El ladrón de caballos
Sinopsis de la película
Norbu, un pobre montañés, se ve obligado a robar un caballo para mantener a su familia. Cuando se descubre que él ha sido el responsable, le expulsan de la tribu en la que convive, librándole de esta forma de cortarle las manos. Su intención de enmendarse y no recaer se ve frustrada ante el nacimiento de otro hijo, lo cual le lleva de nuevo a delinquir…
Detalles de la película
- Titulo Original: Dao ma zei (The Horse Thief)
- Año: 1986
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
Película
6.4
28 valoraciones en total
El ladrón de caballos, retrata la vida de la minoría Tibetana que vivía bajo las políticas chinas, rodada casi a modo de documental, guarda un gran parecido con Himalaya, lenfance dun chef, (aunque he de decir que El ladrón de caballos me gusto mas).
Película sencilla pero a la vez cautivadora, el argumento de la película ya lo dice todo, un montañés roba un caballo para poder dar de comer a su familia, los aldeanos al enterarse deciden expulsarle de la aldea para así evitarle cortarle las manos, a partir de ahí, se nos mostrara la dura vida de Norbu y su familia y todas las penurias que pasaran en su destierro, mas hambre y condiciones tanto climáticas como geográficas durísimas.
Exquisitamente filmada merece una oportunidad aunque solo sea como película documental.
Curiosa y poco publicitada ópera prima del director chino Zhuangzhuang. El argumento es sencillo, su título contiene bastante bien el desarrollo: un ladrón de caballos de un pueblo del Himalaya que subsiste gracias al pillaje y precisamente esto le llevará a unas consecuencias irreversibles.
Ante todo sorprende la fotografía, quizás el aspecto más potente del film. No es por casualidad, ya que Zhuangzhuang estudió cine en la famosa escuela de Pekín: cada fotograma, las contínuas referencias a las luces del alba y del ocaso-esos grandísimos tonos azul-ocre, las majestuosas cumbres impenetrables, las nieves perpétuas, los pueblos con sus templos…
Por otro lado es necesario decir que en esta cinta, como en gran parte del cine oriental, la intención está más que en lo que se cuenta, en cómo se cuenta. La historia es bastante humilde. Los diálogos practicamente brillan por su ausencia, y la acción transcurre muy moderada. Se trata por tanto del propio desarrollo lo que se nos quiere transmitir. Del inmenso poder de la imagen. Es en cierta forma una manera muy oriental de entender el cine, ya que en todo caso se sigue el tópico de una imagen vale más que mil palabras . Y vaya que si se sigue. Cada fotograma, como digo, contiene una carga estética y emotiva muy fuerte, de ahí que aunque parezca una cinta lacónica en exceso, se trata de todo lo contrario. El director deja hablar a la imagen, y ésta se convierte en el más poderoso vehículo narrativo, relegando al diálogo a un puesto secundario (todo lo contrario de lo que se suele ver en el cine occidental). Se trata, por tanto de otra forma de narrar, de la que nuestro fatigado modelo fílmico debería dar cuenta.
Por eso, es al ver este tipo de cine, cuando uno se plantea la verborrea y efectismo de gran parte del modo de hacer películas en Occidente. Y aunque también tengamos cosas que enseñar, mucho nos queda por aprender…
Film que recuerda en parte a El ladrón de bicicletas de De Sica, ya que un cabeza de familia, ante la penuria y la necesidad de alimentar a los suyos, se ve obligado a ir en contra de la ley de su tribu y robar, lo que le valdrá el destierro para si y los suyos. El film muestra la crudeza del invierno en el interior rural asiático, en donde la agricultura y la ganadería se antojan vitales para la subsistencia, y en donde miles de familias se ven sumidas en la más profunda de las miserias al igual que la protagonista del relato.
Una película que tanto en las formas como en el fondo parece estar más cercana al documental, acusa quizá un ritmo demasiado lento. Y no me refiero a ese ritmo característico de mucho cine oriental, que para mí ni es molesto ni es tedioso. Pero en esta película hay algunas escenas (los momentos de mayor tensión, o las persecuciones) rodadas con mucha calma cuando lo mostrado requiere más ritmo, menos pausa. Más acción, incluso. Y no hubiese desentonado con el resto de escenas, la mayoría, que sí precisa de ese ritmo más pausado, donde la fotografía debe ser apreciada con calma y atención, donde la imagen te va a decir mucho más que cualquier diálogo banal, y ello requiere tiempo.
Y sin embargo, nos encontramos con una película que no llega a los 90 de duración. En ella se nos muestran las penurias de una pequeña familia desterrada por los delitos del protagonista Norbu. Para mí, lo más interesante es que Norbu no sólo roba para que puedan comer, sino también para poder realizar las ofrendas pertinentes a los dioses de turno. En El ladrón de caballos , aparte de mostrar el horror de la pobreza extrema, también se procura hacer ver que la cultura en torno a las religiones no sólo es absurda, sino que también es peligrosa.
Esta idea se recalca constantemente a lo largo del film. Se nos mostrará como los protagonistas viven una situación límite, pero no faltan a su cita con las ofrendas a los dioses o a la compra de objetos para festividades sacras. Veremos diversas escenas de ceremonias religiosas y de rezos, mientras que los escasos diálogos procurarán evidenciar la importancia que se le da a lo divino, pese a la dramática situación terrenal.
Para mí, la película tiene un punto crítico muy interesante y acertado en todo este aspecto. Y junto con la fotografía, hace que el conjunto gane muchos enteros.
Una maravillosa poesía visual que no puede perderse todo amante del cine. Evidentemente cine oriental en todo sentido, poderosas narraciones visuales en vez de diálogos, pausas en vez de acciones, reflexión en vez de ímpetu… Coincido completamente con la crítica que hace EternoRetorno. La película es de una estética sublime que puede rememorar a las obras de Zhang Yimou (Hero), o Takeshi Kitano (Dolls), entre otros creadores orientales. Definitivamente en la estética y lo visual los occidentales tenemos mucho que aprender.