Elephant Song
Sinopsis de la película
Tras la desaparición de un psiquiatra, un colega suyo intenta encontrarlo. Al mismo tiempo, este médico tiene que hacer frente a un problemático paciente, que resulta ser la última persona que vio al psiquiatra desaparecido.
Detalles de la película
- Titulo Original: Elephant Song
- Año: 2014
- Duración: 100
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargarte una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te citamos un listado de posibilidades de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.1
81 valoraciones en total
La actuación maniaca de Xavier Dolan, llena de matices obsesivos y tics nerviosos, es la perfecta interpretación de un lúcido loco como Michael Aleen. Una atmósfera febril y fría envuelve cada pequeño detalle en cada escena. Esta intriga, este suspenso, no es Alguien voló sobre el nido del cuco, como algunos decían con exactitud, pero tiene su propia y personal alma analítica. Muy buena película.
Para los que gusten de duelos actorales, aunque en este caso para mi gusto falla el nivel de ambos protagonistas. Si bien Bruce Greenwood mantiene el tipo (aunque con un carisma nulo), considero que Xavier Dolan está bastante sobreactuado pese a que su personaje sea un enfermo mental. Cuando dirige me parece un genio, pero como actor deja mucho que desear. No conocía al tal Charles Binamé director de ésta, pero vista su trayectoria anterior limitada a telefilms y series de TV canadienses, quizás habría requerido de alguien más experimentado para sacar el jugo a la historia. La película se desarrolla casi exclusivamente en la consulta del psiquiatra y se basa en el juego psicológico entre médico y paciente, una larga conversación (esporádicamente interrumpida por actores secundarios que poco o nada de profundidad aportan a la trama o al conocimiento de los dos personajes principales) en la que se van aportando con cuentagotas datos de la intriga sobre la desaparición del anterior psiquiatra. Basada en una obra teatral, y perfectamente ambientada en los años 60s (época que tampoco aporta nada a la historia), la intriga no tiene el suficiente nivel como para mantener suspense a lo largo de las casi dos horas que dura. De un duelo psiquiatra-paciente se espera un juego más profundo, inteligente, malvado… pero no. Un suspense bastante light pese a la truculencia de la historia. Quien espere ver suspense/thriller/crimen quedará decepcionado. Quien busque un drama psicológico (light) y guste de películas teatrales puede pasar un buen rato. Un 55.
Hay que dejar claro desde el principio que Xavier Dolan no es Jack Nicholson, y ni Bruce Greenwood ni Catherine Keener son Louise Fletcher. Esto no es Alguien voló sobre el nido del cuco y no vamos a ver un montón de escapadas felices para ignorar la opresión del manicomio, ni mil intentos iconoclastas por sacar de quicio al personal hospitalario. Pero en el fondo, ambas tienen una cosa en común: lo más importante para el ser humano es la libertad. Y Elephant Song , sin sacar a nadie de su zona de confort, es un ejercicio de libertad creativa, una defensa descarada del derecho que tiene cada cual a vivir su vida como estime conveniente y a disponer de ella cuando quiera.
Dramatismo bien dosificado. Buen reparto. Sutileza y comodidad en las interpretaciones, aunque Carrie-Anne Moss no acabe de convencerme y me parezca un personaje innecesario. No vemos nada exactamente nuevo en Xavier Dolan, pero lleva sus límites histriónicos un paso más adelante. A mí me ha convencido. Y por eso es que la recomiendo.
