El lobo estepario
Sinopsis de la película
¿De qué extraño ángel o demonio está hecha nuestra personalidad? Qué fuerzas y pasiones ingobernables llevan y traen nuestro yo por tortuosos caminos, más allá de los límites de nuestra conciencia? ¿Por qué el personaje de esta historia que ve cómo decae la sociedad burguesa, carece de energía para oponerse a su destrucción? El espectador de esta película se sentirá atraído por la cautivante genialidad del autor del libro – Hermann Hesse, premio Nobel de Literatura – y por el profundo sentido social de la misma. Hesse posee una hondura filosófica, como si en él se encontraran el vuelo lírico de Goethe poeta y narrador, de un Kant y un Nietzsche explotadores de la conciencia y la razón del hombre. El Lobo Estepario es en suma una obra que señala una época crucial de la mentalidad y conducta humanas. (información de la distribuidora).
Detalles de la película
- Titulo Original: Steppenwolf (Ill Lupo della steppa)
- Año: 1974
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
5.1
33 valoraciones en total
El lobo estepario es un libro absolutamente fantástico, y no cabe duda que nadie que se haya dirigido a ver esta película lo habrá hecho sin haberse leído el libro. ¿Por qué? Pues porque no hay razón alguna para ver esta película- de la cual nadie se acuerda- si uno no ha tenido un primer contacto con el libro. Claro que entonces uno se lanza de cabeza y con entusiasmo, ¿y cómo ha adaptado el director esta obra tan compleja? ¿Lo logrará? La mayor intriga de la película no es el desarrollo del argumento- porque ya sabemos como termina- sino saber si al final la película será una obra maestra incomprendida o un bodrio.
Normalmente cuando una película es poco creíble y generalmente insoportable, la quito a mitad, pero hice una excepción con El lobo estepario. Cierto es que al principio parece que la cosa funcionará, cuando se lee el Tractatus de lobo esterpario con escenas de dibujos a lo Terry Gilliam, y Max von Sydow ofrece una interpretación más que satisfactoria de Harry. Pero todas las esperanzas se ven frustradas rápidamente por Dominique Sanda, esta hermosa señorita que por muy guapa que sea, actúa peor que una piedra con una cara pintada. Esta señora, que aparece todo el resto del metraje, parece hacerlo todo como si tuviera un palo en el culo y estuviese soltando todas sus líneas de memoria y sin entenderlas. Luego aparece Pablo, interpretado también por un chico muy guapo pero que, para contrarrestar lo aburrida que es Hermine, directamente se lanza a la sobreactuación de lo más amanerada. Además, qué mal canta el chico. Y finalmente está Goethe, interpretado por una especie de enano histriónico.
Pero yo no la quité, no. Me dije, de aquí a veinte minutos, esto entrará en una psicodelia y paranoia de lo más entretenida, como en el libro . Efectivamente, lo hace. Pero no como en el libro, sino con escenas del libro convertidas en horrible psicodelia setentera de la peor calidad. La intriga se terminó: vale, Fred Haines no lo ha logrado. Porque mientras qu ela novela de Hesse es atemporal, el producto de Haines es una cosa de su época, y no una buena. Y con lo que me gusta a mi la psicodelia alucinatoria…pero es desastrosa en El lobo estepario. Tratar de sustituir la imaginación y la fuerza descriptiva de Hesse por fondos dibujados a lo Karel Zeman (pero en mal y cutre) y encima aderezarlo todo con horribles actuaciones y filtros…ay, ay qué cagada.
Steppenwolf demuestra que una adaptación fidedigna de un gran libro no implica una buena película. Y sí, la adaptación es muy muy fiel, a lo mejor por eso fracasa, porque intenta llevar al medio visual cosas que pertenecen a la literatura. Siendo sinceros, que esta peli no funcione…no es ninguna sorpresa. Pero que funcione tan mal…tan desastrosamente mal…
Le doy un tres por la actuación de Max von Sydow, lo único que hace que esta película sea preferible a una tortura con electrodos en los huevos.
