El protegido
Sinopsis de la película
Tras un accidente de tren, todos los pasajeros resultan muertos, excepto David Dunn (Bruce Willis). Elijah Price (Samuel L. Jackson), un misterioso desconocido, le plantea una extraña hipótesis que explicaría por qué David ha salido indemne del accidente, pero esta explicación, de ser cierta, podría cambiar para siempre la vida de David y la de su familia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Unbreakable
- Año: 2000
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
Película
6.7
92 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Andrea Havens
- Anthony Lawton
- Bostin Christopher
- Bruce Willis
- Chance Kelly
- Charlayne Woodard
- Damian Young
- Davis Duffield
- Eamonn Walker
- Elizabeth Lawrence
- Firdous Bamji
- Greg Horos
- James Handy
- Johanna Day
- John Patrick Amedori
- Johnny Hiram Jamison
- Jose L. Rodriguez
- Julia Yorks
- Laura Regan
- Leslie Stefanson
- M. Night Shyamalan
- Michael Kelly
- Richard Council
- Robin Wright
- Samuel L. Jackson
- Sasha Neulinger
- Sherman Roberts
- Simms Thomas
- Spencer Treat Clark
- Susan Wilder
- Ukee Washington
- Whitney Sugarman
Siempre me gustaron los juegos malabares. Por mi cuenta, practicaba en casa con pelotas de tenis tratando de mantener 3 casi flotando en el aire o en el bailoteo síncrono tan peculiar que veía en los espectáculos televisivos. Siempre fracasaba, siempre se caían al suelo del patio, y después de unas decenas de intentos, lo dejaba estar.
Un día, en una feria, conocí a un tipo que enseñaba. Así que aproveché la ocasión y junto a un montón de niños, empecé a practicar con él. Empezamos con lo fácil, con 2 bolas. Primero lanza una bola con perfecta trayectoria curva, y cuando ésta esté en el punto más alto, lanza la otra en una trayectoria más pequeña y con cuidado de que no choquen en el aire, me dijo él. Era muy importante, hacía hincapié, que estuviera sólo pendiente de un buen lanzamiento, y que no me preocupara de recibir la bola con la otra mano. Así empecé a practicar. Primero lanzaba con la mano derecha, y estando muy pendiente de la trayectoria de la bola, lanzaba la de la mano izquierda justo cuando la primera abandonaba el cenit y empezaba a bajar. Me concentraba tanto en lanzarlas bien, en parábolas perfectas, que irremediablemente mis manos torpes no daban para más, y las dos bolas caían siempre al suelo. Todo esto, al principio, era muy contradictorio: en la educación infantil se penaliza muchísimo dejar caer algo al suelo. Siempre que se cae un plato, uno esconde el cogote esperando una colleja de su madre, y debido a esta educación, al principio de mi aprendizaje, hacía ademanes con las manos tratando de que no cayeran al suelo las dos bolas. Una vez corregido este hábito, se me ocurrió practicar, ya en mi habitación, al pie de la cama, así las bolas caían en la cama y no tenía que doblar tanto el espinazo para recogerlas.
Después de practicar bastante, ya mis lanzamientos perfectos, descubrí que apenas tenía que mover las manos para coger las bolas, pues las bolas caían sobre ellas, entonces me atreví con 3 bolas, y empecé a hacer auténticos juegos malabares. Lo dicho, siempre concentrado en un buen lanzamiento: si lanzas bien, la bola caerá suavemente en la mano.
Creo que a Tarantino le enseñó a hacer cine un malabarista. Él se preocupa de lanzar unas propuestas interesantes y atractivas. Luego, con unos diálogos divertidos, te mantiene durante todo la trayectoria del metraje interesando, cobijado y a gusto, disfrutando de una buena película. El final apenas importa. En el cine de Tarantino uno no busca un final rebuscado ni magistral. Simplemente llega, como consecuencia de una trama bien pensada desde un principio. Shyamalan, por el contrario, empieza a crear las historias desde el final, se centra en recibir bien la bola. Pone mucho empeño en cerrar una trama de manera genial, y luego desde el final va construyendo la trama a su alrededor. En esta película El protegido, hace un homenaje al mundo del cómic y sus mitologías. Y lo hace magistralmente. Es otra manera de hacer cine (o malabarismo).
