El color de las nubes
Sinopsis de la película
Una anciana que reivindica su vieja casona cántabra, un viejo carpintero de ribera y un pescador furtivo que encuentra un alijo de droga, una joven que vende productos ecológicos, un abogado que cae en las redes de la muchacha, un rico heredero que odia a la anciana, un niño español que se hace pasar por bosnio, una pandilla de traficantes… Las acciones se entrelazan en una serie de aventuras en las que queda patente la solidaridad de unos frente a la voracidad de otros.
Detalles de la película
- Titulo Original: El color de las nubes
- Año: 1997
- Duración: 119
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Opinión de la crítica
Película
6.4
71 valoraciones en total
Notable película española, rodada en escenarios naturales de Cantabria. Triste y melancólica, pero que se ve con aprecio.
La tesis del filme se resume en que la vida es una complicación muy grande que cada uno tiene que resolver .
Se trata de una película poética, en la línea de las que hace también José Luis Garci (es más si no nos dijeran quien es el director, muchos pensaríamos que se trata de un filme del citado Garci). Si hay una poesía que defina esta película es la siguiente de la poetisa EMILY DICKINSON (1830-1886. EE.UU.), mencionada en los créditos:
El cielo es todo aquello que no puedo alcanzar,
la manzana en el árbol
si no pende a la altura de mi mano,
el color de la nube que pasa,
ese terreno tras de la colina,
y la casa de atrás…
Allí es donde se encuentra el paraíso.
El guión comienza con un niño que se escapa de sus padres separados y va a parar a la casa de una mujer mayor en un pueblo costero de Cantabria. Dicha señora está pasando un mal momento de su vida debido a que un prepotente quiere quitarle la casa, el hogar donde siempre ha vivido, por medios legales. A partir de ahí, estas dos historias se abren al menos hacia tres historias más, todas ellas interesantes de seguir en su desarrollo.
Bonita y más que aceptable película del magistral Mario Camus.
De entre las últimas películas de Camus (y me refiero a su rica, prolífica y notable década de los 90) quizás sea El color de las nubes su mejor película.
Es la historia de una anciana (Caba) que habita un viejo caserón que la legó un hombre viudo que la amó profundamente. Ahora, el hijo de ese hombre (Langa) quiere despojarla de ella. Es una preciosa historia en un estilo llano, sobrio, sincero y sentimental. Es Camus un cineasta plenamente maduro, que sin aspavientos ha logrado un estilo definidísimo y que tropieza muy pocas veces.
El cineasta cántabro se apoya en historias (melo)dramáticas y de muy humanos personajes, a las que añade una leve intriga para plasmar temas como las ricas relaciones intergeneracionales (niños/ancianos), el egoísmo de la sociedad reinante, el tremendo valor y peso de los pequeños (que son los más grandes) secretos, la injusticia global en la que habitamos diariamente.
Es una obra emocionante, hermosa y conmovedora, un notable tejido emocional, con gran riqueza de personajes que se rescatan continuamente los unos a los otros (los niños a la abuela, el abuelo a los niños, la sobrina al abuelo…) y que cuenta con espléndidas interpretaciones sobre todo de los veteranos Julia Gutiérrez Caba y José María Domenech. Gran fotografía que saca todo el partido que debe a los preciosos paisajes cántabros en los que está rodada.
Hace tiempo descubrí que la mejor manera de enfrentarse a una película, era desconociéndolo casi todo. Con EL COLOR DE LAS NUBES, me pasó, de pronto apareció y comencé a verla. Y es una de esas raras joyas, bastante ignoradas, cuando no, ocultas, por otro cine más adecuado a estos tiempos.
Los amantes del cine… DEL BUEN CINE… Necesitamos pequeñas alhajas, que animen un poco el despropósito del momento actual. Lamentablemente, el cine que se hacía hace dos décadas, si tenía cierta calidad, amparado por buenos actores, directores que mimaban el producto y unos argumentos cuidados y bien diseñados.
No sabía que la hubiera dirigido MARIO CAMUS, un gran cineasta, un hombre lúcido, conocedor de su oficio, y dotado de una maestría incuestionable, a la hora de dirigir, crear y seducir.
EL COLOR DE LAS NUBES desborda sensibilidad, belleza y un argumento tan espléndido, abarrotado de matices que se entrecruzan, produciendo un trabajo que hubiese debido consolidar, otro recorrido.
