El viento se llevó lo que
Sinopsis de la película
En un pequeño pueblo de la Patagonia argentina, aislado del resto del mundo, el cine es el único entretenimiento y contacto con el mundo exterior. Un día Soledad, una mujer de Buenos Aires, roba el taxi en el que trabaja y llega al pueblo al tratar de huir lo más lejos posible de su entorno. Allí descubrirá el peculiar comportamiento de sus vecinos, condicionado por el cine y las condiciones de proyección de las películas (cuyos rollos se alteran de la misma forma que el título de la película), y se enamorará del crítico del pueblo, un apasionado de un actor francés ya retirado.
Detalles de la película
- Titulo Original: El viento se llevó lo que
- Año: 1998
- Duración: 86
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Opinión de la crítica
6
55 valoraciones en total
Fascinante guión, deliciosa historia, tan alocada como arraigada a las pasiones que emanan de un pueblo perdido en la Patagonia. Partiendo de una premisa original, todo es más fácil y la de ‘El viento se llevó lo que’ es sorprendente, todo se basa en la historia del culo del mundo, un pueblo perdido al sur de Argentina, absolutamente incomunicado, en el que su único contacto con la realidad es el del cine, unas películas que llegan al final de su recorrido de años de exhibición en un estado lamentable, con cortes, cambios cronológicos en la película, y planos del revés, pero eso que ven los habitantes es lo único que conocen del mundo exterior y lo toman como cierto, por lo que desencadena en la locura colectiva en la que se ven envueltos los personajes. Esta historia tan fascinante como verosímil dentro de la estructura narrativa es lo que da vida al relato y lo que permite dibujar todo un corolario de personajes esperpénticos, divertidos, dicharacheros que aportan al relato toda su vitalidad, su extraño encanto de fábula misteriosa, desbordante de mágicas microhistorias.
Llena de humor, aunque también deje espacio para la tragedia (el golpe de estado se cuela sutilmente en la trama) si es cierto que la película se desfigura un tanto al tratar de dar paso a demasiados personajes (algunos innecesarios) y se bifurca en demasiadas subtramas lo que da al relato un tanto de caos. Pero no obstante, mientras nos perdemos en la vorágine de personas aisladas que inventan su conexión con la civilización para sentirse parte del mundo en unos escenarios naturales llenos de casas destartaladas y una bella riqueza natural, la verdad es que nos divertimos con los absurdos comportamientos y frases que tienen en este pueblo. Todo un descubrimiento rebosante de originalidad, un poco de frescura para el cine.
Muchos críticos destacaron como muy polémica la concha de oro que consiguió en el festival de cine de San Sebastián, al no considerarla merecedora del galardón y calificarla de pedante, sin embargo, por una vez, yo avalo la decisión del jurado.
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Nueve años después de Cinema Paradiso , Agresti realiza esta película. En principio la idea esta bien. Un pueblo de la Patagonia al que le llegan las películas después de que ya han sido vistas en todos los otros lugares de Argentina. Eso influye en la manera de ser de los habitantes en el típico binomio de que la vida imita al arte.
Pero tras los primeros 15 minutos, la originalidad da paso a un desproposito aburrido y cansino. Cuando la vi por primera vez me pareció floja. El otro día la volví a ver y me di cuenta de que era bastante peor de como la recordaba. Los 86 minutos que duran me parecieron 186. De hecho deje de verla cuando aparece el actor francés por el pueblo. No podía más.
La verdad me reí mucho, tiene momentos muy cómicos y agradables, pero no alcanza. Hay escenas que no entiendo, personajes que no sé para qué estan, diálogos estériles. Agresti pudo haber explotado mucho mejor su idea, se quedó a medio camino.
Esta, que creo poco conocida cinta argentina, nos cuenta la historia de un pueblecito de la Patagonia, apartado de todo y comunicación, en el que el único medio de entretenimiento era una pequeña sala de cine.
Además del aislamiento y las inmensas distancias a cualquier otro punto civilizado, la gente del pueblo asiste a delirantes sesiones de cine donde las películas están masacradas: cortadas, invertidas, mal mezcladas e inconclusas.
Tras ver decenas de veces esas copias, los habitantes hablan de forma inconexa y se comportan como locos.
Para completar el cuadro, Soledad, una taxista de Buenos Aires que quiso dejarlo todo atrás, se enamora del más pirado de todos, Pedro, un crítico cinematográfico, apasionado del retirado actor francés: Edgard Wexley.
Con esta vorágine de personajes el largometraje se convierte, en ocasiones, en algo tan caótico como la historia que cuenta. Estamos ante una de esas películas curiosas e incalificables, que merece, al ser tierna y divertida, por lo menos echarle un vistazo.
un pueblo con televisión se parece a cualquier pueblo