El enemigo público
Sinopsis de la película
Desde muy chico, ya Tom Powers anda cometiendo fechorías en compañía de su leal amigo Matt Doyle. Y cuando se hacen hombres, la llegada de La Ley Seca, será su gran oportunidad para hacerse un nombre en el bajo mundo del gansterismo. Para Tom (James Cagney), machista y explosivo, la imagen de su hermano Mike, un militar recto y socialmente comprometido, lo pondrá en confrontación con su madre, el único ser en la vida al que ha amado.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Public Enemy
- Año: 1931
- Duración: 84
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Opinión de la crítica
Película
7.6
88 valoraciones en total
Parte del relato Beer and blood de John Bright y Kubec Glasman, dos de los co-autores del guión, en donde se narra la vida de varios gansters de Chicago. Fue nominada a mejor guión original y constituyó un éxito de taquilla.
Es una de las grandes películas de gangsters, junto a Scarface y Hampa dorada , que preceden al período de cine negro clásico . Comparte con ellas varios elementos, fundamentalmente la carrera de ascenso y caída del protagonista. Abarca desde 1909, donde Wellman presenta a un Tom muy joven ya delinquiendo, hasta la depresión de 1929, aproximadamente.
Comienza con unos originales títulos de crédito, en los que va apareciendo el actor junto a su nombre. Le sigue un fabuloso plano-secuencia y y en muy poco tiempo los personajes quedan presentados.
Más allá de aspectos técnicos, la peli es muy entretenida, es concisa, con una narración muy fluída. La estrella absoluta es James Cagney, con una actuación brillante, muy gestual, omnipresente.
¿Elementos negativos? Quizá la ambientación es algo austera en algunos escenarios, como los night-clubs. Otro sería la misoginia de Cagney, especialmente la escena de la bofetada y el pomelo, políticamente incorrecto y que acarreó protestas de grupos feministas.
Posee momentos muy recordados: el famoso pomelo restregado en la cara de Mae Clark (Kitty), el del piano, el del caballo o cuando entra en vigor la Ley Seca, con el pueblo abasteciénose de alcohol de cualquier manera.
Se dice que William A. Wellman le prometió a Zanuck (encargado de la producción de la Warner de 1931 a 1933, antes de fundar la Fox), hacer la película más dura hasta la fecha si el elegido finalmente era él, y parece ser que así fue.
En un principio Cagney iba a hacer otro papel, el de Edward Woods, pero el director, entusiasmado con los registros de Cagney, intercambió los papeles de manera que éste obtuvo un gran éxito y alcanzó el estrellato.
El final forma ya parte de la historia del cine. Absolutamente genial e impactante.
La película está basada en la historia escrita por dos farmacéuticos de Chicago, Kubec Glasmon y John Bright, titulada Beer and Blood (Cerveza y sangre). Y el título, como el algodón, no engaña. La cosa va de cerveza ( y licores en general) y sangre, mucha sangre.
Claro que, a diferencia de estos tiempos tan avanzados en los que vivimos, las películas de aquellos tiempos no se regodeaban mostrando el vital fluido rojo. Ni siquiera lo hacían en el equivalente tono gris del cine de la época. Y yo soy de los que, sin espantarme, agradezco el detalle. Bastante es saber que un indefenso caballo pase a mejor vida (¿tienen los caballos mejores vidas?) por el único delito (¿cometen delitos los caballos?) de haber causado involuntariamente (y no sigo preguntando) un accidente mortal a un gángster de renombre. Y por seguir con esta línea argumental, recordemos El Padrino…
Beer and Blood recrea, de forma ligera, la vida de un gángster de aquellos tiempos Earl Hymie Weiss, lider de la época de la Prohibición quien fue uno de los rivales más destacados de Al Capone y que, como no podía ser de otro modo, murió prematuramente a la edad de 29 años. James Cagney da vida al personaje de forma tan magistral que consiguió con este film su primer gran éxito de su carrera y un encasillamiento casi de por vida en este tipo de papeles. Solo recordaré, por haberlas visto últimamente, Ángeles con caras sucias, Los violentos años 20 y Al rojo vivo, pero si han habido gángster cinematográficos por excelencia, Cagney ha sido uno.
La película también documenta perfectamente una época, la de la prohibición del alcohol y consigue que nos imaginemos paseando por la ciudad de Chicago en las horas previas al inicio de la nueva ley, viendo el descontrol, el desenfreno y el acaparamiento de existencias etílicas. E, igualmente, es un exponente de la actuación de las bandas organizadas, de las guerras entre ellas, de la coacción, de la extorsión y en definitiva de la violencia.