Es probable que la descripción del entorno del protagonista falle en relación a su film anterior (o, al menos, que el golpe de efecto no sea tan eficaz). Aparentemente, trata de imitar el modelo de la exitosa El sexto sentido tanto en el giro final como en el sello estético ya reconocible de este cineasta (largos y flotantes planos secuencia, narración pausada y minimalista, interpretaciones hieráticas…).
Pero la película tiene entidad propia más allá de comparaciones con éxitos previos de Shyamalan. Y para descifrarla hay que ponerla en su contexto, valorando así la reflexión que incorpora sobre la ficción de los cómics, sus mitos, clichés y su naïf universo.
No solo define, con bastante conocimiento de los entresijos de estas historias (sin llegar a la profundidad de ‘Watchmen’, por supuesto, que es la biblia en esas lides), un superhéroe sombrío y realista, sino que le da una vuelta de tuerca rastreando los grandes tópicos de las editoriales Marvel y DC: el profundo maniqueísmo comiquero del bien y el mal, la importancia del disfraz y el alter ego, el sentido de la responsabilidad, la enfermiza obsesión del villano…
Dotar de realidad y verosimilitud a este tipo de clichés es complicado (siempre hablando del formato cine, en cómic existen muchos productos adultos, aunque traten de personajes enfundados en mallas de colores: el ‘Daredevil’ de Frank Miller, la etapa de Animal Man de Grant Morrison o Miracleman de Alan Moore, por citar algunos). Y ese tratamiento más maduro y veraz es especialmente difícil, además, si no tienes el paraguas y el atajo del que ha disfrutado recientemente Christopher Nolan con un personaje casi arquetípico (Batman). Reconozco por ello que el final de ‘El protegido’ puede parecer forzado en su búsqueda desaforada del giro último en su desenlace, pero no es menos cierto que ese final termina por encajar piezas y homenajear (casi de forma metalingüística, mediante un personaje que interpreta el mundo a través de los cómics) la lógica del enfrentamiento héroe-villano.
Muchos superhéroes tienen un archienemigo (el Joker, Cráneo Rojo, el Duende Verde, Loki, Lex Luthor…) que es el reverso, la otra cara de la misma moneda. La némesis o el antagonista que les explica y justifica. Un enfrentamiento de contrarios que, pese a todo, se complementan (tanto en el plano psicológico como en el físico, no es al azar el contraste resistencia-fragilidad de los dos protagonistas). Por ello, este argumento y su desenlace pueden decepcionar a alguien poco aficionado a la mitología superheróica o que solo se aproxime a ella mediante el cine (que siempre reduce e infantiliza las historias en papel), porque valorará la película como un thriller de corte fantástico y punto pelota. Obviando que, además, el film es también una estupenda reinterpretación del héroe y su enemigo −una casi ontología de un tipo de personaje de ficción− que pone el foco en esas personalidades entrelazadas, complementarias y predestinadas que se necesitan la una a la otra para justificar su propia identidad. La mejor forma de utilizar unos postulados a priori pueriles para darles una relectura de cierta seriedad y oscura trascendencia, reflexionando sobre la lógica interna que desde siempre ha configurado la estructura de este tipo de historias −su ficción narrativa− y este tipo de personajes.
La mejor manera de explicar que el Joker necesita a Batman. Y que el Capitán América lo es porque existe Cráneo Rojo.
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«Vengo a hablar. He estado pensando últimamente, sobre ti y sobre mí. Sobre lo que va a ocurrirnos al final. Nos mataremos el uno al otro, ¿verdad? Puede que me mates. Quizás te mate yo antes (…) Solo quería sentir que había intentado hablar las cosas y evitar que ocurran». ‘Batman: La broma asesina’ (Alan Moore y Brian Bolland, 1988).
