El tormento y el éxtasis
Sinopsis de la película
Renacimiento italiano, principios del siglo XVI (Cinquecento). Cuando el papa Julio II (Rex Harrison) encarga a Miguel Ángel (Charlton Heston) que pinte el techo de la Capilla Sixtina, el artista rechaza el trabajo. El Papa lo obliga a aceptarlo, pero Miguel Ángel destruye su obra y huye de Roma. Cuando, por fin, reanuda el proyecto, éste se convierte en un enfrentamiento de férreas voluntades, avivado por constantes diferencias artísticas y temperamentales. Drama histórico basado en un bestseller de Irving Stone.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Agony and the Ecstasy
- Año: 1965
- Duración: 139
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Opinión de la crítica
Película
7.1
79 valoraciones en total
Son ríos de tinta los que se han vertido sobre uno de los mayores genios artísticos de toda la historia de la humanidad, pero todos coinciden en varias cosas: que vivió muchos años pese a su dura y castigada vida entregada a múltiples proyectos, muchos de los cuales quedaron inacabados o sólo en boceto, que era un místico, movido por su amor a Dios, y que entendía la belleza del cuerpo humano como una manifestación del amor divino, y que tenía un carácter impetuoso y se movía por arrebatos de inspiración, y ello le llevaba a acometer muchas más empresas de las que podía abarcar.
También se ha escrito que su relación con el papa Julio II fue muy conflictiva pero curiosamente fructífera. Aquel papa no era precisamente místico ni pacífico, como se entiende hoy día la función papal, era belicoso (incluso iba a la guerra) y bastante egocéntrico, con lo cual tenía la inquietud de ensalzarse a sí mismo y, para ello, recurrió, entre otros, al mayor artista de su tiempo: Miguel Ángel. Le encargó obras de dimensiones olímpicas, como por ejemplo su panteón particular (que apenas llegó a comenzarse, dada su magnitud) y pintar el techo de la Capilla Sixtina. Julio II sentía por Miguel Ángel tanta admiración como irritación y ambos chocaban constantemente, pero quizás ambos necesitaban ese tira y afloja para ir consiguiendo que el otro cediese y porque los continuos roces infundían a Miguel Ángel la obstinación y la exaltación que necesitaba para inspirarse.
Magnífica película que se centra en la turbulenta relación entre ambos hombres de tan fuerte carácter y en cómo, tras muchos esfuerzos, arrebatos de ira, rectificaciones y momentos de inspiración mística, Miguel Ángel fue llevando a cabo una de las obras pictóricas más colosales de todos los tiempos.
Un gran duelo de voluntades extraordinariamente retratado.
A pesar del escaso éxito taquillero, quizá como causa de la ya reiterada interpretación de Heston en el papel de personaje épico, afirmo que estamos ante una notable adaptación de Carol Reed sobre la excelente novela histórica de Irving Stone La Agonía y el Éxtasis .
A diferencia de ésta, el film no refleja toda la extensísima obra y vida del artista, sino que se centra en el periodo que comprendió la creación de la Capilla Sixtina, a manos de Miguel Ángel, y el amor-odio entre éste y el beligerante Papa Julio II, quién le confirió la obra.
Carol Reed elige sabiamente este periodo de su vida no sólo por mostrarnos la creación de una de las obras pictóricas más grandiosas de la historia, sino esencialmente porque quizá sea el periodo donde más exibió el florentino su carácter y personalidad.
La relación tormentosa con el Papa es reflejada de forma sublime, mostrando esa lucha interior entre dos personas que se profesaban amor pero que chocaban incesantemente, bien por esa actitud de Julio II como dueño absoluto y que quería sublevar a, posiblemente, el artista más grande de todos los tiempos, bien por la avanzada edad del pontífice que quería ver terminadas sus deseadas obras, o bien por esa pasión irresistible del florentino por la escultura.
En definitiva, tanto Rex Harrison como Charlton Heston consiguen dejar en un segundo plano la gran obra pictórica, convirtiendo lo que se denominaría terribilitá Miguelangelesca como el centro hipnótico del film.
Merece dejar por escrito una de las mejores frases de la novela y que resumen el carácter de Michelangelo, un hombre para el que la escultura no era su profesión sino su razón de ser.
Jamás estoy menos solo que cuando estoy solo
Otra película donde podemos apreciar lo buen actor que fue Charlton Heston, aún admitiendo que Rex Harrison está aquí mucho mejor y más exhuberante en el papel de Papa Julio II.
La película a priori va sobre el gran maestro Miguel Angel Buonarroti Simoni, escultor, arquitecto y pintor italiano de los siglos XV-XVI (acotándose el guión al periodo en que éste estuvo pintando el techo de Capilla Sixtina), pero a la hora de la verdad cede la relevancia más impactante en la totalidad del filme a la figura del Papa y mecenas de las artes, Julio II.
