El custodio
Sinopsis de la película
Rubén es el custodio de un ministro. La película es acerca de un trabajo que consiste en reemplazar la vida de uno por la de otro, acerca de la presión que ésto implica y acerca de cómo esa presión finalmente estalla.
Detalles de la película
- Titulo Original: El custodio
- Año: 2006
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
5.9
22 valoraciones en total
Evidentemente alejada del sobre estimulo de las películas modernas, El Cuestodio es una película reflexiva, que incentiva la observación, una película que pone su acento en los detalles.
Dentro de este marco la película está bien lograda. Es un relato coherente que nos pone en la situación de un sujeto, Rubén, sin vida propia, cuyo jefe –al cual Rubén cuida todo el día, absorbido en una rutina insoportable de lo monótona que es- no le considera la opinión, no le entrega mayor afecto, en otras palabras no comparte mayormente con él. ¿Es posible casi no compartir con alguien con quien se está 16 horas diarias? La frialdad con que el Ministro toma a Rubén es repugnante. Pese a eso Rubén no sólo le cuida su integridad, también le cuida sus intimidades.
Película que relata la vida de Rubén un custodio que lleva una vida rutinaria y solitaria, y que es testigo de lo que vive la familia del ministro a diario. En lo que respecta a las actuaciones es una película con muchos silencios haciéndonos sentir en la piel de nuestro personaje (Chávez prueba su calidad actoral interpretando a este personaje de pocas palabras)
Lo mejor: La actuación de Chávez y esos silencios desesperantes que tiene el film
Lo peor: Un final con muchos cabos sueltos para mi gusto
¿En cuantas ocasiones hemos podido ver el lado complejo y humano de un custodio o guardaespaldas?
Realmente pocas. En su mayoría los guardaespaldas son parte del escenario y utilizados frecuentemente como símbolos que reafirman poder e importancia de personajes en primer cuadro. Nunca se habla de su sentir y estímulos para realizar su actividad, el saber cómo es su entorno, su familia o vecinos, sus limitaciones o talentos, incluso el conocer su equipo de trabajo con un poco de más detalle.
Rodrigo Moreno hace el análisis a través Rubén, guardaespaldas a cargo de la seguridad de un ministro en Argentina y en ocasiones de la familia de éste, la cual se muestra y le recalca su posición dentro de ese circulo en el cual se debe limitar a cumplir sus funciones y/u ordenes extras. Con la tarea de retratar la vida de un custodio, se refuerza que la actividad es muy compleja y es inexistente la libertad de movimiento, es estar al tanto de cada movimiento y lugar para mantener la seguridad del otro.
Sin muchos diálogos Rubén nos presenta a su familia (muy particular por cierto) en un día especial para él, lo que también nos ayuda a comprender el porque de su soledad e inexistente relación profunda con éstos, quienes tienen otra perspectiva de la vida, sueños ajenos al del protagonista.
En general se puede resumir que Rubén es un tipo preso de su actividad, solemne, solitario, escueto, estricto y sobre todo impredecible.
No es un trabajo lleno de balas, persecuciones y sexo al por mayor, por el contrario es más acercado a la realidad y rutina del especialista de esta actividad. No cumple con los tópicos holliwoodenses, como en aquélla cinta estelarizada por Whitney Houston y Kevin Costner y su visión rosa de la relación guardaespaldas – protegido, relegada a la cursilería e increíble historia del custodio que protege a la cantante.
Excelente la fotografía de la película y del cartel, el primer plano borroso y el segundo con la nitidez para visualizar a Rubén.
Para el público acostumbrado al ritmo de las series televisivas, videoclips y demás, tan pródigos en persecuciones automovilísticas o edificios que estallan en pedazos, puede resultar una película desconcertante por su buscada morosidad que pone su acento en detalles minimalistas. Pero esto es precisamente lo que el director procura transmitir, ya que El custodio , aunque tome elementos del género, no es una historia policial, sino un medio para provocar otro tipo de reflexiones.
Hay una coherencia rotunda en la elección del punto de vista para contar esta historia con final inesperado de un sujeto sin vida propia, cuya palabra no es tenida en cuenta y al que se trata como a un objeto que respira y ocupa un lugar en el espacio. El trabajo de Rubén, el protagonista, consiste en ser custodio permanente de un ministro. Su función es protegerlo, tanto en su ámbito laboral como privado, por lo que debe compartir, desde una distancia cercana e insalvable, la intimidad y los secretos de su jefe, de su familia y de su entorno.
Todo en El custodio funciona con una magnífica economía donde el mínimo detalle significa, como el rosario siempre suspendido frente al parabrisas de su auto vigilador, o las pocas frases pronunciadas, aunque las palabras no existan o se perciban distorsionadas por el ruido y la distancia, o como en la escena donde hablan en francés, en la que todo converge para sentir en carne propia cómo percibe la realidad ese custodio aparentemente impasible. Una inquieta cámara nos convierte en testigos de la jornada del aparentemente imperturbable custodio: a través de su punto de vista, somos observadores, en un permanente juego entre lo que el protagonista ve, lo que el director permite observar en medio de abundantes elipsis y lo que pertenece al fuera de campo.
El custodio impresiona como una obra madura de un joven director que, sin excluir una aguda crítica social, trabaja más para quedar en la historia del cine independiente creativo (valorable en festivales que premian esta característica) y no para el éxito de taquilla: una pequeña gran película que probablemente oscilará entre aplausos elogiosos y la indiferencia de quienes sólo buscan relatos convencionales.
Hay veces en que el cine, afortunadamente muchas veces, narrado desde la cotidianeidad, desde el silencio, desde el gesto más insignificante y rutinario pero certero, desde las miradas más simples y llanas, desde el planteamiento más humilde, nos alcanza mucho mas allá de lo que la maquinaria cinematográfica emocional y pretenciosa más compleja, que llega tan sólo a erizarnos levemente la piel. Esto, propio para algunos ajeno para otros, forma parte de la esencia misma del cine, del concepto y del poder que cada uno quiera otorgarle a lo que hace para la pantalla o a lo que decide ver en la sala oscura. De Argentina van llegando perlas que deberían hacer palidecer de envidia a nuestro cine patrio. No lo harán porque pasarán como un susurro por las carteleras y en este caso, porque ni tan siquiera es una comedia, ni sale Ricardo Darín, ni está estructurada para funcionar como un reloj cinematográfico por donde a cada minuto hay una risa, un llanto, un diálogo fresco… El custodio es cine de la tristeza, cine contemplativo, reflexivo, de otra raza emocional mucho más próxima a El viento de Mignogna que al cine de Campanella aunque a todos les una busqueda de humanidad en sus personajes. Más cine de la incomunicación, más Antonioni, más gestual y escenificada en su sencillez El custodio es un puñetazo lento pero contundente a la diferencia de sociedades, a las tragedias interiores. Cine festivalero, gran Julio Chávez.