El pájaro espino (Miniserie de TV)
Sinopsis de la película
Miniserie de TV de 4 episodios. Basada en una novela de Colleen McCullough. Famosa miniserie de televisión ambientada en Australia y centrada en la tortuosa vida del cura católico Ralph de Bricassart (Richard Chamberlain), un ambicioso sacerdote con el corazón dividido entre el amor a Dios y al sacerdocio y el amor terrenal y pasional por la bella e inocente Meggie Carson (Rachel Ward).
Detalles de la película
- Titulo Original: The Thorn Birds
- Año: 1983
- Duración: 477
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Opinión de la crítica
Película
5.7
39 valoraciones en total
El Pájaro Espino es una auténtica tragedia. Catástrofes naturales, amores imposibles, ambiciones incontrolables. Todo desde el principio conduce a la catástrofe, son desgracias previstas.
La serie carga un poco las tintas en lo que en los guiones se llama U.S.T. (Unresolvet Sexual Tension), pero una vez ocurrido el tan esperado revolcón, todo es dolor, Drogheda es un escenario trágico, casi todo es fatalidad, ni la suerte ni la voluntad cambian nada. O, cuando piensan que la voluntad pudo cambiarlas, ya es demasiado tarde.
JUSTINE, es el único personaje que se salva de la tragedia porque su dramática vida se verá modificada desde el exterior de Drogheda por Rainer, un interesante personaje que ella conocerá en Roma.
De hecho algunos nombres de la mitología aparecen en algún momento de la serie: Hipólito, el que no admite las pasiones humanas porque se siente superior y es incapaz de amar.
Adonis, el bello Adonis.
Ambos personajes redondean la imagen de Ralph de Bricassard a la perfección.
Lo que más admiro, sobretodo en la novela, pero en la serie también queda bastante definido es la crítica sutil al celibato eclesiástico, a la ambición de la Iglesia y al machismo imperante en ella. Tienen a la Virgen María, claro, pero como actriz de reparto. Creo que a la Iglesia no le gustó nada que se emitiera esta serie.
Con unos grandes intérpretes, por cierto, aunque ninguno se parezca a la descripción que la autora hace de ellos en la novela. El mas parecido por su apostura es Richard Chamberlain (siempre me ha parecio que se le infravaloró un poco a este extraordinario actor), pero su pelo no es ni rizado ni moreno.
Era un casting casi imposible hay que admitirlo.
Ah!, uno de los personajes muere en Creta, donde REA dio a luz a ZEUS.
Que la autora era una amante de la Grecia Clásica, es más que evidente.
Un hombre, un galán para muchas en su época, cautivó con esta historia de un ser dividido entre el amor a Dios y a una mujer. Causó furor esta miniserie basada en una novela de Collen McCollough. Yo, pese a mi corta edad la vi y me gustó.
Hay una leyenda sobre un pájaro que canta sólo una vez en la vida, y lo hace lo más dulcemente que cualquier otra criatura en la faz de la tierra. Desde el momento en que abandona su nido, busca un árbol espinoso y no descansa hasta encontrarlo. Entonces, cantando entre las crueles ramas, se clava él mismo en la espina más larga y afilada. Y, al morir, envuelve su agonía en un canto más bello que en el de la alondra y el de el ruiseñor. Un canto superlativo, al precio de la existencia. Pero todo el mundo enmudece para escuchar, y Dios sonríe al cielo.Pues lo mejor sólo se compra con grandes dolores… Al menos, así lo dice la leyenda.
No está tan mal esta serie como su nota media podía hacer pensar. Aparte de que sale un plantel de actores de quitar el aliento (Barbara Stanwyck, Christopher Plummer, Piper Laurie), la historia de amor imposible entre una australiana hija de colonos y un apuestísimo sacerdote -Chamberlain ingresa automáticamente en la antología de sotanas con gancho- es un culebrón de postín que satisfará toda clase de apetitos románticos. Además los personajes están lejos de ser arquetípicos, hay un buen ritmo que sortea con éxito el desaliento y el aburrimiento ante una duración tan larga y la pareja protagonista es tan atractiva como pueda imaginarse.