Un 7
Una de esas películas pequeñas, que aparentemente no abordan historias complejas, pero que por su honestidad acogen cariñosamente en su seno al espectador, que al igual que sus protagonistas es también alguien necesitado, no ya de amor, ayuda, comprensión o amistad, sino también de argumentos humanistas y esperanzadores.
La película suma tres relatos, que inicialmente mostrados mediante montaje paralelo, acaban por confluir, logrando así conformar una visión de conjunto que trata de llegar a conclusiones coherentes. Como ya apuntaba antes, todos los protagonistas de la película son gente necesitada: niños huérfanos (reales o no) que precisan de afecto y un hogar, una anciana viuda amenazada con la pérdida de su casa, que necesita de los niños para mantenerse firme y sentirse viva, un anciano que necesita ayudar a los demás para saberse útil, por último, una pareja cuya única necesidad es amarse. Aunque las diversas circunstancias que rodean cada historia están desigualmente trabajadas (bien la de los niños y Lola, así como la de Colo, más desdibujada la de Tina y Valerio, y apenas apuntada la de Mateo), la película muestra eficazmente los lazos de solidaridad que unen a los personajes, empeñados en pelear por las cosas que verdaderamente merecen la pena (el hogar, el amor, el afecto y la amistad).
Aunque una historia así podría haberse ambientado en cualquier parte -pienso ahora en los insólitos lugares en los que Kaurismaki sitúa sus historias (también basadas en la solidaridad)-, Camus opta por un entorno rural hermoso y apacible como Cantabria, logrando mediante generosos planos -bien fotografiados- que el espectador, y no solo los personajes, se sienta también acogido por la belleza del paisaje, que se convierte así en una extensión del hogar al que todos (personajes y espectadores) podríamos aspirar.
Con un guión que al principio desarrolla los argumentos de manera independiente para posteriormente ir aproximándolos hasta fundirlos -e incluyendo una subtrama propia del thriller-, no son los diálogos lo más importante, sino la sugerencia constante de las necesidades de los personajes, así como el triunfo de la solidaridad establecida entre todos ellos. Las interpretaciones son en general buenas (los críos, Julia Gutiérrrez Caba y Jose María Domenech), si bien algunos personajes quedan un tanto de relleno o poco aprovechados.
En conclusión una pequeña película, sí, pero que contiene suficientes méritos y valores como para hacer deseable más de un visionado. Y es que a ciertos lugares siempre se vuelve con agrado, como muy bien ejemplifica la última fuga de Bartolomé.
Cuento moral. Cine artesanal. Pulido y didáctico. Con valores y enseñanzas, con aroma de literatura juvenil ( La playa del tesoro podría ser, mezcla de La playa de los galgos del mismo Camus, con parecidos escenarios y repetidas querencias, y La isla del tesoro , se le cita al principio, a Stevenson, y hay amor de temas compartidos, niños y viejos aventurados y soñados con cariño de narración primera y oro resonante) y gusto por el pasado, de cierta nostalgia, con sabor a café y hogaza de pan recién horneada, y con un aire de western clásico que no se tose.
Canto a la naturaleza, a lo no contaminado, rechazo de la modernidad, de lo idiota mecanizado.
Se contraponen los modos antiguos, los personajes de solera y estirpe, con los actuales, marionetas devastadas, crueles.
La anciana enjuta frente al siniestro hijo de su compañero muerto o ante los estúpidos progenitores del bendito Bartolomé. El lobo de mar contra los policías necios. Los viejos llevan razón, no creen en leguleyos ni en instituciones, confían en la palabra, la amistad y el amor, son recios y flexibles, tienen la fuerza de resistencia en tiempos difíciles, asolados.
Se ridiculiza y denuncia: la televisión, las separaciones, los desahucios y demás monstruos contemporáneos en su cara más sorda, y se reivindica: un buen comportarse, sobrio, inteligente, compartido.
Tiene muchos hallazgos y buen hacer. Resulta entretenida y querible. Une historias diversas con gracia y pericia. Pero no sabe darle un buen acabado, el último brochazo emborrona el cuadro. El candor dirigido, ya apuntado pero no definitivo en su bosquejo, baña de inverosimiltud y falta de sustancia el tramo final. Se nos caen los personajes y las historias, quedan varados en el terreno de la puerilidad y la simpleza. Desfallecen, se hunden, boquean buscando un oxígeno que el creador no les da, demasiado preocupado por casar cosas que ni pegan ni merece la pena que tengan ese final precisamente*.