El infierno
Sinopsis de la película
París, años 80. Un hombre que acaba de salir de prisión es rechazado por su mujer. En presencia de sus tres hijas, se inicia una violenta disputa que se salda con el suicidio del padre. Con el paso del tiempo las relaciones familiares entre las hermanas se rompen. Sophie, la mayor, casada con un fotógrafo con el que tiene dos hijos, está atravesando un momento difícil. Anne, la más pequeña, estudia arquitectura y mantiene una relación pasional con Frédéric, uno de sus profesores. Céline, que es la única que visita a su madre, que está recluida en una residencia, conoce a un tipo encantador llamado Sébastien, pero no puede ni siquiera imaginar que le revelará un sorprendente secreto que facilitará el acercamiento entre las hermanas y les permitirá superar su pasado.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lenfer aka
- Año: 2005
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
6
45 valoraciones en total
Parece que todo se alía para que estas tres pobres hermanas vivan unas vidas tristes y solitarias. Hasta el tiempo está hecho unos zorros.
La música- poca y con cierto aire de misterio- creo que va muy bien con la historia, que da tres grandes saltos en el tiempo.
Las imágenes que vemos durante los créditos del principio -ese nido lleno de huevos que una cría va echando poco a poco hasta que, al final cae ella también, aunque consigue volver para acabar con todos los huevos- me parece un resumen absolutamente espeluznante del mal y la crueldad que recorre toda la película. Una maldad terrible porque no tiene palabras, ni casi sentido. Es la maldad por la maldad. Céline, Sophie y Anne están solas, apenas hablan y llevan años sin verse
Puede que el guión sea algo pleonástico, porque Anne vuelve a hacer hincapié en el dolor de la esposa y en el sacrificio de los hijos, cuando habla de Medea ante el tribunal de la Sorbonne, pero creo que es un buen paralelismo con las relaciones con los hombres de la historia y las reacciones de las mujeres, huidizas, incapaces de salir del agujero donde las metió la terrible historia de su madre, que prefirió perderlo todo antes que perdonar al padre de sus hijas.
El final parece enteabrir la posibilidad de que la madre sepa cosas que el espectador no llega a descubrir.
Es una historia con una estructura interesante.
Esta película tiene guión de Kielowski, cosa que se sabe porque aparece a mitad de película una vieja que recicla los vidrios, lo que demuestra también la gran sensibilidad ecológica y de todo tipo que derrocha esta película, de hecho, es tan sensible que está llena de mujeres que sufren y sufren y sufren y no sufren más porque Kielowski se murió, que si no seguirían arrastrándose por el entarimado de sus muy parisinos pisos, todos con muy bonitas vistas a la torre Eiffel y el Sagrado Corazón (uno sabe que, viva donde viva en París, siempre se ven por las ventanas). Bueno, antes he mentido, Kielowski no murió del todo: su espíritu vaga por el mundo y posee a los directores más insospechados. Porque sólo por posesión demoniaca se puede explicar que esta película la firme Tanovic. Si no apareciera en los rótulos, nadie la relacionaría con En tierra de nadie (que, en honor de la verdad, era lo único que había visto de esta víctima del vudú). El caso es que Tanovic (poseído por Kielowski y anulada su voluntad) se ha propuesto hacer la película francesa más francesa de la historia del cine francés, y a fe que lo ha conseguido. Después de esto, el adulterio está agotado como asunto cinematográfico durante siete generaciones, por lo menos. Si uno ve la película como una parodia, puede divertirse bastante. Ahora, si uno se la toma en serio, que se prepare: pretenciosa, cursi, alambicada, mal contada, peor resuelta, ridícula, efectista ya desde uno pollitos que salen en los títulos de crédito. Todos los defectos de Kielowski, ninguna de sus virtudes, realmente infernal.
Danis Tanovic (En tierra de nadie) dirige este drama sobre un guión de Krzysztof Kieslowski, lo que le ha acarreado cierto vapuleo. No lo merece: de hecho si hay algo que cojea en esta película sería en todo caso el guión (quizá más tópico de lo esperado), mientras que la dirección de Tanovic me ha parecido muy buena (elegante, sensible y plácida… pero vigorosa), la fotografía de Laurent Dailland es excelente (procurando calor a escenarios y personajes), por no mencionar la impagable labor de las actrices principales: Emmanuelle Béart, Karin Viard y en especial una Marie Gillain que ya llevaba demasiado tiempo sin admirar. Maravillosamente sufridoras todas ellas, contemplativas pero también activas. La música es otro acierto, y además tiene un buen final (tan refinadamente francés como demoledoramente polaco).
Quien vaya buscando a Kieslowski probablemente se lleve un chasco, porque estamos ante una película rigurosa, matemática, medida, calculada y cronometrada. Poco que ver con la magia inaprensible y la narrativa escurridiza del director polaco.
Tal vez de ahí provenga la tibia recepción de esta nada despreciable película.
Si no cometemos el error, como espectadores, de intentar encontrar en ella un homenaje, una pista o una referencia a un cine o autor determinado, descubriremos que la película es elegante, sensible, muy íntima y muy humana. Y tiene algo que, además, es atractivo como propuesta, aunque no sea original: que se apoya siempre en una perspectiva femenina del problema, pues todos los personajes que soportan la trama son mujeres.
Otra vez el cine europeo dándonos caña con estilo.