El ejército desnudo del emperador sigue marchando
Sinopsis de la película
Este documental, rodado durante cinco años, tiene como protagonista a Okuzaku Kenzo, un hombre de 62 años, superviviente de la campaña de Nueva Guinea de la Segunda Guerra Mundial y famoso por atentar contra el Emperador acusándolo de cometer crímenes de guerra. Cuando Okuzaki emprende la investigación del asesinato de dos miembros de un escuadrón a manos de sus superiores, su búsqueda, organizada mediante duros interrogatorios, se va tornando cada vez más violenta. Finalmente, la película ofrece una incisiva exploración de los conceptos de memoria y culpa colectiva, temas habitualmente ignorados en el Japón moderno.
Detalles de la película
- Titulo Original: Yuki Yukite shingun (The Emperors Naked Army Marches On)
- Año: 1987
- Duración: 122
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Opinión de la crítica
7.9
59 valoraciones en total
Kazuo quería hacer un documental acerca de la memoria colectiva japonesa sobre la II Guerra Mundial. A su manera, sin escenificar ni buscar material de archivo ni nada, desde el presente en el que él filmaba, a través de testimonios. Un poco lo mismo que la archiconocida Shoa de Claude Lanzmann solo que sin ser tan descaradamente sionista y habiéndosele ocurrido a Hara un lustro antes que a Claude el formato a seguir. En esas que Shoei Imamura le presenta a Kenzo Okuzaki. Un ex militar del pifostio bélico que en las décadas anteriores se había dedicado a vociferar por las calles la responsabilidad última como criminal de guerra del emperador Hiro Hito, que de belicoso hijo de puta -gracias a los tratados de paz y de supervisión en la sombra del gobierno estadounidense- quedó a la manera de un Nobel de la Paz para salvaguardar el nuevo orden social. E incuestionable era esto y así siguió siendo mucho tiempo, décadas, nada que ver ese bendito hombre con las barbaridades cometidas por los japoneses en China, ni idea de lo de la Unidad 731 ni de quién era Shiro Ishii o Los Hombres Detrás Del Sol. Pues así era el tal Okuzaki, un performer ya medio tronado antes de conocer a Hara que disparaba bolas de pachinko al emperador y distribuía fotomontajes que le humillaban y que ya se había comido trece años de cárcel por esas derivas anteriores y un asesinato. Con él el documental fue virando a otro lado, se convirtió en el testimonio de Okuzaki visitando a ex generales de su batallón en sus domicilios, en sus negociados, en el hospital. Visitas con Okuzaki de primeras siendo extremadamente educado, casi zalamero en sus formas, para derivar en acosos primero verbales y ya después liarse a hostia limpia con los ancianos en su búsqueda de asunciones de responsabilidades dentro de lo que fueron cadenas militares de mando difusas en las que nadie parecía haber ordenado fusilar a soldados rasos por falsos cargos de deserción para canibalizar sus cuerpos tres semanas después de concluida la guerra oficialmente. Una forma de mostrar los mayores horrores de la guerra –aquellos que se dan justo en sus postrimerías o ya concluida ésta- de forma original toda vez que el rescate del olvido de algo silenciado por el pueblo japonés. Okuzaki visita a las madres y familiares de sus compañeros de batallón fusilados no sólo para honrar la memoria sino que también buscando liarles en su causa. Cuando lo consigue chachi ahí, pero cuando fracasa no pasa nada: recurre a sus propios allegados para que finjan ser familiares de los soldados fusilados. Ahí reside lo más interesante de The Emperors Naked Army Marches On.