El tambor del Bruch
Sinopsis de la película
En Cataluña, en la zona del Bruch, mientras los somatenes (grupos de guerrilleros) se enfrentan a los franceses, un niño hace sonar su tambor. El sonido multiplicado por el eco de las montañas hace que el ejército francés huya despavorido, creyendo que está a punto de llegar un gran ejército.
Detalles de la película
- Titulo Original: El tambor del Bruch
- Año: 1947
- Duración: 71
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Opinión de la crítica
Película
4.5
91 valoraciones en total
España venía de una guerra en la que tenía a Francia como aliado en 1807 contra Protugal, en 1808 se vuele el panqueque, España, Portugal y Reino Unido batallan contra Napoleón… En la armada de Cataluña en contra de Francia, me ha gustado el personaje desinteresado, Carlos Agostí que es tratado como traidor, que una dama lo utiliza como salvoconducto para liberar a su padre, y por último uniéndose a la causa en la Batalla del Bruchdio.
Curioso que actúe el bandido del viejo oeste Fernando Sancho, buenos episodios de tensión, la milicia implacablemente cruel, desalmada, con muertes a mansalva, el caudillo es el típico matón de barrio, pendenciero, gracioso, Juan de Landa, traición con Ana Mariscal, decente film bélico.
No es esta obra de Iquino una mala película, al menos no en un sentido estricto, pero su calidad final se resiente notablemente por culpa de esos vicios inherentes a tantas y tantas producciones de época del periodo franquista: el amor incondicional a la patria, las rancias manifestaciones sentimentales, un afán discursivo terriblemente molesto, la moral cristiana imponiéndose sibilinamente, etc.
Si no llega a ser por ese tercio final tan desafortunado, donde afloran diálogos panfletarios y una sonrojante exaltación patriótica (me imagino al generalísimo masturbándose con ella), El tambor del Bruch se llevaría por mi parte un aprobado más que holgado. No es sólo que demuestre solidez y fluidez como relato de aventuras bélicas, con su héroe individualista manejándose entre facciones rebeldes opuestas, sino que también revela cierto talento en el manejo de múltiples recursos cinematográficos, caso de los elegantes movimientos de cámara o de esa iluminación opresiva y hasta expresionista, especialmente en escenas de interiores (la atmósfera que se respira durante el juicio popular recuerda tímidamente a la de M , del maestro Lang).
Lo dicho, una pena tirar todo esto por la borda de tan mala manera… Aún así, es una cinta curiosa que bien podría complementar a la proteica y más conseguida (aunque también algo maniquea) Bruc, de Daniel Benmayor.
Lo mejor: su atmósfera renegrida, fuerte.
Lo peor: el tramo final, alarmantemente obvio.