El dilema
Sinopsis de la película
Jeffrey Wigand, científico y directivo de la famosa tabacalera norteamericana Brown & Williamson, descubre el secreto que la industria del tabaco oculta celosamente: las sustancias que crean adicción en los fumadores. Lowell Bergman, un productor televisivo, arriesga su carrera al invitar a su programa a Wigand, que ve cómo su vida se desmorona tras revelar la verdad a la opinión pública, pero nadie saldrá indemne de esta batalla contra las tabacaleras.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Insider
- Año: 1999
- Duración: 151
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Opinión de la crítica
Película
7.2
60 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Al Pacino
- Alan Desatti
- Alvin L. Welch
- Amy L. Caudill
- Ann Reskin
- Bill Sage
- Bob Lazarus
- Breckin Meyer
- Bruce McGill
- Charlene Bosarge
- Chris Ufland
- Christi Evans
- Christopher Plummer
- Claire Slemmer
- Cliff Curtis
- Colm Feore
- David Clyde Carr
- David Roberson
- Debi Mazar
- Dennis Garber
- Derrick Jones
- Diane Venora
- Donald F. Burbrink
- Douglas McGrath
- Eyal Podell
- Gary Sandy
- George R. Parsons
- Gina Gershon
- Gregg E. Muravchick
- Hallie Kate Eisenberg
- Isodine Loury
- Jack Palladino
- James Harper
- Joseph Hindy
- Knox White
- Linda Hart
- Lindsay Crouse
- Lynne Thigpen
- Megan Odebash
- Michael Gambon
- Michael Moore
- Michael Paul Chan
- Nathan Lewis Hill
- Nestor Serrano
- Paul Butler
- Paul Perri
- Paula Bisbikos
- Peter Hamill
- Philip Baker Hall
- Renee Olstead
- Rip Torn
- Robert Harper
- Robert J. Ragno Jr.
- Robert Patrick Brink
- Roger Bart
- Ronal G. Yokley
- Russell Crowe
- Saemi Nakamura
- Sayed Badreya
- Stephen Tobolowsky
- Steve Salge
- Tim Grimm
- V.J. Foster
- Vyto Ruginis
- Wanda De Jesus
- William P. Bradford
- Willie Carpenter
- Wings Hauser
A los americanos les encanta las historias de hombres corrientes de la calle que ponen en jaque a grandes corporaciones, destapando una verdad que permanecía oculta. En aquellos años era una moda, en el 98 recuerdo Acción civil, un año después El dilema y en el 2000 Erin Brockovich. No me entusiasma ninguna.
Todas ellas pecan de la ingenuidad típicamente yankee y de mezclar y confundir lo que es la justicia con la creación de un héroe. Como suelen ser además películas aburridas, no tienen más remedio que dramatizarlas hasta extremos absurdos. En El dilema Michael Mann se encarga de que aquello parezca un complot para un golpe de estado más que de una entrevista a un antiguo empleado de una tabacalera.
Otro grave problema es la derivación de toda la trama, hasta un punto que Russell Crowe se le va ninguneando, y va cobrando más y mayor fuerza Al Pacino y sus asuntos en la CBS hasta convertirse en el argumento central de la película. Se nota por tanto demasiado todo el ensalzamiento de héroe del productor de 60 minutos Lowell Bergman, que era amigo de Michael Mann y que colaboró muy directamente en el proyecto, reservándose la gloria.
Tampoco me agrada el moralismo de la cinta, para ser una película que aborde el tema del tabaco, no sale nadie fumado un cigarro en dos horas y media, ni en un bar, ni en la calle, ni siquiera un figurante. Eso de creerte éticamente hasta lo que vendes se llama religión. Más cinismo hubiera sido mejor.
Y no se preocupen mucho por el señor Jeffrey Wigand y su familia, desde hace años se dedica a peregrinar por el mundo dando conferencias y cobrando un ojo de la cara por tenerle en la mesa contando que el tabaco es muy malo. ¿Cuántos de estos conocemos?
Más allá de las interpretaciones y del virtuosismo del montaje, ambos apartados muy notables, El dilema es una película que de nuevo merece ese participio pasado tan habitual en esta página: Sobrevalorada.
