El jugador de ajedrez
Sinopsis de la película
En 1934 Diego Padilla gana el campeonato de España de ajedrez y conoce a una periodista francesa, Marianne Latour, de la cual se enamora. Pasados los años Marianne convence a Diego para que junto con la hija de ambos se vayan a vivir a Francia, donde poco tiempo después Diego será acusado de espía por los nazis y encerrado en una prisión de las SS. En la prisión, Diego intentará sobrevivir en un entorno hostil gracias a la afición al ajedrez del coronel Maier, el oficial al mando, un hombre hierático, hedonista e imprevisible.
Detalles de la película
- Titulo Original: El jugador de ajedrez
- Año: 2017
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
5.8
77 valoraciones en total
La habría disfrutado mucho más si introdujera cierto descaro o provocación. Mantiene a lo largo del metraje, un toque de corrección que la desdibuja enormemente.
La construcción se realiza con escenas de gran eficacia, ambientación espléndida, y un guión con lagunas muy concretas que evidencian fallos que se diluyen en el entramado global. Ejecutada con una infinita capacidad para ampliar ese gran surtido de emociones que nos regala, siendo ello, lo que tal vez le otorga esa fuerza final.
Va de un jugador de ajedrez que el mismo día que gana el Campeonato de España, liga. No digo que no pueda pasar, pero no es lo habitual en el mundo del ajedrez. La cosa va bien, se casa y no lo lleva mal del todo con Franco, pero comete el error de irse a Francia cuando van a ocuparla los nazis y ahí ya es otra cosa. Porque los nazis de esta película son típicos nazis.
El guión no da para muchas sorpresas, pocos riesgos se han tomado y el resultado es muy plano. Como positivo, la ambientación está bien y las partidas de ajedrez, aunque mucho más simples que en la realidad, al menos no son una absoluta tontería. He visto en los créditos que detrás está la mano de Sabrina Vega, el Divis y el niño Antón. Buen trabajo el suyo para que una película que va sobre un jugador de ajedrez sea al menos digna ajedrecísticamente (no suele pasar).
Gustará a: nostálgicos, sombrereros, ajedrecistas
No gustará a: franceses, Alejo Sauras, ajedrecistas
La historia daba para mucho más, pero se queda en la anécdota. Siendo fundamentalmente una historia de amor, está muy descompensada y se echa en falta garra narrativa y profundidad psicológica. El tema del ajedrez está bien tratado, pero no es fundamental para el trasfondo de la trama. Igual hubiera funcionado con un escultor, un sastre, un albañil o un músico, como en El pianista de Roman Polanski, con la que guarda muchas similitudes.
Una película ambiciosa y muy correcta en el sentido más amplio que no llega a conmover, que no sorprende, que difícilmente emociona y que deja un poso de fiasco e indiferencia con un final abierto y muy pretencioso que juega a tablas entre la fatalidad y la esperanza.
Festival de cine de Málaga 2017. El jugador de ajedrez. Nos aporta Luis Oliveros una película con una estructura narrativa estandarizada sin objeciones a su realización que me parece acertada. Los protagonistas son afectados por un curso de hechos que los convierte en sufrientes bajo el mal radical que ejemplifica el periodo totalitario de los fascismos europeos. La suspensión de la ética social derivada del ejercicio despótico del poder, permite a cada personaje expresar sus valores más arraigados y diferenciarse de los otros. El contraste de valores en antitética oposición expresa el conflicto moral fundamento de toda narración. Desde Homero el recurso al personaje que es velado al conocimiento de otros por los acontecimientos, hasta que posteriormente, en el desenlace narrativo, se desvela como el sufriente que ha sobrevivido y mantenido sus principios, siempre es una fórmula dramática efectiva pues el espectador se identifica al verse a sí mismo como alguien que está parcialmente oculto a los demás y espera su momento de reconocimiento. Película bien hecha que alcanza sin problemas sus objetivos.
Voy al cine para sentir. En esta película, la ambientación, los escenarios, el vestuario, la cadencia del relato, la interpretación, el guión y la música parecen hechos para mí. Desde el principio estoy dentro no de la sala, sino de la pantalla. Mi tiempo en 98 minutos va al compás que marcan los hechos que se narran. Cuando se termina me quedo con ganas de más, porque esas vidas eran mi vida. Todo mi interés estaba allí.
El cine se debió inventar para esto: para confundirnos. Que una película española me hiciera salir tan confuso ayer y hoy siga revoloteando por mi cabeza me hace mantener la esperanza en el cine español. Es diverso e irregular, pero a veces salen joyas como esta. Me quedo esperando a la próxima. El trato poco amable que la crítica le ha dado espero que se vea compensado por el éxito en taquilla.
Es una cota del cine español de tema histórico.