El testamento del Dr. Mabuse
Sinopsis de la película
Al inspector Lohmann lo llama por teléfono un antiguo miembro del Departamento de Policía para denunciar un caso de falsificación. Sin embargo, antes de que pueda testificar y revelar los detalles del delito, se vuelve loco a causa de un atentado. Las investigaciones de Lohmann en seguida lo conducen hasta el doctor Mabuse, pero el famoso criminal hace años que está recluido en una clínica mental, cuyo director, el doctor Baum, es un eminente psiquiatra que se ha dejado fascinar por el genio de Mabuse y por su legado: una especie de testamento donde describe el camino que hay que seguir para fundar el Imperio del Crimen.
Detalles de la película
- Titulo Original: Das testament des dr. Mabuse
- Año: 1933
- Duración: 122
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Opinión de la crítica
8
97 valoraciones en total
Yo no sé si el bueno de Fritz era más afín a la psique del inspector Lohmann (uno de los mejores ejemplares del género detectivesco que yo recuerde) o a la del doctor Mabuse (una mente criminal, megalómana y de alta precisión), pero el caso es que al director alemán le fascinaba bucear por los oscuros cerebros de esos seres a caballo entre la aberración genial y la simple locura homicida.
En esta penúltima entrega de la saga de Mabuse, Lang añade un original ingrediente en forma de testamento literario a la historia del célebre doctor. El principio podría considerarse perfecto, si no fuera por la estridencia insoportable del sonido. Y luego, pasada la primera media hora, todo se nos antoja demasiado obvio y la película decae, entre chispazos de genio y escenas que bordean peligrosamente lo ridículo (esas apariciones espectrales, ay, el hombre detrás de la cortina, algunos personajes de opereta, el agua que abre un hueco en la tarima…). El espectáculo resultante entretiene, apenas inquieta, no espanta ni conmueve. Ver sin ser visto, el miedo y la demencia, la confrontación de dos mentes analíticas, la idea de utilizar una misma celda del manicomio para los sucesivos inquilinos que la necesitan, todo eso está la mar de bien. En cuanto a las supuestas dotes premonitorias de Fritz Lang sobre lo que vendría a ser la atroz política de Hitler, creo que se han exagerado en demasía. El doctor Baum es, en efecto, un nazi convincente, pero yo no me atrevería a ir más allá.
Dejando al margen la devoción de Lang por la teratología, me quedo con la intriga que no intriga y entretiene.
Los postulados de cualquier sistema totalitario están aquí.
El demente doctor Mabuse, recluido desde hace once años en una clínica psiquiátrica regida por su admirador el profesor Baum, ha empezado a escribir febrilmente tras un prolongado silencio. Llena páginas y páginas con instrucciones detalladas para sembrar el terror a nivel internacional y así imponer el Imperio del Crimen. Robos de bancos a gran escala, ataques masivos a plantas químicas, fábricas de divisas falsas para inundar el mercado monetario y hundir la economía mundial, actos terroristas indiscriminados con el único propósito de extender el caos, la confusión y el miedo, las formas más eficaces de someter a la gente. El inteligente y superdotado Mabuse, con su extraña capacidad para dominar las mentes, soñaba con dominar el mundo e imponer su reinado de maldad, hasta que sus acciones fueron truncadas por la policía y él fue a parar al psiquiátrico, con el cerebro completamente trastornado.
Ahí no se detuvo la maquinaria, porque muerto el perro no se acabó la rabia. El legado de Mabuse sigue cobrándose adeptos una década más tarde de su detención, tal y como la policía, encabezada por el sagaz comisario Lohmann, sospecha al investigar una serie de crímenes que están salpicando la ciudad.
Los secuaces contratados para las fechorías, organizadamente distribuidos en bandos y misiones concretas, no conocen a su jefe, sólo escuchan sus órdenes al otro lado de una cortina. Todos ellos son mercenarios de diversos pelajes movidos por el olor de la paga que reciben. Uno de ellos, Kent, es un pobre desgraciado que cometió el mayor error de su vida y que, desesperado por no encontrar empleo, tuvo que caer en lo más bajo al entrar en las bandas del misterioso Mabuse que es quien parece controlarlo todo. Otro motivo por el que las multitudes se sienten asquedadas y soliviantadas: el desempleo y la pobreza, aquí sugerido como un importante medio para socavar la voluntad general y preparar el camino al Terror. La prueba es que Kent tuvo que dejar de lado sus escrúpulos y convertirse en delincuente para poder ganarse la vida. Por ahí se comienza a minar los espíritus, a corromperlos. Pero a Kent le queda una esperanza: se ha enamorado de una buena chica que está dispuesta a lo que sea para salvarlo. Aquí el amor se presenta como rival poderoso para contrarrestar los efectos destructivos del mal.
