El ataque duró siete días
Sinopsis de la película
Un grupo de hombres combate contra el ejército japonés por la conquista de una estratégica colina. Se enfrentan sin piedad a los japoneses, pero también a sus propios miedos, traumas y complejos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Thin Red Line aka
- Año: 1964
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
6.3
24 valoraciones en total
Fantástico título bélico de serie B que recuerda a otros no tan conocidos como se merecen, caso de La colina de los diablos de acero de Anthony Mann. Es muy motivador comprobar cómo se pueden encontrar películas de culto entre los olvidos de los años sesenta y setenta. En estos años la distancia entre las grandes producciones y esas otras pequeñas joyas era abismal, y no sólo en cuanto a costes, también en cuanto a la oficialidad del discurso. Andrew Marton no es el nombre más conocido de la historia del cine ni lo será nunca, pero me guardo esta historia en el bolsillo de los films que merece la pena recordar, ver y volver a ver.
La novela tiene mucha culpa, desde luego, pero más allá de lo que hiciera Malick en los 90, es extraordinario el tratamiento de los sentimientos de los soldados, de sus impulsos y reacciones, sus miedos ocultos o bien latentes y la evolución de todos ellos por el empuje de los acontecimientos bélicos y del contacto con la muerte. Y para los amantes de este género, las escenas de combate están rodadas con tal inteligencia que no se echa de menos un mayor presupuesto. Sin duda esos japos metidos en cuevas los ha tenido que ver el no menos inteligente Clint Eastwood.
Y lo más increíble de todo, esto es Guadalcanal y no la por entonces no iniciada Guerra de Vietnam, y el año de rodaje es 1964 y no 1984. Esas cosas que tiene la serie B que la hacen en ocasiones tan necesaria.
Es increíble que una película tan buena como ésta sea tan poco conocida para la mayoría de los cinéfilos a pesar de que está basada en la magnífica novela de James Jones que muchos años más tarde Terrence Malick adaptaría al cine para regalarnos La delgada línea roja .
Si analizamos que tanto el director como los actores principales no son de primera fila, la mayoría de cinéfilos pensará que nos encontramos ante una película del montón y pasará olímpicamente de ella.
Craso error.
El ataque duró siete días (menudo título más chapucero) es una de las mejores películas bélicas que he visto en muchísimos años, superando a megaproducciones del tamaño de El día más largo o La batalla de Las Ardenas , ambas películas de la misma época que ésta, a pesar de no contar con tantos medios como las otras.
El duelo interpretativo entre Keir Dullea y Jack Warden (que nunca ha estado mejor) es magistral, y las escenas de acción son sencillamente espectaculares, recreando batallas intensas en secuencias de una muy generosa duración para deleite de los aficionados al cine bélico.
Sin lugar a dudas, es una película a descubrir y reivindicar.
Resulta curiosa la vida, hace ya unos cuantos años, en 1998, fui a ver La delgada línea roja de Terrence Malick al cine, y disfruté ante una película que trataba la guerra, y sobre todo las actitudes de los soldados, de un modo penetrante y original. Ese filme es hoy unánimemente reconocido y hay quien lo juzga una obra maestra, sin embargo, la película que aquí se critica sufre uno de los mayores y más injustos olvidos del cine, tratándose de la primera adaptación a la pantalla de la novela original.
Con treinta años de antelación respecto del remake de Malick, un director poco conocido (usualmente un especialista en segundas unidades de rodaje) agarró esta historia de una compañía de soldados noveles destinados a Guadalcanal, y supo sacarle buen jugo. El argumento es conocido: el mando persigue objetivos militares, y para ello emplea soldados, simples números a contabilizar en las listas de altas y bajas. Los soldados persiguen salir vivos del atolladero, y en el proceso temen, se acobardan, o bien arriesgan y se endurecen. El mando puede pensar, pero el soldado no debe hacerlo, pensar implica cuestionarse cosas, dudar, y en la guerra no se permiten dudas cuando estas provienen de la tropa, más aún si las dudas recaen sobre las órdenes de los mandos. La película se centra en el soldado Dole para mostrar esta verdad, contraponiendo su actitud, independiente, autónoma, con la que desea inculcarle su sargento, que pregona todo lo contrario. El filme seguirá a estos dos personajes, desarrollando sus motivaciones, tanto en los aspectos en que difieren como en los que coinciden. Otro personaje interesante es el capitán de la compañía, al que podríamos calificar de humano, demasiado humano, de ahí que su permanencia en el mando sea efímera, dejando paso a un sustituto más acorde con los gustos del alto mando.
Por tanto, es una película bélica en la que lo principal es la evolución psicológica de los personajes, así como la actitud que unos y otros muestran respecto de sus semejantes. Por lo demás, la labor de dirección es francamente buena, y la recreación de los combates bastante veraz, con pocas concesiones a la galería, sin omitir la violencia y el terror inherentes a la guerra. Los actores cumplen eficazmente su cometido, en especial Warden, que encarna al sargento. En fin, una película a reivindicar, de indudable calidad, hasta el punto de instar a otros realizadores a profundizar en su argumento principal.
Tiene de todo un poco y sobre todo, en lo personal, valoro que no siendo un seguidor del género El ataque duró siete días hasta se me ha hecho corta. Muchas veces se dice que la serie B cuando es buena sabe mejor que las grandes superproducciones porque el ingenio y las buenas ideas superan las carencias de presupuesto. El caso de esta historia es ejemplar en cuanto a todo lo que se puede decir de la serie B: por los actores que la interpretan, a la altura siendo desconocidos (excepto, por supuesto, Keir Dullea), y por el trazo psicológico del grupo de soldados.
