El destripador de Londres
Sinopsis de la película
Un detective de Nueva York acude a Londres para ayudar a su amigo el inspector ONeill, de Scotland Yard, en la caza de Jack el Destripador. Al mismo tiempo, se enamora de la hermosa Anne Ford, una mujer adelantada a su época…
Detalles de la película
- Titulo Original: Jack the Ripper
- Año: 1959
- Duración: 84
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Opinión de la crítica
Película
6.2
35 valoraciones en total
Película que recrea la supuesta carrera y motivaciones de Jack el Destripador, el célebre monstruo de Londres (por lo menos donde actuó), quien quitó la vida, según la mayoría de los estudiosos, a cinco prostitutas y, como lo sugiere su apodo, mutiló sus entrañas. Como es natural, la filmación toma partido por una de las teorías en boga pero, adelantar cuál de ellas es equivaldría necesariamente a dar una pista demasiado firme de quién es el personaje identificado por la película y restarle ampliamente suspenso. Por lo tanto, me limitaré a hacer apreciaciones de carácter artístico. Se recrea la vida del Londres neblinoso de 1888, el otoño. Se agrega como condimento novelesco la presencia de un detective norteamericano interesado en el caso, la reacción asustada de la población y algunos intentos de linchamiento de sospechosos. Las actuaciones son razonables y los momentos de suspenso son logrados, con la actuación del asesino siempre de espaldas -sus víctimas son mujeres no necesariamente prostitutas- impidiendo su precisión y el recurso de generar sospechosos alternativos para aumentar indudablemente el efecto sorpresa. No siempre mantiene el mismo nivel de interés, y creo que lo más razonable sería asignarle un 6,8..
Una de las más entrañables, si no divertidas, películas de terror producidas en Europa, concretamente en Gran Bretaña, antes de que la década de los 60 supusiera, gracias al talento y los esfuerzos de la productora Hammer, el definitivo empujón que necesitaba este tipo de films para convertirse en un género de culto.
Sin embargo, la gracia de esta versión del asesino londinense estriba más en su proceloso periplo comercial que en sus valores netamente cinematográficos. Rodada en Inglaterra con una notable escasez de medios y una no menos preocupante ausencia de originalidad, lo que la convierte en una película definitivamente mala, los derechos de explotación para todo el continente americano fueron adquiridos por Joseph Levine, mezcla insólita de publicista, trilero y productor, quien durante buena parte de su carrera alternaba producciones propias (suyas son El Graduado o Zulú , títulos más que respetables) con compras de derechos de productos más cercanos a la serie B que al aspecto de gran cine con que las barnizaba mediante gigantescas y brillantes campañas de publicidad.
Tal era su habilidad que a veces ni los productores de los títulos originales, y éste es un buen ejemplo, reconocían algún elemento de sus largometrajes en los carteles de su estreno estadounidense.
Por desgracia, El Destripador de Londres era tan mala que ni recubierta de oro podía enganchar al público o a los exhibidores de su tiempo. A lo sumo, el único negocio que pudo generar lo hizo en las salas de programas dobles y en los autocines, espacios a los que acudía un público joven y poco exigente que al menos podía divertirse con detalles como la introducción de un policía americano con aspecto de rockero (como suena…a fin de cuentas la película se rodó en plena fiebre británica por el rock n roll ) y ademanes de cowboy . ¡Ahí es nada!
Eddie Byrne, Lee Patterson, Ewen Solon y la australina y muy morena Betty McDowall conforman un reparto bastante insustancial en este film de Robert Baker y Monty Berman que sirve quizá como interés para los fans de la serie B , pero no para acercarse a la versión más fiel del asesino.
Mejor verse la de John Brahm, amigos.
Interesante y finalmente convincente variación del tristemente célebre (y real) Jack el Destripador.
Se aparta de las tesis de muchas de las pelis con el sudodicho personaje pues todo es una invención del buen guionista Jimmy Sangster (que colaboró bastante con la Hammer), adaptando una historia de Peter Hammond y Colin Craig.
