El padrino
Sinopsis de la película
América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de Il consigliere Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en el negocio de las drogas, el jefe de otra banda ordena su asesinato. Empieza entonces una violenta y cruenta guerra entre las familias mafiosas.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Godfather
- Año: 1972
- Duración: 175
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Opinión de la crítica
9
100 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Abe Vigoda
- Al Lettieri
- Al Martino
- Al Pacino
- Alex Rocco
- Angelo Infanti
- Corrado Gaipa
- Diane Keaton
- Franco Citti
- Gianni Russo
- James Caan
- Jeannie Linero
- Joe Spinell
- John Cazale
- John Marley
- John Martino
- Julie Gregg
- Lenny Montana
- Marlon Brando
- Morgana King
- Richard Bright
- Richard Conte
- Richard S. Castellano
- Robert Duvall
- Rudy Bond
- Salvatore Corsitto
- Saro Urzi
- Simonetta Stefanelli
- Sterling Hayden
- Talia Shire
- Tony Giorgio
- Vito Scotti
Al menos en FA, lo primero que hace una persona que le ha puesto un 8 a El Padrino es dar explicaciones. O bien proclamar que no tiene por qué darlas. Creo que es muy difícil realizar una crítica elogiosa que no sea ditirámbica. Decir sencillamente que es una gran película y por qué lo es. Sería considerada una crítica negativa. Yo no voy a romper esa norma en esta mi elucubración personal sobre El Padrino.
La suma de virtudes, y El Padrino es una amplísima y gozosa suma de virtudes, suele dar como resultado la ausencia de defectos. Esta película es el mejor ejemplo, un mecanismo que funciona con solidez indiscutible. Sin embargo existen virtudes de mayor jerarquía que otras. Todos los sistemas filosóficos suelen destacar una o varias por encima del resto y yo creo que en una obra de arte es el estilo esa máxima virtud. Dicho de forma cursi, el estilo refleja el alma del artista a través de un conocimiento adquirido llamado técnica. Complicado situar esto en un medio como el cine, en el que hay tantas voluntades manoseando la obra. Amanecer de Murnau es estilo en estado puro, nadie lo puede negar, invención pura. Pero no hay que irse tan alto, muchas películas iniciadas como encargos ajenos al que las dirige –El Padrino fue exactamente eso- son obras maestras, merced precisamente al poder de esa benigna carcoma llamada estilo, que arrasa cualquier estructura convencional hasta convertirla a veces en vanguardista. Hitchcock lo hacía casi por diversión.
¿Es El Padrino la expresión máxima del estilo de un artista llamado Coppola?
Yo creo que, junto con la segunda parte, es su mejor película, la mejor película filmada por él, la mejor película en la que Coppola aparece tras la expresión Dirigido por…. Pero no creo que en El Padrino el estilo cinematográfico alcance una cumbre. El trabajo del fotógrafo Gordon Willis es técnicamente revolucionario, el trabajo de Coppola navega con el viento a favor que Willis le proporciona y es en todo momento espléndido, justo, perfecto, sin una sola vacilación. Pero no hay gran inventiva, no hay gran riesgo, apenas hay juego visual, en suma, hay mucho talento, no hay genio. En El Padrino la persona que rueda se comporta como si todo en el cine se hubiera inventado ya. Y acierta invariablemente, proporcionándonos seguridad. Para mí, una película de 10 es una película en la que hay un individuo inventando un lenguaje para llegar al milagro de la emoción.
Quizás – y digo quizás, ya anuncié que esto es una especulación- en eso radica la distancia que separa a los que opinan que esta película es el paradigma del Cine y los que opinamos que ni remotamente lo es: en ver el Cine como una expresión artística colectiva o individual.
El Padrino me parece un film notable, pero personalmente encuentro que es la película más sobrevalorada. No porque esté muy sobrevalorada, sino porque está sobrevalorada por muchos.
La habré visto unas cinco veces, y nunca he encontrado ninguna escena, ningún pasaje, ningún diálogo, ninguna actuación, ningún plano, ni ningún momento que haya quedado fascinado. Nada. Es toda la película notable, sin errores, muy bien hecha, pero no hay nada que me haya asombrado, sorprendido, extasiado, golpeado o cualquier otro verbo o adjetivo que asocie con una obra maestra. Siempre lo he buscado y nunca lo he encontrado. Nada.
Otra cosa que no trago es la actuación de Marlon Brando. Lo siento, pero siempre que lo veo de Don Corleone veo a alguien con algodones por dentro de los mofletes, y no puedo abstraerme de esa chorrada. No cuela.