Te levantas todos los días. Vas a trabajar. Realizas las mismas tareas. Hablas con la misma gente. Te haces la comida. Le haces un corte de mangas imaginario al capullo de tu compañero de piso. Limpias la casa. Lees un poco de esa novela que lleva cinco meses en tu mesilla de noche. Ves una película. Duermes.
El ciclo (el círculo) renace y pasa el tiempo y llega un día en que te levantas como todos los demás y te das cuenta de que has empezado a deambular por un mundo fantasma. Este día, aunque no puedes saberlo fue el día en que abandonaste la Búsqueda. Fue el día en que cruzaste el meridiano y perdiste la esperanza. No hay mensajes escondidos, ni personas especiales ni sucesos inesperados y mágicos. Esto es lo que tenemos y te lo comes porque no hay más remedio.
Pero no siempre.
Puede que El protegido nos esté hablando de la génesis de los mitos a través de la historia, es una posibilidad.
Puede que El protegido nos hable de la reencarnación, las fuerzas fatales del destino, del ying y el yang, de las fuerzas negativas y las fuerzas positivas.
Pero también puede que Elijah Price, ese patético y enfermizo amante de los cómics obsesionado por David Dunn, el Irrompible, seamos nosotros en la desesperada búsqueda de algo excepcional, inesperado, imposible que nos confirme que la vida no era eso, que hay cosas escondidas, que merece la pena seguir intentándolo. Elijah Price se diferencia del resto en que convierte la búsqueda en su elección de vida. Al precio que sea. Y no con los mejores medios. Pero nunca se rinde. A pesar de su fragilidad, de ese mundo de azules y grises. Porque está acercándose a Algo.
Y es por eso que esta película es única y hermosa y perfecta. Porque está hecha por y para aquellos que nunca han dejado de buscar, para todos los Elijah Price iluminados y tristes que parecen sobreescritos sobre los renglones torcidos de una vida de mierda, pero que cuando llega el momento están preparados como nunca lo estará nadie y puede que David Dunn sólo sea un tipo tremendamente saludable y puede que Elijah Price no sea más que el dueño de una tienda de cómics, enfermo y desgraciado pero la fe, amigos, la fe es lo que separa a veces a un hombre de un insecto. La fe es la clave de todo.
La fe y los nombres.
Si de algo adolecen las múltiples adaptaciones de cómic a la gran pantalla es de ausencia de verosimilitud. No es que los cómics planteen situaciones realistas, lo que pasa es que dentro del contexto de la viñeta no sorprende ver a un tipo con mallas lanzando rayos por los ojos, es más es lo que el público demanda y además resulta creible. El problema surge en su traslación a la gran pantalla, ya que al intentar adecuarse al formato sucede que por un lado el seguidor habitual se siente traicionado al no ver reflejado el concepto original y por otro el neófito puede palidecer de vergüenza ante argumentos y situaciones tan pobres.
Así pues Shyamalan se embarca en proyecto de doble dificultad: Tiene que conseguir articular una historia realista sobre el nacimiento y toma de conciencia de un superheroe y por otro superar el síndrome del Sexto Sentido , que consiste en no defraudar a un público ansioso de emociones al límite y de giros finales sorpresa.
Por desgracia hay que decir que este último objetivo no se consiguió totalmente ya que El Protegido no consiguió despertar el mismo interés que su anterior obra, es más generó más odios e incomprensión que aceptación entre los espectadores.
Pero todo ello se podría considerar pecata minuta si tenemos en cuenta lo que ofrece este film. Nos encontramos ante lo que quizás de aquí un tiempo llegará a ser considerado como un clásico del cine. Es muy difícil encontrar un film que analize tan bien las complejidades de los seres humanos, que hable de conceptos tan duros como la incomprensión, el rechazo, la renuncia, el autodesprecio y finalmente el triunfo que supone librarse de los traumas que impiden desarrollar de verdad quien realmente somos. Y todo articulado mediante un complejo pero sutil juego de confrontación, como si se tratara de una persona que se mira al espejo rechazando la imagen que ve pero sabiendo que por más que no quiera ese reflejo es el suyo propio.
