El corredor nocturno
Sinopsis de la película
Eduardo (Leonardo Sbaraglia), el gerente de una compañía de seguros, sale a correr para combatir el estrés. Un día, al regresar de un viaje de negocios que ha sido un fracaso, conoce en el aeropuerto a un hombre que lo anima a cambiar de vida, a ser libre, pero no se trata de una simple invitación, ese hombre está dispuesto a asediarlo hasta lograr su propósito. La vida de Eduardo se desliza así hacia un ambiguo territorio, donde las certezas se desvanecen. Desde entonces salir a correr es ya completamente inútil.
Detalles de la película
- Titulo Original: El corredor nocturno
- Año: 2009
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
4.9
62 valoraciones en total
La historia que plantea El corredor nocturno , basada en la novela del escritor uruguayo Hugo Burel, habla de nuestra época, en el contexto de un sistema económico con grietas visibles en todas partes. Enfoca el mundo de los hombres de negocios que viven para el éxito laboral, descuidando su vida personal. Siempre presionados -eso sí-, para ascender en una pirámide que se sustenta cruelmente en el fracaso de los que quedaron abajo. Un tema que por supuesto no es nuevo y ha sido tratado en películas muy vistas como El abogado del diablo o para dar un ejemplo bien cercano para los argentinos: El método de Marcelo Piñeyro o Cuestión de principios del rosarino Rodrigo Grande, aunque en esta última había algo que aquí está ausente: el humor.
Como el personaje que interpretaba Fred Mac Murray en Perdición de Billy Wilder o el de Edward Norton en El Club de la pelea , el mundo laboral de Eduardo (Sbaraglia) es el de la venta de seguros. Este hombre de negocios acostumbrado a vivir bajo constantes presiones, que vive acelerado y corre para desestresarse, se cruza en un aeropuerto con Raimundo Conti (Solá), un personaje tan oscuro como poderoso, un ejecutivo que ya ha alcanzado el nivel al que aspira Eduardo. La relación deriva en un asedio que remite básicamente al eterno arquetipo de Mefistófeles y Fausto.
La película tiene su costado de crítica social canalizado en el formato de un thriller psicólogico. Es una construcción compleja armada con una expresión aparentemente simple.
El personaje mefistofélico (Solá) tiene una constante manipulación sobre el de Sbaraglia. Sabe datos turbios de su pasado y de su carrera laboral, insiste en el costado más infame de este flamante gerente y no cree en sus escrúpulos ni justificaciones. Intenta romper su máscara socialmente correcta y que reconozca hasta qué punto está metido en un engranaje implacable, del que además es un fiel servidor.
En el fondo se trata de un relato moralizador en forma de viaje interior, como el eterno contrapunto entre Fausto y Mefistófeles que son dos caras de la misma moneda, que reflejan dos dimensiones del ser humano, su lucha entre la oscuridad y la luz.
La película enfatiza la ambigüedad y confunde fronteras entre realismo fantástico y lenguaje metafórico. Están las características que acercan el film al género fantástico, es decir, la vacilación del espectador en torno a la realidad de los fenómenos narrados, pero al mismo tiempo es posible también una lectura alegórica a la que finalmente parece inclinarse.
El punto fuerte de El corredor nocturno está en lo actoral y la corrección técnica pero el guión y los diálogos se pierden en la incertidumbre de la historia, en su ambigüedad creciente, que termina tragándose todo, porque la batalla es más interna que externa, como boxear con la propia sombra.
La película dura 95 minutos. Durante 94 me ha parecido una película interesante, atractiva, bien calculada y explicada, y magistralmente interpretada por los dos pesos pesados de la misma. Sin embargo todo se va al carajo en el minuto 94 de la película. Un final tan abrupto y desconsolado que te deja con la cara de imbécil teniendo la sensación de que te han tomado el pelo. Es como el que te está contando un chiste con bastante gracia durante 30 largos minutos y cuando te cuenta el final, no lo das pillado.
Con algunos fallos bastante gordos de guión que paso a detallar en el spoiler.
Moralina aburrida sobre el precio del éxito, las decisiones que hay que tomar aplastando a otros para poder subir en este mundo despegado e inmoral.
Muy visto, lento, reiterativo y con un final ¿abierto? Por favor… lo que muestra ya estaba claro a media película pero, prefieren hacer como que tú puedas pensar en finales ¿alternativos? dependiendo de cómo ¿interpretes? lo que nos han desarrollado en dos horas cansinas y flojas. Con dos dedos de frente y algo de cine a tus espaldas, está clarísimo todo pero, no hace falta desperdiciar así el talento de Solá. Muy floja la verdad.
Se queda a medio camino entre la revelación de lo que realmente se supone que pasa y lo que se supone que tú puedes creer que pasa pero, ni una cosa ni la otra. Parece que le de vergüenza reconocer la evidencia de que se trata de un tema que implica naturalmente, creencias, mitos y dualidad bien/mal y, claro, a estas alturas tan laicas de la historia y con subvenciones a tutiplén, es mejor salirse por la tangente auqnue eso signifique que te pegues una buena torta. Si la peli va de eso, muéstralo y ya está y, si no quieres, haz otra que no tenga nada que ver con estos temas pero, no te bebas 10 whiskies y luego digas que te has tomado un par de copitas… por favor.
Después de un comienzo esperanzador, decae el ritmo de la película por los reiterativos encuentros de los protagonistas que no hacen avanzar demasido la trama. Si bien en algunos de esos encuentros hay conversaciones muy logradas y recomendables, se podrían haber ahorrado unos cuantos. El marco de fondo es la crisis económica y los reajustes de plantilla aunque no sean necesarios, aprovechando así la coyuntura, así como el ascender en tu empresa a cualquier precio (referencia clara al mito de Fausto). Pero lo que destaca es la interpretación de Solá. Con una mirada puede helarte el alma. Eso sí, su papel era más sencillo ya que no tiene los matices del de Sbaraglia, que debe demostrar miedo, incertidumbre, amor, ira, etc. Solá debe limitarse a ser una persona muy educada con malévolas intenciones. Pero… ¡cómo lo hace! Mención aparte merece el final. Cuando llega te quedas un instante pensando ¿ya está?. Pues sí, ya está.
Pocas veces me he visto tan confundido a la hora de opinar sobre una película. Es que me he encontrado con un producto raro en su confección, una especie de escultura bizarra hecha de madera, porcelana, cartón, hojalata y yeso. Así de despareja. Por empezar, no leí la novela en la que está basada, a la cual evidentemente Herrero no termina de traducir con contundencia al lenguaje cinematográfico. Este fallo (dejando de lado mis limitaciones, que las hay por cierto), lo atribuyo mas a la poca pericia del director que a un intento deliberado de ser ambiguo (Ver spoiler). La porcelana mas fina está sin duda en la lección actoral que entrega Solá. Realmente exquisita. Y tenemos una buena madera fina (ébano, caoba si quieren) en Sbaraglia. La historia por momentos es atrapante y sólida, y de repente naufraga penosamente. Hojalata y yeso. Le hubiera puesto un cinco, o tal vez menos, pero la maestría de Solá y la garra de Sbaraglia le dan un plus que salva al conjunto.