El hijo del otro
Sinopsis de la película
Cuando se prepara para entrar en el ejercito israelí, Joseph descubre que no es hijo biológico de sus padres. Al nacer, en medio de la guerra, fue intercambiado accidentalmente por Yacine, el bebé de una familia palestina que vive en los territorios ocupados de Cisjordania. El mundo se derrumba alrededor de estas dos familias. El rechazo, la duda, la pérdida de identidad, los prejuicios de raza y religión se erigen como espinosa barrera en sus vidas, y todos deberán intentar superarla a través de la comprensión, la amistad y la reconciliación en una atmósfera dominada por el miedo y el odio.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le fils de lautre
- Año: 2012
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
6.7
77 valoraciones en total
¿Te imaginas que te enteras ahora, que tu hijo de 20 años, no es tu hijo, por un error de entrega que tuvo la enfermera?. ¿Te imaginas que te enteras ahora, que tu hermano, no es tu hermano?. ¿Te imaginas que tu verdadero hermano, o hijo, ha crecido en una familia…palestina, siendo vosotros…israelís?
Esta temática tan simple en hecho, y tan compleja en consecuencia, es la de Le fils de l´autre . Tratada con una madurez y sensibilidad sobrecogedora, te hace vivir los sufrimientos y pensamientos que genera una noticia tan impactante en cada uno de los miembros de ambas familias. No sólo se une un problema lógico de identidad de los chicos y de acogida de la noticia por parte de las familias, sino que se une un gran plus como es el conflicto de dos pueblos irreconciliables hasta la fecha. Por primera vez me he enterado de este eterno conflicto, por primera vez he entendido a cada una de las partes, y por primera vez, he entendido que un acercamiento es posible, con comprensión, sentido común, cuando se pone corazón.
Una película imprescindible de ver por las consecuencias de su temática, analizando las consecuencias en cada uno de los miembros de la familia. Como lo viven los padres, las madres, los hermanos, la familia como núcloe, la socidad. También el poder de la música como punto de unión. Como son los encuentros. Como son las visitas a sus verdaderas casas y pueblos. Y sobre todo, como son los acercamientos de ambas familias por comprenderse. Me ha parecido un peliculón
El tema del intercambio de niños no es nuevo en el mundo del cine, lo diferente de este caso es el contexto en el cual acaban haciendo sus vidas ambos niños y familias: una judía y otra palestina. Un conflicto añadido al espantoso descubrimiento que no hará sino complicar una situación ya de por sí enrevesada y difícil para, poco a poco, aplacar todo lo que tiene que ver con el contexto mostrado y, de ese modo, hacer frente a un conflicto familiar que necesita ser urgentemente resuelto. Un tema interesante, atractivo y cautivador tratado con mucho respeto y en el que el propio director, Lorraine Levy, no entra en profundidad, únicamente expone la situación, sin elección y sin explotar el tema religioso, para que el espectador tenga su propia visión y asimile la nueva realidad de dos familias inocentes que no tienen la culpa de lo sucedido. Con un margen de acción y opinión muy amplio para el público es rodada con gran acierto, exhibiendo dos culturas enfrentadas que confraternizan por causas ajenas a su propia voluntad. Entretenida e instructiva, de varias y diversas lecturas es, como expresa uno de los protagonistas y que resume muy bien lo que se pretende evidenciar: Isaac e Ismael, los dos hijos de Abraham
Francia es un país en el que se tiene muy claro que su cine representa un eje central en su cultura. Así lo corroboran los setecientos millones de euros que se han llegado a invertir en su industria en un año, muy por encima de los vergonzosos treinta y tres que el Ministerio de Educación y Cultura español puede llegar a asumir. Mientras otras ideologías y poderes cargan tintas contra sus responsables, a los que se les acusa de ser unos subvencionados y unos mantenidos, en el cine francés se mantiene el compromiso de contar relatos que parodien la sociedad, que la hagan utópica o que, por encima de todo, revelen los problemas o acontecimientos de los grupos sociales ordinarios.
La inmigración, las relaciones familiares y la educación de los jóvenes son constantes referencias temáticas que mueven los motores de la susodicha industria. Una cifra tan elevada como la mencionada fomenta el abono de cultivo a nuevos y jóvenes realizadores, o no tan jóvenes, con ansias, talento y vocación evidente. Esa multiplicidad de opciones y de miradas convierte a Francia en una cinematografía muy rica, variada y versátil en las obras y contenidos que encuentran su puente de acogida en la gran pantalla. Versatilidad, ante todo, es algo que define muy bien El hijo del otro, más desde el terreno procedimental que temático.
Recientemente hemos podido disfrutar de la última joya del director japonés Hirokazu Kore-Eda Like Father, Like Son, un retrato humanista y observacional del desmoronamiento social y familiar que puede azotar de forma desprevenida a unos pares de personas ante el descubrimiento de una severa negligencia médica pasada. Este film de Lorraine Levy continúa bajo la misma senda temática pero amplia más aún las miras de su resonancia, que no se quedan solo en el cuadro familiar sino que se expanden hacia todo un pueblo y toda una etnia. En plural, para ser exactos.