Existe el supuesto que Lang con esta película avisa del peligro nazi que por aquellos tiempos se asentaba en Alemania. En boca del mismo Lang no van por ahí los tiros, sino que se centra más en el poder de convicción de aquellas personas oportunistas que saben aprovechar las grandes catástrofes para hacerse con el poder. La cinta fue prohibida primeramente por sus anuncios de caos y destrucción de ciudades alemanas, y el doctor Mabuse al final pasaría como el siniestro y manipulador Hitler hipnotizando a las masas para servirse de ellas.
Pero lo realmente fantástico de este film es la historia de ese ser prodigioso, el doctor Mabuse, del tipo de otros seres extraordinarios aparecidos en Alemania con anterioridad como Nosferatu o Fausto, gente con contactos malignos en el más allá. Su mensaje está escrito en claras y concisas instrucciones, son las normas a seguir para propagar la destrucción total y posteriormente controlar las masas rendidas y temerosas con la idea de hacerse con el poder del mundo. Uno de los primeros criminales habidos en las letras y en las pantallas con esas aspiraciones.
Para ello recluta a gente mafiosa, falsifica dinero en grandes cantidades, promueve el terrorismo y sobre todo, usa su infalible método hipnótico. Fascinante. Todo un prodigio de maldad y meticulosidad. Pero contra él está el valiente comisario Lohmann. A la hora de la acción es rápido como el rayo pero Lang imprime largas pausas en ciertos momentos para que podamos conocer su fuerte personalidad y su carácter.
Acción, asesinatos, trampas e imágenes impactantes en una película asombrosa.
Pues eso: no es la primera secuela de la historia del cine pero es mejor que la primera parte, El testamento no se ve lastrada por la desorbitada duración del primer Mabuse (casi 4 horas y media frenta a unas 2 horas de esta) y la década transcurrida entre las dos también ayuda a mejorar: añade el sonido con todas las posibilidades intersantes que permite, el montaje es mejor (está muy bien el que a medida que se acerca el climax final haya acciones paralelas y un montaje más rápido), y vuelve a introducir al personaje del doctor Lohman de M.
La película tiene cosas aciertos muy apreciable, como el hecho de potenciar más los aspectos de thriller y abandonando los elementos esotéricos de la primera aprte, o como la escena inicial (muda, aunque paradojicamente con un sonido ensordecedor de la imprenta) o la persecución de coches noctura. De hecho son aciertos apreciables porque era de las primeras veces que se hacían en la historia del cine, y luego se imitarían hasta la saciedad.
Sin embargo no es suficiente: no pasa de ser una película regular, interesante pero alejada de otras obras del autor, tanto anteriores (mudas) como posteriores ¿Si le dieramos a esta película una nota de 7 u 8, que habría que darle a M, Furia, Los Sobornados, La mujer del cuadro, perversidad…?
No, lo siento, aún reconociendole sus méritos, por tempranos en la historia del cine, me niego a ajustar el nivel y la puntuación al año de produccción de una película: si el primer Mabuse era la prehistoria, esto es historia antigua, y ambas como tales deben ser tratadas: piezas de museo dignas de estudio y referencia por lo que supusieron, pero no obras maestras a la altura de otras posteriores.
En cuanto a la anticipación del nacismo… bueno muy cogida por los pelos la veo. Creo que si Gobbles hubiese pensado eso no es que hubiera prohibido el estreno en Alemania como ocurrió, sino que Lang en vez de abandonar el país habría acabado en un campo de concetración. Además aunque Lang era anti-nazi, su mujer y co-guionista, Thea von Harbou era simpatizante y miembro del partido: no creo que con la trama pretendiera criticar al partido nazi
Conservando el tenso desarrollo de la primera parte y aprovechando las ventajas del sonido, ofrece los mejores momentos de la saga: la impresionante escena inicial, la llamada desesperada de Hofmeister y la trampa mortal en la habitación precintada, pero eso de que el doctor dirija desde la distancia y, peor aún, lo de su ente fantasmal y aspecto de pingüino, me parecieron detalles mucho menos elegantes que lo de la hipnosis de la primera parte.
Se ha escrito muchísimo sobre la crítica al nazismo, y creo que precisamente esto es lo que ha llevado a muchos críticos a tenerla en consideración más alta que la anterior entrega. Pero no me importa, pues ambas son magníficas películas.
Ofrece otro guiño muy interesante para los que somos cinéfilos: una nueva aparición del gordo Lohmann tras haber perseguido al vampiro de Dusseldorf.