El faro
Sinopsis de la película
Una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra en la década de 1890. El veterano farero Thomas Wake (Willem Dafoe) y su joven ayudante Ephraim Winslow (Robert Pattinson) deberán convivir durante cuatro semanas. Su objetivo será mantener el faro en buenas condiciones hasta que llegue el relevo que les permita volver a tierra. Pero las cosas se complicarán cuando surjan conflictos por jerarquías de poder entre ambos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Lighthouse
- Año: 2019
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.6
64 valoraciones en total
Nada que ver con la magnífica Keepers, el misterio del faro basada en hechos reales.
La película es realmente tétrica, sin un guión coherente en el que hay falta de explicación de hechos sobrenaturales o místico-oníricos. La excusa es la demencia o embriaguez de los protagonistas pero no es suficiente para dejar al expectador con lagunas explicativas de lo que sucede y la evolución de los acontecimientos.
Los actores estàn bien , algo histriónicos , pero dignos. La filmación de blanco y Negro permite mostrar una atmósfera claustrofóbica y tenebrosa,
No es una película de masas, y ademàs deja un regusto triste, amargo e incluso gore….
Como se recoge en la mitología griega, el sol fue lo que mató a Ícaro. Un faro de una atracción irresistible que le invitaba a volar cada vez más alto, hasta fundirle súbitamente las alas y precipitarlo mortalmente al vacío.
En El faro no encontramos ni rastro de la calidez ni de los colores pastel de las representaciones renacentistas de Ícaro y Dédalo. Sus protagonistas son más bien como dos polillas ennegrecidas en una oscuridad hostil y asfixiante. Un insalubre y húmedo ambiente del cual solo se salva una luz inalcanzable. Una luz plena, divina, pura, hasta orgásmica, que representa como ninguna otra el deseo, el máximo anhelo posible.
Robert Eggers busca esta vez sumergir al espectador de lleno en el pesado mundo de la farolería. Es por ello que ya desde los instantes iniciales, mucho antes de cualquier explicación o historia introductoria, se toma su tiempo para cargar nuestros hombros con todas las penas de la profesión sin apenas una línea de diálogo.
Tan solo cuando tengáis las manos entumecidas de cargar carbón, la espalda dolorida de las mil y una reparaciones o los pies destrozados por la constante humedad, entonces y solo entonces se va a desencadenar la tormenta cinematográfica real: ásperos diálogos marinos, inquietantes visiones y tensión en constante ascenso.
Este es el momento en el que un duelo interpretativo como se ven pocos va a acapararlo todo. Entraremos en una nueva dimensión en la que no podremos apartar la mirada de los dos solitarios protagonistas: el huraño y enigmático Ephraim Winslow y el deslenguado lobo de mar Thomas Wake.
Robert Pattinson vuelve a demostrar (ahora más que nunca) el actor que es, y Willem Dafoe…, lo que hace Willem Dafoe esta vez no tiene calificativos. El actor nos regala no solo una de sus mejores interpretaciones (que ya es decir), sino muy probablemente uno de los marineros más antológicos que nunca se hayan visto en la ficción. El viejo Wake tiene lo mejor de John Silver el Largo, Archibald Haddock o el capitán Ahab. Más crudo que todos ellos, más ingenioso que nadie. Un mordaz farolero con un mar de ron recorriéndole las venas y una furia inaplacable que destila sal en cada blasfemia.
El formato televisivo (4:3), el imponente blanco y negro o el aura de atemporalidad del conjunto pueden engañar nuestros sentidos creándonos la sensación de estar viendo una película clásica, pero El faro es actual, y con ella Eggers no hace sino confirmarnos que es un director con un futuro de lo más ilusionante.
Tiene un aire de…
El lobo de mar (1941) + La bruja (2015) + Keepers, el misterio del faro (2018)
CQN.cat
Hay algunas (pocas) películas que se quedan grabadas a fuego en tu mente y no te las puedes sacudir nunca esas suelen ser las verdaderas obras maestras.
He tenido la suerte de vivir cerca de San Sebastian y poder acudir a ver esta película unos cuatro meses antes de su estreno oficial. Dejadme deciros que mis expectativas eran altas y por alguna razón han sido superadas… Esta película no la ves, te arrastra hacía dentro, te absorbe poco a poco y hay varias razones para ello:
El brutal diseño de sonido, la película la podrías sentir intensamente sin ver una imagen, creo que hace muchos años que no veo una película con tal potencia y claridad sonora. Podemos pensar en No es pais para viejos, en Pozos de ambición, en el Resplandor… y en tantas otras con un sonido espectacular. Pues en El Faro tenemos ese nivel e incluso superior, lo nunca visto (obligado verla en el cine).
El visceral estilo visual, que nos retrotrae hasta la época del expresionismo alemán, es una imagen pesada y de alto contraste, muy expresiva. Puede recordar a Bela Tarr, a Tarkovsky, pero sigue teniendo personalidad propia. Eggers es muy inteligente.
