El rey del tabaco
Sinopsis de la película
La acción se sitúa entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando Brant Royle (Gary Cooper), regresa a su pueblo natal, donde la poderosa familia Singleton domina la producción y el negocio tabaquero. Años atrás, el magnate de esta familia consiguió expulsar de allí a Brant y a su enfermo padre, debido al contacto que el joven mantenía con la hija del empresario (Patricia Neal).
Gracias al inventor de una máquina para crear de forma mecánica cigarrillos, y al apoyo económico de la antigua amante de Brandt (una enamorada Lauren Bacall), éste luchará obsesivamente por crear un gran monopolio tabaquero con el fin de vengarse por lo sufrido en su niñez y juventud, y poseer lo que nunca tuvo y tanto idealizó.
Detalles de la película
- Titulo Original: Bright Leaf
- Año: 1950
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
6.8
36 valoraciones en total
Notable melodrama realizado por Michael Curtiz (1886-XXX), según guión de Donald MacDougall, que adapta la novela Bright Leaf, de Foster Fritzsimmons. Se rueda mayoritariamente en el estudio montado en el rancho Calabazas, con un presupuesto de 1,8 millones de USD. Producido por Henry Blanke (El manantial, Vidor, 1949) para el Warner, es estrena el 16-VI-1950 (NYC). La acción dramática tiene lugar en Kingsmont, localidad tabaquera de Carolina del Norte, entre 1894 y 1901.
La interpretación corre a cargo de Gary Cooper en el papel de Brant Royle y Patricia Neal en el de Margaret Singleton, que habían encarnado a la pareja protagonista de El manantial con considerable éxito de público. Formaban entonces una pareja de hecho que mantenía su romance oculta tras la discreción y el silencio. El papel de Sonia Kovac, de 26 años, corre a cargo de una jovencísima y atractiva Lauren Bacall, todavía soltera. Brant es ambicioso, vengativo, obsesivo y poco escrupuloso. Alimenta en su interior rencores que le agrian el humor y le amargan el alma. Margaret es joven, hermosa, caprichosa, fría y calculadora. Sonia está dispuesta a sacrificarse por Brant, de quien está enamorada.
El guión es en mi opinión excelente. Cuenta una historia interesante, que cruza odios, orgullos, resentimientos, ambiciones, frustraciones y venganzas, que crean situaciones de niveles dramáticos muy satisfactorios. Combina afanes contrapuestos y en ocasiones enfrentados, en secuencias bien articuladas y explicadas con claridad y economía de medios. Los diálogos se distribuyen en intervenciones breves, inteligibles y en general contundentes, que respiran naturalidad. No falta un salpicado de humor ocurrente que da fluidez a la narración y aligera el peso de la tensión dramática.
El ritmo narrativo es vigoroso, como corresponde a una obra de Curtiz. La ambientación de época, en vestuario y decoración, se presenta muy cuidada y rica en detalles. La puesta en escena es dinámica y variada. En algunas ocasiones la cámara se coloca en el lugar de la pared frente a la que se sitúa el actor o actriz dando la espalda a los otros personajes que intervienen en la escena. De ese modo se consigue que todos los intérpretes miren a la cámara, como ocurre cuando el padre junto a su prima recrimina a Margaret que haya dirigido la palabra a un personaje odioso en la plaza del pueblo. Los temas que se tratan se refieren sobre todo a la insatisfacción que produce la ambición, la amargura que generan los afanes de venganza y las frustraciones que acarrean los odios obsesivos. El elogio que se hace del consumo de cigarrillos se ha de enmarcar en la época de producción del film.