En el terreno cinematográfico, gran interpretación de Cagney, desbordante sensualidad de Jean Harlow, actriz cuyo erotismo superaba, a mi juicio, su belleza, inolvidables escenas (la expresión de Tom bajo la lluvia o la secuencia del pomelo, entre otras) y un final… (para no contarlo), inolvidable.
Posiblemente El enemigo público ha envejecido mal, pero sin duda fue un precedente y un ejemplo para el resto de películas de cine negro y género policiaco. Aparte de su grandioso final, El enemigo público destaca por la inmensa interpretación de James Cagney.
Cagney interpreta a un hombre que desde muy joven a crecido con la delincuencia como bandera, y poco a poco sube puestos como gángster, hasta convertirse en uno de los más importantes y temidos.
Tal vez, William A. Wellman hizo una película llena de moralinas y que no ha envejecido todo lo bien que le hubiera gustado, pero aún así conserva su encantador color azabache. Es un gran film del género con un inconmensurable Cagney y un final inmejorable.
En 1930, fue Edgard G. Robinson con HAMPA DORADA, en 1932, Paul Muni con SCARFACE, y, en 1931, en medio de ambos, James Cagney con EL ENEMIGO PÚBLICO. En las tres películas se contaba esencialmente, con diversas variantes, la misma historia: la de el ascenso a lo más alto y la caída, en medio de sucesivos baños de sangre, de un gangster brutal y despiadado. Las tres pretendían ser crónicas sociales de la dramática realidad que en aquel momento vivían los Estados Unidos, es decir el apogeo de la Ley Seca y el gangsterismo, y las tres hacían, en su introducción, un llamamiento a la sociedad para que pusiera fin a esa lacra (cosa que, obviamente y por desgracia, nunca se logró del todo, y sigue sin lograrse, ochenta años después, ni allí ni en ninguna parte).
Las tres películas eran tremendamente violentas para la época, y de hecho supusieron el nacimiento del género del cine de gangsters y un antecedente de lo que luego se pasaría a llamar cine negro, y a sus tres protagonistas les valió el fulgurante salto al estrellato. Con motivo porque cada uno de ellos supo componer un personaje inolvidable, que rivalizaba con los otros en carisma y brutalidad, y que ascendieron a la categoría de mitos del cine. Pero mientras que Muni se cansó pronto de hacer de gangster y rentabilizó su éxito comenzando una provechosa carrera de personajes variopintos y memorables, Robinson y Cagney, a los que muy pronto se uniría Humphrey Bogart, realizarían en los años y décadas siguientes un buen número de variantes corregidas y aumentadas de los soberbios antihéroes por ellos creados, convirtiéndose de hecho en los gangsters más célebres de la Historia del cine, sin que por ello debamos olvidar la larga galería de sus otros personajes, muchos de ellos más recomendables pero no por ello menos vigorosos que los fuera de la ley que les dieron la fama.
James Cagney, que comenzó su carrera como bailarín y cantante, creó en efecto y paradójicamente un fuera de la ley inolvidable: de baja estatura, pero robusto, socarrón y rebosante de energía y de mala uva, su carrera criminal comenzó con el joven Tom Powers de esta pelicula y acabó apoteósicamente, veinte años después, con el inolvidable Cody Jarret de AL ROJO VIVO, el más glorioso psicópata criminal del viejo 7º Arte.
La película, al contrario que las otras, refleja muy bien lo que fue la Ley Seca y el negocio clandestino del alcohol (que luego volvería a narrarse, ya con perspectiva histórica y no como crónica de la actualidad, en la maravillosa LOS VIOLENTOS AÑOS VEINTE, de nuevo con un memorable Cagney rebosando la pantalla), está muy bien ambientada, cuenta con muy buen ritmo y tiene muchas escenas inolvidables.
Tom Powers (James Cagney) y su amigo Matt Doyle trabajan para un mafioso local, Putty Nose. Cuando van a cometer un robo les descubre la policía y Putty les deja tirados, Tom jura venganza. En poco tiempo consigue cierta fama y empieza a trabajar en el negocio de la cerveza, será el ascenso a la cumbre. Pero, todo lo que sube, baja.
Película que junto con Hampa dorada y Scarface marcan los códigos del género, aunque en ese momento fuera cine social, pues era la realidad del país. Utiliza una narración cortante y dura, como el propio Cagney, y no da las causas por las que los personajes actúan. Obligado por la censura, no podia mostrar los asesinatos, utiliza el fuera de campo de forma magistral, impacta más que si lo vieramos. Además contiene uno de los finales mas duros de las historia del cine.