Las interpretaciones se salen del mapa totalmente. Sí señores, es cierto eso que llevan diciendo desde Cannes, el duelo actoral es de máxima altura y trascendencia. Posiblemente desde The Master no se ve algo así en una película en este apartado. Pattinson está maravilloso e irreconocible, extremo. Pero es Dafoe personalmente el que se lleva la palma, su transformación ya resuena en la historia del cine, no es exageración, hace algo sobrenatural.
Eggers es el otro gran protagonista. Su visión de la expresividad del sonido y la imagen deslumbra los sentidos, y eso sumado al esfuerzo de los actores forman una sinfonía de altísimo vuelo como no se ve en bastantes años. Esto supera con creces a La Bruja, esta película es titánica, es un gran salto más allá.
Es un filme con textura, sientes todo a tu alrededor, el alcohol cutre, el aceite, el carbón, los gases, el fuego crepitando, la sal, las olas, la oscuridad, la locura, el silencio, el desmadre… Tiene mito y tiene mística. Gracias al extraordinario trabajo de investigación de Eggers todo rezuma autenticidad, los soliloquios, los gestos, la jerga. El hecho de que el lugar de grabación sea real y no por CGI ayuda a la inmersión, el viento, la lluvia…
Sin duda El Faro es una película anómala en el cine moderno y está destinada a hacer historia, será un clásico aunque de culto, porque también tiene su demencia y no todo el público la va a alabar.
Al cerrar esta década nos han querido regalar esta genialidad. Os recomiendo no perdérosla bajo ninguna circunstancia.
Una pena observar un despliegue visual francamente espectacular, con una buena fotografía, encuadres medidos al milímetro, unidos a una interpretación de altísimo nivel de Willem Dafoe, al servicio de un contenido tan idiota. Se entiende bien qué tipo de modelo quiere seguir la película, desplegar un duelo minimalista entre dos personajes mientras el protagonista se desintegra en un descenso hacia la locura y el terror, blabla… en forma y fondo parece remitirse a cierto cine nórdico clásico, en particular a Persona o La hora del lobo de Bergman, en cierta forma también a Vampyr de Dreyer. La pega de su preciosismo visual viene por esa parte, se nota que el director habla antes a través de homenajes a sus ídolos que mediante un lenguaje propio que resulte realmente necesario, indisoluble del carácter de la historia.
Dejando esto aparte, es sin duda esa historia, que a priori parece prometedora, la que no tarda en perder pie en un mar alborotado de escenas lisérgicas que mezclan símbolos y metáforas desordenadamente, entremezcladas con diálogos entre los dos antagonistas que constantemente hacen dudar de la verosimilitud de ambos personajes. Por lo general, no entendemos muchas de sus decisiones, ni por qué dicen o no dicen esto o aquello, todo, diálogos, enfrentamientos y símbolos parecen arbitrariamente desperdigados sobre la trama, simplemente acumulados y progresivamente concentrados, dedicados a buscar la imagen impactante o a subrayar la atmósfera pero rara vez a tejer la historia. La elección misma de los símbolos parece un tanto desconectada de historia y personajes, da la impresión de que el guionista buscó motivos que casasen con una isla desierta, y por ello acumula imágenes de sirenas, tentáculos y gaviotas como amenazas inconexas sin ton ni son. También el uso pretendidamente metafórico de la lucha del personaje de Pattinson por alcanzar la luz del faro que le niega Dafoe resulta bastante postizo, al final bastante pueril.
Por ello, a pesar como digo de una magnífica labor de cámara y de Willem Dafoe que compone un personaje realmente inquietante, es difícil acompañar a Pattinson en su degradación psicológica con la debida implicación, todo lo que ocurre va pareciendo progresivamente aleatorio y buscando solo el efecto terrorífico sin apenas coherencia interna.
Al ver las reseñas me ha recordado mucho al fenómeno en torno a Midsommar, otra reciente película adscrita por la crítica, siempre ávida de este tipo de cosas, a una suerte de nueva escuela del terror psicológico, elaborada con gran dominio técnico y demasiado preocupada por demostrarlo, pero a la postre con muy poco que contar. En todo caso, El faro me parece más digna y rodada con más talento.
No sé ni por donde empezar.
Tenía ganas de ver este proyecto, calificado como una experiencia de terror independiente con tintes enfermizos y con dos actores como Willem Dafoe y Robert Pattinson, además de ser la nueva película del director de La Bruja (The Witch). Tengo que reconocerlo, a pesar de sus potentes imágenes y algunos instantes logrados, no me convenció su anterior película.
Aquella fue catalogada como una obra de culto, cosa con la que discrepo, totalmente, ya que creo que es un calificativo del cual se está abusando demasiado en los últimos años, sobre todo con productos de terror independiente, como el nombrado o los de Ari Aster (Hereditary, Midsommar).
