El general murió al amanecer
Sinopsis de la película
En los años 30, en plena guerra civil china, el aventurero OHara, indignado por el trato que el general Yang dispensa a sus compatriotas, envía dinero al señor Wu para que compre en Shangai armas que les permitan derrocar al tirano y establecer un régimen democrático.
Detalles de la película
- Titulo Original: The General Died at Dawn
- Año: 1936
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
Película
6.1
71 valoraciones en total
Con un guion bastante tontorrón y unas interpretaciones poco creíbles, sobre todo en lo que respecta al general oriental, la película discurre con un buen ritmo, una destacada fotografía y una banda sonora más que aceptable para la época.
Gary Cooper representa el adorable galán intrépido, valiente y defensor de la causa de los oprimidos, un mensaje excesivamente empalagoso y de propaganda para su país pero que debía de calar en aquellos años de preguerra, y Madeleine Carror, actriz que acabó sus años de vida en nuestro país, hace el papel de esa dama que se arrepiente de su traición porque el amor aparece en su corazón.
Es todo muy forzado, demasiado, y los malos son muy malos pero demasiado idiotas, eso desmerece en el contexto de la película, lo mismo el doblaje lilículo. Un 4 está más que bien.
Una espléndida fotografía saluda al espectador desde los títulos de crédito y un solemne acompañamiento musical le envuelve sugestivo para que no retire los ojos de la pantalla.
Y, por si fuera poco, inmediatamente aparece la imponente figura de G. Cooper señalando la línea argumental.
El resto viene por sí solo.
M. Carroll da la adecuada réplica al protagonista y la trama se desarrolla con soltura, con dominio de la técnica narrativa, con dinamismo y tensión dramática, como si cada elemento encontrara su lugar y lo ocupara de forma natural para componer una notable película de aventuras
Sólo cierta ingenuidad en el tratamiento psicológico de algunos personajes resta valor a la ambiciosa propuesta de L. Milestone ambientada en un Oriente siempre lejano y misterioso.
Tiene elementos hechos expresamente para que guste al gran público. En primer lugar un romance de amor, en segundo lugar la trama pasa en un país algo exótico o de interés general por inalcanzable en aquella época y tercero, intriga, malos y buenos, y esas cosas…
Esta película es la primera en utilizar látex de espuma para el maquilla, y aunque está bien conseguido la cara de chino por este maquillaje, se nota que no, no es chino. No se dan cuenta que no sólo son los rasgos de los ojos, sino un completo de la cara.
Gary Cooper está genial, muy sex symbol y en un papel donde tiene mucho juego. Carroll, la chica, es un poco Marlene Dietrich. Bueno, un poco bastante.
Se nota que está muy cuidado todos los detalles, la luz, los enfoques,… es por eso que creo que fue nominada a varios Oscars.
Aún así la trama no me acaba de enganchar del todo, haciéndola en algunos puntos, algo irreal y bastante teatralizado.
Agradable cinta de aventuras y espías ambientada en China durante el primer tercio del siglo XX destaca por su reparto y magnífica ambientación. Llena de encanto y de ritmo, de esa forma de hacer cine ya desaparecida tan sólo decae en algunos momentos por la puerilidad de algunas situaciones. Le hubieran hecho falta unos malos menos tontos y más sutiles, como los de Hitchcock.
Una temática aventurera con occidentales arreglando el mundo porque ellos lo valen, un armenio interpretando a un chino, trama romántica de por medio, si hacemos caso al cartel… Todo apunta a que se repiten aquí el arsenal de tópicos del cine de aventuras de la época. Sin embargo, hay algo que lo distingue claramente de los demás productos, y es que el guión viene firmado por el entonces afamado Clifford Odets. Lo distingue para bien y para mal, porque siendo un excelente dialoguista -bastante más dotado de lo habitual en los primeros tiempos del cine sonoro, dando a los personajes principales un toque de ingenio poco común fuera de la comedia- Odets solía perderse a menudo en excesos retóricos que restaban naturalidad al conjunto y delataban sus orígenes teatrales.
Si Odets es quien le da el toque de peculiaridad (aunque sus intentos por dotar de trascendencia a la formulaica trama poniendo al bueno de Cooper a recitar soliloquios sobre la necesidad moral de hacer justicia son algo ridículos, y lastran a su personaje), Milestone consigue evitar que el film se convierta en el show de su guionista con una magnífica puesta en escena, siempre buscando imprimir dinamismo al film con un montaje ágil, unas transiciones visuales ingeniosas y un excelente dominio del espacio. Hasta se atreve con la pantalla partida, un recurso no precisamente común en la época. Una labor muy adelantada a su tiempo, no tan alejada de la de gente como Welles o Fuller y que ayuda sobremanera a hacer agradable para el espectador actual una propuesta aventurera tan anticuada como ésta y que debería servir para reclamar una mayor atención hacia su obra.