El declive del imperio americano
Sinopsis de la película
Cuatro profesores universitarios de Montreal, muy diferentes entre sí, se reúnen en una casa de campo para preparar una cena. Remy está casado, Claude es gay, Pierre tiene novia y Alain es soltero. Los cuatro hablan de sexo, del cuerpo femenino y sus asuntos entre ellos. Mientras tanto, sus cuatro invitadas, Louise, la esposa de Remy desde hace 15 años, Dominique -soltera-, Diane -divorciada-, y Danielle -la novia de Pierre- pasan el tiempo en un centro de salud gimnasio. También discuten el sexo, el cuerpo femenino y, naturalmente, los hombres. Más tarde en la noche, finalmente se reúnen en la casa de campo y cenar. La discusión también transcurre sobre el tema de siempre… Sin embargo, un noveno invitado, Mario, que solía conocer a Diane, entra en el grupo para charlar y tiene una sorpresa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le déclin de lempire américain
- Año: 1986
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
6.7
80 valoraciones en total
Estoy de acuerdo con Rimbaud en que la película no cuida demasiado su aspecto más cinematográfico y se limita a hacer una presentación teatral, enriquecida por las cámaras. En cualquier caso, atendiendo a su guión me parece muy interesante. Los personajes, en sus muchas historias, no persiguen nada salvo contarlas, pese a su tonillo altanero y sabihondo, el director bien se cuida de poner a cada uno en su sitio a partir de las interacciones entre ellos mismos. El personaje de Dominique, la mujer rubia escritora, tal vez sea un poco más relevante que los demás, aunque todo sea muy coral, pues es ella la que pone voz al trasfondo general de la película y sus implicaciones: El declive del imperio americano . Creo que confrontando a todos los personajes entre sí Denys Arcand consigue eliminar la suspicacia que surge en el espectador ante las posiciones tan radicales y tajantes que se exponen. Quizá no sea explícita, o quede un poco embrollada en momentos, pero la idea de fondo queda salvada ampliamente con el final, a partir de la exposición-conflicto de Dominique y las posteriores situaciones.
No me convenció tanto la segunda parte: Las invasiones bárbaras , puede ser que se hiciera una exposición aún más tajante y, en apariencia, injustificada, de las ideas de los personajes, contando con que éstos han envejecido y ya son conocidos gracias a el declive… Quizá sea conveniente seguir el orden de estas películas para poder salvar el modo de contar que tiene Denys Arcand, sirviéndose mucho de fuertes premisas (petulantes, prepotentes, infundadas) que van conformando el tapiz de la película, sólo completo en su sentido entendido como conjunto. Aparte, puede ser que esté más acertado en esta película que en la siguiente pues el declive… puede ser entendido más globalmente por su carácter de etapa inicial, las invasiones… como segunda etapa del proceso de degeneración creo que está más impregnada de elementos quizá exclusivamente canadienses(si es un reflejo fiel de su sociedad esta película) que entran en el campo de la subjetividad, un cómo se ven las cosas tras el inicio del declive, el declive… es más bien la presentación general de un decaimiento-degeneración y cómo afecta a la sociedad moderna . Bueno…vosotros diréis, distinta e interesante desde luego.
Sorprendente, una comedia descarada e incisiva, demoledora de lugares comunes y con la suficiente confianza como para aparecer sin (casi) más armas que sus espinosos diálogos.
Partiendo con la premisa de graficar las emociones, fantasías y ratoneos de un grupo de cuarentones intelectuales, casi por desengañados del mundo que tienen alrededor, asistimos a un concierto de palabras trensadas con exactitud y paciencia que sacan algunos destellos progresivamente. La clave de la guerra de los sexos en este caso aparece más sabia, más abierta, y sobre todo en casos más agresiva aunque de una forma particular que conforma el encanto del film.
Sí, claro: la obra serpentea en el límite de lo que llamaríamos película . Muchas veces no es más que un montón de frases apiñadas de forma concisa aunque eso no tenga por qué ser una trama en sí. Aunque tal vez la intención era esa: dejar de lado un esquema común para dejarse llevar por algo atípico. En uno de los casos, pierde. Pero en el otro triunfa, y de forma vehemente.
Me gustó la forma de Arcand de maniobrar a lo largo y a lo ancho de los cien minutos. A resaltar, de su tarea, la forma que tienen los personajes de interactuar entre ellos y cada plano magnífico y a la vez desgarrador que elige de esos gélidos bosques canadienses para matizar las exclamaciones, las emociones, y el sexo.