Esta película tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera: la del informante, antiguo trabajador de una empresa tabacalera de la cual es despedido, esa empresa utilizó una sustancia química para aumentar la adicción al tabaco, y el informante decide denunciarla. La segunda: la del informador, periodista del programa 60 segundos que pretende hacer llegar al público la estafa de la compañía tabacalera.
Las dos etapas están descritas con una impecable fuerza, lucidez y tensión en el magnífico guión de uno de los nombres a los que hay que seguir la pista en este campo: Eric Roth, autor de los también excelentes libretos de Munich y El buen pastor . Su guión traza la historia con diálogos excelentes, mostrando atención al detalle, a la sugerencia. Sin duda, es el pilar de la película, hasta el punto de que sobrevive al tratamiento algo farragoso de la dirección Mann, mostrando la suficiente claridad.
La primera parte reside en el dilema del informante, del acoso que recibe por parte de amenazas de muerte, el deber respecto a su familia, el miedo. La segunda en la libertad de prensa, en el dueño de ella que no es otro que el dinero, convirtiendo al periodismo en un mero negocio. Tras tormentos, miedos, presiones se recibe la información, y una vez poseída los directivos de la cadena se la pasan por el forro.
Las interpretaciones son, sin excepciones, excelentes. Al Pacino y Russell Crowe a la cabeza de un reparto, en el que de los secundarios brilla un soberbio Christopher Plummer. Los actores utilizan sus inmejorablemente descritos personajes y los convierten en veraces, les añaden fuerza, hacen creaciones impresionantes. La dirección de Mann, aunque implique cierta confusión y gratuidad, encierra dosis mayores de fuerza narrativa, entretenimiento.
Lo único que no me termina de gustar es la estafa sobre la cual se sustenta la película. El tabaco mata, en el plazo que sea, así que cuando alguien se fuma un cigarrillo sabe las consecuencias que hay. La empresa tabacalera de esta película añade una sustancia que aumenta tanto la adicción como el daño. Es un caso con gran importancia, de acuerdo, pero que no me lo pongan como el mayor de la historia de los EE.UU.. Cuando el público que fuma de de esa marca reciba esta información, lo único que hará es cambiarse a otra, el daño será menor, pero será daño al fin y al cabo. Creo que el caso le resta cierta fuerza al film. Pero por lo demás, es un film excelente, hecho con convicción y conocimiento de causa.
Increíble lo de Michael Mann: toma un hecho real que podría convertirse en carne de Discovery Channel y te filma una digna sucesaora de Todos los hombres del presidente .
Porque la película en cuestión es BUENA. Russell Crowe nunca ha estado mejor, el estilo visual es impresionante, el drama es intenso, hay diálogos magníficos y Michael Mann tiene algo que decir. Y por si fuera poco, El dilema trata a los espectadores como gente inteligente.
Impecable. Es la única palabra que se me ocurre para definirla.
Muy bien realizada, la trama te engancha en cuanto Russel Crowe se encuentra con el maginífico Pacino. Momentos de tensión que te contagian y grandes momentos de Russell. La pega que le veo a la pelicula es que echan demasiado de tomas con cámara en mano, hay momentos que parece que te vas a marear del uso excesivo que hacen.
Después de ver esta película, te das cuenta de la pantomima de los oscars, ya que a Crowe, le dieron uno por Gladiator (cuando realmente no fué una actuación como para ganarse la estatuilla), y aquí, en el mejor papel de su vida no se lo dan.
Recomiendo la pelicula.
Me refiero a quincenal a que prácticamente la he visto cada quince días desde que la vi en los cines Luna, que ya no existen. Es lo grande de estas películas que no le pasará como al cine de la conocida plaza madrileña. Cine de altura, donde el periodismo, la política y la humanidad se dan la mano con una valentía en forma de música y fotografía impactante. También impactante es el papel que se marca Russell Crowe, lejos de los convencionalismos por los que hoy le conocemos. Aquí se transforma y es ese personaje sólo ante el peligro, que sólo grita cuando tiene que gritar y en donde sus silencios traspasan la pantalla con un ardor que no recuerdo en ninguna otra de sus actuaciones. Cuando la estrenaron siempre tuve la impresión de que alguna mano negra procuró que fuera con poca promoción y con pocas copias. Ahora pienso que tenía razón. Si eres periodista, yo casi lo soy, es bueno si no imprescindible su visionado cada cierto tiempo. Para no perder el norte. Para no perderte una gran película sin desperdicio.