El prestamista
Sinopsis de la película
Un superviviente del exterminio judío regenta una tienda de préstamos en el neoyorquino barrio de Harlem. Los espeluznantes y dolorosos recuerdos del campo de exterminio dominan completamente su vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Pawnbroker
- Año: 1964
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
7.2
44 valoraciones en total
Diez retazos de una película magistral:
1º Un prestamista judío, Sol Nazerman, sobrevive al Holocausto presenciando la muerte de su mujer y amigos
2º Vive en un trance permanente de pesadillas, como un autómata sin vida ni corazón
3º Su tienda se ubica en Harlem, donde el clima de prostitución, violencia y pobreza resultan ridículos comparados con los fantasmas a los que Sol se enfrenta a diario.
4º Rod Steiger realiza una de las mejores interpretaciones de la historia del cine: Nunca he visto una representación tan excepcional de la ira contenida, el dolor petrificado y la falta de sensibilidad que caracterizan a todas las personas que pasan por una situación tan devastadora y traumática.
5º Sidney Lumet, quien ya debutara con la soberbia Doce hombres sin piedad confirma su grandeza detrás de la cámara, haciendo un uso excelente de los flashbacks y los primeros planos del protagonista, introduciendo al espectador en la pesadilla del protagonista.
6º La banda sonora de Quincy Jones encaja como un engranaje de relojería en la historia y la ambientación de la película.
7º Esta película junto con Shoah (Claude Lanzmann), Masacre ven y mira (Elem Klimov) y Noche y Niebla (Alain Resnais) constituyen una tripleta imprescindible para quien quiera conocer más datos sobre el Holocausto (si consiguen contener las tendencias suicidas que provocan)
8º El estrés post-traumático que sufre el protagonista puede ayudarnos a comprender el comportamiento de las personas que pasan por trances similares
9º Cuando pierdes todo lo que amabas delante de tus narices, con la impotencia de no poder hacer nada para evitarlo…¿Es mejor seguir viviendo o morir? Si sufres un accidente en el que quedas tetrapléjico…¿Hubiera sido mejor morir? Yo soy un cobarde, y por eso hubiera preferido morir.
10º Gracias a Miquel por la recomendación (Por algo es mi alma gemela nº1). Para más detalles, os remito a su excelente crítica. Me postro de nuevo ante sus conocimientos cinematográficos.
Lo más destacable de El prestamista es sin ningún género de dudas la interpretación de Rod Steiger. A mi, siempre me pareció un secundario de lujo pero aquí es un primer actor dando todo lo que él tiene y sabe, que es mucho, en un fantástico papel.
Resulta absolutamente creíble, y a medida que vamos descubriendo la tragedia personal que encierra su papel somos conscientes, más si cabe, de la dificultad que conlleva expresar sentimientos tan duros y extremos, que van de la rabia al odio pasando por el miedo, el desencanto, la desesperación e incluso una cierta actitud final de desapego y desinterés por la propia vida.
Sidney Lumet nos sumerge en un ambiente urbano de supervivencia, de delincuencia, de sueños imposibles… No se puede ser rico sin delinquir. No se puede prosperar con sentimientos. Estos son algunos de sus mensajes. Pero el fundamento primero y último del film es mostrarnos en toda su crudeza la marca que el holocausto judío dejo indeleble no tanto en los cuerpos sino en las almas de todos pero especialmente de quienes lo padecieron en sus propias carnes y en la de sus seres queridos.
Aunque para mi, la mejor película de Lumet es Doce Hombres sin piedad, debo reconocer que El Prestamista es también una obra interesante. No obstante, reitero que lo mejor con diferencia es ese actor con mayúsculas llamado Rod Steiger.
Film independiente, séptimo largo realizado para la gran pantalla por Sidney Lumet. Se basa en la novela The Pawnbroker (1961), de Edward Lewis Wallant, adaptada por David Friedkin y Morton Fine. Se rodó en exteriores de NY (Calle 116, Long Island, Park Avenue) y en plató. Nominada a un Oscar (actor), ganó un BAFTA (actor). La première tuvo lugar en junio de 1964, en el Festival de Berlín.
La acción principal tiene lugar en Harlem (NYC), a lo largo de 5 días de septiembre/octubre de 1963. Sol Nazerman (Rod Steiger) es un superviviente del Holocausto nazi, que se gana la vida modestamente como prestamista de pequeñas cantidades con garantía prendaria de bienes de uso doméstico o personal (abrigos, pulseras, anillos, candelabros, etc.).
La película se desarrolla como un potente drama psicológico, con referencias a los campos de exterminio de Auschwitz y a la peligrosidad de las calles de Harlem en los años 60. Es una de las primeras películas que explora las secuelas psicológicas y emocionales que afectaron a los supervivientes de los campos de concentración nazis. 16 años después de la finalización de la IIGM, se disponía de información suficiente sobre los efectos psicológicos devastadores que padecieron los supervivientes de la barbarie, hecho que movió a Edward L. Wallant a trasladarlos a una excelente novela de ficción. En muchos casos el estrés prostraumático de las víctimas se prolongó durante años. En ciertos casos, como el de Mendel (Baruch Lumet), padre de Sol, la capacidad de reacción fue mayor. El estrés hunde a Sol en un atroz drama interior, narrado con fluidez, conocimiento de causa y profusión de detalles, que sobrecogen el ánimo del espectador y lo introducen en un mundo insospechado de dolor y turbación. El film juxtapone los dos universos que vive el protagonista (recuerdos y experiencia diaria), con lo que se eleva el tono trágico de la historia, potenciada por una impecable y magistral interpretación de Rod Steiger, una de las más memorables de la historia del cine.
