El cuento de la criada (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (2017-Actualidad). 3 temporadas. 36 episodios. En un futuro distópico donde se ha implantado una dictadura fundamentalista, una joven se ve forzada a vivir como una concubina para dar hijos a su señor. Tras el asesinato del presidente de los Estados Unidos y la mayoría del Congreso, se instaura en el país un régimen teocrático basado en los más estrictos valores puritanos. Los Estados Unidos de América, desde ese momento, pasan a ser conocidos como la República de Gilead. En esa nueva sociedad, la mayor parte de los valores modernos occidentales han quedado desterrados. La mujer pasa a un segundo plano, siendo prácticamente un objeto cuyo único valor está en sus ovarios, pues hay un problema de fertilidad en Gilead. Adaptación de la novela de Margaret Atwood.
Estreno 4ª T: 29 de abril en HBO.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Handmaids Tale (TV Series)
- Año: 2017
- Duración: 60
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te detallamos un listado de opciones de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
7.7
31 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Alexis Bledel
- Amanda Brugel
- Amy Landecker
- Angela Vint
- Ann Dowd
- Ashleigh LaThrop
- Bradley Whitford
- Christopher Meloni
- Clea Duvall
- Edie Inksetter
- Elisabeth Moss
- Erin Way
- Ever Carradine
- Gary Si-Jo Foo
- Grace Munro
- Jenessa Grant
- Jim Cummings
- John Carroll Lynch
- John Ortiz
- Jordana Blake
- Joseph Fiennes
- Julie Dretzin
- Katie Messina
- Krista Morin
- Kristen Gutoskie
- Madeline Brewer
- Marisa Tomei
- Max Minghella
- Nina Kiri
- O.T. Fagbenle
- Robert Curtis Brown
- Samira Wiley
- Simon Northwood
- Stephen Kunken
- Sydney Sweeney
- Tattiawna Jones
- Yvonne Strahovski
Tras ver los tres primeros capítulos:
Dar dos pasos atrás para luego poder dar uno adelante, para dar una falsa sensación de avance. A los estadounidenses se les da muy mal hacer series en donde se cuestionen de forma realista los valores de su sociedad, su status quo, pero ellos saben también que la estética de la rebeldía, con mucha acción filmada, vende bien. Así que, ¿cómo hacer una serie sobre rebeldes sin cuestionar el status quo actual de EEUU pero en la que a la vez se moralice indirectamente sobre la política mundial actual? ¿Cómo hacer crítica política, con supuestos héroes y heroínas rebeldes, cuyo mensaje final sea, sin embargo, el no cuestionamiento de ningún aspecto clave de la sociedad americana actual? Construyamos en la serie un entorno social más retrógado que el de la vida real en EEUU, construyamos un fundamentalismo pseudo-Amish: demos dos pasos atrás. A continuación hagamos como si nos rebeláramos, lesbianas luchando por sus derechos: un paso adelante. No nos engañemos, son rebeldes que desean dejar atrás ese fundamentalismo pero para abrazar la América de Trump a cambio. No he visto todavía en esta serie a ningún ateo ni a nadie que esté a favor del aborto, ni siquiera entre los personajes supuestamente rebeldes. En este tipo de detalles radica la trampa de esta ficción.
En las series de ese país, el culpable de fondo es siempre el mismo, los países sospechosos habituales contra América, mas o menos maquillados, pero EEUU y sus valores nunca son culpables de nada y por tanto no cabe ningún cuestionamiento ni rebeldía en contra de eso. Más de lo mismo con The Handmaids Tale,… al menos de momento.
Bajo la máscara de la serie… se nos muestra una serie de valores muy inculcados en la sociedad actual con ánimo de llegar más allá de lo que en verdad es la serie. Algo que hizo Birdman por ejemplo para pegar un pelotazo y ganar tropecientos premios…
Esta serie nos muestra un futuro distópico donde no se explica como se llega a él, y donde la mujer soporta (otra vez más) un rol de maltratada e inferior en la sociedad que se muestra. Es altamente desagradable de ver, con escenas buscando la empatía por esas pobres mujeres… pero tras esto, todo es paja con capítulos de 1 hora de puro tostón (y eso que me encantan las series lentas…) en los que el guión se centra en las relaciones de las criadas sexuales y en flashbacks que no se sostienen por ningún sitio. Ellos se encargan de recordar lo liberal y guay que es la sociedad en la que vivimos recalcando sobre todo las relaciones lésbicas y enfrentándolas a la de la del futuro distópico que muestra la serie para dar penica. Una trampa demasiado fácil e insustancial.
Eso sí estética cuidada, interpretaciones más que dignas, fotografía sobresaliente pero… nada más.
Un coñazo con máscara de obra maestra.