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170/08(13/08/18) Sugerente melodrama con efluvios a Lo que el viento se llevó (se puede entender el rol masculino de Brant un pseudo-remedo del femenino de Scarlett), por la época, el marco sureño, la mansión colonial, y por los triángulos amorosos. Dirigida por el húngaro Michael Curtiz (nombre de nacimiento Manó Kaminer), con guión de Donald MacDougall, adapta la novela homónima Bright Leaf (1949), de Foster Fritzsimmons (La trama se basa libremente en la rivalidad de los magnates del tabaco Washington Duke y John Harvey McElwee en Carolina del Norte). Cinta que aborda temas como la codicia, la sed de venganza, la frustración, la obsesión, la idealización del amor, el odio patológico, ello en un arranque potente, siguiendo el manual del tipo que de la nada se eleva a los altares de las grandes fortunas y por el camino se corrompe, pero que a medida que avanza las situaciones suceden a toda prisa, con elipsis cortantes que impiden los personajes se desarrollen adecuada y gradualmente. En el papel del protagonista Brant Royle está Gary Cooper y Patricia Neal en el de su interés (obsesivo) amoroso Margaret Singleton, que habían encarnado a la extraordinaria pareja protagónica de El manantial (1949), formaban entonces una pareja de hecho que mantenía su romance oculto tras la discreción y el silencio. El papel de Sonia Kovac, de 26 años, corre a cargo de una jovencísima y atractiva Lauren Bacall. El título proviene del tipo de tabaco cultivado en Carolina del Norte después de la Guerra Civil estadounidense. El elogio que se hace del consumo de cigarrillos se ha de encuadrar en la época de producción del film, asimismo el modo bastante racista en que se trata a los pocos afroamericanos que aparecen ídem (no por ello menos criticable). La acción dramática tiene lugar en Kingsmont, localidad tabaquera de Carolina del Norte, entre 1894 y 1901.
Film interesante, con momentos álgidos de intensidad, pero cuando termina te das cuenta de que ha sido de poco calado emocional, que apenas te ha rascado, y es que todo resulta previsible, y los personajes se definen al principio y luego no tienen apenas arco de desarrollo. Toda la catarsis es la máquina de liado de cigarrillos, y con ella el golpe de suerte de un resentido, que aliado a un par de socios (un vendedor de crece-pelos que aparece de la nada, y el creador de la máquina) que son simples esbozos, y a la (hermosa) financiera (mujer florero que espera una y otra vez que su tortolito le dé un besito y le diga le quiere), suben como la espuma en su poder económico, pero por el camino todo resulta un tanto trepidante, y las acciones son arrolladas por las prisas, ejemplo es que nunca sabemos de dónde le viene el odio al Mayor Singleton hacia los Royle, simplemente por imperativo guionístico, estas motivaciones hubieran dado más fondo al mejor de los personajes, y a la vez habría contribuido a dar solidez a la historia, como tampoco sabemos el porqué de la inquina de Margaret a Sonia, simplemente porque sí, este error se aumenta cuando la película no nos regala ninguna escena de las dos rivales en un duelo de gatas. Aunque es de alabar el modo sutil en que contrapone a las dos mujeres, Margaret es la caprichosa heredera de una fortuna sureña, pícara, fría, se le supone de buenos modales en su educación, pero es una víbora con sonrisa cautivadora, frente a ella (pero nunca juntas) Sonia, todo lo contrario, es una empresaria que lleva un exitosa prostíbulo, enamorada fervientemente de Brant, abnegada, noble, digna, dos caracteres contrapuestos con el vértice que las une de Brant, como lo son el del Mayor y Brant, el primero representa los valores sureños ancestrales y conservadores, reacio a la modernización y los avances tecnológicos, no saber adaptarse a los nuevos tiempos será su perdición, frente a él Brant, ejemplificando los nuevos tiempos, el saber amoldarse al futuro, el Sueño Americano por excelencia, pero con ello perdiendo las nobles tradiciones sureñas.
La película se desarrolla a ritmo demasiado rápida, incluso desbocado en algunos momentos, ello en un primer tramo en el que se suministran desengrasantes dosis de humor, pero pasado el primer tercio este tono se difumina para dejar paso al melodrama crudo, ello con personajes estereotipados, sin demasiadas aristas de complejidad, se les ve venir, no hay giros o transformaciones, quedando una cierta sensación de déjà vu, hasta desembocar en un final con cierto halo a la ya mencionada Lo que el viento se llevó, pero que no te remueve emocionalmente.