El vibrante jazz de Quincy Jones reproduce el ambiente neoyorquino de los 60 y trasmite, con sus agudos de trompeta y su alegre percusión, sentimientos que entran en contradicción con los del relato. Esta dualidad resalta la dimensión dramática del film, que gana fuerza por contraste. La narración visual hace uso de numerosos flashbacks, que muestran los recuerdos del protagonista. Éstos se ponen en relación con su experiencia diaria, en un combinado de gran fuerza expresiva. Un magnífico B/N y un uso versátil de la cámara enriquecen la imagen. Se presenta una interesante galería de personajes: la prostituta, el gángster, la embarazada desvalida, el anciano filósofo, la madre de un hijo conflictivo, etc.
Película olvidada con frecuencia, merece la atención de los cinéfilos. Aporta información que permite mejorar la comprensión de las víctimas actuales de catástrofes como terremotos, maremotos, incendios y atentados.
Siguiendo con mi ronda de recomendaciones filmaffiniteras, les llegó el turno a Miquel y tantra. La peli seleccionada para la ocasión es El prestamista, de Sidney Lumet. Ambos la han puntuado con un nueve. Sus respectivas críticas son la leche. La cosa promete. Veamos.
A los diez minutos de metraje, superado ese extraño flashback inicial en cámara lenta, te das cuenta que estás ante un peliculón. La fotografía en b/n, mostrándote sin pudor ni afán folklórico ese sórdido y miserable Harlem de principios de los sesenta, es una pasada. Con sus putas, travestis, mafiosos, pandilleros, pelmazos, buscavidas, pordioseros, desahuciados… Una magistral radiografía de un barrio y una época cuyo aderezo musical no podía ser otro que el de la envolvente partitura jazzística de Quincy Jones.
La peli de Lumet, sin embargo, no es un trabajo coral. La peli de Lumet escarba con empeño (nunca mejor dicho) y compromiso en el estrés postraumático padecido por Sol Nazerman (Rod Steiger), un superviviente del campo de exterminio de Auschwitz. Un hombre cuyos recuerdos le torturan día tras día. Un hombre cuya tienda de préstamos constituye una especie de bunker desde el que día tras día orquesta su particular venganza hacia toda la especie humana. Negros, blancos, amarillos… qué más da. Todos son deshechos, basura, inmundicia le confiesa a su ayudante. Y cuando eso lo pronuncia un Rod Steiger en estado de gracia, impacta. Gran interpretación la suya. Tremenda.
El prestamista es lenta, sí. No te lo voy a negar, Chaguete. Pero posee la genial redundancia del jazz. A base de machacarte te va gustando cada vez más.
Ahí va mi nueve. Gracias, chicos.
Es llamativa y significativa la escena donde el joven aprendiz Jesús (Jaime Sánchez) que trabaja en la tienda del Sr. Nazerman, el judío prestamista (Rod Steiger), le pregunta a éste si el número que lleva tatuado en el brazo (indicativo de que fue prisionero en uno de los campos de concentración donde los alemanes hacinaban a los judíos de cara a su exterminio), ¿es señal de su pertenencia a una orden o grupo secreto? A lo cual Nazerman le contesta con cierta ironía que sí, y entonces el ignorante joven le hace saber que a él también le gustaría pertenecer a una asamblea de esa naturaleza.
También llama la atención las interpretaciones tan excelentes que Rod Steiger ha hecho en películas donde su trabajo estaba acompañado de actores negros. De hecho, si en este film no obtuvo el oscar al mejor actor que merecidamente debía haber sido suyo, tres años más tardes se lo ganó por su actuación junto al negro Sidney Poitier, En el calor de la noche (Norman Jewison, USA 1967).
Sensacional y hermoso el momento en que la actriz negra, en su papel de prostituta y novia del aprendiz Jesús, desnuda sus pechos de pezones oscuros a los ojos del prestamista, con tal de que éste le dé 40 dólares por una joya de oro por la que sólo quiere pagarle 20. Y entonces al judío le viene a la memoria cuando en el campo de concentración le obligaron a mirar cómo su mujer mantenía relaciones sexuales con los oficiales alemanes, ante lo cual decide alejar ese doloroso recuerdo y darle a la negra que tiene delante suya los 40 $ que pide, con tal de que esta mujer no tenga que pasar por el trance por el pasó su esposa querida de revelar sus carnes íntimas sin desearlo de corazón.
Sin duda se trata de una película muy psicológica, al estilo de aquella otra titulada De repente, el último verano (Joseph L. Mankiewicz, GB 1959), donde también una de los protagonistas sobrevive casi como un cadáver viviente, agotada por el peso de su mente repleta de terribles recuerdos del pasado.
Así mismo, quisiera hacer mención de que la actuación de Rod Steiger, en algunas escenas dentro de la tienda de compra-venta, donde aparece acentuando magistralmente la calma frente a un intelocutor, lo hace de tal forma que parece una repetición casi calcada de Marlon Brando, ya en los gestos, ya en los pausados movimientos, ya en el rostro en general, es de un parecido increible pero cierto, por ejemplo al Brando de seis años antes en El baile de los malditos (Edward Dmytryk, USA 1958).
Fej Delvahe