El banquete de boda
Sinopsis de la película
Simon y Wai-Tung son dos gays que viven juntos en Manhattan. Para disipar las sospechas de los padres de Wai-Tung, Simon sugiere que organice una boda de conveniencia con Wei-Wei, una joven inmigrante que necesita la carta verde de inmigración para poder permanecer en los Estados Unidos. Pero cuando los padres de Wai-Tung llegan a Nueva York insisten en organizar el banquete, lo que traerá muchas complicaciones.
Detalles de la película
- Titulo Original: Xi yan (The Wedding Banquet)
- Año: 1993
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
7.1
24 valoraciones en total
Comedia romántica que trata, con muchas dosis de humor y sin tapujos, los choques generacionales entre padres e hijos, los cambios socioculturales, la tradición frente a la ruptura de las convenciones modernas, la emigración y los conflictos de identidad personal y de índole familiar.
Tierna y simpática mirada sobre la dificultad de los padres por aceptar a sus hijos tal y como son, sobre la juventud que vuela lejos para vivir a su manera y sin ser controlado por los mayores, la dureza de la inmigración, de la situación de las personas que, en busca de sus aspiraciones, escapan de unas costumbres anquilosadas y restrictivas a las que no se pueden amoldar.
Es evidente el paralelismo de la propuesta con el clásico de la comedia romántica francesa de Edouard Molinaro, Vicios Pequeños, tomando grandes dosis de la misma fruición en la construcción de una comedia llena de malentendidos y decepciones. Pero la película tiene también un corazón muy cálido y la desembocadura de su propuesta llega a ser muy emocionante.
El director, Ang Lee, se acerca a su material de una manera discreta, sin golpear los grandes momentos dramáticos o cómicos. Y los actores aportan un curioso fatalismo acerca de sus personajes, resignándolos a lo peor que les pueda ocurrir. Hay momentos de comedia evidente pero también otros donde se representan simple y directamente los sentimientos y los miedos de dichos personajes.
El banquete de boda no es una película especialmente hábil, la construcción de la trama se siente artificiosa y requiere en el espectador un notable acto de fe para poner en tela de juicio la verosimilitud y dejarse llevar por su propuesta alocada y satírica sobre la vida moderna. Lo que hace de la película su validez fundamental es que el cineasta chino no se muestra cohibido a la hora de plasmar lo que en la superficie emerge como un melodrama y reírse una y otra vez de él, demostrando que hay mucho de comedia en el drama y solapando ambos géneros provocando un efecto muy revelador y satisfactorio.
Historia, en definitiva, de personajes solitarios, románticos y obsesivos, en cuyas debilidades y traumas radica su condición de almas gemelas. Los diálogos inciden en la disociación de la realidad que experimentan, entregándose el uno al otro como única forma de integrarse en un mundo que les rechaza.
La película supone un impulso liberador que se diversifica en el trío protagonista, manteniendo un original actitud creadora y sobreviviendo a una aglomeración neoyorkina donde se vive unos pegados a otros pero sin que por ello deje la soledad de abrir abismos personales.
El film permanece deliberadamente en un nivel de fábula bienintencionada, algo lánguida y un tanto naíf, que se apoya en la secuencia de resultados más vivos y afectuosos: el desarrollo del convite, que se revela como una variante moderna de los dibujos animados elaborados y sobrepoblados rollos chinos que representan la comedia humana en todo su infinito sentimiento y absurdo. Ang Lee sostiene la hilaridad de esa propagación y proporciona, de forma tranquila y contemplativa, la observación más profunda de las motivaciones de los personajes y sus estados de ánimo universales.
Fulgurante aparición de Ang Lee en Estados Unidos con un film, mitad comedia mitad drama, en torno a los prejuicios raciales y culturales y a la homosexualidad. El director oriental afronta la complicada temática sin tapujos, pero a la vez de una manera sutíl, e incluso tierna, que deja al espectador con una sensación de hallarse ante una especie de fábula contemporánea.
