El escritor de telenovelas
Sinopsis de la película
Gerardo Olarte es un escritor de telenovelas que, al ver cómo su elogiada telenovela pierde audiencia frente al éxito arrollador de la telenovela de la competencia, empieza a sufrir la presión de los directivos del canal, de los actores y de la gente. Es así como Gerardo empieza una carrera desesperada contra el tiempo para darle la vuelta a la historia y así aumentar la audiencia. Pero al intentar mover los hilos secretos de la historia, y en medio de una gran confusión, despierta un día en su propia telenovela, creando las más divertidas situaciones entre el mundo real y la fantasía.
Detalles de la película
- Titulo Original: El escritor de telenovelas
- Año: 2011
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
4.1
45 valoraciones en total
Por: John Harold Giraldo Herrera
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Que hayan dos películas para un 25 de diciembre resulta o un desocupe total para la fecha o la verdadera inscripción de una fecha muy especial para estrenar películas fútiles colombianas. Resulta un récord que pocos superarán el contar con 13 estrenos, como el de Dago y su productora. El riesgo de este año refleja una condición especial: quiso hacer una película distinta, pero lo cierto es que es igual a las demás, lo único que deja ver es su gusto por películas donde prima el humor masivo, una narración sin mayores elementos a la hora de contar en su línea temporal, una apuesta sutil, un personaje ícono y un medio lagrimón telenovelesco. Y esta vez sí que se le salió el libretista que lleva adentro. La otra película, la de Mamá tómate la sopa no da ni de qué hablar.
La taquillera del 2010 El paseo, puso una cuota alta en cuestiones de espectadores. Ese lado conservador de apostarle a una película familiar, esta vez fue variado por hacer un metalenguaje: la dispersión del que escribe con los fantasmas de sus personajes y escenarios. Una dispersión que parece más bien un sentido autobiográfico y de ensimismamiento del guionista-libretista de la película, en este caso de Dago. La disputa entre un productor obsesionado con el rating de una telenovela que anda cayendo porque la competencia cuenta con mejores ganchos para los que la ven y la de un libretista agobiado porque su novela no repunta, es la trama hilada para festejar las fiestas decembrinas e inscribir una nueva película light: no requiere de ningún aditivo para ser digerida.
La audacia del argumento no es tan fantástica como se cree. Es solo cuestión de dejar ver lo que por largos años se ha hecho: cine para hacer reír, pasar un día sin igual con guayabo y nostalgias y que permita cero de preocupaciones y agregue un lado sensible y romanticoide con un tanto de aspectos burdos y disímiles. El público incluso maltratado acudirá a esa cita infaltable. Maltratado porque al libretista se le da por decir: el público no sabe ni lo que quiere. Una perla que escapa del vocabulario del libretista, quien confiesa que escribió sobre las vivencias que ha experimentado en la Tv colombiana.
sigo en spoiler
A mí particularmente el juego me resulta maravilloso: el cruce entre la realidad y la ficción que tanto ha sido valorado desde Cervantes hasta nuestros días, los enfrentamientos entre personajes y autores, como lo hace Miguel de Unamuno o Cortázar, incluso Woody Allen, las sutilezas de la creación artística que pueden resultar interesantes en el desarrollo mismo de grandes obras. Todo ello me fascina en su esencia.
En esta película la temática está acentuada desde el comienzo: un escritor con su telenovela en crisis, un deseo de habitar otro mundo en el que esas presiones no se den y, ¡zaz!, amanece en el otro lado de la pantalla. Con el planteamiento uno puede suponer que hay mucho para revelar, pero la idea se ve degradada por una comedia que saca apenas unas risitas y que no se compensa del todo por la genial idea.
Buena interpretación del talentoso actor cubano Mijail Mulkay.
El escritor de telenovelas, podría ser la mejor película de Dago García. En una inteligente farsa, una fábula metaforizada a medio camino entre la comedia y el humor negro, Dago (quizás, ya que es el autor del guión y no director) se autocensura y sin intermediario alguno entre la tercera y primera persona del relato, la historia recrea los recovecos de la industria audiovisual y las telenovelas.
Y es que si uno supiera qué historia va dar dinero, y sacarte del anonimato, más de uno ya hubiera intentado producir su propia telenovela, y, no depender tanto de tantas situaciones particulares cuando de sintonía en la televisión se trata.
Para entenderlo mejor, este escritor (nada fantasma), confluye en las decisiones de que lo que importa al escribir, es quedar satisfecho uno mismo, y no estar supeditado al rating, a los personajes, o imposiciones propias de las estrategias de mercadeo.
Historia pues inteligente, con unos actores que saben pergeñar la balanza de la construcción de los mismos. Pero un buen consejo que me gustaría dar (aunque no me des un consejo que yo me sé equivocar solo), es leer a Vladimir Prop y la Poética, de Aristóteles.
Un año después de El paseo, el productor y guionista Dago García vuelve con El escritor de telenovelas y su interés no parece ser el de romper un nuevo récord en la taquilla si nos atenemos a las risas y carcajadas que pueda provocar su nueva película, que son más bien pocas. Y es que si El paseo se esforzaba por embutirle al espectador el mayor número de chistes por minuto, El escritor de telenovelas resulta ser muy ahorrativo en este sentido. Y esto, para el público colombiano, que está tan (mal) acostumbrado a reírse con cualquier chiste y colombianada que le ofrecen las películas marca Dago García, puede que no le guste mucho lo que va a encontrar en este nuevo filme.
En El escritor de telenovelas, Dago García se propone ofrecer algo más que el chiste fácil y se arriesga en el terreno de la burla, con dosis de fantasía. Su intención con la historia del atribulado Gerardo Olarte (Mijail Mulkay) es criticar la tiranía que los productores de telenovelas ejercen contra libretistas como el propio Dago, quienes se ven sometidos a cambiar, ajustar o alargar sus historias dependiendo del comportamiento del ‘rating’. Quién más, si no él, todo un duro de la televisión, para desquitarse del frívolo y desagradecido sistema en que se mueve.
La idea es buena, pues todo lo que Dago critica en la película se ajusta a la realidad, y el espectador se lo aplaudirá, sobre todo al comienzo cuando las pullas a los canales se hacen muy evidentes. La figura del productor (Álvaro Bayona), aunque caricaturesco pero lo más restacable del elenco, retrata con gracia lo que ocurre al interior de los canales de TV.
No obstante, la sátira se agota desde el momento en que la historia se mete en el terreno de lo fantasioso, es decir, cuando Gerardo queda atrapado dentro de su propia telenovela, en medio de personajes estereotipados que aún sabiéndose que son parte de la denuncia de Dago, no encuentran desarrollo alguno ni una mínima identificación con el espectador. La villana, la seductora, el galán, la inválida y el gay no paran de posar como objetos de un clichesudo portarretratos familiar, aun cuando ellos mismos reclaman salirse del molde y sorprender con un final distinto.
Entonces la película da tantas vueltas sobre sí misma y se concentra tanto en seguir la estructura del guión, yendo y viniendo entre el mundo real y el irreal, que se torna monótona e inverosímil. Además, termina por olvidarse del humor que el espectador promedio de Dago García desea encontrar. Y aquí es cuando uno escucha en la sala de cine la lapidaria frase: ¡Qué película tan aburrida!.
En conclusión, más irreverencia y más gracia le faltó a esta película, que si bien partió de una idea atractiva y legítima no la supo desarrollar de la mejor manera. Para Dago, esta cinta podrá significar un ejercicio de desahogo rebeldía, pero a los espectadores, a mí por lo menos, no logró conectarme.
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