El pícaro (Miniserie de TV)
Sinopsis de la película
Fernando Fernán Gómez escribió el guión original inspirándose en los grandes autores de la novela picaresca de los siglos XVI y XVII: Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Vicente Espinel, Salas Barbadillo, Alain René Le Sage y el autor anónimo del Estebanillo González . Narra las peripecias de la vida de Lucas Trapaza, un pícaro que, tras deambular durante años por toda España, se convierte en todo un maestro de ese estilo de vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: El pícaro
- Año: 1974
- Duración: 380
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Opinión de la crítica
Película
7
31 valoraciones en total
132/16(23/10/18) Todo un tesoro escondido esta olvidada serie creada serie de televisión creada por el Gran Fernando Fernán Gómez, escrita, protagonizada y dirigida por él para la TVE de 1974, con deliciosos guiones que se inspiran en los textos de grandes autores del Siglo de Oro (SXVI y SXVII) de la Literatura española, como son Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Mateo Alemán, Vicente Espinel, Salas Barbadillo y el autor de Estebanillo González, además del francés Alain-René Lesage. Fernán Gómez llevaba tiempo pensando en rodar una película sobre la picaresca, pero la gran cantidad de metraje y presupuesto necesario lo hacía prohibitivo. En 1973 el director recibió el encargo de realizar el telefilme Juan soldado para TVE y tanto Fernán Gómez como la cadena quedaron muy satisfechos del resultado. Esto le hizo darse cuenta de que podía adaptar su idea al formato televisivo. Aunque la idea de Fernán Gómez era la de realizar una miniserie de seis capítulos de una hora, la dirección general de RTVE consideró más apropiado un montaje de trece episodios de unos 25 minutos cada uno, más tarde hubo reposición de la serie con seis capítulos de una hora. Además de por el polifacético artista los guiones fueron co-escritos por Pedro Beltrán y con Emmanuela Beltrán (verdadero nombre de Emma Cohen, pareja de Fernán Gómez). La serie se convierte en toda una carta de amor a la picaresca tan patria nuestra, y mediante la misma se aprovecha para ensalzar nuestra literatura mediante un lenguaje y diálogos ricos en vocabulario vintage, siempre en medio de situaciones que mueven a sentimientos encontrados entre el humor y el patetismo. A ello se suma una ambientación muy cuidada, surtida de un elenco actoral formidable donde se dan cita grandes de la actuación.
Ambientada en el siglo XVII, sobre todo en España, también en Italia (cap. 1) y en Baviera (cap. 3), la serie narra las peripecias de Lucas Trapaza (Fernando Fernán Gómez), pícaro que sabe recurrir a todo tipo de ocurrencias para sobrevivir trabajando lo menos posible, al que acompaña en muchas de sus peripecias el joven Alonso de Baeza (Juan Ribó).
La serie es el retrato del protagonista un perdedor que recorre España sin rumbo definido, de pueblo en pueblo buscando fortuna mediante su labia y dotes para la mascarada, siendo especie de reflejo el protagonista de nuestra piel de toro. Con él vemos un país con sus grietas clasistas, con los privilegios de unos pocos y las carencias de muchos, era una nación en el auge de su Imperio colonial, donde sus gentes vivían al borde de la pobreza o hundidos en ella, donde la dignidad era tener un mendrugo de pan que echarte a la boca y de ese modo parar los ruidos de las tripas (las Lucas son una orquesta), era un país sumido en papanatismo religioso, epítome la inquisición que amedrentaba a la gente. Fernán Gómez expone un perfil de personajes entrañables todos, con sus defectos y virtudes, con sus egoísmos y solidaridad, con su narcisismo y su camaradería. Paseándonos por galeotes, teatros, ciudades portuarias, corrales, carnavales, guerras, posadas, adulterios bajo sonatas, trabajos de alcahuete, acosos sexuales centenarios, mesones, partidas de carta bajo el influjo de la luna, bodas farsa, monasterios, en una homérica permanente aventura-desventura. Ello con argumentos cargados de sátira, de crítica al poder, de arremeter contra la falta de comida, y ensalzando la picaresca como refugio de la miseria.
Una mirada cínica a un mundo de vividores, donde la arrogancia de creerse el más inteligente y manipulador suele ser el peor enemigo. Ello por supuesto en medio de unos 13 episodios con sus altibajos, pero con un fluir que con el paso de los capítulos te hace empatizar más y más con los protagonistas, donde al protagonista Lucas lo vemos en una evolución excelente, lo vemos en la cima de su jovialidad, y a medida que pasa el tiempo lo vemos envejecer, ajarse y desencantarse en su odisea permanente por los polvorientos caminos del país.
