El mundo
Sinopsis de la película
La película gira alrededor de Tao (Zhao Tao), una cantante del Beijing World Park, y su novio Tai-Sheng (Chen Taisheng), quien se ocupa de la seguridad del parque temático. Pero los enamorados empiezan a distanciarse cuando otros personajes también ejercen su poder de seducción…
Detalles de la película
- Titulo Original: Shijie aka
- Año: 2004
- Duración: 143
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargar una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te citamos un listado de opciones de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
6.9
67 valoraciones en total
A pesar del apoyo intensivo de Cahiers Du Cinema, que da a Naturaleza Muerta una nota media de 86 (la más alta en Septiembre de 2007) y le dedicaba un especial este verano, Jia Zhang Ke no me parece un genio… ni siquiera un director interesante. Aviso al lector de esta crítica de que estoy arrepentido de haberme suscrito a la Cahiers, puesto que casi nunca coincido con sus gustos, pedantes y aburridos hasta decir basta (por lo general). Me considero un cinéfilo capaz de disfrutar con las películas más lentas y profundas… siempre y cuando resulten interesantes, desafiantes, conmovedoras. En cambio, la mencionada revista padece un ataque de cerebralitis , creo que sus críticos no disfrutan con las películas, sólo las meditan.
Es por ese lado, por el cerebral, por donde uno puede disfrutar más el cine de Jia Zhang Ke. Como digo, y con esto me opongo al comentario de Tarima, el problema no es que El Mundo sea lenta (de hecho, creo que tiene un ritmo relativamente animado, con gran variedad de escenarios), sino que su guión está exento de interés, al menos después de la primera media hora. De hecho, me gusta la lentitud de su cine, su preciosa fotografía y sus microminimalistas bromas. Me gusta cómo introduce su visión de China de una manera tan sutil y engarzada en el argumento. Pero esto no es un documental, es una película, hay unos personajes, hay ficción, hay un desarrollo de la trama… y es, simplemente, aburrida.
Lo que más he disfrutado de la película, pues, no ha sido el drama (que sólo brilla en un par de momentos puntuales) sino el discurso sobre China que introduce el director bajo la superficie (al igual que en Naturaleza Muerta ). La trama se enmarca en un parque de atracciones de Pekín que reproduce a pequeña escala los lugares más emblemáticos del mundo. Si China no va a la montaña, la montaña va a China en forma de Torre Eiffel y Taj Mahal. Así, los pekineses tienen ante sus narices una enorme burla a su aislamiento del mundo, un mundo en miniatura para que hagan turismo . Los chinos se hacen fotos con una Torre de Pisa de cinco metros y pasean entre una Acrópolis de cartón piedra. Los trabajadores chinos se visten de gala para hacer de indios, japoneses, africanos… y luego vuelven a sus mundos desconchados de madera podrida. Supongo que los propietarios del parque le darían permiso al director para rodar pensando en la estupenda publicidad, pero éste se ríe de todo aquello de una forma tan sutil como devastadora.
Más allá de todo esto, podemos apuntar sobre la película el uso extraño pero satisfactorio de la animación, que introduce un toque exótico a la película. Aunque no entiendo muy bien qué criterio sigue el director para convertir una escena en animada…
Bueno, creo que mi opinión ha quedado clara. Estoy en contra del cine intelectual. Pienso que el cine, como arte, debe primero desintegrar las entrañas, y luego el cerebro. Primero la fascinación, y luego la reflexión.
El mundo puede ser un enorme parque de atracciones: llamativo desde fuera, como si fueran postales de una agencia de viajes, pero dentro o detrás solamente hay toneladas de basura.
Mosaico de dos caras: la moneda se tambalea para mostrarnos lo que hay al otro lado de las bambalinas de los imperios. La incertidumbre por llegar a fin de mes, problemas para sobrevivir en un mundo laboral condenado al suicidio. Tal vez con tu cuerpo puedas sacar unas monedas extras. Queda poco tiempo para el amor.
Sonría por favor, el show esta a punto de comenzar. Animaciones en flash de un mundo feliz en dos dimensiones. Sólo son reproducciones de una realidad cambiante. De anacronismo. Las mismas caras con diferentes trajes.
Mira tu móvil y sé feliz.
Lo que antes eran esclavos ahora tienen un contrato laboral para mantener a un mundo que realmente reniega de ellos. Todo es mentira. El mundo es más falso que ese parque de atracciones y la terrible verdad que esconde: muchos ya están muertos antes de nacer.
The World es el parque temático más importante de Pekín, un complejo lúdico donde el ciudadano de a pie puede fotografiarse en el Taj Majal, la Torre Eiffel o en Manhattan (Torres Gemelas incluidas). Un lugar para viajar, sin moverse de la ciudad, por los cinco continentes en sólo un día, donde olvidar los problemas cotidianos y dejarse deslumbrar por los sueños, como bien reza la propaganda del parque.
Ahora bien, toda esta fanfarria onírica que transporta al visitante a esos sueños que nunca realizará, contrasta grotescamente con el mundo real que se vive en este parque temático. Los protagonistas son unos cuantos trabajadores que sobreviven hacinados en sórdidos edificios o en la triste habitación de un hotel donde una pareja se encuentra, personas que combinan este trabajo con (por ejemplo) un taller textil en el que copian glamurosas prendas de marcas occidentales (otros coquetean con la prostitución o se re-emplean en la construcción), gentes venidas de lugares remotos de China a la ciudad a buscar una vida mejor o simplemente lograr el dinero suficiente para obtener un pasaporte y marcharse del lugar.Todos ellos personajes siempre pegados al teléfono móvil (símbolo de modernidad) y en permanente estado de transición, porque están allí temporalmente, como lugar de tránsito para cumplir sus deseos, del mismo modo que lo está China en su lucha constante por integrarse en el mundo capitalista mientras sus habitantes sobreviven en condiciones sociales y morales funestas.
The World es una valiente alegoría de cómo se construye una sociedad capitalista y globalizada, de China en su lucha por integrarse en ella, y de los deseos que se ofrecen tan sólo al sueño para la mayoría de sus habitantes mientras pagan la factura con su libertad y sus miserias. Y, a la vez, es una película magistralmente realizada, en la que las historias de cada uno de los personajes están magníficamente retratadas y servidas al espectador sin contradicciones o situaciones sin resolver. Historias que van generando otras, del mismo modo que la cámara va mostrando escenarios distintos recorriendo los pasillos y camerinos por los que deambulan sus personajes, deteniéndose en planos-secuencia largos que comienzan y terminan cada escena, en las que se muestra la realidad en contraste con lo que se pregona como fondo, sin ahorro en eufemismos, enseñándo sin tapujos catres destartalados o paredes de habitaciones cochambrosas desde cuya ventana se observa el majestuoso Big Ben londinense, el Partenón o la Torre de Pisa. Una crítica mordaz e inteligente a la sociedad de la globalización y a la China del capitalismo tardío, y un desnudo magnífico de lo que en realidad se esconde detrás de ella: la prostitución, la delincuencia y la marginación en un mundo cada vez más sometido a la incomunicación, la corrupción, la falsedad y el desencanto. (Puerta de Babel)