El hombre de Kiev
Sinopsis de la película
Adaptación de The Fixer (en español El hombre de Kiev ), una novela del escritor estadounidense de origen judío Bernard Malamud, que ganó el premio Pulitzer en 1967. En la Rusia zarista, entre finales del XIX y principios del siglo XX, los judíos, acusados de terribles y sangrientos crimenes, fueron cruelmente perseguidos. Se trataba de una cortina de humo para desviar la atención del pueblo ruso de problemas más acuciantes, como el hambre y la miseria. En este contexto, un campesino judío trata de ocultar su origen para evitar la represión. Pese a todo, es acusado de crímenes que no ha cometido y, sin juicio previo, sufrirá todo clase de torturas físicas y psíquicas.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Fixer
- Año: 1968
- Duración: 132
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Opinión de la crítica
6.9
66 valoraciones en total
Hay películas estupendas, aunque sean panfletarias. El hombre de Kiev es uno de los mayores ejemplos de toda la historia del cine.
Básicamente el argumento tiene la misma intención ideológica que El violinista en el tejado que se haría años después: Los judíos han sido perseguidos, detenidos, torturados y masacrados por todo el mundo sin haber hecho nada, y por ello el estado de Israel es una obligación y deuda moral de la humanidad con ellos.
Cuando el judeo-americano Bernard Malamud publicó la novela en el 1967 se llevó todos los premios habidos y por haber, con la Guerra de los seis días de fondo. La película al año siguiente como era de esperar, y encima con Dalton Trumbo de guionista, que mataban dos pájaros de un tiro, ya que además de hablar de la persecución del judaísmo, se mencionaba esa misma persecución del socialismo por parte de los rusos, los malos de todo este tipo de películas.
Por lo tanto si me quedo en la pregunta de: ¿Qué persigue el autor en su obra? Es lo de siempre, llorar y justificarse, no veremos ni un judío malo en toda la cinta, la verdad es que todos estos escritores judíos que hicieron tropecientos mil libros sobre estos temas, luego se han retraído de denunciar nada de lo que ocurre en Palestina. El ombliguismo lo tienen muy desarrollado.
Pues bien, con todo y con ello, la película es extraordinaria, el guión de Trumbo magnífico, de aquí parte precisamente el convencimiento de llevar a cabo la realización de Johnny Got His Gun, es la etapa más descarnada y humanista de Trumbo y donde escribe más con el alma.
John Frankenheimer en su línea, lo grande que fue y lo poco que se le recuerda en nuestros días. Yo no te olvidaré John.
Les advierto, película muy dura, no tanto como Johnny… pero no anda lejos. En cualquier caso que esta obra tenga menos de cien votos en la web es de una gravedad parecida al incendio de la biblioteca de Alejandría. Imprescindible.
Nota: 7,9
El tema es el de la persecusión de judíos, cosa que se ha dado muchas veces a la largo de la historia, antes de que Hitler hiciera lo que hizo, pocas décadas antes en Rusia se persiguió también a los judíos, se les segregó y como en el caso del protagonista de este filme, se les acusó de crímenes que no habían cometido y se les torturó con saña.
Reflexiones muy importantes nos deja esta película, entre otras:
+ Es posible dejar pasar el amor volando como una nube arrastrada por el viento, si uno es muy tímido.
+ ¿Para qué saltar la verja del huerto si no robas la fruta?
+ La verdad es algo que no se descubre en el momento sino algo después.
Exsoldado y padre de cinco niños, Menahem Menden Beilis, hacía parte de una devota familia judía, y en el año 1911, se desempeñaba como superintendente en la ladrillera Zaitsev en Kiev. En el mes de marzo de este mismo año, el cuerpo de un niño de 13 años llamado Andrei Yuschinsky, es encontrado mutilado en una cueva cercana a la ladrillera… y el 21 de julio, Beilis es sindicado del crimen luego de que alguien declarara que, un judío, había secuestrado al menor y diera su descripción. Más de dos años pasó, Beilis, en las horrendas prisiones zaristas, esperando un juicio que no llegaba, pues su sindicación del crimen del pequeño, obedecía a la extendida campaña del zar Nicolás II y de un movimiento antisemita conocido como Las centurias negras que, opuestos a todo movimiento revolucionario -y entre ellos se señalaba a los judíos-, se inventaron lo que históricamente se conoció como El Libelo de Sangre, que consistía en afirmar, falsamente, que cierto judío o un grupo de ellos, había asesinado a algún niño impúber con el objeto de usar la sangre en sus rituales religiosos. El niño era promocionado entonces como mártir y se afirma que, hasta la misma Roma, llegó a canonizar a algunos de ellos.
Contra tales infamias, se pronunciarían grandes intelectuales rusos como Maxim Gorki, Alexandr Kuprin y muchos otros. Y la manera firme, de indeclinable resistencia y sin hacer ninguna concesión a los intereses de la tiranía, como Beilis actuó en sus años de prisión, fue consignada por el escritor newyorkino, Bernard Malamud, en una novela que publicaría en el año 1966, con el título The fixer, la cual sería galardonada con el premio Pulitzer y el National Book Award.
Esta acreditada novela, y un excelente guión escrito por Dalton Trumbo, sería el punto de partida para que, el director John Frankenheimer, lograra otra de sus profundas y magistrales obras cinematográficas. Con una exigente y muy eficaz puesta en escena, el director logra una historia drámatica, conmovedora hasta el llanto y de una dignidad en su personaje central -aquí llamado Yakob Bok-, que lo convierte en esa suerte de seres humanos que no se olvidan jamás.
Alan Bates, nos da aquí otra clase de actuación comprometida hasta la médula -nominada pero no galardonada con el Oscar por razones fáciles de suponer-, y gradualmente, su personaje pasa de ser un hombre del común, ateo, apolítico e indiferente a cualquier ideología, hasta convertirse en un fiel adepto a la filosofía de Spinoza y un antizarista acérrimo como pocos ha mencionado la historia.
No es la locura la que da un giro al mundo, es la conciencia la que podrá transformarlo, dice el abogado Bibikov (Dirk Bogarde) al prisionero Yakov, en alguna de sus entrevistas. De igual manera, no siempre la saña, ni la actitud obsecada y perversa de un gobierno, conseguirá dominar a un hombre, pues, en ocasiones, la fe en sí mismo y la dignidad asida a las entrañas, podrá derrotar la más infame de las encerronas.
Todo, en EL HOMBRE DE KIEV, está hecho con el sello de la permanencia, y su poca difusión obedece quizás a que no muchos salen de él con una sonrisa en los labios, sino que se quedan con rabia y dolor en el alma… pero la sonrisa podría motivarla, el orgullo profundo de saber que han existido seres humanos como Menahem Menden Beilis (Yakob Bok).
Imprescindible.
El hombre de Kiev, o por su nombre en inglés, The Fixer, es una película extraordinaria, en la cual se muestra cómo el valor individual, apoyado más en la inteligencia que en la violencia, puede enfrentarse a un sistema autoritario.
Ojalá más personas en la actualidad pudieran tener acceso a ese valioso documento histórico.
Lamentablemente, esta obra de Frankenheimer está prácticamente en el olvido.