No soy prejuicioso, y a pesar de que aquella no me entusiasmó, me he embarcado en el visionado de El Faro, con la mente abierta y teniendo en cuenta sus críticas, que la dejan de clásico instantáneo y de obra maestra, exactamente lo mismo que con los ejemplos citados (lo cual nunca es buena señal para mí, pero repito, mente abierta).
Destacar que, a pesar de las positivas críticas, el film ha sido ignorado en los premios de cine (a la espera de ver que pasa con los Oscars). Una cosa es la película, pero esas dos interpretaciones (que ahora iremos con ello) merecen un reconocimiento. Y es que ya sabemos como son los tiempos que corren en Hollywood, ya que si eres un proyecto minimalista destinado a una parte concreta del público, no te hacen ni caso, porque sólo ven números. Pero esa es otra historia.
Respecto a la película en si, no nací ayer, conozco mis gustos, y ya sabía de antemano que no iba a salir encantado del visionado de esta nueva propuesta independiente, pero lo que me he encontrado es tan difícil de clasificar, que me quedo sin palabras. Y es que estamos ante un delirio enfermizo de difícil digestión, no apto para cualquier paladar (ni para las grandes masas) y que es (al menos para un servidor) bastante inclasificable.
Jamás me atrevería a decir que es una paranoia que es mejor enterrar en el olvido, porque tiene elementos positivos, pero de nuevo, cabe preguntarse como es que los críticos ven elementos que para el espectador medio (me considero como tal) son inalcanzables, porque estoy seguro que más de una y uno abandonará la sala del cine, si es que ha acabado ahí por puro desconocimiento. Pero mejor diseccionar este experimento bizarro.
La dirección de Robert Eggers tiene un marcado corte independiente, usando el blanco y negro y con instantes inquietantes y enigmáticos, como en su anterior obra. No obstante salí más convencido (en este aspecto) de La Bruja, ya que creo que tuvo una mejor dirección aquella. Aquí asistimos a una película de muy bajo presupuesto (no lo digo como algo malo) donde todo el peso recae en sus dos estupendos actores.
De lo que estoy totalmente seguro es que a la película le sobra metraje, ya que no tiene sentido ver trabajar al personaje de Robert Pattinson de forma constante, sin aportar nada al conjunto final. Sé lo que quiere transmitir el director (el cansancio del personaje), pero con que me muestren tres minutos de trabajos forzosos me vale, no es necesario que repitas la misma escena en diferentes tramos del film. Por eso una película que podría haber durado hora y media, acabada durando casi dos horas, aunque debo reconocer que no se hacen pesadas, de nuevo, gracias a la maestría de sus dos protagonistas, que atrapan al espectador y no lo sueltan hasta el final.
Sinceramente, no veo esa maestría en la dirección que aseguran los críticos profesionales, pero reconozco que hay momentos destacables, aunque tampoco veo un dirección magistral, en ningún caso. A gusto del consumidor, supongo.
Como en todo film de autor que se precie, el guion también es cortesía del director, ofreciendo un viaje enfermizo a la locura más hilarante, donde se combinan momentos de difícil comprensión con algunos interesantes diálogos. Y es que la película va de menos a más, y por más me refiero a el todo vale .
Estoy seguro que la propuesta tendrá su público (al igual que ha conquistado a los críticos que la han podido visionar), pero hay que tener la mente muy abierta para aceptar lo que se nos muestra. No es un viaje sencillo, y seguramente esté ante una de las películas más extrañas que he visto en mi vida… y he visto cada cosa.
Y vamos con lo que es lo mejor de la película y lo que hace que se salve de la quema (para un servidor), que son sus dos estupendos protagonistas, los cuales cargan con el peso de la película durante todo el metraje. Sin ellos esto no sería lo mismo.
Robert Pattinson vuelve a demostrar lo buen actor que es, y es que es uno de esos intérpretes que todavía están pagando los pecados del pasado (y sí, me refiero a la saga Crepúsculo), cuando creo que a estas alturas del cuento ha demostrado que siempre da la talla, y que tiene una filmografía tan arriesgada como única, coqueteando sin pudor con el cine independiente, en vez de apostar por films de más presupuesto. Y sí, lo digo sabiendo que es el nuevo Batman. Una interpretación digna de todos los elogios, ya que va de menos a más, siendo comedido al principio y desatado por el final.
Y luego tenemos al fabuloso Willem Dafoe, que es uno de esos actores que ya no tienen que demostrar nada a nadie y que nos ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera, llena de matices y con momentos desternillantes (en el buen sentido). Ambos hacen que la película suba muchos enteros, gracias un duelo interpretativo magnético y espectacular, siendo imprescindibles, ya que sin ellos el viaje se nos podría haber atragantado más de la cuenta. Merecen sendas nominaciones, algo que estoy seguro que no ocurrirá.
Sigue en spoilers sin spoilers
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