Hay un soldado recién llegado que evoluciona, un sargento veterano algo cabroncete pero excelente compañero, un capitán enrollado que le cortan las alas, un coronel deshumanizado que sólo ve números y mapas… Y unos enemigos que son sólo carne (dicho esto y repetido en más de una ocasión durante la película). A ello se le suma una acción que no está nada mal. No soy nadie para generalizar, pero las películas bélicas no suelen ser muy exigentes en cuanto a guión, con lo cual, es mi opinión, no las hace muy atractivas. Sin embargo, de El ataque duró siete días debo confesar que todo está tan bien arreglado que incluso la recomendaría a los que, como yo, no simpatizamos con este tipo de películas. Reconozco que está muy bien hecha y que tiene algo que la eleva por encima de la media. Creo que no puedo decir algo mejor: lo he pasado muy bien y lo agradezco.
Aunque poca gente lo sepa, The Thin Red Line (La Delgada Línea Roja, 1998) de Terence Malick no fue la primera película que adaptaba la novela de título homónimo del escritor James Jones, sino que años antes ya había sido llevada a la gran pantalla (quizá no tan grande, porque se trató de una producción menor, casi de lo que podemos denominar como Serie B). El filme en cuestión fue dirigido por Andrew Marton, The Thin Red Line (El ataque duró siete días, 1964) y en España tuvo una de aquellas traducciones semiridículas. El filme como ya comentaba no es una gran producción, y cuenta con un reparto semidesconocido. Prácticamente otro desconocido es el cineasta del filme, Andrew Marton. Seguramente la película más célebre de este director sería el fragmento que realizó para otro filme bélico, The Longest Day (El día Más Largo, 1962) también ambientado en la segunda guerra mundial.
Lo cierto es que hay notables diferencias entre la película de Terence Malick y la de Andrew Marton. La carga filosófica que imbuía el filme más moderno y que interrumpía constantemente el ritmo bélico (con incluidas reflexiones de los personajes) desaparece en la primera adaptación. Y es que la película de Marton es puro cine bélico, en ocasiones con exhaustivas secuencias de guerra que pueden resultar demasiado pesadas para el espectador, que acaba cansado de tanta ensalada de tiros.
Además se introducen notables diferencias respecto a la novela. Por una parte, la narración del libro se comprime totalmente en la película, que aligera los hechos y en ocasiones la acción transcurre demasiado acelerada. Pero además, los personajes de la novela de James Jones quedan totalmente desfigurados en el filme. La coralidad era imperante en la novela, que construía un mundo repleto por las diversas visiones (que eran numerosas, como un tejido constituido por todos los hombres) que aportaban los soldados. Sin embargo en el filme la voz ha quedado reducida prácticamente a tres soldados, que son los que sirven de parábola al cineasta para desarrollar el mensaje del filme. La crítica de la novela original que además prácticamente difuminada, así como las relaciones homosexuales entre algunos de los soldados. Algo que no podía ser presentado en un contexto como el mediados de los sesenta.
Porque, hemos de tener en cuenta, que en el 1964 los Estados Unidos estaban inmersos en otro conflicto bélico, que paradójicamente también tenía lugar en el continente asiático. Hablo claro está, de la Guerra del Vietnam, que empezaba ya a manifestar unas consecuencias trágicas. No parece demasiado extraño que mientras veamos el Ataque duró siete días se nos evoque la misma guerra que estaba teniendo lugar a aquellos años. La mención a los japoneses es mínima, sólo los vemos luchar y morir (y podrían ser de hecho perfectamente los mismos vietnamitas) y además la orografía del terreno tiene cierta semejanza con la del Vietnam, pues en la película vemos también a los soldados norteamericanos adentrarse en un territorio totalmente hostil y salvaje.
Respecto a los personajes del filme: El menos importante de todos ellos es el oficial de la compañía. Lo interpreta Ray Daley. La película lo utiliza en esta ocasión de la misma manera que en la novela. Nuestro personaje es uno de los pocos responsables del ejército que no quiere enviar a sus soldados a una muerte segura, y por ese motivo se muestra reticente a acatar una orden que le envía un superior el Capitán Tall que interpreta James Philbrook. Motivo por el cual será revelado de su puesto. La película hace hincapié en los capitanes como Tall que con tan de conseguir un ascenso en el escalafón militar no tienen remordimientos en enviar sus soldados a una muerte casi segura.
Pero la importante dicotomía del film la encontramos con los personajes de Doll y Welsh, que interpretan respectivamente Keir Dullea y Jack Warden. Doll es el prototipo de recluta que inicia un proceso de autodestrucción a medida que avanza la guerra, perdiendo paulatinamente la cordura y convirtiéndose en una máquina insensible. Por su parte Welsh representa el soldado ya curtido en batallas y que cree que la vida es irracional, como lo es la guerra. Entre los dos existe una contradicción constante que el filme explotará repetidamente, hasta el clímax final de la película en la que las ideologías de uno y otro se fundirán en la que seguramente es la escena más bella del filme.
Como ya comentaba, el filme abusa de las secuencias bélicas, que si bien pueden interesar en ciertos momentos, en otros resultan cargantes. El filme utiliza unas secuencias bélicas que se aprovechan de la fotografía expresionista que firma Manuel Berenguer y que muestran la confusión total que hay en la guerra. Sin duda el ascenso a la cima del elefante bailarín es la mejor parte de la película.
https://neokunst.wordpress.com/2015/01/15/el-ataque-duro-siete-dias-1964/