La paternidad genética es un suceso dado por sentado en el ciclo vital de nuestra existencia, tanto que, de ser accidentalmente manipulado, puede dar a consecuencia un verdadero apocalipsis personal de identidad. La directora no solo focaliza el impacto en el núcleo familiar sino que se extiende a toda una rama ideológica, proyectando en los padres y en sus insalvables diferencias el panorama colectivo de tensión política y conflicto armado del denominado conflicto árabe-israelí. Un material explosivo que la directora francesa ocupa con una admirable voluntad comunicativa, sirviéndose del estudio de caracteres para relacionarlos y alternar los puntos de vista en un intento por alzar la voz en la reconciliación, o al menos aceptación, de las partes implicadas. Algo que representa no solo a las generaciones mayores sino también a las venideras, las jóvenes, que ven en sus padres un espejo de identificación.
Gran alcance cinematográfico que cuestiona la unidad política y social de ambos frentes. Admirable desde su inteligencia, que consiste en no permitir que se cuelen retóricas, miradas ni discursos impostados. Un melodrama familiar de muy altos vuelos que muda su piel con la facilidad con la que se cambia el registro lingüístico en la película, que llega a cruzar el inglés, francés natal, árabe y hebreo en los distintos recorridos del metraje. La atmósfera de amenaza y de tensión contrasta con el tierno humanismo de Levy, cuyo guión acierta en plantear, en incluso a veces responder, las preguntas correctas ante un conflicto de este calado. Una obra que quizás pase desapercibida en su estreno pero que dejará poso y reflexión para aquellos aventureros que la descubran. Entre tanta oferta de cine francés que llega a las carteleras españolas, este es un título que merece encontrar su audiencia y su reconocimiento.
Crítica para http://www.cinemaldito.com
@WeisGuerrero @CineMaldito
Los cementerios están llenos de idealistas, de ideólogos, de fundamentalistas, de personas que dicen saber cómo tiene que ser el mundo o cómo debe ser la vida, enferma de intransigencia, obcecación y cabezonería. Y las guerras las ganan siempre otros, no las personas ni los pueblos, sino los salvadores de patrias ficticias y sus esencias falaces, infectados de eslóganes tramposos y tergiversaciones interesadas. ¿Y dónde queda el común de los mortales, para qué tanta congoja y tanta inquina si al final somos una mera anécdota prescindible, abocada al olvido, a la indiferencia o al sufrimiento? ¿Sobre qué pilares construir una paz verídica, cómo cultivar el entendimiento y el perdón, cómo expiar tanto odio, rencor y rabia?
Esta hermosa y reparadora película francesa plantea muchas de estas complejas preguntas y acierta, además, en no proponer respuestas absolutas, ni en ofrecer soluciones fáciles o previsibles, ni en sacar conclusiones estigmatizadoras o arrojadizas. Se limita a plantear un problema, a observar y acompañar las reacciones humanas que desencadena, tomado partido por el lado humano del conflicto y explorando la calidez amorosa de unas madres dispuestas a integrar, acoger, abrazar, acariciar y perdonar, con su anhelo puesto en el presente, con el corazón abierto y la mirada tierna. ¡Cuánto más fácil es la vida cuando no la sometemos a los tópicos mamporreros y excluyentes de las obcecaciones políticas y las batallas cruentas de la venganza inútil!
La identidad de la familia o del clan o de la raza o de la religión o de la nación o de lo que sea es una mera construcción ideológica que sirve para diferenciar, separar, excluir, escupir, someter o exterminar a quien ose poner en duda dichas esencias enfermizas y devastadoras: la humanidad lleva siglos – decenas de siglos – enarbolando banderas o banderías de toda índole con el único fin de remarcar tú eres uno de los nuestros y tienes derecho a todo o tú no eres de los nuestros y no tienes derecho a nada. Qué pena. Qué absurdo. Qué insignificante.
La directora y coguionista crea unos reconocibles personajes que palpitan vida y verdad. Le basta someterlos a un sencillo aunque atroz conflicto para desencadenar toda una serie de reacciones de dolor, incomprensión y rechazo que desembocan en una resolución abierta, inestable pero optimista, provisional pero veraz, potente y arriesgada porque cuestiona el afán destructor y ciego que nos anega. ¡Cuánto mejor nos iría si pudiéramos actuar siempre desde el amor! En definitiva, una pequeña joya digna de atención.
Una conmovedora y excelente manera de mostrar el conflicto Palestino-Israeli. Hace 18 años un bombardeo en Haifa termino en el error de una enfermera que intercambio a dos bebes, Yacine y Joseph, mientras los
salvaba. Lorraine Lévy propone una visión optimista con este film que tiene una gran critica social por como los jóvenes se ven envueltos en un conflicto que data de muchos años atrás y que parece muy difícil su solución, Yacine deja en claro la postura diciendo Yo soy lo que soy y lo que quiero.
Los temores, vergüenzas y alegrías de los padres y los hijos se ven muy bien reflejados en excelentes diálogos y actuaciones.