En la habitación
Sinopsis de la película
Matt Fowler (Tom Wilkinson), un médico que vive en su Maine natal, está casado con Ruth Fowler (Sissy Spacek), profesora de música coral. Su único hijo, Frank (Nick Stahl), que está pasando las vacaciones de verano en casa y trabaja como pescador de langostas para pagarse sus estudios, mantiene una relación amorosa con una madre separada (Marisa Tomei).
Detalles de la película
- Titulo Original: In the Bedroom
- Año: 2001
- Duración: 130
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Opinión de la crítica
Película
6.8
65 valoraciones en total
Se puede contar esta misma historia de mil y un maneras. Tantas, que cualquier telefilme de sobremesa puede dar más pistas evidentes, pero hacerlo con tanta sutileza e inteligencia como en el guión de Todd Field pocas.
En la habitación habla de la superación de una tragedia antinatural, prima hermana de la también recomendable La habitación del hijo. Ambas realizadas el mismo año y a miles de kilómetros de distancia, pero en la película de Field existe además otro interesante y añadido punto de vista más americano: la muerte es tan antinatural (un hijo fallece antes que los padres) como artificiosa (es un homicidio).
En el fondo pertenece a los cimientos de la naturaleza, como esas langostas que no pueden estar en la misma jaula: Como dice el refrán: dos se llevan bien, tres se quieren matar. Field así va a tratar a sus personajes como animales en un quirófano, diseccionando sus emociones y sentimientos con un bisturí tan afilado como inteligente: sus diálogos, silencios y acciones.
Sissy Spacek, Tom Wilkinson y Marisa Tomei están simplemente estupendos, aunque ninguno de ellos (incluido el propio Field) contaba con otra tragedia antinatural en forma de aviones controlados por terroristas, un hecho que hizo explotar otros resortes en la gala de los Oscars del 2002, donde la mediocridad aliada con Ron Howard salió victoriosa.
En la terna junto a otros dos filmes de esta década tan aparentemente simples, basados en formulas vistas y trilladas como maduros e inteligentes (Una historia de violencia y Mystic River).
Pero la gran pregunta que me viene a la cabeza es el porqué lavan todos estos personajes sus pecados en un baño tan cristiano como purificador.
Tal vez porque al final de todo ese viaje de culpabilidades y faltas queda el vacío, el silencio y la difícil decisión de tomarse un café. Aunque claro, así es América.
Todd Field, ¡menudo director!, si con tan poca experiencia ya rueda y dirige películas de tantísima calidad como ésta, sin duda hará cosas aún más espectaculares que nos dejarán boquiabiertos. La fotografía raya en la perfección. Sissy Spacek, como acostumbra, hace un papel magnífico sobre una mujer normal, dedicada a la música y a su familia, pero dominanta, recta y de pensamiento controlador de todo lo que le rodea, que ante la llegada de la desgracia a su vida, a los límites de sus amores y seguridades, se vuelve amargada e implacable, más de lo ya habitual. Y Tom Wilkinson, igual, un actor poco valorado que aquí hace un papelón sobresaliene de doctor casado con la anterior señora, de hombre bonachón y tolerante que ante el drama que se le presenta en la vida irá descomponiéndose interiormente sin dejarlo notar hacia fuera un ápice.
Hay un escena, de las mejores escenas de peleas matrimoniales que yo he visto en el cine, llevada a cabo por el citado matrimonio, en la cual ella empieza a atacarle a él, quien harto ya de aguantar ser la diana sobre la que su mujer lanza la amargura que siente, va y le dice en unos dos minutos explosivos de excelente confrontación de pareja:
«Se fue por ti. Porque eres demasiado controladora y terriblemente dominante. (…) Hasta cuando era niño no parabas de decirle que siempre se equivocaba. (…) Todo lo que él hacía estaba mal. (…) ¡Eres tan implacable…! Lo eres. Eso es lo que él decía. Y utilizas la misma estrategia conmigo. Tu manera de ser es repugnante y horrible. ¡Estás amargada!
En vez de señalarme con el dedo cuando te viene en gana, sería mejor que te vieras a ti misma. (…)
¿Quieres que me abra contigo y te abrace?