Desde el comienzo una luz grisácea invade el ambiente: las paredes, la habitación, el escritorio, se derrama hasta sobre un pequeño árbol de navidad. El sol que ingresa por los ventanales intenta abrirse paso en esta atmósfera extraña, pero no puede… Todo se impregna de una fría tonalidad gris. El ritmo de la película también. Lenta, cerrada, un tanto teatral, genera una sutil ansiedad. Ansiedad por el deseo de que algo suceda, se despliegue hacia el exterior. Pero no. Nada de eso ocurre ni va a ocurrir. Solo si se logra sostener la visión del filme más allá de este deseo expectante, se apreciará cómo a medida que los minutos transcurren, un lento despliegue tiene lugar, muy despacio, se desarrolla. Pero no hacia afuera, como uno esperaría, sino hacia adentro. Muy pocas escenas salen de aquel consultorio, y, como presas de un terror agorafóbico, el director nos lleva rápidamente de nuevo dentro de él. Porque todo está sucediendo dentro, muy dentro. Y es allí, justamente, donde todo se desplegará. Dentro de cada personaje, de sus vidas marcadas por el dolor. Y sobre todo, dentro del propio protagonista, Michael (Xavier Dolan). Un joven paciente de un hospital psiquiátrico extremadamente inteligente. Demasiado…
Xavier Dolan representa a Michael, su actuación, si bien, algo exacerbada por momentos, deja ver de forma admirable cómo en Michael se entremezclan el desvarío producto de su enfermedad mental con la más perfecta cordura. De hecho, si se mira la película superficialmente, sobre todo durante el principio, puede resultar difícil distinguir si Michael padece realmente una enfermedad mental o si es una persona en su más sano juicio.
Bruce Greenwood, lleva sin demasiado brillo un rol crucial: representar al médico psiquiatra que confronta al paciente, con la convicción de que éste le pueda aportar cierta información trascendente. El trabajo de Greenwood aparece un tanto vacío, cual si tuviese que guardar concordancia con el escaso ímpetu que se sostiene durante todo el film. Greenwood exhibe a un personaje inútil desde el principio. Tal vez podría haberlo exhibido mucho mejor.
Las aparentemente necesarias y extrañamente intermitentes apariciones en escena de una enfermera, Catherin Keener, Miss Peterson en el filme, comienzan a tomar sentido a medida que la película avanza. Miss Peterson duda, se preocupa, teme por el Dr. Green, y por Michael. Catherin Keener materializa a Miss Peterson de forma fina, justa, real. Su trabajo se destaca.
Michel inicia el juego del elefante. El pequeño árbol de navidad, se apaga, se enciende, se apaga, se vuelve a encender… Un exabrupto del médico marca el punto de inflexión a partir del cual Michel tomará de forma explícita el control. Un control que siempre tuvo. Cualquier espectador esperaría que entre ambos exista un diálogo pujante, que asfixie , sin embargo todo continúa en la misma línea. La película se devana creando solo una tensión suave, no obstante, persistente. Con excelentes planos y un apreciable guión, The Elephant Song parece una película predecible, de idea bastante común, y con cierta curiosa monotonía. Sin embargo, encierra mucho más.
Michael, quien representa la afección humana en uno de sus máximos extremos, resulta ser alguien que sabe perfectamente quién es y que quiere. Alguien quien se atreve a observar y transmitir la profundidad de su vida y de la de los demás. Por eso la desprecia. No obstante, esa fuerza cruda, es la que provee el valor necesario a los otros para reconocer su propio amor. Extrañamente ese niño no querido terminará haciendo aceptar el afecto que hay dentro de todos. Todos llegarán a quererlo. Tal vez demasiado tarde, lo amarán profundamente, como quizás, en sus propias vidas, no se atrevieron a amar jamás.
Nunca conoció a Michael, ¿verdad? , tampoco es que lo permite mucho la cinta, realmente, ofrece retazos aislados de su vida y persona para poder disponer de una plausible estructura de los hechos, proporcionados a cuentagotas en el momento que estima oportuno, para captar tu interés y mantener la atención en el paciente protagonista, con la cabeza pensante del médico a la cola, que espera y desespera ante la información con la que juega y se divierte el susodicho pues, la maneja a su antojo llevando la delantera y negándose a entregarla hasta que se llegue a meta, preciso lugar elegido donde rematar el calculado espectáculo exhibido hasta el momento.