La(s) revelación(es) del final llegan a desatar de forma aún más cruenta la guerra que los personajes desde del comienzo mantienen entre sí. No solo la clásica mujeres-varones. En ambos bandos ya notamos algo de reticencia y en los últimos minutos transcurren cosas que parecerían por completo incongruentes los primeros sesenta pero que igual así, se dan cita en aquella alejada cabaña de madera.
Estos viejos son los que entraron en decadencia cuando la generación del 68 tuvo que entregar la espada. Y sin embargo, a los cuarenta o los cincuenta se sienten igual de jóvenes y de rebeldes que cuando se unieron a la lucha por primera vez. Una lucha a la que nunca, nunca, quisieron dejar.
Denys Arcand sorprendió con esta comedia dramática coral, iniciando una trilogía continuada con Las Invasiones Bárbaras (un canto agridulce sobre los errores de la vida) y La Edad de la Ignorancia (una mirada cínica sobre los mandamientos impuestos en la clase media-alta de la sociedad quebequesa).
Arcand nos situa en dos escenarios distintos. Las mujeres y las amantes recocijadas en un gimnasio y, por otro lado, los hombres orgullosos de su alter ego cocinando para la ocasión en un encuentro que se formalizará entre ambos grupos al mediodía. A partir de allí una interminable sucesión de diálogos apacibles que, por separado, se han fraguado por su cuenta. Las mujeres por un lado hablando de hombres y, estos por supuesto, hablando de mujeres. En el clima apacible de encuentro entre sexos se materializará de un modo tan formal que acabará yendo a una debacle irreversible.
Film que hay que ver con paciencia porque es pura interpretación. Es la disección del discreto encanto de una clase social sumida en su propio estado de gracia retorcida e hipócrita.
He tenido la ocasión de descubrir recientemente esta joya cinematográfica, y me sorprende no encontrar ningún comentario acerca de ella, por lo que no me gustaría dejar de recomendarla a todos aquellos que disfrutan del cine y que además acostumbran a no dejarse llevar por la corriente, desconfíando de la apariencia de felicidad que a veces todo lo envuelve.
Con objeto de una reunión de amigos alrededor de una cena en una casa de campo, los personajes, previamente por separado, hombres y mujeres, y posteriormente todos juntos , nos van ofreciendo los planteamientos y las conclusiones a las que han llegado en los aspectos más relevantes de sus vidas ahora que rondan la cuarentena. Resulta sorprendente la vigencia de las reflexiones que se muestran teniendo en cuenta que la película tiene veinte años nada despreciables.
El matrimonio, el celibato, la estancia en la Universidad, el capitalismo, el enamoramiento, la homosexualidad, la cultura actual y la pasada, las clases de Historia, la decadencia, los amores furtivos, la cocina rusa, la costumbre, el sadomasoquismo, la infidelidad, los hijos, las tácticas de seducción, la edad, el sexo con desconocidos, son los temas que se van encadenando en la conversación y acerca de los cuales todos los personajes ofrecen su visión particular, con más o menos libertad dependiendo de las circunstancias…en fin, una hora y media de diálogos sin desperdicio cargados de experiencia, ironía, cierto sarcasmo, y finalmente, demasiada sinceridad. Esta última es la que precipita un desenlace en el que ya no hay vuelta atrás.
El declive del imperio americano tuvo su continuación en Las invasiones bárbaras.
Un grupo de profesores de la más miserable calaña del gafapastismo se reúne para contarse sus aventuras amorosas.
A pesar de ser cuarentones, aparentan cincuenta y muchos, son bastante feos y follan mucho, supongo que con otros de su estirpe. Pero estos culturetas de la más baja gama son ante todo pringaos. Muy pringaos. Uno dice pene y el resto suelta una carcajada. Se llaman a sí mismos intelectuales. Eso les define claramente no como cultos o civilizados occidentalmente, sino como gilipollas. Entre la narración natural de una orgía interracial y la descripción física del clítorix, debaten sobre el buen vino y las tendencias filosóficas de la Turquía del siglo XV.
En fin, esta pandilla de infantiles y empalmaos preparan un besugo al horno relleno de espárragos mientras cantan y hacen el ridículo. Hay un viejo pendón verbenero cayo malayo, un gay que mea sangre, un gordo follador con flequillo, una ninfómana con los dientes dislocados, un papanatas con pantalón cachuli, una vieja lagarto, un intento de Jennifer Connelly y un tipo con gafas de pasta doble. Casi todos son catedráticos. Y todos tienen pinta de serlo. Así que la peli es como sentarte en la cafetería de la uni, en la mesa de los profes, y escuchar como cuentan que se hicieron fotocopias del culo con la chica de reprografía.