Me asustas. ¿Cómo voy a hablarte si a veces ni me atrevo a mirarte a la cara?»
En el dormitorio (In the bedroom) es una película independiente cuyo drama tremendo se comprende y contempla casi en carne propia.
Fej Delvahe
En algún sitio escuché alguna vez que los seres humanos estamos preparados para afrontar todo en esta vida, excepto la muerte de nuestros hijos. Y En la Habitación es precisamente eso, el retrato de una pareja que ve cómo ha perdido a su único hijo y tienen que continuar viviendo con su recuerdo y con una justicia por enésima vez injusta. De una manera bastante realista y con buen gusto se desarrolla una película que a todas luces podría ser un peliculón y que, sin embargo, y a pesar de que tiene ingredientes para impactar, a mí me aburrió en tramos demasiado largos.
En Argentina estamos pasando por uno de los peores momentos de la historia, aunque nuestra presidenta se niegue a admitirlo, estamos soportando una inseguridad tan pavorosa donde la vida no vale nada, donde están matando a nuestros seres queridos por robarles unas monedas o un celular. Observo todos los dias como se niega lo evidente, lo que nuestra presi llamó una sensación de inseguridad es que nos están asesinando por unos pesos y la justicia se burla del dolor de las familias protegiendo a los delicuentes, y literalmente cagándose en los derechos de la gente honesta. Digo todo esto porque ésta película me caló muy adentro. Mientras la veía un sábado a la noche mi hijo había salido y ahí estaba yo, rezándo a todos los cielos para que regrese sano y salvo, para que ningún delincuente lo lastime. Porque el asunto es qué podemos hacer cuando la tragedia irrumpe en nuestras vidas y la justicia no nos protege. La película trata sobre todo eso. Una pareja debe enfrentar el dolor más visceral que puede sucederle a un ser humano y aún asi deben continuar, juntando los pedazos de sus existencias y viendo cómo la ley con sus triquiñuelas los despoja de los derechos más elementales y prioriza la palabra de un asesino por sobre la angustia de una familia. Y que pasa si se hace justicia por mano propia, hasta dónde llega el derecho de uno cuando la ley que debe cuidarnos nos desampara. Es impresionante la actuación de Tom Wilkinson, pocas veces he visto tal grado de compromiso y entrega en un actor. La escena en la habitación del hijo me partió el corazón. Tremenda. Es de ésas películas que ameritan el debate y la reflexión, que nos dejan pensando, que nos enfrentan cara a cara con una realidad cada vez más alarmante en Argentina. Film durísimo que debería ser obligatorio para quienes trabajan en pos de la justicia.
En una de las secuencias apenas empezado el metraje, el personaje de Tom Wilkinson interviene para separar a dos langostas, mientras de sus labios brota la principal línea argumental que nos vale para comprender en parte esta película. La verdad de que cuando dos animales se cruzan en la misma jaula acaban por matarse, unas pocas palabras apenas sobreentendidas entre los silencios en los que se construye este relato, y de paso una lección darwiniana de un viejo doctor sobre la supervivencia natural, que el hombre por supuesto intenta mantener colocando a cada uno en su sitio (léase a cada langosta en el suyo). Y de eso va este relato, de biología, de cuando esta incumple su pacto más sagrado: que los hijos mueran antes que sus padres. De eso y del dolor que queda después, del sufrimiento tenso, solitario y sobre todo silencioso que jamás desaparece mientras contemplamos los días pasar desde la habitación. Magullando e hiriendo a las únicas personas que nos comprenden, porque no podemos (¿no debemos?) disparar a quién de verdad nos ha encerrado juntos. Y antes de que devoremos a los que hemos elegido para compartir el dormitorio (y la cama) mucho tiempo atrás, sólo nos queda curar la infección de esa herida que quizá no cicatrice, para al menos de este modo atenuar nuestra rabia y validar nuestra venganza, que dicho sea de paso, no es un sentimiento humano sino animal (si es que existe distinción). Así que al final por más que lo intentemos únicamente podemos acallar ese silencio que tanto duele y recordarle al mundo que un acto contra natura no es un simple homicidio involuntario, colocando la mano propia allí donde la justicia y la humanidad han fallado