El batallón de las sombras
Sinopsis de la película
Sueños, esperanzas y pasiones de los habitantes de una populosa y humilde casa de vecinos de Madrid. Entre ellos, un inventor que siempre inventa lo que ya está inventado, un compositor, una chica de alterne, una comadrona, un repartidor de una pastelería, un joven pintor…
Detalles de la película
- Titulo Original: El batallón de las sombras
- Año: 1957
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.4
40 valoraciones en total
Hay obras que tienen tantos impedimentos de partida que es difícil practicar la suspensión de incredulidad de la que hablaba Coleridge. La España de la época con sus censuras, el presentismo de nuestro tiempo, la fácil y a su vez extremadamente complacencia falsa con la mujer en su guion, que juega a halagarla y la denigra más con ese final que se presta al rechazo poco reflexivo.
Pero esto es cine, y más allá de su apariencia, hay una colosal dirección de actores, una excelente fotografía, un maravilloso retrato de personajes, arquetipos es cierto, pero con qué sutileza la cámara los mima, unos planos cuidadosos con la narrativa y con la historia importando el qué se cuenta y cómo se cuenta. Al finalizar la película sabemos que la realidad no es así (lo sabemos desde el inicio) pero hemos sido atrapados por sus vidas y encariñados con sus protagonistas.
Mur Oti es uno de los verdaderamente grandes directores de nuestra historia. Nunca podré olvidar la excelsa emoción que me proporcionó esa obra de arte que es Cielo negro (también injustamente tratada a veces por el presentismo y su escena final).
Es de esas películas que cuando ves que la ponen, da igual dónde te unas, no puedes dejar de mirar hasta el final.
Argumento y desarrollo fácil si, pero qué difícil es saber contar bien una historia. Mur Oti lo hace.
Película nada intrascendente la que nos deja Manuel Mur Oti en una década de los cincuenta en la que el cine español estaba cada vez más en expansión artística y creativa. De este mismo año es la estupenda «Distrito quinto», de Julio Coll, por cierto, pero ese es otro tema.
Aquí el tema es la mujer. Las mujeres. Esas criaturas vulnerables y sin ningún valor, innecesarias, anexos de los animales que dominan el mundo: el hombre. Así nos lo dice el narrador que rompe la cuarta pared al principio y al final de la película, en un sarcasmo ácido y claramente crítico hacia ese pensamiento que antes que machista yo prefiero llamar misógino. ¿Qué papel tenemos las mujeres en el mundo? ¿A qué podemos aspirar? ¿Qué es, en definitiva, ser una mujer?
En «El batallón de las sombras» podemos encontrar diferentes respuestas, la mayoría contrarias a lo que la opinión pública dicta en la actualidad, pero yo la verdad es que creo que la película tiene mucha más sustancia que a primera vista, y en una lectura antifranquista, podemos dar. La mujer de «El batallón de las sombras» muestra una ambivalencia que me parece necesario destacar: es una mujer que en todo momento se divide entre lo pasivo y lo activo. Es una mujer que puede que no domine la vida pública, pero sí la privada, la del hogar, la del vecindario, la de la escalera, la de los hijos, la de los maridos y amigos, la de la conciencia y la moral. El hombre batalla fuera, sí, y hasta muere fuera, pero la mujer batalla dentro en una labor que otros se han empeñado en quitarle mérito e importancia, cuando es fundamental, imprescindible. Las mujeres de «El batallón de las sombras» pueden vivir perfectamente sin un hombre, algunas lo demuestran y de otras lo intuimos, pero ¿ellos podrían vivir sin una mujer? Lo dudo.
En la película se cuenta la historia de varias mujeres de distintas edades y las vicisitudes que tienen que acarrear, la mayoría por culpa o a consecuencia de los hombres que las rodean. A fin de cuentas, son mujeres enamoradas, y eso también hay que tenerlo en mente a la hora de juzgar el comportamiento más o menos correcto de estas señoras. Mi historia preferida es la de Lola, con una guapísima y carnal Emma Penella, que despertará en nosotros una ternura infinita. Una historia triste y bella que de verdad me hace llorar, y mucho.