Ahora que Ang Lee se ha puesto merecidamente en lo más alto de la fama, quiero recomendar esta película, que fue la primera suya que yo vi.
La trama, con una pareja interracial y homosexual como protagonista, trata sobre todo de lo tradicional frente a lo nuevo, o más que frente a su lado, pues creo que en todo momento respeta ambas ideas.
Está planteada como una comedia suave, pero muy divertida en algunos momentos, que en su parte final se pone seria. La sonrisa es prácticamente constante en dicha primera mitad y en la segunda el efecto es diferente, pero el interés no decae lo más mínimo.
La sensación que transmite Ang Lee con sus personajes es de gran afecto hacia ellos y esto se contagia en el espectador. En el banquete que da título a la película muestra una cara de los chinos muy diferente a lo conocido y, cuando uno de los invitados dice que él pensaba que éstos eran más tranquilos, otro, el que creo es el propio Lee, le responde: Es el resultado de 5000 años de represión sexual .
Estamos ante una curiosa película de Ang Lee insólita en el cine oriental, tanto por un tratamiento y un toque muy propio de la típica comedia de costumbres de los clásicos norteamericanos, y por incidir en la cuestión homosexual.
Lo más a destacar de esta película es la curiosa aglutinación de diferentes niveles de inquietud, desde la ironía antifamiliar al choque entre culturas, desde aspectos puramente humorísticos a los rasgos melodramáticos. Y todo ello concentrado desde una apología de la tolerancia que va dejando entrever Lee.
Es una película con momentos entrañables y con otros de total dramatismo, como es todo el tema de las relaciones, los celos, las dobles vidas, el tema de los padres, las distintas expectativas generacionales…
Ang Lee todavía era prácticamente un desconocido cuando rodó esta comedia dramática que trata sin tapujos sobre el choque generacional, los cambios socioculturales, la emigración, la tradición frente a la ruptura con la misma, y los conflictos de identidad personal y de relación familiar.
Fue osado al introducir el tema de la homosexualidad, que desgraciadamente sigue teniendo tan mala acogida en pleno siglo veintiuno, no digamos hace cerca de dos décadas, y en una comunidad con arraigadas costumbres.
Wai Tung es un treintañero taiwanés emigrado a Estados Unidos, atractivo, soltero y empresario. Sus características lo convierten en un partido excelente para cualquier buena chica taiwanesa. Los padres del muchacho le buscan la esposa adecuada, como es lo normal. Pero hay un problema.
Wai Tung es gay y tiene novio fijo desde hace años. Los dos conviven, son felices y han encontrado la estabilidad juntos. Lo único que enturbia la felicidad de Wai Tung es tener que esconderles la verdad a sus padres, y que ellos continúen buscándole una mujer.
Él y su novio Simon conocen a una chica taiwanesa, inmigrante ilegal, sin papeles en regla, sin trabajo, que intenta ganarse la vida como pintora. A Simon se le ocurre una idea: Wai Tung y Wei-Wei, la chica, podrían casarse para que ella obtenga la Green Card o tarjeta de residencia, y para que los padres de él se tranquilicen y crean que ya ha encontrado a su esposa ideal y así lo dejen en paz. Como ellos viven en Taipei, a miles de kilómetros de Nueva York, se podrá representar la farsa y beneficiarse, y una vez que los padres hayan acudido a la boda y se hayan marchado, podrán regresar todos a su rutina.
Ponen en funcionamiento el plan, y éste resulta tan duro de llevar adelante como pudieran haber previsto, o más. Los padres llegan, se instalan en la casa de Simon que los jóvenes han redecorado y habilitado, y el trago va a ser complicado de pasar. Nada de ceremonias sencillas, por mucho que los prometidos se empeñen. Finalmente acabarán celebrando una fiesta por todo lo alto, para complacer a los mayores, que no conciben una boda sin gran boato.
Y tantos trastornos pasarán factura…