Si vas a contar algo a través de una distopía, más vale que esta tenga una fuerte lógica interna (ahí tenemos la maravillosa The Man in the High Castle como ejemplo). Si no es así, todo lo demás cae como un castillo de naipes.
Pues este es el principal problema con The Handmaids Tale.
El episodio piloto y el tercero son lentos hasta decir basta (sí, sí. Me encantó El séptimo sello de Bergman, así que haceos una idea de a lo que me refiero con lento ) y con una falta de lógica interna de la distopía que clama al cielo. No se explica (ni les interersa hacerlo), cómo de una amenaza terrorista, se supone que islámica, y de un nivel de fertilidad casi 0, donde se culpa a los tóxicos y a la contaminación, se pasa a abolir los derechos de la mujeres (no les permiten trabajar, tener cuantas bancarias…) y a crear este estado (totalmente absurdo) que, para remate, tiene métodos de subyugación y ejecución muy del estilo fundamentalista islámico (ahorcamientos en grúas y ablaciones, sin ir más lejos). Si es que, conociendo a los estadounidenses, uno se pregunta todo el rato dónde han ido a parar los millones de armas que tienen en los hogares y por qué no se han liado a tiros en las calles al empezar la represión (muy mal contada en el capítulo tres, por cierto).
Pero a lo que iba. ¿Se puede saber qué tiene que ver el culo con las témporas, guionistas y escritora del libro? Vamos, que me dicen que esta sociedad de El cuento de la criada ha llegado por la desaparición de los casquetes polares y el nacimiento de niños deformes por un aumento exponencial de relaciones incestuosas en medio de un mundo donde la electricidad ha dejado de ser viable, y tendría el mismo sentido. En resumen, la historia es un cúmulo de falacias non causa pro causa mal contadas que duelen. Lo que es más, el uso que hace de pasajes religiosos, mezclando creencias cristianas, judías con otros comportamientos y costumbres de cariz islámico, dan vergüenza ajena, y mira que soy ateo. Se limitan a coger lo peor de cada casa (y todas tienen muchas cosas muy malas, de sobra es sabido), meterlo en la coctelera y lo agitan creyendo que de ahí va a salir algo mínimamente coherente y todos nos vamos a rasgar las vestiduras conmocionados. Pero no, la maldad no es caótica. Nunca lo fue. Ella también debe tener una coherencia interna. Siempre la ha tenido.
¿Y la invención del parto? O sea, que lo más importante de esta sociedad es que nazca un niño… y las criadas los tienen en las casas bajo ritos pseudoanimistas, sin atención médica especializada por si algo va mal y en una silla de partos de madera al estilo de siglos anteriores mientras a las que les hacen la ablación por transgredir la ley al cometer tracición de género las ingresan con todo mimo en centros hiperesterilizados.
¿Estamos todos tontos?
Cinematográficamente, se abusa en todo momento del los primeros planos y los primerísimos planos, a menudo en contrapicado. Y sí, crea un atmósfera claustrofóbica, pero cuando todo el rato se usa el mismo recurso, la verdad es que señala más falta de maña que otra cosa, lo que da como resultado desidia y aburrimiento. Lo intentan compensar con alguna panorámica fluvial y algún plano cenital, sin mucho éxito.
Interpretativamente, todos está soberbios, desde la actriz principal hasta el últmo secundario. Lamentablemente, los malos son tan malos (excepto Fiennes en sus breves y estupendas apariciones y la ambivalencia del chófer) y los buenos son tan buenos, que aburren. Los buenos sufren tanto y los malos están tan mal trazados, que te da igual lo que pase. La estructura familiar de esta nueva sociedad es de traca, por cierto. Provenientes todos de las libertades hace nada perdidas, las esposas, los maridos y las criadas las adoptan como si ya fueran centenarias. Ninguna sociedad puede sobrevivir con esos ritos de procreación e intrafamiliares. Sería una sociedad que se dinamitaría a sí misma. Se solucionaría con la fecundación artificial, claro, con más índice de éxito que el método natural. Por supuesto, esto ni se menta. Quieres pensar que es porque lo prohíben sus creencias judeocristianasislámicas, pero también prohíben la fornicación y el adulterio (sexo con quien no estás casado/a) y ahí están, tan divinamente follando a otras en la jeta de la esposa y pasándose una vez más la lógica interna por el arco del triunfo. Además, faltan personajes y otros puntos de vista. Por ejemplo, ¿por qué una lesbiana a la que le obligan a tener sexo con un varón o una heterosexual que está siendo violada (muy ritualmente, eso sí) no generan pensamientos contra la procreación, el futuro bebé o algo? No digo que aborten, porque entonces las matan (ahí sí hay lógica). Pero que el pensamiento aparezca, se esboce, se tenga en cuenta al menos.