Coincido con las dos críticas anteriores, pero debo aclarar algunas cosas. En principio sabemos que adaptar un libro de esta magnitud (se podrán adaptar libritos de Harry Potter o tonterías por el estilo) es imposible, es por esta razón que de algún modo aplaudo al menos la valentía del director para hacer el intento de algo que en un principio ya es prácticamente imposible. Por otro lado, el guión, intenta reflejar (por supuesto que por una cuestión de espacio no se puede) la maravillosa prosa afiebrada, demoledora, inteligente y opresiva del libro, lógicamente que lo logra en forma deficiente, pero me quedo mil veces con esta intención que elogiar guiones como los de la película Juno , que me ha parecido simpática, pero no se de donde sacan los críticos tanto argumento para ensalzar dicho guión. Supongo, que el director , al no saber como encarar tamaño proyecto, eligió darle un toque surrealista (que el libro tiene de algún modo, por más que sean símbolos, es algo surrealista) para adornar o darle cierta personalidad propia sin que afecte demasiado al argumento o mejor dicho los argumentos varios que posee el libro. En definitiva, aconsejo que la vean, siempre y cuando hayan leído esta genial e inconmensurable obra. Y para las dos personas que escribieron las críticas anteriores, les mando un abrazo y mis respetos desde ya, pero les aconsejo que aprendan a reir y a no tomar todo tan en serio. Un afectuoso abrazo a quién leyere.
En la novela de Hesse, Harry malvive sobrellevando la lucha intermitente entre los dos individuos que coexisten en él: el hombre dócil, necesitado de la aceptación y compañía de sus semejantes, y el lobo indómito, libre e instintivo, que afirma su individualidad renunciando a la vida gregaria. Un Jekyll-Hyde intelectualizado, incapaz de alcanzar placer en los términos medios, pero con un extraordinario aguante para el sufrimiento, por resumir. Es un buen libro. Intocable, inadaptable como su protagonista. Nunca sospeché que existiera un film homónimo pero, cágate lorito, que lo hay desde 1974. Lo sé porque las bibliotecas ofrecen algo más que wifi gratis, y la de mi barrio ahora exhibe un ejemplar en la estantería de novedades, donde nadie mira, a kilómetros del grueso de la colección de DVDs. Lo descubrí de pura chamba mientras me pasaban el código de barras de Crimen Ferpecto, y me abalancé sobre él en un acto reflejo. Me la he tragado de cabo a rabo y es una caca, lo adelanto, pero una caca evocadora…
En la velada en sociedad observo a Harry sentado a la mesa bajo la espada de Damocles, disfrazado de burgués, reprimido, atrapado entre zalameros apocalípticos y decentísimas damas lobotomizadas. Asfixiado por la pulcritud del salón… y por abuso de primerísimos planos. ¡Y encima sin tele! Con el traje, la raya ladeada, y esas gafas tan british, me recuerda a un arrogante profesor de economía de Surrey que buscaba la risa y complicidad del auditorio por medio de chistes denigrantes para con el pueblo irlandés. Se me va la olla y por instantes se me aparece el mismo espejismo que en clase: creo verlo vestido con ropa interior femenina de encaje, con sus elegantes mocasines de charol y calcetines blancos hasta la rodillas, preparado para una sesión de lluvia dorada tras los postres, a lo Burdeles de Páprika, y sin perder la cara de palo y la compostura. Lo cierto es que Harry no encaja tan bien como aquél en el cuadro. La virtud del lobo, para desgracia del hombre en Harry, es no alcanzar placer en ningún tipo de sumisión. Deseo que se ponga la pajarita por diadema, que monte un numerito antológico y los mande a todos a la mierda. Por fin, tras unos cuantos hidalgos de whisky, se caga en Goethe, en la Patria, en su anfitrión… y se da el piro haciendo eses. ¡Bravo!
El lobo estepario destinado a no encajar, hace amigos (alucinatorios, creo) y pone algún empeño por integrarse en la bohemia local empolvándose la nariz y aprendiendo a bailar jazz (inexplicablemente esto hace que me acuerde de un sketch de Muchachada sobre Allan Poe y un buen defenestre). Para entonces el cuadro es desolador: interpretaciones casposas de todo secundario, decorados desfasados, zooms digitales a mansalva y efectos especiales deplorables. Qué asco de existencia, Harry.
[Sigue en spoiler, sin destripe]
Admirable y sorprendente resulta el atrevimiento de un director a llevar a la gran pantalla la magnífica obra de Hesse. Tal temeridad viene provocada, seguramente, por la última parte de la novela, tan gráfica y alucinante, capaz de inspirar a cualquier sagaz, pero claro, las partes por separado no explican una totalidad, y por aquí comienzan los problemas.
Para no irse demasiado por las ramas y evitar entrar en disquisiciones filosóficas, vamos a ceñirnos a lo que aquí interesa.
Para empezar, y de manera rotunda, no se te ocurra ver esta película si no has leído previamente el libro y, como es mi caso, eres ferviente admirador de él. No tendría sentido y te parecería un tostón insoportable a desdeñar antes de los primeros veinte minutos. No entenderías nada, no por falta de capacidad de comprensión, sino por que la película tampoco lo explica y, para cualquier espectador carente del soporte literario, este film no tiene ni pies ni cabeza.
