El rostro
Sinopsis de la película
Suecia, mediados del siglo XIX. Dentro de un vehículo sumergido en la niebla, viaja una compañía de artistas ambulantes, cuyo jefe es el doctor Vogler, mago e hipnotizador que va acompañado de una anciana bruja, experta en pócimas de amor, y de su mujer y ayudante. Al pasar por una ciudad se convierten en el blanco de las burlas y humillaciones de un comité encabezado por el cínico doctor Vergerus, un médico que le pide a Vogler una representación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ansiktet
- Año: 1958
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
7.4
31 valoraciones en total
Me considero un cinéfilo perteneciente al reducido grupo de los desencantados con el cine de Bergman. En mi subgrupo no es que critiquemos lo abstracto, lo inmaterial, lo intelectual …, es que también nos parece muy importante la forma que tiene el artista de transmitir sus inquietudes. Nos hipnotizan, en la mayoría de las ocasiones, los estilos de Kurosawa, Buñuel, y ¿por qué no incluir a John Ford, Satyajit Ray, Chaplin, Eastwood, Malick, Ki-Duk, Vittorio de Sica…? Que muchos de sus trabajos te absorban en una primera visita no quiere decir que no haya segundas intenciones en ellos, ni que sus reflexiones sobre la vida, la muerte y el hombre sean menos profundas, ni mucho menos que posteriores revisiones no aporten nada nuevo.
A mí Bergman no me suele impresionar tanto como a vosotros porque su narrativa me parece peor que espesa. En este sentido prefiero a Tarkovsky y a Dreyer.
En realidad esta historia tenía muchas posibilidades, pero al director le es imposible desprenderse de su estilo pretencioso. Leo la sinopsis y parece que me estuvieran hablando de otra película más dinámica, más vigorosa, menos teatral, menos discursiva. Con esta propuesta no logra que me interesen demasiado los personajes, y yo considero fundamental la implicación del espectador en cualquier tipo de obra.
Su sentido del humor no me hace ninguna gracia. El juego con las pócimas, aun sin desnudos, parece sacado del cine español de destape.
Tampoco me parece que los actores estén tan inconmensurables como se menciona por ahí.
Por lo menos la sorpresa final arregla muchas de las cosas que a priori parecían estúpidas. Me gustó la parte de la representación, y también el acoso entre tinieblas del fantasma de Voglers.
En esta cinta, Ingmar Bergman se recrea en algunas de sus obsesiones: el misticismo y lo inmaterial vs. el racionalismo y escepticismo (la ciencia, en definitiva). Evidentemente, están también las archisabidas referencias a la muerte, los bajos instintos y la búsqueda de refugio en esos ¿artificios? místicos a los que recurrimos ante la desesperación de la extinción de la propia existencia. Todo confluye en un final extraño, cercano al género de terror (acertada la vinculación entre esta película y Edgar A. Poe, su desenlace parece sacado de uno de sus relatos).
Los temas, por tanto, son variopintos. Los sucesivos encuentros de los personajes (todos aportan algo) sirven para que se vayan planteando cuestiones, a veces incluso empleando, cosa rara en el sueco, el sentido del humor. Especialmente interesante es la reflexión (latente durante todo el metraje) sobre el cine. Son varias las ocasiones en que el vínculo entre lo narrado y el propio cinematógrafo es evidente, haciendo patente la reflexión sobre el cine como truco o ilusión. Para gozar del cinematógrafo (del arte en general) hay que entrar en ese juego del engaño y de la cuarta pared.
La realización, la iluminación y el blanco y negro (con mucho contraste y nitidez) potencian un cierto expresionismo, acrecentado por los afilados primeros planos (sobre todo de von Sydow) y un cierto preciosismo en la forma de corregir, mediante leves pero agudos movimientos, las posiciones de la cámara. Una película por ello a ratos recargada y gótica, tramposa en su parte final, pero que ensambla perfectamente fondo y forma.
