Él me llamó Malala
Sinopsis de la película
Un retrato íntimo de la activista paquistaní Malala Yousafzai. Ganadora del Premio Nobel de la Paz, la persona más joven que ha recibido tan prestigioso galardón, Malala fue señalada como objetivo por los talibanes y sufrió graves heridas por arma de fuego cuando regresaba a su casa, en el Valle de Swat (Pakistán), en el autobús escolar. Este ataque provocó la protesta de quienes la apoyaban en todo el mundo. Sobrevivió milagrosamente y ahora, como cofundadora del Fondo Malala, es una destacada defensora de la educación de las niñas en todo el mundo.
Detalles de la película
- Titulo Original: He Named Me Malala
- Año: 2015
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
6.5
66 valoraciones en total
Cargando sobre sí misma la etiqueta de ser la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz, la activista paquistaní Malala Yousafzai se volvió una figura mediática global luego de sobrevivir a un atentado contra su vida, ataque perpetrado por parte de los talibanes, cuando viajaba a la escuela en un autobús en compañía de sus amigas.
La activista defensora de los derechos educativos para las niñas llamó rápidamente la atención de muy conocidas personalidades alrededor del orbe, lo que benefició para su rápido traslado a un hospital en Londres, donde después fijaría su residencia junto al resto de su familia.
El documental de Guggenheim arranca explicando la leyenda de Malalai a través de un episodio animado, en el que se muestra como en 1880 una mujer arengó al ejército afgano a no rendirse hasta vencer al invasor ejército británico, hecho que motivó a Ziauddin Yousafzai para nombrar a su hija con el nombre de Malala, en un acto que se pretende profético.
Después, la mirada de Guggenheim se posará sobre la familia de Malala, mostrando situaciones cotidianas de ella junto a sus padres y hermanos en su nueva vida ahora lejos del lugar que los vio nacer, en Londres, sin embargo esa mirada siempre se queda en la superficie, sin conseguir de ellos auténticas reflexiones sobre el significado de su cambio de vida en un país ajeno.
El documental alterna de manera arbitraria apenas alguna escena de Malala como estudiante, un exceso de animaciones que recrean hechos pasados y se centra sobre todo en los actos a los que Malala y el padre acuden con grandes personalidades del mundo, como encaminando el relato a lo que ellos consideran el momento cumbre de la actividad de la chica, la obtención del Premio Nobel de la Paz, ubicando el reconocimiento a la chica por encima de su discurso y mensaje.
Guggenheim no consigue penetrar la superficie de una historia que se antoja rica y por demás interesante, dejando al espectador sin la posibilidad de reflexionar al documental más allá de un simple ejercicio-homenaje, sin atreverse a indagar más en el rol que juega el padre detrás de las actividades de la chica, en un documental que deja la sensación de ser un mero producto publicitario.
http://tantocine.com/el-me-nombro-malala-de-davis-guggenheim/
En 2006 el realizador estadounidense Davis Guggenheim llamó la atención internacional gracias a Una verdad incómoda , ganadora del Oscar como mejor documental, un premio que recibió más que nada por su temática, centrada en la amenaza del calentamiento global a partir de la campaña de Al Gore. Luego seguirían trabajos como It Might Get Loud y en 2010 Waiting for Superman , y ya sea con la ecología, la música o la educación, Guggenheim siempre logra dar que hablar con sus documentales, aunque más allá de los temas que toca, en lo estrictamente cinematográfico su aporte no sea demasiado relevante.
Justamente eso ocurre en este caso, con este film centrado en Malala Yousafzai, la joven estudiante y activista pakistaní que denunciaba en un blog los abusos del régimen talibán, quien saltó a la fama mundial en 2012 cuando le dispararon en un atentado, y cuya lucha por la libertad de enseñanza incluso la llevó a ganar el Nobel de la Paz 2014, porque si bien el personaje que aborda y la realidad que simboliza son muy importantes, en lo formal como documental es tremendamente convencional y hasta podría confundirse perfectamente con un especial televisivo, tiene escaso vuelo y espesor -desde la forma en que se desarrolla hasta cómo está subrayado emocionalmente por la predecible música de Thomas Newman- e incluso se llega a hacer monótono, pese a que dura menos de una hora y media.