Para los que os habéis leído la novela y os ha sorprendido que exista una adaptación al cine, os encontraréis con un digno intento pero insuficiente y lleno de lagunas. Puede más la curiosidad por ver qué se ha hecho aquí que lo que finalmente se ve.
De las tres partes del libro, claramente definidas si exceptuamos la introducción, se atiende aquí a la última, dejando las dos primeras, aquellas en las que se nos define la personalidad y espiritualidad del protagonista, en veintidos minutos, muy inconexos, donde apenas se nos dibuja la profunda inquietud de Harry Haller y las escenas se suceden de modo difícilmente comprensible, incluído el momento de la animación, buena, por cierto.
Así se entra de lleno en la tercera y última parte de la obra que ocupará la hora y veinticinco de tiempo restante. Claramente, la historia está descompensada, y no estamos hablando de un cuentecito de Disney precisamente, que de cualquier modo se entiende.
Este grueso del film, que como ya he dicho, no es más que el final del libro, se pierde entre la incoherencia, de nuevo, y la falta de presupuesto, me supongo. Y es que, llegados a este punto donde uno ha de conformarse con lo más pintoresco y cinematográfico de la obra escrita, aquí la cosita se ha quedado corta, pobre, muy pobre. Ese baile de máscaras que durante su lectura te traslada a escenarios donde Eyes wide shut se quedaba en una fiesta infantil de cumpleaños, aquí se plasma en lo que parece una verbena de provincias, es decepcionante, ni siquiera cuentan con un edificio y salones a la altura. Como consecuencia, la bajada al infierno y el Teatro Mágico permanecen en el rasero provocando la pregunta de qué hubiera hecho Tim Burton con los actuales medios.
Para finalizar con buen sabor de boca, los dos grandes valores de la película. El primero, la valentía de la adaptación de la obra, ya comentada, y el segundo, la elección de Max von Sydow como protagonista, siempre una garantía y un placer.
Érase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo estepario.
Fred Haines, adaptó en su su carrera como guionista y cineasta, dos de la obras más complejas de la literatura universal, el Ulises de James Joyce y El lobo Estepario de Hermann Hesse, este último, su única incursión en la dirección cinematográfica.
Si bien es cierto, que el libro de Hermann Hesse, es un profundo ensayo sobre la naturaleza humana, donde el autor se refleja a sí mismo y la sociedad que lo rodea y agobia, la película nunca encuentra ese camino y esa profunda reflexión que Hesse hace con su libro, la película se vislumbra más como un ejercicio intelectual del director, que falla, principalmente en el casting (a excepción de Max Von Sydow), en la estructura narrativa, que está demasiado desorganizada y absolutamente errática, en el metraje final, donde la alucinación y los efectos digitales de la época (años 70) se ven falsos, anticuados y por que no decirlo, ridículos y de mal gusto.
Además de la rescatable actuación de Von Sydow como Harry Heller, y de la secuencia de animación, donde se explica la naturaleza de éste, son pocos los elementos que se pueden apreciar, ya que no posee una fotografía destacable y la música de George Gruntz, parece totalmente ajena a la película, y las últimas notas que se adhieren a la secuencia de alucinación, es estrepitosamente errática, setentera y sicodélica (en el peor sentido de la palabra)
Harry Haller tiene alrededor de cincuenta años y vive en Basilea completamente solo. Allí alquila una pequeña habitación y emplea todo su tiempo a la lectura, la buena música, el vino y el tabaco. Este personaje huraño, solitario y desconfiado encuentra en Herminione (Dominique Sanda) un camino y un descenso hacía su propia naturaleza de lobo estepario, alucinación y simbolismo de una sociedad al cual Haller no quiere pertenecer.
El director Haines, opta por tomar frases y párrafos que sean adaptables al universo fílmico, pero más allá de fallar en la concepción misma del filme, son las pésimas actuaciones de Dominique Sanda y de la mayor parte de los secundarios, donde el histrionismo y sobreactuación afectan la calidad del filme, generando una sensación de ridículo y exageración, desligándose de la verdadera naturaleza del libro, optando por un surrealismo superficial y manipulador.
A pesar, de todas las malas criticas, de su errática ambientación y fallido montaje narrativo y fílmico, es una de esas películas interesantes, por la adaptación de un libro tan complejo y simbólico como el de Hermann Hesse, por la rareza de sus pretensiones y por darle rostro (y no el más acertado) al personaje de Harry Heller, quien a final de cuentas ya tenía el rostro de Hesse.
Una película mala por donde se le mire y escuche, pero necesaria para darse cuenta del valor y maestría del libro, y por el intento de adaptar un libro de por sí imposible.