El hombre de al lado
Sinopsis de la película
La película narra un conflicto entre vecinos que parece no tener fin. Una simple pared medianera puede dividir dos mundos, dos maneras de vestir, de comer, de vivir. De un lado Leonardo (Rafael Spregelburd), fino y prestigioso diseñador que vive en una casa realizada por Le Corbusier. Del otro lado Víctor (Daniel Aráoz), vendedor de coches usados, vulgar, rústico y avasallador. Víctor decide hacer una ventana para tener más luz, y ahí empieza el problema: cada uno toma conciencia de la existencia del otro.
Detalles de la película
- Titulo Original: El hombre de al lado
- Año: 2009
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
Película
6.8
63 valoraciones en total
Últimamente tiendo a ordenar mentalmente el cine en tres categorías:
1) Populista: Aquel que trata de saciar los instintos más primarios de un espectador al que en realidad el cine no le interesa. Por ejemplo el Hollywood más descerebrado, las españoladas o Bollywood.
2) Popular: Aquel que conecta con el público respetando y estimulando su inteligencia, de acuerdo a criterios objetivos de calidad. Por ejemplo, cualquier cineasta clásico o moderno que se haya labrado un prestigio justificado : Alfred Hitchcock, Billy Wilder, Clint Eastwood, los hermanos Coen, Luis G. Berlanga, Steven Spielberg, etc. Me atrevería a incluir también a Ingmar Bergman.
3) Elitista: Aquel que busca estimular el ego de su creador y de los parásitos y papanatas que viven bajo su sombra. Un ejemplo bastante gráfico: Uncle Boonmee , declarada mejor película de 2010 por Cahiers Du Cinema. No la he visto, como tampoco veré A todo gas 5 .
La clasificación es relativamente válida en otros ámbitos culturales, como la televisión, la gastronomía o la música. En otros casos solo añade confusión, como el de los automóviles: cuando uno se compra un BMW o un Mercedes quiere probar con hechos que es mejor que los demás, y de paso deslumbrar al personal con esos putos faros de xenon que la única razón por la que son legales es porque los legisladores los llevan de serie en sus coches. Pero, ¿en qué convierte eso a estos artículos de lujo?, ¿en productos populistas o elitistas? Todos los poligoneros de este mundo sueñan con un BMW, pero ninguno presume de poder decir de carrerilla apichatpong weerasethakul (nombre del director de Uncle Boonmee ). La ministra de cultura sin embargo, se queda con el carro y escribe el nombre del inclasificable autor asiático sin faltas de ortografía.
Otros dos tipos que añaden confusión son Mariano Cohn y Gastón Duprat, responsables de El hombre de al lado . Su película enfrenta a un representante del bando populista con otro del bando elitista mediante un conflicto provocado artificialmente por la actitud de ambos. El primero recuerda a aquellos justicieros cuyo concepto de la honestidad varía en función del rédito que les proporciona y que logran el reconocimiento social a base de caradura y sinceridad brutal. Algo parecido a House o Mourinho, o aún mejor, a un Coto Matamoros con el que guarda cierto parecido físico. Vamos, un tipo cuyo porte siempre desafiante solo cae medio simpático cuando se observa en la distancia.
El segundo es un arrogante desconectado de la realidad, arquitecto de renombre él, y para más inri dueño y señor de la única vivienda diseñada por Le Corbusier en América del Sur. Los directores se ensañan con ambas caras de la moneda pero ponen especial énfasis en el sosías de Julio Medem. Reconozco que he disfrutado con bastante maldad del linchamiento, especialmente con la épica mala leche de escenas como la escucha de música vanguardista o el ligoteo con la alumna.