Los realizadores son los mayormente productores Robert S. Baker y Monty Berman y consiguen un producto eficaz, que no llega a la hora y media ni falta que les hace, para lograr que sea en todo momento muy entretenida.
Y es que el ritmo es ágil, los diálogos certeros y las situaciones consiguen azorar e inquietar, no en vano quizás hasta podamos vernos en el espejo cuando contemplamos a la turbe llena de odio e ira querer tomarse la justicia por su mano, ante la falta de logros de la Policía.
Amén de las buenas interpretaciones de un elenco no muy llamativo ni conocido, pero siempre creíbles en sus respectivos papeles.
Y como suele suceder en el cine inglés, muy buena ambientación.
En resumidas cuentas, que sí que parece que es modesta en cuanto a producción propiamente dicha, pero tiene muchas virtudes que hacen que guste bastante.
Eso sí, los puristas sobre Jack el Destripador pensarán que no hay que tenerla en cuenta puesto que la resolución final es muy distinta de lo acostumbrado, pero la verdad es que todo casa y se acepta sin ningún problema, entre otras cosas porque históricamente no se sabe quién fue realmente (bueno, igual la policía de la época lo supo alguna vez, pero nunca salió a la luz…).
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De nuevo la niebla de Londres se cierne sobre las callejuelas de Whitechapel, ese lugar donde las sombras cobran vida y los vivos encuentran la muerte por el filo de un escalpelo.
Original propuesta sobre el famoso asesino que quedó en los archivos policiales como asunto pendiente de resolución.
Los directores ofrecen una perspectiva interesante desde el punto de vista argumental y, en general, orientan la película hacia un planteamiento interesante.
Mantienen la intriga de una forma sencilla y el desarrollo de la acción se atiene a los principios de congruencia, de narrativa lineal y de sencillez expositiva.
Aunque algunos flecos sueltos le restan parte de su indudable atractivo.
Producción británica de serie B no estrenada en cines en España, filmada en su práctica totalidad en decorados y que supone el segundo de los cinco títulos dirigidos por el tándem que formaron Robert S. Baker y el habitualmente dedicado a labores de dirección de fotografía, Monty Berman.
Tiene un arranque al más puro estilo publicitario que acostumbraba William Castle.
Cuenta como punto más álgido con una fenomenal fotografía en blanco y negro, que saca el máximo provecho a la ambientación predominantemente nocturna en la que transcurre gran parte de la trama, en un Londres neblinoso de finales del siglo XIX muy bien recreado.
El grado de psicosis colectiva que azota a la población es plasmado con acierto durante los intentos de linchamiento de algunos de los sospechosos, desfilando una galería de personajes de las clases bajas que quedan perfectamente retratados, valiéndose para ello de unos primeros planos que reflejan el pavor que sienten.
Otro aspecto de especial relevancia es la planificación de las escenas en las que interviene El destripador , de modo que su identidad no pueda ser revelada, para lo cual se nos muestra de forma parcial (habitualmente la mitad inferior de su cuerpo o bien de espaldas) y cuando aparece frontalmente, es mediante una precisa iluminación como se consigue mantener en secreto.
Las secuencias de todos los crímenes están rodadas a base de planos inclinados y contrapicados, -enfatizando así la locura del asesino y la vulnerabilidad de sus víctimas-, salvo precisamente la de la única de estas muertes que acontece de forma no premeditada, asimismo conservan todo el pudor, al dejar fuera de campo los momentos de los apuñalamientos, destacando el juego de sombras de estética expresionista con el que contemplamos, de forma indirecta, el segundo de los asesinatos.
En el tramo final se consiguen unas elevadas cotas de tensión narrativa, tanto en la persecución a la que se ve sometida Anne Ford, como durante la huída y azarosa suerte que corre Jack , deviniendo el conjunto en una propuesta, si bien no merecedora de la aureola de película de culto de la que goza, pero sí cuando menos interesante.