El fin de la inocencia
Sinopsis de la película
Dos hermanos gemelos, que son excelentes amigos, empiezan a despertar a la adolescencia. Son muy distintos: Rudy es deportista, valiente, carismático, Jacob, en cambio, es tímido, callado y se siente traumatizado por una señal de nacimiento en la cara. Malee, una niña precoz, hija única de una mujer que vive aislada, y Leonard, un chico que comparte con su familia el problema de la obesidad, forman el círculo de amigos de los gemelos.
Detalles de la película
- Titulo Original: 12 And Holding (Twelve And Holding)
- Año: 2006
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.9
63 valoraciones en total
Con tan sólo dos largometrajes (el que nos oscupa y L.I.E.), Michael Cuesta ha demostrado ser el Truffaut de nuestros días por su capacidad para retratar certeramente el en ocasiones traumático final de la infancia y la primera adolescencia. Aquí relata la historia de tres doceañeros y sus respectivas vivencias en una zona rural de la América profunda, uno de los territorios favoritos del cine indie norteamericano.
Son conmovedoras las historias de los tres niños protagonistas, (e impresionantes las actuaciones), y el retrato de sus relaciones familiares y entorno próximo. Un crio obeso que quiere adelgazar y hacer adelgazar a su madre, una niña enamorada de un obrero de la construcción, y un niño marcado literalmente desde su nacimiento que necesita quitarse la careta de Jason para afrontar la vida… Admirable y emocionante película.
Muy buena película sobre niños preadolescentes, con un guión extraordinario y nada convencional de Anthony Cipriano. La pequeña de rasgos orientales, que hace el papel de Malee (Zoë Weizenbaum) realiza una interpretación impresionante y cautivadora, si sigue en el séptimo arte, seguro será una gran actriz.
Películas como esta se ven numerosas veces y siempre gustan, debido a la gran calidad de su guión y desarrollo fílmico. ¡A quien no la haya visto, no se pierda esta genialidad de historia contada con enorme excelencia! Versa sobre el amor y la diferencia de edad, sobre el carácter acobardado y tímido, el cual suele ser más acumulador y proclive al resentimiento, sobre la fatídica manía de muchas madres que condenan desde niños a sus hijos a la enfermedad de la obesidad y a todos los traumas que ella conlleva, sobre la necesidad imperiosa de la figura masculina y paterna en toda familia, etc.
Felicidades sinceras a Michael Cuesta por esta obra suya que quedará en la historia del cine como película de las que se visionan y comentan con entusiasmo numerosísimas veces.
Fej Delvahe
Dura pelicula sobre la adolescencia. Los tres púberes que la protagonizan trasmiten verdad, dolor y rabia. Estupendos los tres chavales (dos chicos y una magnífica chica), magistralmente dirigidos por Michael Cuesta.
Aquí no hay adolescentes bobalicones acomplejados por el acné. Hay chicos en una edad difícil que sufren, aman y viven su mundo con intensidad.
Muy, muy recomendable.
La adolescencia es una jodida etapa de nuestro tránsito terrenal que no debería existir. ¡Qué bonito sería acostarse con doce añitos y levantarse al día siguiente con dieciocho recién cumplidos!. Un quimérico letargo de estas características nos permitiría eludir periodos tan insufribles como la ‘edad del pavo’ y toda la descomunal estulticia que consigo conlleva. Pero no. Por desgracia, la adolescencia nunca desaparecerá y, por si fuera poco, manifiesta serios indicios de prorrogarse indefinidamente.
Resignados a padecerla desde la perspectiva tutelar, nunca está de más echarle un ojo a pelis como la de Cuesta. El fin de la inocencia constituye, en este sentido, un magnífico paradigma de cómo describir ese traumático impasse existencial desde la mirada de tres niños a punto de franquear el complejo umbral de la pubertad. Niños cuya reservas de inocencia se encuentran bajo mínimos y cuyos principios en formación dependerán muy mucho de todo cuanto hayamos podido aportarles nosotros, sus referencias más próximas.
A partir de ese momento, la suerte estará echada.
Michael Cuesta ha mejorado mucho desde que dirigió L.I.E. en 2001. Para empezar, se ha dado cuenta de que, para hacer una buena película, es interesante contar con unos buenos cimientos. En su caso, un guión muy trabajado de Anthony Cipriano, debutante en el cine, aunque con experiencia previa en televisión.
También ayudan una buena dirección de actores y unos personajes verosímiles y humanos, bien definidos y llenos de matices. De nuevo, adolescentes problemáticos: un desgraciado accidente desata para cada uno de ellos diferentes cadenas de acontecimientos que se bifurcan, se enredan y desembocan en consecuencias imprevisibles. La lógica del relato es impecable e implacable. Se aprecia un aliento trágico, pero también ligeros apuntes de comedia y diversas lecturas posibles.
No hay nada gratuíto. Cada detalle es importante y enriquece la historia. Cada una de las secuencias hace avanzar la trama. Aunque el material que maneja es bastante crudo, Cuesta nos ahorra efectismos baratos (gracias) y va al grano con tres subtramas bien entrelazadas y limpias de cualquier elemento accesorio. Lo demuestra el hecho de que la película, a pesar de su complejidad y de contar muchas cosas, dure sólo hora y media.