Interesante.
Juzgar una obra de arte, como esta, según que se entienda que es misógina o no es no entender el arte.Cada época tiene sus prejuicios, sus tópicos. Además no es verdad que aquí las mujeres salen malparadas. Al contrario, son los hombres los que viven a costa de ellas.
Pero eso es lo de menos. Lo de más es cómo está rodada, cómo dirige a los actores y actrices, cómo nos mete en esa casa donde cada vecino tiene una historia interesante. ¡Y qué actrices y actores! Con un oficio como el que ya apenas se ve, salvo de cuando en cuando.
La fotografía, los encuadres, la decoración, los detalles….Todo cuidado al máximo.
Eso es el cine, invención, lenguaje.
Grande Mur Oti.
Realización impecable, narrativa irregular y moralidad oprobiosa. El tandem Tamayo-Mur Oti quiere hacer pasar por homenaje lo que en realidad es un llamamiento a la mujer para que lleve con resignación, incluso orgullo, una vida de sacrificio en favor del hombre. La falsedad parte ya de la estructura del relato, con varias parejas en las que la esposa realiza las tareas de la casa, cuida de los hijos y aún aporta dinero cosiendo y planchando para fuera, mientras el marido se pasa el día lamentando su mala suerte.
La historia, bien dialogada y bien filmada, camina con paso firme hasta que de golpe, se derrumba. Esto sucede cuando entra en escena el personaje infumable de una prostituta que, en un proceso de conversión, que tiene más de místico que de social, abjura del lujo pecaminoso y abraza la virtud del ama de casa. En consecuencia, cambia sus vestidos de noche por el delantal y disfruta fregando escaleras con un estropajo.
Paralelamente, los maridos, que hasta ese momento han sido mostrados como inútiles, aprovechados, egoístas y ridículos, sufren el ataque de un virus extraño, probablemente la variante masculina del que atacó a la prostituta, y se convierten en hombres de pro. El caso más significativo es el del inventor de cosas inventadas, que sin haber dado jamás un palo al agua, agarra un pico y trabaja veintidós horas seguidas, sin descansar ni para comer, y aún estaría dando picotazos si no se lo hubiera impedido el capataz. El milagro se complementa con la ausencia de agujetas, tirones de espalda u otros achaques que habría sufrido cualquier individuo normal. Pero es que sobre él recae la responsabilidad de reivindicar a su género.
Tratándose de mujeres no podía faltar el tema de la maternidad obligada. Hijos los que Dios envíe, dice la comadrona, y para que así conste, abofetea al padre que reniega de sus hijos, a los que no puede alimentar, cuando se atreve a expresar el deseo de que su mujer, nuevamente embarazada, aborte.
El machismo en España en aquella época debió de ser aterrador… tanto como para que un director haya rodado esta película. Una película dedicada (tal como dice al principio) a las mujeres. A esas luchadoras desde la sombra.
Siendo coherente conmigo mismo, aún esta película rebufa machismo y menosprecio a la mujer, pero es tal la lucha (con la censura de la época) que se hace a ella misma, que al final aflora algo de coherencia y de buen hacer, y sobre todo, de reinvindicar el derecho a la mujer, al menos, al ser valorada.
El trato con la iglesia es mínimo, pero está claro que alguna referencia tenían que hacer para que la censura estuviera contenta. La historia de Lola, es un poco denigrante, es quizás la que menos me ha gustado. Pero la del vago, es realmente estremecedor.
Lo que más me ha gustado y con diferencia, es la historia del actor, ese final, con ese aplauso. Se ve raro, pero es que creo que todo el mundo necesita un aplauso en ese momento de nuestra vida, porque es alegría y no tristeza (aunque nuestra cultura así nos lo demuestra), aunque aquí lo enfoquen de otra forma.
En fin, un película que sin mis principios le hubiera dado un 9, pero con ellos, la hubiera hundido más. Así que, le doy una puntuación decente, de un cine español diferente a lo que estamos acostumbrados a ver.