Con brillantez se desarrolla magníficamente la personalidad de este Papa, que fue sobrino de otro anterior de nombre Sixto IV, gracias al cual ascendió pronto a obispo y a cardenal, pasando a tener gran influencia en el Colegio Cardenalicio, poder que le valió años más tardes para elevarse al trono del Papado, desde donde gobernó como un rey absolutista, guerrero, con queridas, generando hijos carnales y también con una gran pasión por las bellas artes, lo cual le llevó a ejercer de mecenas con grandes talentos de la época como Miguel Ángel y Rafael, a quienes protegió y encargó notables obras que hoy son tesoros artísticos de la toda la Humanidad. En tal sentido se expone con gran acierto, la magnificencia del citado Obispo de Roma, lider que encabezaba las batallas y guerras que él mismo emprendía.
Sin duda se trata de una MUY BUENA película histórica. Su duración de más de dos horas no quita que se siga bien y con mucho interés debido a la constante y convincente pugna (descrita e interpretada con mucho realismo) entre aquel Príncipe de la Iglesia y el Genial Miguel Ángel del Arte.
Fej Delvahe
En la memoria colectiva Charlton Heston siempre será Ben-Hur, pero reconozco que el personaje de Miguel Ángel Buonarroti le va como anillo a un dedo insuflador de vida de un Dios bondadoso a un Adán agradecido.
En cualquier caso las similitudes entre Ben-Hur y el pintor renacentista permiten que se mantenga esa imagen de Heston a la que nos hemos ido acostumbrando, la de su fortaleza anímica e integridad personal por encima de todo y ello en un personaje de carácter difícil y temperamental que, en defensa de sus propios principios artísticos y vitales llega a enfrentarse al Papado representado por un belicoso Julio II ( Rex Harrison) implicado más en los asuntos terrenales que en los celestes. Sin embargo fue el propio Julio II quien ordenó ( quiero recalcar la palabra y no relativizarla) a Miguel Ángel la pintura del techo de la Capilla Sixtina en un alarde de magnificencia para la eternidad.
Y aquella orden Papal desató, cual abierta caja de Pandora, todos los conflictos. Tanto los personales de ambas celebridades como los interpersonales. Buena muestra de ello, la frase sonsonete repetida una y otra vez:
– ¿cuándo vais a acabar? (Julio II)
– Cuando termine (Miguel Ángel)
Pero, recordando frases típicas y tópicas, aquello fue el inicio de una gran amistad, de una relación de amor y desamor, de encuentros y desencuentros, muy bien llevados a la pantalla por estos dos grandísimos actores, de la mano de un buen director como Carol Reed. La mención papal de Rafael de Sanzio como acicate obliga a levantarse del lecho a un pintor abatido y la exigencia del pintor a Su Santidad de que termine su obra, prácticamente resucita al Papa de entre los muertos.
Momentos excelentes de una película excelente, cuya fidelidad histórica tal vez no sea plena (casi nunca lo es en las películas históricas) pero que recoge magistralmente la creación de una de las mayores y mejores obras de arte que hombre alguno realizase.
Y no quiero finalizar mi comentario sin hacer mención de algunos de los aspectos técnicos del film. La excelente música de Alex North, los maravillosos planos fotográficos de un cielo inspirador de La creación del hombre, los vestuarios y la ambientación plenamente ajustadas al tiempo y al lugar. Aun no conseguidos, las nominaciones a los premios de la Academia significan un buen reconocimiento al trabajo en estos apartados.
Y un apunte más: Uno se pregunta ¿cómo pudo recrearse La Capilla Sixtina y la propia evolución de las pinturas?. Pues, reconstruyéndola completamente a escala en los estudios Dino de Laurentis en Roma, utilizando 16 técnicos que compusieron las pinturas con los mismos colores que tenían hace cuatrocientos años. ¡Toma ya! ¡Ahí queda, eso!
No es usual reflejar en un film la génesis de una obra artística (es España hay casos gloriosos y raros como El Sol del Membrillo) pero aún es más raro dotar a semejante ocasión del espectáculo colorista y grandioso de las grandes producciones de Hollywood. De una creación que ya por sí es grandiosa y titánica Crol Reed, en un momento en que entran en crisis este tipo de películas más grandes que la vida misma , recrea en un estudio la Capilla Sixtina de El Vaticano y refleja, paso a paso, la evolución de una obra clave en la historia del arte universal. El hecho de que el film esté basado en un best-seller del momento no desmerece nada el resultado de la obra a la que se añade, a modo de prologo documental, un hermoso recorrido lírico-visual que enaltece la obra del gran artista florentino. Los dos actores principales, soberbios (¡incluso Heston lo está!), realzan la visión de un tiempo, el renacimiento, cuyas claves se nos intenta transmitir no siempre con acierto. Por lo demás, el duelo interpretativo entre el papa Julio II y el escultor Miguel Angel está muy bien reflejado y dota a la película de veracidad histórica así como ese Vaticano de cartón piedra que crece bajo la tutela de Bramante. Buena lección de historia, buen guión, buena película… y buena música. ¿Qué quieren que les diga? ¡Viva el neoplatonismo y el número aureo!