El último acto
Sinopsis de la película
El legendario actor Sir Michael Gifford vive recluido en su casa de campo. Desde hace años sufre una enfermedad degenerativa que intenta ocultar al público. En otro tiempo apasionado y mujeriego, Gifford se ha convertido en una persona intratable que se niega a aceptar su condición. Su hija, Sophia, y su antigua amante y ahora ama de llaves, Milly, se desesperan buscando enfermeras. Hasta que aparece Dorottya, una joven cuidadora húngara, que secretamente aspira a convertirse en actriz. A pesar del temperamento de Sir Michael y de la desconfianza de su familia, el amor que ambos comparten por Shakespeare les ayudará a afrontar un último acto.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Carer
- Año: 2016
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
5.6
79 valoraciones en total
Tenemos delante una película que puede sorprender más de lo que uno se espera. El director János Edelényi nos trae la historia de una chica actriz que debe hacerse cargo de un famoso actor retirado y cascarrabias en su mansión.
La historia se desarrolla gracias al amor que los dos protagonistas tiene hacia William Shakespeare, ya que el diálogo es la constante repetición de frases y escenas famosas de sus obras de teatro. Además, el filme consigue tener el ritmo y el entretenimiento gracias a la magistral actuación de Brian Cox y la química que hay entre él y Coco König. Puede parecer un argumento típico y previsible, pero la manera como se desarrolla es idónea y hace que agradezcas lo que estás viendo con algunos momentos de humor e incluso de misterio.
Todos los ingredientes están perfectamente mezclados que logran cuajar una cinta curiosa, agradable, deliciosa, conmovedora y con algunas frases memorables -la del alzheimer-. Personalmente, iba con unas expectativas muy bajas y me ha sorprendido por completo. Maravillosa.
Nota: 8/10
Más críticas en cinezin.com.
Pequeña película inglesa con gran parte del equipo de rodaje de Hungría y protagonizada por un monstruo de la actuación como es el escocés Brian Cox, quién también pone su granito de arena en la producción de la misma.
El último acto es un pequeño homenaje al teatro, al cine, al oficio de actor, a la interpretación, a Willim Shakespeare,a la poesía, y es una pequeña delicia para los que también amamos todos estos lujos de la vida.
Brian Cox se come la pantalla cada vez que sale y tiene a su disposición un caramelo de personaje como es ese actor retirado afectado por el parkinson y que necesita de ayuda a domicilio para poder salir adelante en su día a día.
Esa cuidadora será la joven austriaca, Coco König, quién no se amilana frente al maestro Cox y nos regala una correcta y discreta interpretación de esa chica húngara que ahorra el dinero que gana cuidando a personas mayores para poder pagarse las clases de actuación ya que su sueño es convertirse en actriz.
Junto a ellos las elegantes actrices Emilia Fox como su hija y Anna Chancellor como su antigua amante. Los paisajes del condado de Kent donde se rodó la película son maravillosos.
Amo el cine británico.
Un saludo,
Tess
Actuar no es lo que hacemos…Es lo que somos .
El último acto se integra en eso que me ha dado por llamar subgénero geriátrico, que mezcla comedia con el drama y tiene como objetivo a la tercera edad (la cuarta ya está mal de los oídos y los ojos), la más numerosa a la hora de aflojar la mosca en las salas cinematográficas. Como en otras muestras de este peculiar segmento (El coro, El último concierto, las dos entregas del Hotel Marigold, ¿Y si vivimos todos juntos?). nos encontramos con un personaje que ha sido grande, famoso e influyente, abocado a la senilidad y, lo que es peor, a la dependencia de otra persona (la Carer, la cuidadora, del título original). Brian Cox, en un papel pensado para hincarle el diente a gusto, consigue no sobreactuar en ningún momento, ni siquiera cuando se transforma en el rey Lear, y el director evita cuidadosamente caer en la sacarina y el sentimentalismo desaforados. La debutante Coco König no se amilana ante el gran actor escocés y le ofrece una interpretación sensible y delicada. Con una duración que no llega ni a la hora y media de rigor (en otras épocas), El último acto es una honesta pieza de cámara a la que vale dedicar ese tiempo. Cine bien hecho, sin complicaciones, sobrio y elegante.
Brian Cox es un excelente actor y aquí lo demuestra una vez más, pero la película se pierde en tratar de ser y no serlo. Se queda en algo deslavazado, amable y cuenta muy poco. No me molesta haberla visto pero tampoco hubiera pasado nada si no lo hubiera hecho.
Pese a la apariencia de una película Disney, pongamos que hablo de Cenicienta o de La bella y la bestia, de Blancanieves o Tarzán, cualquiera me vale, por su obviedad argumental, tan previsible, blanda y consabida, esta pequeña película acaba siendo mucho mejor de lo que uno, que tiene el colmillo retorcido sin motivo, se hubiera imaginado.
Me explico, ya digo que es muy tonta y tópica en su transcurrir narrativo, además de muy simple formalmente, pero en todo lo demás, lo que llena el espacio que va del punto A al Z, merece la pena, esos huecos entre las señales del camino, esos interludios, transiciones o descansos, están muy bien, deliciosamente escritos e interpretados, brillantemente dialogados y recitados, un ejercicio ligero, inteligente y simpático.
El fondo de la escritura es Shakespeare (Hamlet y El rey Lear son evidentes, del primero solo hay que ver el final o las continuas alusiones, del segundo hay hasta una imitación clara al estar rodeado de tres mujeres/hijas) y sus tragedias, lo que sostiene las palabras y gestos de ambos. El resto lo componen los requiebros de otra vuelta de tuerca a dos clichés, el del viejo enfermo que se pasa la vida rabiando, y el del actor moribundo que anhela sus tiempos de gloria. El crepúsculo de los dioses también.
Con asistenta. Paseando a Miss Daisy o entreteniendo al monstruo, ayudanta o aprendiza que le consuela, comprende y alienta. Eva al desnudo versión bondadosa.
Es un toma y daca entre los dos. Con un Brian Cox sobrado y carismático y una Anna Chancellor correcta, buena chica. De relleno el coro, el chófer, el amor, la hija bruja y demás ornamento.
Es un cuento blanco lleno de buenas frases y bellas declamaciones, preñado de ironía, levedad, sabiduría y elegancia. Le pesan los muchos lugares comunes, pero consigue salvarlos y terminar bastante bien.