En todo caso con Bergman, Tarkovski y tantos otros autores, es más relevante la conexión emocional que la pura comprensión. Siempre defenderé que estas películas no son aburridas sino personales y, por tanto, difíciles (estamos accediendo al interior de una sensibilidad ajena y, probablemente, superior a la nuestra). Hay que hacer propias primero esas obsesiones (y no siempre el plano racional es el más adecuado o el único para ello) para poder valorarlas. Pero esto pasa en cine, literatura, pintura (la eterna y aburridísima discusión e incomprensión sobre lo abstracto). Búscate en lo que te cuentan, entiende los postulados que te plantean, y luego juzga. En caso contrario, corremos el riesgo de reducir lo que vemos a nuestras propias limitaciones.
Por eso aquello del nada es verdadero, nada es falso que tanto le gustaba a Bergman puede que cobre plena significación aquí y nos sirva como principio rector con el que acercarnos a su cine (sobre todo cuanto más nos acerquemos a su obra capital, Persona). Nada es verdadero, nada es falso , una ambigüedad que encaja perfectamente con el final de opereta de este film, que cierra burlesque el gran guiñol al que hemos asistido.
(Plano fijo)
En el rincón de la izquierda, la troupe Vogler:
– El rostro.
– El portavoz.
– El hermoso andrógino.
– La bruja bicentenaria.
(Contraplano)
En el rincón de la derecha, el trío Vergérus:
– El consejero de Sanidad.
– El cónsul.
– El jefe de policía.
Preside el encuentro el honorable Johan Spegel, un actor a caballo entre dos mundos.
(Plano cenital)
Presentación del combate, a cargo del propio Spegel:
No morí. Pero ya he empezado a aparecerme. En realidad quedo mejor como fantasma que como hombre. Me he hecho convincente. Nunca lo fui como actor.
(Plano medio, cruce de golpes)
Bergman (voz en off) hace audible el rostro de Vogler: En nuestra profesión, experimentamos a menudo que somos atractivos mientras llevamos nuestras máscaras.
Vergérus: Ustedes representan lo que más desprecio de todo. Lo inexplicable.
(Plano general, con Spegel, juez y parte, en el centro del cuadrilátero)
Johan Spegel: Hemos asistido a la actuación de Vogler, ¿un estafador que necesita ocultar su verdadero rostro?. Sin embargo, mi veredicto es que la fe de Aman/Manda (discípulo y mujer) redime al hombre y al artista. En consecuencia, considero que el combate ha sido nulo.
(Inserto: Recorte de prensa)
El combate prometía y, si bien no decepciona, tampoco colma las expectativas levantadas, muy a pesar de la tramoya y los espejos. Bergman, no tires la toalla, no te rindas. Tu cine es pensamiento y poesía.
Bergman explora dos de sus temas de siempre: la carga de la vida y la ¿liberación? de la muerte, de la forma que tanto le gusta, y nos gusta: el misticismo, las cargas personales, la tensas relaciones, pero además esta película incluye un tema oculto, que es la crítica cinematográfica.
Bergman, tuvo una pelea, muy comentada con un crítico en su época de director teatral, que según Bergman, lo venía persiguiendo, criticaba mal todas sus obras, entonces en un momento en un teatro, Bergman lo vio, se le acercó lo tomó de las solapas del abrigo y empezó a sacudirlo, no llegó a golpearlo, pero por supuesto el crítico hizo una denuncia a la asociación de críticos suecos, hubo una demanda, una fianza, lo habitual. En un reportaje que le hicieron a Bergman ya con 82 años, contó que le resultó dado que lo había dejado de perseguir este crítico pero que nunca había dejado de odiarlo por lo que le había hecho.
Aunque el crítico ya había muerto.
En esta película vemos la relación del mago-cineasta que hace uso de la ilusión, de la magia, para deslumbrar y se encuentra con una persona, un crítico-racional que lo persigue a través de toda la película hasta que recibe su merecido Luego del cual digamos que se recupera, pero ya no puedo criticarlo igual, y el mago recibe su compensación.