Finalmente, me pasa algo muy curioso al cabo de unos días de ver la película. Me hago siempre la misma pregunta: ¿De qué va El Padrino ? Y he de hacer un gran esfuerzo para recordarlo.
Naturalmente si me hacen una oferta que no pueda rechazar cambiaré mi crítica.
Tú lo que tienes que hacer es planificar un día en el que te apetezca ver una gran película, posiblemente la mejor que se haya hecho, y sin duda LA MEJOR historia de la mafia junto a la genial serie Los Soprano. Asegurarte de que durante 4 horas, para no ir con el tiempo justo, NADIE te va a molestar, acomodarte lo máximo posible y prepararte para disfrutar del cine en su estado más puro, disfrutar de El Padrino. Ya me dirás…
¿Cuántas veces he dicho esto a familiares, amistades y otros compañeros?, ¿cientos?, ¿miles? no sé.., el caso es que cada vez que tengo esta conversación con alguien me corroe por todo el cuerpo una potente envidia sana. Envidio a cualquiera que no haya visto la primera parte de la gran obra maestra de Coppola y a las futuras generaciones de cinéfilos que la verán. Envidio a todas y cada una de las personas que no conocen al inmenso Vito Corleone y a su familia, a todas aquellas que aún no se han conmovido con una de las películas de mi vida y que experimentarán las mismas sensaciones que yo y muchos otros tuvimos cuando la vimos por primera vez, y les envidio más si cabe porque hay una segunda y tercera parte. Envidio a quienes todavía no conocen a Santino, a Michael, a Fredo y a Connie Corleone, y a cualquiera que no sabe que significan las naranjas en el mundo de la mafia o cuál es el truco para cocinar unas buenas albóndigas. También envidio a los que piensan que Sollozo, Barzini, Cuneo, Stracci o Tattaglia simplemente son apellidos italianos y a quien nunca fue seducido por la perfecta ambientación de The Godfather, la mágica música de Nino Rota y la excelente fotografía de Gordon Willis. Envidio actuaciones magistrales como la del siempre excepcional Marlon Brando, como la de Al Pacino, Diane Keaton y James Caan, y aún me dan más envidia quienes no se emocionan todavía al escuchar nombres como Robert Duvall o John Cazale.
Envidio a cualquiera que no sabe que pasó con el caballo de Jack Woltz, a quien desconoce dónde está el restaurante Louis, para los que nombres como Tessio, Carlo, McCluskey, El Turco, Moe Greene, Al Neri o Luca Brasi no significan nada y, como no, a quienes no saben que es una vendetta o dónde se encuentra un pueblo llamado Corleone. Envidio y siempre envidiaré a quien todavía no ha visto la trilogía de El Padrino. Pero sin duda, a quien más sanamente envidio, es al gran Francis Ford Coppola por ser capaz de regalarnos, magistralmente, la más grande historia de la mafia, con los mejores personajes, las mejores actuaciones y el mejor guión….
… Espera, ¿qué me dices?…, ¿qué tu tampoco has visto El Padrino …, vaya. Pues debes de saber que soy un maldito envidioso y ahora mismo siento una gran envidia de ti…, sí, sí.., es la verdad. Te envidio muchísimo.
El efecto que causa en mi El padrino es increíble, es la potente sensación de estar degustando auténtico cine desde el primer hasta el último instante… muchos hablan sobre que la secuencia de la boda es larga y algo aburrida, y a mi me parece una presentación de personajes descomunal: Desde Don Vito hasta Johnny son definidos y caracterizados de un modo espectacular, nada chirría, todo tiene su significado, ni un sólo actor desentona, ni un sólo encuadre es desacertado… en definitiva, asistimos a un arranque que te deja suspendido en su historia, en su ambientación y en todos aquellos conflictos presentados de forma absolutamente impecable.
La elegancia y la sinuosidad con que se mueve todo, hacen que cuando llega el auténtico clímax uno esté expectante, palpitante ante esa calma tensa, fría, abrupta, turbia y gradual que se da cita en esos momentos donde todo llega a extremos inhóspitos, donde la venganza permanece como un instinto secundario con tal de proteger y cobijar todo aquello que es propio, que nos acompaña y nos arropa. Y es que, tras un arranque esplendoroso, su desarrollo aun se retuerce más y te envuelve en un relato en el cual los acontecimientos empujan imprevisiblemente a sus protagonistas y les desbordan, les oprimen, les ponen en la punta del iceberg, en una cuerda tensa y fina que, en cualquier momento, podría romperse, temblorosa, y dejarles inmersos en la más absoluta angustia.