Gary Cooper da bien con el carácter convulso-impulsivo-rencoroso de Bran Royle, teniendo una química especial con patricia O’Neal, teniendo entre los dos momentos de tensión latente, lástima que su personaje sea tan arquetípico, Patricia O’Neal como Margaret exhibe esa belleza gélida-magnética similar a la de El manantial, papel de empuje y rabia que borda, Lauren Bacall tiene como Sonia un rol bastante apocado en su abnegación amorosa a su idealizada Brant, le faltan aristas, aunque le sobra beldad, Donald Crisp como el Maj. James Singleton da el mejor rendimiento de todos derrochando carisma y regio porte, te crees su soberbia y orgullo desmedido, siendo protagonista de uno d elos grandes momentos del film (spoiler).
Una hermosa mañana, mientras caminaba por un parque de Medellín, me encontré con un viejo amigo que lucía el cabello desordenado, unas inmensas ojeras de trasnocho y un necio aire de complacencia. Me miró a los ojos, esbozó una sonrisa, y exclamó jactante: ¡Cardona, llevo bebiendo tres días seguidos!. Viendo su actitud, sin pensarlo siquiera, y quizás con improcedencia, tan solo se me ocurrió preguntarle: ¿Te sientes orgulloso de eso o estás avergonzado? Mi amigo se quedó estupefacto, no moduló palabra alguna y se marchó en silencio.
Creo ahora que, a un Rey del Tabaco, le haría con mayor gusto aquella misma pregunta. Pues, ejerciendo una labor como esa, cómo caminar por las calles y ver indiferente a decenas, cientos o quizás miles de personas que, con cigarrillos y puros, cada día van gestando un terrible proceso canceroso. Y todo porque se comieron el cuento, made in Hollywood, de lo seductor que se luce con un cigarrillo en la boca… ¡Qué bueno que observaran en los obituarios, la extensísima lista de estrellas que han fallecido víctimas de enfisemas pulmonares!
Este particular sentimiento, despertó en mí una rara prevención contra este filme cuando, al leer su sinopsis, me enteré de que el protagonista estaba relacionado con las tabacaleras. Y de no ser porque lo dirige un cineasta de mi más alto aprecio como lo es Michael Curtiz, quizás no lo hubiese visto nunca. Pero ahora siento que valió la pena e incluso me animo a recomendarlo, pues recrea con acierto el ascenso y caída de un hombre que tan sólo buscó el éxito y el poder para cobrar venganza. Y con la misma fuerza que él logra salirse con la suya, el destino lo pone en un sendero del que no consigue sustraerse hasta que el búmerang regresa y da en el blanco.
Es entonces, cuando se reconoce que la vida fue buena con nosotros, que tuvimos oportunidad de elegir lo correcto y lo satisfactorio, y que se nos mostró un camino más digno y más humano. Pero, cuando nos puede el orgullo y el deseo de desquite, las desgracias se abren paso y el dolor penetra en nuestras entrañas. Y no hay otro responsable diferente a uno mismo, porque lo viste, pero no entendiste, pudiste, pero no lo hiciste, se te dio, pero no lo tomaste.
El filme de Michael Curtiz, aunque no puede ubicarse en la lista de sus más loables realizaciones, es positivo porque es coherente con las leyes existenciales y porque deja muy bien trazado un sendero que, en casos como este, ha de lucir siempre teñido de un triste gris.
Eficiente presencia de Lauren Bacall, Patricia Neal y un correctísimo Gary Cooper dándose el gusto (y el disgusto) de vivir en doble partida, su intenso romance con su bella compañera en El Manantial.
Título para Latinoamérica:SEMILLAS DE VENGANZA.