Tiene muchas lecturas más, el desencantamiento del mundo, el avance del racionalismo que va mostrando los trucos detrás de la magia, Bergman fue sincero, no quiso decir, si existe la magia, pero la magia no deja de tener su encanto, por más racionales que seamos.
De la estética qué más se puede decir, casi perfecto como siempre, las actuaciones, la fotografía, las sombras, el guíon, te sumerge en el cine como nadie. Yo la vi en un cine, en pantalla grande en un auditorio en realidad, hay muchos momentos atrapantes, tensos. Pero el mejor creo que fue ese momento de terror luego de la autopsia.
Y las miradas de Max von Sydow, el sutil pero no tanto, erotismo, el humor alegre, la elegante belleza de Ingrid Thulin, y la inigualable y deliciosa Bibi Anderson.
-Temo tu sonrisa, temo tu benevolencia
La primera vez que vi esta película quede muy decepcionado. (Por cierto el mismo día que En el Umbral de la Vida , que me encantó).
El Rostro era la película de Bergman que más ganas tenía de ver: por su magnífico casting, por ser una de las favoritas de Woody Allen, por todo lo que había leído aquí, por Von Sydow con ese look tipo Ming en Flash Gordon , por Ingrid Thulin guapísima haciéndose pasar por chico, por la siempre sugerente Bibi Andersson, por mi amado Gunnar Bjornstrand, por el ambiente de película de la Hammer, pensaba que lo tenía todo… y al ponerme a verla comenzó el desconcierto. No tenía muy claro si estaba asistiendo a una película de suspense o a una comedia teatral (lo que no me permitía disfrutar ni de los gags ni de la intriga) y luego tuve la decepción de que al final todo era un engaño, una comedieta disfrazada de otros géneros.
Jugar en dos campos temáticos tan opuestos a la vez es peligroso, porque puede pasar que no hagas ni gracia, ni crees suspense (aunque Polanski lo hizo de maravilla en El Baile de los Vampiros), o que engañes al espectador (como aquí ocurre) y al final se sienta defraudado precisamente por ese engaño, como me pasó a mí. Una revisión de la película (en su versión original) mejoró bastante mi impresión.
Ahora soy consciente de que El Rostro es una gran tomadura de pelo de Bergman. Una comedia teatral de misterio a través de la cual intenta demostrar al espectador que a veces los sueños y la magia pueden triunfar sobre la ciencia y el intelecto. No en vano, Bergman comentó que esta película era una broma acerca de la constante lucha que tenían algunos críticos de la época con su cine. La realidad contra la fábrica de los sueños, en la que él mismo es Vogler, Harry Schein (crítico de la época y marido de Ingrid Thulin) es el científico incrédulo, e Ingrid Thulin es Ingrid Thulin, siempre defendiendo la obra de su maestro Bergman frente a las críticas de Schein. Vista así, la película toma otra dimensión y gana muchos enteros.
Como mayor pega, pienso que (aunque El Rostro está muy bien ambientada y muy bien interpretada, con diálogos ingeniosos y ácidos) el humor y el suspense se resienten de estar raramente dosificados a lo largo del metraje. Bergman comentó que el guión original contaba con bastantes más gags cómicos de los que luego terminaron en el montaje final. Y es que, en otras de sus películas, como El Séptimo Sello, el humor y la metafísica se encuentran bastante más equilibrados. En El Rostro, la dosificación es más rara, quizás debido a que el tono sombrío de las escenas de suspense que envuelven a Max Von Sydow (con su sobrecogedora mirada) chonca brutalmente con el tono cómico de las escenas de vaudeville de las bodegas, por poner un ejemplo, haciendo dudar al espectador constantemente de a qué tipo de filme se está enfrentando.
En definitiva, una gran farsa, impecablemente realizada y muy entretenida, que mejora con cada revisión.