espectador actual que vea esta película puede sorprenderle esto, pues en ningún momento del filme aparece un alegato procomunista ni nada que se le parezca, entonces, ¿qué es lo que molestaba tanto, lo que no se podía tolerar? Precisamente lo que los responsables de la caza de brujas encontraban peligroso era ese canto a la tolerancia hacia el diferente, hacia el que piensa de otro modo, hacia el extranjero, que ocupa un lugar central en la película, cuando Finlay intenta convencer al soldado Leroy para que colabore en la investigación. En esa secuencia el género de la película es superado por un discurso trascendente, dotándola de un alcance mayor al que la propia historia había venido sugiriendo. Para el Comité, Hughes y demás ralea, discursos como el que aquí mencionamos resultaban inaceptables, más aún en el marco histórico de un cierre de filas frente al enemigo (la URSS y el comunismo). Además, en el caso del magnate, su notoria ideología racista y antisemita hacía más imposible si cabe tolerar de buen grado discursos como el mencionado en películas de su productora.
El filme, por lo demás, es un excelente ejemplo de cine negro clásico, por su característico empleo dramático y expresionista de la luz, los encuadres sugerentes (picados, contrapicados), la magnífica progresión de la historia, y el empleo de algún personaje arquetípico, como la mujer fatal (en este caso de mucha menor relevancia), el malvado sin escrúpulos o el investigador tenaz, que sabe más de lo que aparenta. A todo ello cabe sumar un buen guión, que sobresale en la conversación anteriormente referida, y unas interpretaciones de altura, destacando (más allá de la buena labor de Mitchum y Young) el papel interpretado por Robert Ryan, un actor superlativo, perfecto siempre en papeles de villano. El saber hacer de Dmytryk planea por toda la película desde el mismísimo comienzo, verdaderamente magnífico, en el que luces y sombras bastan para contar un crimen e introducirnos en el ambiente.