La ignorancia es la dicha , y en esas estamos y jugamos, aún después de iniciada la partida ya que, puedes configurar un cuadro abstracto de la situación pero no delinearlo con precisión, esquiva exactitud como parte de su encanto que no satisface plenamente, oyes y sigues la conversación, el monólogo más bien dicho pues un jugador sobresale por encima del otro, con ritmo de oído que escucha al compás de una razón que obtiene poco entusiasmo por su itinerario y desenlace, dada su carencia enigmática de mínimo estímulo, el atrape de la historia, el misterio a resolver en la hermética y correcta consulta no logra un ambiente de opresión, cautividad, interés o intriga más allá de mirar sin profundizar, percibir sin sentir, tomar nota de todo lo manifestado, apuntes concisos de lo expresado pero sin alterar la escritura mental que va haciendo recopilación de todo ello.
No es justa la etiqueta de fracaso pues su intento es adecuado, cabal y justo, apropiados términos no muy convenientes para la excitación que debe ir, poco a poco, en aumento desde su inicio insípido y opaco, la temperatura debe elevarse grado a grado según las cartas mostradas y el cambio de táctica empleada, sin embargo no supera una calor media que no arde en exceso, únicamente tibia templanza de prudencia errónea ya que no devora tus entrañas ni interroga por tu opinión o respuesta al crucigrama.
Atractiva configuración la presentada por Charles Binamé, con la presentación de una estructura cerrada, opresiva que no invita a colaborar sino a tramar, mentir y escapar, habitáculo como ring de lucha entre Xavier Dolan -siempre recordado y halagado por Mommy , fantástica cinta que recomiendo con fervor-, como Michael, intimidante paciente con problemas por falta de amor parental y Bruce Greenwood, como Dr. Green, psiquiatra experto que también tiene sus propios dramas personales que superar, caza del gato al ratón donde, la mente perversa y manipuladora del enfermo lleva la delantera a la lógica y destreza cognitiva del doctor que le interroga, buenos primeros planos con montaje más al estilo teatral, pues el propio argumento y guión proceden de las tablas de un escenario, y el proceso de adentrarse y descubrir los pormenores, las turbulencias, los daños y errores con los que ambos apostantes compiten pues, el resto es hallar el triunfo de la verdad subjetiva de cada uno y que la evidencia objetiva y lograda al final ponga a cada cual en su sitio.
Con todo lo descrito, la tirantez no llega a cortar en ningún momento, la adrenalina no alcanza esmerados decibelios, su logro es la corrección y compostura, aún afirmando el esfuerzo y resultado de las firmes interpretaciones, no penetra en el aire la toxicidad de lo narrado, se queda en estable soplo que airea e informa pero ni perturba, ni atraganta, ni molesta aunque esté transformando, el limpio oxígeno de uno sano respirar, en asfixia de hidrógeno que turbia y enrarece el necesario hálito para sobrevivir.
Relato psicológico urdido con empeño que aprueba sin más alabanza, cumple su requisito sin gran nota pero lo sufuciente para que sea fructífero durante su tiempo de consumo, ni vigorosa ni dinámica tampoco pasa al extremo de la pasividad perezosa, vale su tiempo, complace por propósito y empeño, valores no secundados por la pasión y ardor de la trama pero, es digna y meritoria, adecuadas dosis para una velada entretenida, agradable y justa aunque, ni ardiente ni impactante.
Se titubea con el pasado, con el rencor, la culpa y las heridas que acechan y aprisionan, merodea la sospecha de la muerte, de la desaparición y enterramiento de la existencia, tanto física como emocional, agonía de un mundo del que no se desea participar a pesar de que te obligues -u obliguen- a ello, suplicio representado con la canción del elefante quien llora lágrimas de dolor cuando pierde a un compañero, base para representar esa agonía desfalleciente donde un dolor jamás dormido, una gloria nunca cierta, una llaga siempre abierta es amar sin ser querido .
!Qué mentiroso vivir!, ¡qué puro morir!…, que la mentira descanse y la paz, por fin, otorgue calma y respiro.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es