El perdón
Sinopsis de la película
1867. Fiebre del oro en California. Kingdom Come es una pequeña ciudad minera dominada por Daniel Dillon. La inminente construcción del ferrocarril que atravesará la población representa una amenaza para su poder. Pero lo que verdaderamente perturba la vida de Dillon es la llegada a la ciudad de dos mujeres que remueven en su memoria terribles hechos del pasado.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Claim
- Año: 2000
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
6.2
76 valoraciones en total
Esperar entretenimiento de una película protagonizada por Sarah Polley es como esperar ver una película en la que Victoria Abril no se desnude ni diga groserías, o sea, esperar en balde. No digo que la chica sea mala actriz (ni mucho menos) o que aburra a las ovejas, pero es que parece que sólo acepta papeles en películas en los que las miradas, los silencios y los matices imperceptibles prevalecen sobre cualquier forma de acción que se salga de lo cotidiano. Supongo que no se llega a musa de Isabel Coixet con un currículum de heroína en pelis de acción.
En otras manos, El perdón podría haber pasado por un western crepuscular o como una reconstrucción de los tiempos de los pioneros americanos, pero Michael Winterbotton se ha encargado de convertirla en un culebrón que se ambienta en los primeros tiempos del salvaje oeste como se podría haber ambientado en El Guijo de Santa Bárbara, provincia de Ávila, en 1998. Los fabulosos paisajes de las Montañas Rocosas, los cañones, los ríos de aguas heladas, las nevadas permanentes… no son más que la coartada para adornar dos largas horas de película y envolver el típico juego de sentimientos, secretos y mentiras familiares que es la base de la película.
El perdón es una buena película. Algo aburrida, pero buena. Su principal inconveniente es que, como digo, la idea central es de culebrón y no da para mucho, por lo que las dos horas se hacen largas (siendo benévolos) o eternas (siendo realistas). Lo bueno es que técnicamente es impecable y que Michael Winterbottom es buen director que con tanto paisaje y tanto relleno consigue que el aburrimiento se lleve relativamente bien.
Es recomendable verla por la tarde, con todas las neuronas abiertas a prestar atención. No empezar jamás a verla a partir de las 22:00. Lo digo por experiencia (zzzzz).
No soy muy dado a los western, y para una vez que me decido a ver uno, resulta que me trago un producto claramente mediocre. O puede que no, puede que sea un peliculón y mi condición de no-western me impidió degustarlo como el gran trabajo que es. No lo se. Sólo puedo decir que le he dado una oportunidad a una película a la cual fui totalmente honesto bebiéndome minuto a minuto de su exposición como si alguna fuerza externa me coaccionase a ello, y ésta me falló.
El perdón no se portó bien conmigo. Una película debe de estar más atenta al salón. Debe, mientras te cuenta su historia, observar a quienes la miramo, y según la cara del espectador, tiene que ir subiendo un poquito el nivel cuando comprueba que bostezamos o que miramos a las musarañas. A el perdón le dio completamente igual que pulsara la pausa cuatro o cinco veces para investigar la nevera. Le resbaló que luciese mi cara modalidad amargada mientras la miraba de frente, le repamplinfó que practicara algo de matemáticas restando los minutos que llevaba, a los minutos totales de su duración.
Yo quería una historia que me transmitiera algo. Me daba lo mismo que fuese llanto, risa, miedo o tensión. Quería ver UNA HISTORIA. El perdón me dio una, sí, pero una historia lenta, lenta, lenta, con una trama inapetente que en no más de 20 minutos estaría contada con detalles y todo.
La fotografía era preciosa, Nastassja Kinski también. Sarah Polley no lo era.
¿El perdón? Pues no… no te perdono.
Supongo que muchos esperaban un western a la antigua , con tiroteos, hombres poderosos y sus secuaces, y demás convencionalismos. No es de extrañar que no hayan visto satisfechas sus expectativas, pues se trata sobre todo de un drama intimista ambientado en unas frías montañas poco después de la época de la fiebre del oro.
La fotografía y los decorados son PERFECTOS, el guión es muy bueno, todos los actores cumplen (la que más flojea es la Jovovich, aunque le va el personaje), pero estoy totalmente de acuerdo con que Nyman y Winterbottom no han sabido manejar la historia con la crudeza que requería y sí con un molesto toque modernillo (a los vicios ya mencionadas por el crítico de esta página hay que añadir unos planos detalle desenfocados). Esto no hace sino demostrar que Winterbottom no es un buen profesional. Sí, tiene un estilo muy propio, pero el auténtico director se subordina a la historia. Ídem para Nyman.
Mejora en la segunda parte, cuando se va descubriendo la chicha .
Más que de un western se trata de un sólido drama enmarcado en los tiempos de la fiebre del oro norteamericana y en la posterior construccion del ferrocarril. Nos cuenta de manera sobria y firme , como suele ser habitual en Winterbottom, una cruda historia y aprovecha con ello para enseñarnos la auténtica realidad de aquella vida y cómo fue en muchos casos la creación de una ciudad.
Las interpretaciones son en todos los casos sumamente convincentes junto a una dirección metódica y omnisciente en cuanto a lo que quiere y se necesita en cada secuencia, además de una fotografía realmente brillante.
Buena película en mi opinión, de una factura impecable, que buscándole las cosquillas, quizás peque de exceso de profesionalidad, un tempo no apto para todos los gustos y una categorización como western que en muchos casos llevará a engaño, pues no vamos a encontrar aquí forajidos, peleas por doquier, apenas hay tres o cuatro disparos, ni indios ni nada semejante. En realidad se trata de un drama de época más que otra cosa y es posible que un pelín largo.
En todo caso, a todos aquellos a quienes fascine esta época de la historia americana, les aconsejo que busquen y encuentren una serie llamada Deadwood con la que disfrutarán sin duda, pues precisamente describe la llegada de los buscadores de oro, la creación de un poblado, la aparición del ferrocarril y la posterior construcción de una ciudad. Una de las pocas series geniales que he tenido el gusto de disfrutar y que os aseguro que no os defraudará si os gusta esta temática.
Desafortunadísmo ¿western? –por decir algo- rodado por el quimérico vendedor del bálsamo de Fierabrás de nombre Michael Winterbottom que un año antes había conseguido engañar a media humanidad con ese esperpento de título Wonderland.
La historia no es más que un culebrón aburrido y poco intenso, que pretende empatizar con los sentimientos más ñoños del ser humano.
Ni siquiera la pléyade de buenos actores que protagonizan el film consigue que el espectador no termine por cansarse de las escenas largas e insustanciales que se nos ofrecen, montadas a su vez con otras cortas y estéticas, que no aportan nada narrativamente.
El género más importante de la historia del cine no merecía un intento tan vago y superfluo de historieta familiar sobre hijos, padres y demás como este.
Típico ejemplo de cómo el cine desde hace unos años vive ensimismado y se ha vuelto endogámico debido a los mal llamados directores independientes.
Eso sí, el esmerado ropaje formal y alguna que otra singularidad puede deleitar a unos cuantos. Pero el western no es sólo ketchup.
Pero la gran pregunta es: ¿Por qué sitúa Michael Winterbottom en el Oeste americano una novela de Thomas Hardy –mejor poeta que escritor- que transcurre en la Inglaterra victoriana en los apacibles campos de Wessex? Otra vez el maldito posmodernismo.