Pues nada. A todas las criadas se les cae la baba cada vez que aparece un niño. Me están follando contra mi voluntad y lo que hago para abstraerme es… recodar la carita de mi bebita. Estoy pariendo a un niño de alguien a quien no deseo, con la propietaria haciendo el ganso detrás, y todas con cara de arrobo ante el nacimiento del bebé. Ni un leve atisbo de gesto de asco. ¿En serio? ¿Ningún pensamiento proabortista a la vista? ¿Ni siquiera la intención de tenerlo?
Pues eso.
Que la disfrute el que pueda.
Magnífica adaptación de la novela El cuento de la criada de Margaret Atwood. Esta serie no tiene nada que ver con la fallida adaptación alemana de los años noventa. Treinta años han pasado desde que la escritora canadiense imaginara un futuro donde EEUU estuviera gobernado por una teocracia y lo que entonces parecía ciencia ficción hoy parece cada vez una posibilidad más real. No vamos a hablar del Islam, la Sharia o el Califato, donde el mundo que pintaba Margaret en su novela existe ya. Ella apuntaba al corazón de la democracia occidental. Bienvenidos a los Estados Unidos de los Amish.
Narrada en dos planos temporales distintos, por una lado tenemos a Defred, ya convertida en esclava sexual de uno de los comandantes (dirigentes) de la teocracia que ha derribado a la democracia y por otro lado tenemos a Defred cuando aún era June y a través de sus ojos vamos a ver cómo los fundamentalistas cristianos (que me perdonen los Amish por haberlos usado en mi anterior comparación) van a ir poco a poco a hacerse con el poder. Tras presentarse como los salvadores después un atentado en el Congreso, van a establecer su ley. Su ley quiere decir la ley de la Biblia y más concretamente la interpretación surrealista que ellos hacen de las Sagradas Escrituras. Porque que un don nadie viole a una mujer merece la horca, pero que uno de sus dirigentes viole a una de las esclavas sexuales con fines reproductivos, venía en su Biblia.
Porque ese es el punto de partida. La contaminación ha hecho que sean pocas las mujeres que logren dar a luz a niños sanos. Estos fundamentalistas van a aprovecharse de la situación para hablar de una vuelta a las tradiciones. Un mundo donde la ciencia o la universidad o la cultura o incluso las religiones cristianas que no comulguen con su visión del cristianismo están prohibidas y perseguidas. Un mundo donde la mujer ha sido relegada a un papel secundario, sin poder trabajar o poseer propiedades.
Aunque el peso inicial recae en la actriz Elisabeth Moss, con el paso de los capítulos ganan peso otros personajes. Curiosamente todos femeninos, Desde Yvonne Strahovski, la mujer del comandante Fred Waterford, el dueño de De-Fred. con su mezcla de celos, hipocresía y fascinación por el poder, pasando por otra de las esclavas sexuales, Of-Glen, (Alexis Bledel) personaje rebelde que a partir del tercer capítulo coge un vuelo espectacular y terminando por la tía Lydia (Ann Down) la mujer (la bestia) que dirige la Casa Roja, donde se doblega la voluntad de las mujeres para que acepten ser esclavas reproductivas, como si fueran animales.
La serie es buenísima, pero no seria ni la mitad de buena sin el papelazo que se marca Elisabeth Moss. Madre mía que capacidad tiene esta actriz para trasmitir emociones contenidas. No habla mucho, aunque a veces oímos sus pensamientos, pero lo dice todo con esa mirada que expresa a la vez ira, miedo, frustración, asco, algunos destellos de orgullo y una chispa muy, muy escondida de esperanza en poder reencontrarse con su hija, único motivo para que siga viva. Después de haber sido Peggy Olson en Mad Men, la actriz se marca el papel de su vida. Tras haber visto Feud, creía que Jessica Lange o Susan Sarandon se merecían todos los premios del año. Rectifico. Elisabeth Moss acaba de adelantarlas por la derecha.
Aunque los mejores personajes sean femeninos, esta distopia no es una excusa para presentarnos a la ya habitual heroína de medio pelo que viene a salvar el mundo. De-Fred bastante tiene con salvarse así misma. El libro fue una denuncia de la posible deriva hacia la que caminaba la humanidad en 1985. 32 años después ese mundo ya existe en algunas partes y en otras a muchos les gustaría que existiera. Serie denuncia que capta a la perfección el espíritu de una de mis novelas favoritas de su género.
No entiendo las alabanzas a la serie. Son tantos los defectos que acumula que no sabría por dónde empezar. Primero: es lenta hasta decir basta. Segundo: La coherencia de lo que se narra muy pobre. Los personajes maniqueos. Las motivaciones, por momentos, absurdas. La atmósfera repetitiva. Lo único que redime a la serie son los actores y los medios técnicos.
En ningún momento es una serie que invite a continuar viéndola, sobre todo porque es una serie que en ningún momento me ha resultado creíble. Y cuando no te crees lo que ves, difícilmente lo sientes.