Por el metraje pasa todo un maravilloso elenco de intérpretes fabuloso encabezado por el propio Fernando Fernán Gómez encarnando con gran empatía al pícaro Lucas Trapaza, con gran credibilidad, con gran simpatía, un perdedor con carisma, con un dominio de su cuerpo y de su gestualidad majestuosa, Además destaca como recurrente Juan Ribó como Alonso, joven discípulo de Lucas, le confiere el joven actor gran química con su mentor también recurrentes en varios capítulos son Lina Canalejas y Emma Cohen como Isabel La Toledana e Isabel respectivamente, magníficas en sus ladinos roles recurrentes dando brillo y esplendor con la compenetración con Fernán Gómez, Aparecen además Emma Cohen, José Carabias, Xan das Bolas, Fernando Sánchez Polack, Pilar Bardem, Mary Santpere (en un papel colosal como Polonia la centenaria), Juan Diego, Charo López, María Luisa Ponte, Manolo Codeso, Enrique San Francisco, Joaquín Roa, Luis Ciges, Luis Escobar, María Luisa San José, Luis Varela, Josep Maria Pou, o Francisco Camoiras, Regando los episodios de actuaciones pintorescas y muy lucidas con el aire entre festivo y tragicómico de los relatos, con punzantes dosis de melancolía.
La puesta en escena resulta fabulosa para una producción de televisión, con unos escenarios naturales cargados de veracidad añeja en Madrid, Sevilla, Cáceres, Pedraza, el Monasterio el Paular (Madrid), con unos decorados interiores muy logrados de Fernando Sáenz (Historias para no dormir o Curro Jiménez), sumando el fenomenal vestuario creado por Javier Artiñano (El Rey Pasmado o El maestro de esgrima), esto realzado con una fotografía en color de Cecilio Paniagua (trabajó de ayudante en Patton), muy vistosa y colorida, que curiosamente en su tiempo no se podría disfrutar demasiado, en una España en general de televisores en blanco y negro, se añade una jubilosa música de Carmelo A. Bernaola (Pasodoble).
Fernando Fernán Gómez bebe de algunas de las mejores obras de la picaresca española para traernos una criatura extraña, una serie atípica en aquellos días. Con sus usuales dotes interpretativas, el genial intérprete se trae a Lucas Trapaza, un personaje para resumir aquel siglo turbulento, entre dorado y ceniza.
El pícaro es una experiencia divertida con algunos momentos verdaderamente desagradables. Una reflexión sobre si la crisis trae al pícaro o el tunante hace la crisis. La dignidad de malvivir sin amo y la angustia de comer caliente pero a costa de las burlas de otros. Un pueblo asustado y sometido, pero que denunciaba con mala saña al vecino a inquisidores y otras hierbas.
Camaradería de desheredados y soldados, héroes defendiendo un Imperio y villanos saqueadores y violadores de aldeas. La intrahistoria traída sin dulzura, quedar postrado y apaleado sin un buen manto con el que cubrirse. Carcajadas y lágrimas, deseo al cuerpo femenino y miedo al compromiso. Muchos oficios y ninguno.
De pícaros y otras hierbas. Como bien apunta la anterior crítica, el patio de Monipodio. Los interesados en el tema que no dejen de leer el pequeño librito dedicado por la línea los marginados de la Historia de Ricardo García Cárcel, reconocerán muchos de los aspectos que verán en la serie, que actualmente se haya muy bien editada en DVD con curiosos extras.
Divertidísima serie de 13 episodios ambientada en el siglo XVI, que es una especie de compendio de toda la literatura picaresca de la época. Protagonizada por un magnifico Fernando Fernán-Gómez, en el papel del pícaro Lucas Tapaza y Juan Ribó como su machaca, recuerdo que fue todo un éxito en la época, pudiéndose revisitar en estos tiempos sin perder un ápice de frescura, dado lo intemporal del tema tratado.
Hace poco me la he agenciado en DVD, y me ha llamado la atención, que la mayoría del reparto está compuesta por el embrión de los que hoy en día son conocidos, como la banda de la Bardem, hecho que no supone ninguna rémora para la calidad de la serie, pero que es cuanto menos curioso, observando que no aparecen los López Vázquez, Agustín González o Manuel Alexandre, habituales y grandes actores en las producciones de la época, lo que sugiere que debía de haber camarillas perfectamente delimitadas en aquella convulsa y concienciada época, (es toda una sorpresa ver al gran actor y mejor persona, Quique San Francisco y al ínclito Javier Bardem hechos todo unos pipiolos).
Absolutamente recomendable, tanto por su calidad artística, como por su cuidado diseño de producción.