Soberano sacudón le ha propinado la dupla Cohn-Duprat a la medianía general cinematográfica. Acabo de salir del cine y tengo todavía esa sensación de plenitud, de panza llena. Esa sensación tan infrecuente últimamente, en un mundo -el del cine- en el que parece a veces que está todo dicho, o que ya todo está contado de todas las maneras posibles. Pero no..fíjense que no. Los directores venían preparando paso a paso y con resultados mucho mas desparejos en sus anteriores productos (Televisión Abierta, El Artista, Yo Presidente) todos los ingredientes que despliegan en esta película: humor, ironía, desparpajo, imaginación, manejo de climas, acidez. Claro que hay un trabajo en equipo: los dos protagonistas están brillantes: Daniel Aráoz da una lección de desencasillamiento y grita que no es ni un actor del under, ni un cómico televisivo: es todo eso y mucho, mucho mas. Los desconocidos actores secundarios o son mas que correctos o están muy bien dirigidos. La colaboración de arte es precisa y original (lo del teatrito de dedos es genial). Y la Casa Curutchet (única casa diseñada por Le Corbusier en América) es otro personaje insoslayable. La historia que se nos cuenta, a la par de hacernos reír (ver spoiler), nos deja múltiples lecturas, e interrogantes bastante incómodos, como el del título de mi comentario: nosotros.. usted, yo.. de qué lado de la ventana estamos?
Muy interesante propuesta de Cohn y Duprat, quienes logran una comedia inteligente que circula entre lo estéticamente visual y el discurso ideológico que transmite. Las imágenes dicen más de lo que muestran. La frase: Yo lo que necesito es un poquito de luz que a vos te sobra, funciona como disparadora del relato. Esa ventana que se torna amenazante, es en realidad el espejo de la falta propia a través del ojo ajeno. Con un alto duelo actoral entre Aráoz y Sprelgelburd, quienes generan situaciones que hasta por momentos producen verguenza ajena. Una debilidad: quizás sus personajes que si bien están muy bien logrados desde lo actoral, sean todos demasiado estereotipados y clishés dentro de las representaciones sociales del snob, el grasa, la frívola y la pre adolescente, entre otros.
¿O no…?
Si hay algo en el cine argentino que me atrae son sus actores. Parecen tocados por una barita mágica. Esta es una película puramente actoral y de muy alto nivel.
La trama se fundamenta en una idea, tan genial como sencilla. Toda la historia se desarrolla en torno a esa idea, que no sólo da para mucho, sino que, además, concluye de una forma sorprendente e impredecible. Aunque, teniendo en cuenta lo metafórico del asunto, lo que sorprende es el acto final, no la conclusión, tan cotidiana como realista.
Esta es la historia de un conflicto vecinal, que se traduce en lucha de clases. El espectador sólo tiene el punto de vista de uno de los vecinos y, curiosamente, termina tomando partido por el otro. La razón es sencilla, al conocer tantas cosas del uno, al otro se le concede, al menos, el beneficio de la duda.
La película realiza una excelente radiografía social que da para más de una tertulia. Si estás hasta las narices de ver pelis huecas con efectos especiales, presupuestos despampanantes y gente guapa de mentira, te recomiendo que le eches un vistazo a esta pequeña joyita que habla sobre ti, sobre mí, sobre el vecino y la madre que lo parió.
No pensaba escribir una crítica, pero mientras leía las ajenas se activaron ciertos botones que no pude negar.
Tenía algo de información sobre la película, viene premiada por varios festivales, había visto el Trailer y en mí cuerpo corría cierta incomodidad previa.
El tenor actoral de Araoz es escalofriante (conocí gente como el personaje y no me gustaría volver a cruzarlos), marca el pulso y la tensión del film, mientras Spregelburd juega con la relajación y la banalidad con mucha precisión y sutileza. El duelo es brillante.
En el cine siempre hay una búsqueda (o por lo menos debería haberla) y en esta película la búsqueda empieza en uno, en el propio reflejo, entre la simpatía y el rechazo y ese es el gran mérito.
Paciencia, el ritmo es lento, pero bien vale la pena.