En su estilo y con las limitaciones propias del género y el formato, es una adaptación decente, aunque algo limitada, del interesantísimo libro de Colleen McCullough en que se basa. Que aprovecho ya que estamos para recomendar desde aquí.
He sacado de mi estantería mi viejo volumen de El pájaro espino , de Colleen McCullough. Es un ejemplar de PLAZA & JANES, de la segunda edición, que se imprimió en mayo de 1978. El lomo y las tapas, de pasta dura, están forrados de tela verde con el color desvaído. La funda de papel que cubre las tapas y que contiene el diseño de la portada, la sinopsis y la biografía de la escritora, se cae a trozos. Las hojas amarillean y huelen a antiguo, a la fragancia venerable de los años que dan a todos los libros una pátina de dignidad. La letra menuda se apretuja en las páginas. Sus 461 páginas contienen una invitación perpetua y silenciosa, pero no muda.
Mi madre lo adquirió hace unos treinta años y yo, cuando tenía unos cinco años y ya era una devoradora de casi todo lo que se pudiese leer (excepto lo que mi madre no me permitía devorar), lo cogí a escondidas y me lo llevé a mi habitación. Era el primer libro para adultos que leía. Recuerdo difusamente cómo mi imaginación viajaba por los primeros compases de una historia que yo aún era demasiado pequeña para comprender y asimilar. Mi lectura prohibida no duró mucho. Mi madre me pescó y me sugirió que leyese otros libros que sí eran adecuados para mi edad. Se llevó El pájaro espino , y hasta una década después no volví a encontrarme con él, y desde entonces se convirtió en un amigo inseparable.
Le tengo un cariño especial.
Mucho más adelante, seguí la serie televisiva. Me decepcionó un poco que Rachel Ward, la actriz que encarnaba al personaje principal, Meggie Cleary, no fuese pelirroja como la Meggie de la novela. En cambio, Richard Chamberlain encajaba perfectamente como el padre Ralph de Bricassart, el ambicioso y atormentado sacerdote católico. Y Barbara Stanwyck relucía en su vejez, con un papel que le venía como anillo al dedo. La amargada y astuta Mary Carson, enamorada sin esperanza del cura joven y bello.
Creo que ha sido la muerte de Jean Simmons lo que me ha recordado esta serie, a la que debía una crítica. Simmons, discreta, silenciosa, melancólica y dura como Fiona Cleary, la matriarca de una humilde familia numerosa que sufre un giro total en el rumbo de sus acontecimientos cuando todos se mudan desde Nueva Zelanda a Australia, para trabajar en la gran hacienda ganadera de su pariente Mary Carson, la cual piensa dejársela en herencia a la familia Cleary. Para la pequeña Meggie, la única niña en un núcleo dominado por los varones, la vida es muy difícil. Y en Australia y en la finca Drogheda, conocerá nada más llegar al hombre de su vida: el padre Ralph.
Una saga familiar y pasional, en la que asistimos al crecimiento de la protagonista en las secas llanuras de Nueva Gales del Sur, y su transformación en mujer enamorada de un hombre vetado para ella.
La miniserie es, como suele suceder, inferior a la calidad de su fuente literaria, pero tiene ese regusto a serie de toda la vida, de las que una vio en los años tiernos y cuya remembranza me sigue a perpetuidad.
hace muchos años que la ví, pero me dejó fascinada. Ya no sólo la história en sí, que te envuelve y te hace casi ser protagonista, si no la pasión con la que interpretan richard chamberlain y rachel ward sus respectivos papeles. Es una historia de amor que llama la atención por lo atípica (porque él es cura), pero es una historia de amor, pero de amor tan puro y desgarrador, que merece la pena verla. Seguro que nadie pasa inadvertida a éste huracán de amor y pasión…os la aconsejo…