El jurado (Runaway Jury)
Sinopsis de la película
Cuando una joven viuda interpone en Nueva Orleans una demanda contra una poderosa empresa armamentística a la que responsabiliza de la muerte de su marido, comienza un juicio en el que estarán en juego millones de dólares. Los intereses de la viuda los defiende Wendall Rohr (Dustin Hoffman), un abogado sureño con sólidos principios y un interés sincero por el caso, mientras Rankin Fitch (Gene Hackman), un brillante y despiadado especialista en jurados, es la cara oculta de la defensa. Desde un sofisticado centro de mando situado en un viejo almacén, Fitch y su equipo tratarán de conseguir al jurado perfecto para los intereses de la corporación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Runaway Jury aka
- Año: 2003
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
6.7
77 valoraciones en total
Reunión de un gran elenco de estrellas bajo la dirección del director Gary Fleder con el único y principal objetivo de posicionarse ante uno de los grandes debates que hoy en día hay en los Estados Unidos: armas sí o armas no. Y las estrellas de Hollywood dicen que no. Y poco más. Porque cinematográficamente la película no da para mucho más. Como en toda película donde haya un jurado de por medio es inevitable la comparación con la mejor película de este género que se haya rodado, Doce Hombres Sin Piedad. Y es que comparando, porque en el cine hay que comparar, se puede observar que a esta película le falta emoción, deliberación, relación entre las doce personas que forman un jurado, ahondar en sus personalidades y pensamientos, etc. Y le sobra lucimiento de sus estrellas. Y le sobra los intentos de resaltar de su director. Y además es muy larga. Y muy confusa en su comienzo con lo que cuesta mucho coger el hilo de la película. En conclusión, un producto comercial para acallar las conciencias de las estrellas de Hollywood ante uno de los problemas más importantes en los Estados Unidos. Para esto manifiéstense, no hagan una película.
Enésimo ejemplo de cine judicial con reparto de relumbrón y giros argumentales efectistas aunque harto inverosímiles. La justicia corrompida, la injusticia vengada y el histrionismo a uno y otro lado del estrado siempre han dado mucho juego en esto del cine. La película parte de un supuesto bastante improbable, al menos en Estados Unidos: responsabilizar a un fabricante de armamento del crimen que ha cometido un pirado con una de las armas producidas por aquel. Es como si al último que se ha liado a cuchilladas con su mujer le exoneraran de la culpa y se la cargaran a la marca del cuchillo. Confundir la responsabilidad penal individual con la animadversión hacia la posesión de armas, amparada por la segunda enmienda de la constitución estadounidense, puede lubricar a más de uno, pero se sale de cualquier pretensión de verosimilitud. Al igual que el modo en que Cusack y Weisz son capaces de colarse en el entramado legal que describe la película. Hackman está especialmente irritante y Hoffman no parece terminar de creerse su papel.
Puro trampantojo para alimentar la vana ilusión de que en el mundo puede haber justicia, aunque todos sabemos que, en Estados Unidos y en el antiguo área de la peseta, como en el resto del mundo, la Justicia es el estamento más corrupto desde que el mundo es mundo. Por una sencilla razón: la ley no se aplica, sino que se interpreta.
Esta película, a mi juicio (y nunca mejor dicho), es una muy interesante opción si te gusta el mundo del Derecho, los juicios y la abogacía. Eso sí, muy a la americana.
La película es una adaptación de una novela de John Grisham, que no es precisamente un novato en esto de la literatura de abogados. De hecho, también es el autor de la novela El informe pelícano , también adaptada al cine con Julia Roberts y Denzel Washington.
La trama gira en torno a un juicio que enfrenta a una compañía armamentística y a la esposa de una víctima de sus productos. Lo particular de la cinta es la descripción del papel del jurado en los juicios americanos de altos vuelos. La presión a la que pueden verse sometidos. El interés de los abogados en influir en el jurado, en apelar a sus sentimientos para inclinar el veredicto en su favor. Y las maquinaciones e intrigas que hay de por medio cuando el cliente quiere asegurarse la absolución.
La película tiene todo lo necesario para enganchar al espectador. Tiene mucho ritmo, acabando en un desenlace con un importante elemento sorpresa que, todo sea dicho, aunque cabe imaginar, nunca llega a saberse con seguridad. Tiene muy buenas interpretaciones (con ver el reparto, se comprende perfectamente). Destaco especialmente a Gene Hackman, que es realmente sobresaliente en su despiadado papel. Y tiene una muy buena trama, realmente interesante.
Como dije al principio, es una muy buena alternativa como cine de juicios a día de hoy. Tiene una trama que presenta unas cuestiones muy actuales y susceptibles de abrir debate, aunque ya digo que están especialmente relacionadas con la sociedad americana. Particularmente, recomiendo la película a todo aquél que quiera saber por qué no tenemos jurado, normalmente, en España.
Magnífica, brillantemente interpretada, dirigida y con una trama bien urdida aunque invadida por ciertas lagunas que se perdonan en conjunto.
Debo confesar que cuando me enfrenté a ella pensé que lo haría a un peñazo, una de esas historias sin cuajar que en ocasiones, ni un gran presupuesto, ni actuaciones brillantes, logran salvar. Afortunadamente me equivoqué.
Perfectamente estructurada, combina con habilidad, intriga, sorpresa y ciertas trampas al espectador, que cae complacido en ellas, al menos, en mi caso.
UN MERECIDO 8
El Jurado no es la típica película americana judicial. Es una buena película americana y un ejemplar thriller judicial.
Es una historia que esconde mucho más de lo que muestra en un principio y que, por suerte, también es más inteligente y hasta reflexiva.
El guión contiene suficiente tensión como para mantener el interés desde el minuto uno y en aumento.
A mí, al contrario de algunos, me encanta esa cámara frenética que ayuda y mucho.
Las interpretaciones son todas magníficas. Puede que la que se quede sin destacar demasiado sea Rachel Weisz, pero su interpretación no se queda atrás. John Cusack sigue demostrando que es un actor perfecto y que se sigue sacando de la manga interpretaciones grandiosas le pongas donde le pongas. Gene Hackman y Dustin Hoffman están los dos igual de gigantes y la tensión interpretativa sostenida en la escena del baño es para recordar. Sólo por ese tenso cara a cara entre los actores en esa escena de puro diálogo (pero también de pura tensión) la película merece ser vista.
Y el giro final: brillante y sorprendente.
Una ejemplar película de intriga y suspense, mucho mejor de lo que se podría esperar, y que bien podría ser la mejor película basada en una novela de John Grisham.