Los intérpretes en El padrino son anulados, no existen, el personaje se desvanece y deja paso a la persona, a personas que te dejan en el borde del abismo, que marcan tu afán por seguir sus pasos, comprender su inquebrantable honestidad hacía todos aquellos seres a los que aman y aprecian, en definitiva, hacía su propia familia, al lado de la cual han medrado, han aprendido y llegado a ser lo que son, y han pulido sus virtudes y desarrollado sus defectos, virtudes y defectos que se destapan una y otra vez, que aparecen sin reparos, impulsivamente, y que te dejan extasiado y en un estado de cautela sepulcral, que te hace enmudecer y observar en el más absoluto silencio cada gesto, cada mirada, cada movimiento con tal de comprender porqué sucede lo que sucede y cuan intensos pueden llegar a ser los sentimientos de cualquier ser humano.
Hablar sobre planos, fotografía, movimientos de cámara, encuadres, vestuario y demás sería quedarse en la más absoluta nada tras seres que te dejan encogido en la butaca y sin parpadear ni un sólo momento. Y eso que la banda sonora se te queda grabada, porque por mucho que Vito, Sonny, Michael, Tom o Kay capten tu atención del todo, genialidades como la de Nino Rota nunca pasarían desapercibidas. Jamás.
Cuando mis padres enfermaron inesperadamente y sin remedio, les llevaba películas con que atenuar la angustiosa inminencia del fin.
Ambos eran cinéfilos. De jóvenes iban a cineclubs, leían revistas extranjeras, tenían libros en francés (la lengua intelectual entonces) sobre el cine de vanguardia. De modo habitual, veían películas y las comentaban entre sí, una y otra vez.
Dadas las circunstancias, mi padre prefería ahora comedias ligeras, con golpes humorísticos. Woody Allen era lo indicado. Y el aceptable entretenimiento que hay en Una terapia peligrosa, Atrapado en el tiempo, y películas así.
Cuando mi padre ya no estaba, a mi madre le importaba menos el género que la calidad. Al empezar la cinta, se incorporaba y se ponía las gafas. Al terminar, comentaba con entusiasmo algún detalle.
Vimos películas de puro disfrute, del estilo de Barry Lyndon o La edad de la inocencia…
Pero llegó el día en que ya no sabía yo qué películas llevar. Recorrí tiendas y videotecas. En Internet consulté docenas de páginas, hasta encontrar una muy completa. Incluía fichas, comentarios, herramientas de búsqueda… Una enciclopedia cinéfila viva, donde iba identificando los films oportunos. Pasaron días y semanas mientras revisábamos Hawks, raras de Hitchcock, y La escapada, y sueltas de Truffaut, Chabrol, N. Ray…
Ya se estaba apagando mi madre, y me pidió ver El Padrino una vez más. Las tres. A lo largo de su vida había visto miles de películas, y ahora deseaba ver El Padrino.
Es la mejor, me dijo. En ella está todo. Es Shakespeare hoy. Las pasiones de los personajes son las de la humanidad… los grupos humanos, las familias, luchando por la vida… Y el ritmo es el de las generaciones… Los actores nunca estuvieron mejor en su carrera… El director, parece mentira con qué arte aprovecha la novela, que es pobretona…
Entre miles de películas, mi madre la escogió para que fuese la última, la que se llevase de este mundo en la retina.
Después, mis padres no estaban. La cinefilia ya no era cosa de ellos, ni de mi compadre Juan Carlos (que en alguna región del cosmos estará viendo por enésima vez Casablanca y comentando que el flic Rains ha estado mejor que otros días, o lo bien que esa tarde ha aplastado a la mosca el gordo del fez), ni tampoco de los colegas que organizaban maratones de fin de semana para ver, en pisos universitarios, entre humaredas, ciclos de cine negro, o sueco, o lo que se terciara con tal de devorar películas, y luego parlotear sobre ellas hasta gastar la faringe.
La cinefilia, hasta entonces cosa de otros, pasó a ser también cosa mía.
Lo primero era agradecer, en la medida de mi capacidad, las numerosas horas ganadas al dolor con las películas localizadas en FilmAffinity.
En ello estamos…
Levanto mi copa por mis padres, que me enseñaron a amar el cine, y por esta página extraordinaria, donde hacerlo apasionadamente.
¡Larga vida a FilmAffinity!