Todo ello enmarcado en un ambiente realista, alejado de las pantallas verdes al uso y los efectos especiales que saturen al metraje. Esta película es de superheroes, sí, pero más allá de ello es un drama intimista que sólo necesita unas actuaciones potentes y creibles, un guión sólido y convincente, una banda sonora que huye de pomposidades para convertirse en un marco perfecto para las imágenes y un final de los más bellos que uno puede recordar por su emotividad, pero sobre todo porque no necesita trampas, simplemente desvelar aquello que sutilmente se ha mostrado durante toda la película.
El Protegido , es probablemente una de las mejores películas sobre la aceptación del yo y sobre como todos, a nuestra manera podemos ser heroes si sabemos quienes somos sin necesidad de establecer comparaciones con nuestros semejantes. Una obra maestra injustamente menospreciada que espero que el tiempo ponga en su lugar.
¡Dejémonos de chorradas exóticas!, se mire por donde se mire EL PROTEGIDO es una obra maestra que solo el tiempo pondrá necesariamente en su meritorio sitio. Víctima de una actualidad postindustrial que condena sin piedad aspectos como la solemnidad, la inocencia incluso la fantasía como medio para descubrir y explorar los secretos humanos más profundos, de El Protegido cabe afirmar con rotundidad que es una obra de arte, un proyecto que dignifica el género de los cómics. De hecho es un cómic (solo hace falta ver los encuadres, los claroscuros, la tensión de la historia, la compleja y atormentada psicología de los personajes etc) trabajado narrativamente con pulcritud y astucia. Estamos ante un film de detalle, elaborado a la antigua usanza y donde nada es gratuito. Por favor, seamos sensatos: algo tiene esta película que se puede ver una y otra vez y no aburre, al contrario. Solo por eso ya merece un respeto total porque en la inmensa mayoría de las películas no sucede, –y más en una realidad como la nuestra: una realidad de usar y tirar, frívola, cutrefacta y caprichosa: marcadamente mediocre en cualquiera de sus facetas.
Sin lugar a dudas, se trata de la película sobre superhéroes más seria y coherente que se ha hecho nunca. Digna de estudio y admiración. Basta ya de esnobismos y comentarios pretenciosos del universillo fashion y paraunderground adicto a una marginalidad o distinción cultural mal entendida. Esta película no solo es sugerente y arriesgada, sino que está hecha artesanalmente y, además, el espectador disfruta como un enano. No es preciso entender mucho de cine para saber que dicha tríada en contadas ocasiones se manifiesta en las películas. Y esto muy a pesar de los critiquillos de turno a los cuales les gusta flagelarse con peñazos insufribles como Las Horas, Mar Adentro, En la cuerda floja, o bodrios similares –que hay para dar y tomar. Por no entrar a considerar los tostones de cine de autor o las cagarrutas de culto, de culto aburrido y soporífero, claro está. Puestos a sacrificar, me apunto al carro.
El PROTEGIDO no es una película de cine, El Protegido es sencillamente CINE e incomprensiblemente ha pasado, por un lado, desapercibida por el gran público y, por otro, criticada y vapuleada por los citados críticos de opereta, comentaristas de todo a cien y fauna diversa con un ego suficientemente subidito y pseudointelectualoide para no reconocer que El Protegido es una de las propuestas más interesantes de los últimos años. Si esto es cine de Hollywood, bienvenido sea. Y es que es un caramelo de diversión que puede transmitir en los espectadores el sentido de la experiencia fílmica, la abstracción total y el entretenimiento bien servido.
Un aplauso a la fabulación cinematográfica, señores y señoras!