El romance del Aniceto y la Francisca
Sinopsis de la película
Es la historia de una seducción y enamoramiento entre dos personas de pueblo, en la provincia de Mendoza: Aniceto (Federico Luppi) y Francisca (Elsa Daniel), una chica decente y dulce, la santita del Aniceto. Pero el Aniceto también seduce a Lucía (María Vaner), apasionada y sexual, la putita del Aniceto. Cuando el romance se rompe, el Aniceto comienza a darse cuenta de lo que perdió.
Detalles de la película
- Titulo Original: Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más...
- Año: 1966
- Duración: 63
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Opinión de la crítica
Película
7
29 valoraciones en total
Poco se ha escrito sobre esta temprana obra de Leonardo Favio, segunda de la trilogía comenzada con Crónica de un niño solo (1965), y que termina con El dependiente (1969), sobre un cuento titulado El cenizo de su hermano Jorge Zuhair Jury, y que cuenta con un reciente remake del propio director. Hechas las presentaciones, no queda otra que embadurnarse las manos.
Parcos en palabras, los personajes se buscan y comprenden más con las miradas. Retrata así, el pueblo donde Leonardo Favio creció, pueblos de Mendoza donde hablar en exceso estaba mal visto y la gente se comunicaba más por supuestos. Existe una importancia en la obra, no sólo del silencio, también del sonido (que no ruido) que rodea a los personajes: los amaneceres con el canto de los gallos, el agua colándose en un botijo, el viento… A lo Bresson, podemos decir.
No existe pues, más trama que la que el largo título explica, ni existe más intriga que los primeros planos que compone Favio. Y ya es bastante. Conciso, sin alardes ni concesiones, Favio recrea el amor de un hombre (Federico Luppi) por dos mujeres: Francisca santita (Elsa Gabriel) –la mama-, y Lucía putita (María Vaner) –la puta.
En el fondo es la historia de siempre. Las dos formas de amar: el amor puro, la madre de los hijos, la mujer con quien estar, y el amor pasional y carnal, la locura, el deseo. De nuevo un triángulo tan viejo como el hombre. Entre los tres sobran los diálogos. Son meras formalidades. Cuando Aniceto echa a Francisca, está se despide con un escueto chao. Todo en esta película son sobreentendidos, y a base de sobreentendidos avanza la trama. El espectador tiene pues, que convertirse en un personaje más, porque las pistas que deja el director son escasas (alguna sí hay, como el anillo).
Las voces en off si tienen aquí un sentido práctico. Tanto a la hora de leer las cartas de Aniceto mientras Francisca espera, como los pensamientos ahogados del hombre. Y mientras, Favio nos muestra el pueblo, las tierras, la gente en la calle, los edificios, en definitiva, las costumbres del lugar que son ya, parte de la historia. También fuera de cámara empiezan los gritos finales en italiano, y poco a poco sube la cámara, recorriendo una vez más, cada piedra y cada sombra. Y sólo queda el horizonte, las llanuras y montañas de Mendoza, y esos gritos ahogados en lengua sinónima de progreso, de dinero en pueblos que se morían de hambre. Este Aniceto es una especie de Hurdes de Buñuel, pero hecho desde el recuerdo.
Conocí esta película de chico en mi infancia pero no la había visto y me la recomendaron así que decidí ver El Romance Del Aniceto y La Francisca y no está mal. Es una buena película pero le faltaron más diálogos, se hacía lenta y pesada pero la actuación del recordado Federico Luppi es buena.
María Vaner buena actuación y la dirección de Leonardo Favio es buena.
Es una buena película muy conocida y famosa.
65/30(26/02/21) Interesante mediometraje argentino al que me he acercado por la presencia de un joven Federico Luppi, alejado de sus canas habituales de cuando se hizo popular, con solo 30 años. Ello sumado a la buena puntuación FA que tiene, para una cinta dirigida por Leonardo Favio guionizada por él mismo junto a Carlos Flores sobre una historia del hermano del primero, Jorge Zuhair Jury, El cenizo: Obra que al parecer forma es la segunda parte de una trilogía de Favio, comenzada con Crónica de un niño solo (1965), y terminada con El dependiente (1969). Llama la atención la apenas hora de minutaje por la sencillez ascética de su narración, por su minimalismo, con muchos silencios, donde los sonidos cinegéticos tiene gran valor climático (el agua de una fuente llenando una jarra, el canto de gallos, una ventisca, unos disparos, los grityos desesperados de una mujer, …), muchas miradas, muchas elipsis, para un clásico (y manido) triángulo amoroso de un hombre (Aniceto encarnado por Federico Luppi) que en principio tiene el amor de una mujer pura (Francisca encarnada por Elsa Gabriel), cariñosa y de sentimientos nobles, pero él termina obsesionado por una ‘puta’, (Lucia encarnada por María Varner) mujer lujuriosa pero voluble de amores (me viene a la mente así de pronto el romance similar de Sangre y arena). Tiene su fuerte en emitir un estado de ánimo geosocial del lugar, enmarcando la acción en un árido pueblo argentino de la provincia de Mendoza, donde se transmite el calor ambiental, ello con escasos diálogos y parcas palabras, todo se supone, dejando como ente inteligente al espectador al que todo le es sugerido. Una historia tan simple como se toja tras su título, sin tensión, sin giros sobresea, donde prima la actuación contenida de un gran Luppi.
Historia de una doble seducción, el primero un amor noble y tierno entre los que dan título a la película, en el segundo es un amor carnal, pasional, libidinoso, sudoroso, impulsivo. Todo esto desarrollado a modo de sugerencias que calan en el espectador con apenas recursos frugales, todos vamos intuyendo lo que ocurre, con esos cigarros a la luz de la luna que interrumpen una noche de insomnio, ese enfrentamiento de miradas entre las dos mujeres en la fuente, con la alegoría siguiente de dos gallos peleando. Donde la infidelidad se da con el preludio festivo con un tema de Los Wawancó de fondo, el tórrido amor sexual se nos muestra con un plano cenita de la espalda de Aniceto acariciada por las manos de la amante. Y cuando llega la catarsis, todo se resuelve con un crudo ‘chao’ en primer plano. Pero Aniceto será presa de su arrogancia en un rush final de marcado sino desalentador.